GRECIA, LA CIUDADANÍA HELÉNICA Y LA DEMOCRACIA
ATENIENSE TRIUNFARAN.- “Un veredicto popular siempre es mucho más fuerte que
la voluntad de un gobierno por sí solo”. Expresa con claridad y contundencia
política el Primer Ministro griego Alexis
Tsipras. La fuerza, energía,
honestidad y capacidad de Liderazgo Comunitario. Dirigente de la izquierda
radical helénica, goza de la inmensa Confianza
social y política de su pueblo. Su lucha política anti-neoliberal hoy lo
enfrenta al monstruo político del siglo XXI. La Troyka europea, el neoliberalismo global y los poderes facticos
mundiales. La Unidad social, la cohesión política de la Ciudadanía helénica y la cuna de la Democracia
Directa hoy constituyen los grandes mecanismos políticos que llevaran a la
victoria a Grecia y los movimientos
sociales y políticos europeos, anti-neoliberales y anti-austeridad, a pesar del
miedo y terror a las ánforas que hoy tienen los políticos neoliberales europeos.
Alexis Tsipras: La votación del domingo 5 de julio “no es acerca de nuestro país se quedará en la zona euro” sino que los
griegos decidan “si aceptan el acuerdo de las instituciones o si, con la fuerza
del veredicto del pueblo, vamos a buscar una solución viable”. En esa línea
votar en contra de ese acuerdo, para el dirigente griego, “no significa romper con Europa, sino más bien, volver a la Europa de
los valores”. A medida que pasan las horas, cada vez va quedando más claro
que el día después ambas partes se reunirán en Bruselas para continuar las
negociaciones. Del resultado que arrojen las urnas dependerá la fuerza y la
legitimidad de la que se armará el Ejecutivo de Atenas. No en vano la frase
de Tsipras “Un veredicto popular siempre es
mucho más fuerte que la voluntad de un gobierno por sí solo”.
Los pensionistas griegos han sido y siguen siendo
hoy las víctimas directas de las políticas violentas, inhumanas y
"asesinas" de la troika europea. La defensa de las pensiones y una
vida digna para los Ciudadanos Pensionistas helénicos es hoy parte de la
defensa social y política del Programa de Gobierno del Primer Ministro Alexis
Tsipras, ante la ofensiva anti-democrática de los poderes facticos europeos.
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Grecia no es capaz de pagar su deuda y el dinero de
los préstamos va a parar a los bancos sin fortalecer la
recuperación del crecimiento. Junto a estas verdades, hay una realidad
cotidiana que los acreedores prefieren ignorar: un país en ruinas, unas
prestaciones sociales drásticamente reducidas, abuelitas hurgando en las
basuras, drogadictos trasladados por la policía como un rebaño de un barrio a otro de Atenas, hospitales
que funcionan al ralentí y sin el personal necesario, medicamentos que
desaparecen. Por encima de esta miseria humana a la cual ha sido reducida más del 80% de la población como
consecuencia de las políticas de austeridad absoluta de la Troyka europea, hoy el pueblo helénico lucha en las calles y plazas
públicas – retorna después de 25 siglos
el Ágora griega, la cuna de la Democracia Directa, la Comunicación
Intercultural y al Ciudadanía Política – Alexis Tsipras y su movimiento de Izquierda Syriza y
con el apoyo de la ciudadanía europea y los nuevos movimientos sociales y
políticos anti-austeridad, anti-neoliberales triunfará sobre este nuevo monstruo
político pintado de falsa y fantasmal democracia – la bancocracia o gobierno de los bancos, la democracia mediática o dictadura de los medios de comunicación,
y el poder político-financiero de las nuevas elites mundiales o la democracia novelada y fallida-, en realidad son los poderes
facticos globales más poderosos y como expresamos disfrazados de falsos
demócratas, “la nueva farsa de la democracia”. El pueblo griego triunfará
frente a la venganza política. Porque “Un veredicto popular siempre es mucho más
fuerte que la voluntad de un gobierno por sí solo”.
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GRECIA, EL VOTO
(Si) DEL MIEDO.
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Antonio Cuesta. (Gara).
La ratificación por parte
del primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, de mantener para el domingo la
convocatoria del referéndum sobre la propuesta de los acreedores ha redoblado
los esfuerzos de los dirigentes europeos y los grandes medios de comunicación
en favor del «sí» y en presentar una eventual victoria del Gobierno como la
mejor opción hacia el caos.
Las fuerzas pro-austeridad
no han dudado en promover una campaña del miedo, con el propósito de
influenciar el voto en la consulta del domingo. Tras la decisión política del
Banco Central Europeo (BCE) de cerrar la posibilidad de aportar más liquidez a
los bancos griegos, forzando con ello al control de capitales y el cierre de
las entidades financieras, han llegado los mensajes amenazantes o
catastrofistas desde las instituciones europeas y desde algunos gobiernos, con
el fin de alimentar el miedo entre los ciudadanos griegos. El referéndum ha
sido calificado como «ilegal», «golpe de Estado» o como en el caso de la
ministra española de Agricultura, Isabel García, alertando de que «las urnas
son peligrosas». Vamos, que las carga el diablo. En la misma onda se encuentran
los canales privados de televisión en Grecia, donde el discurso monolítico en
favor del «sí» no solo va ligado al falaz discurso de que esta es la única
opción de permanencia en Europa y señalando el voto negativo como la salida de
facto del euro y las instituciones europeas, sino que además han lanzado el
mensaje de que el Gobierno griego ya habría aceptado de forma íntegra la
propuesta de la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y
la convocatoria sería solo una mascarada de cara a los ciudadanos griegos.
Por tener una idea de lo
que estamos hablando, basta saber el tiempo destinado en los informativos de
las televisiones griegas a las manifestaciones que de uno y otro signo se han
celebrado esta semana en Atenas. Mientras que a la protesta por el «no» se
destinaron de media 8 minutos y 33 segundos, a la realizada en apoyo del «sí»
se emplearon 47 minutos y 23 segundos. Más escandaloso es el resultado si
atendemos a los dos canales con mayor audiencia en el país, Skaï y Mega, donde
la suma arroja un balance de 40 segundos frente a 15 minutos y 25 segundos. De
sobra está decir que la beneficiada fue la protesta en favor del acuerdo con
los acreedores.
La fuerza, energía, honestidad y capacidad de
Liderazgo Comunitario. Alexis Tsipras el Primer Ministro griego, hombre de la izquierda
radical helénica, goza de la inmensa Confianza social y política de su pueblo.
Su lucha política anti-neoliberal hoy lo enfrenta al monstruo político del siglo
XXI. La Troyka europea, el neoliberalismo global y los poderes facticos
mundiales. La Unidad social, la cohesión política de la Ciudadanía helénica
y la cuna de la Democracia Directa hoy constituyen los grandes mecanismos
políticos que llevaran a la victoria a Grecia y los movimientos sociales y
políticos europeos, anti-neoliberales y anti-austeridad.
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Mensaje de Tsipras.
El miércoles Alexis Tsipras
quiso dejar claro que la votación del domingo «no es acerca de si nuestro país
se quedará en la zona euro», sino para que los griegos decidan «si aceptan el
acuerdo de las instituciones o si, con la fuerza del veredicto del pueblo,
vamos a buscar una solución viable». En esa línea, votar en contra de ese
acuerdo, para el dirigente griego, «no significa romper con Europa, sino más
bien, volver a la Europa de los valores». A medida que pasan las horas, cada
vez va quedando más claro que el día después ambas partes se reunirán en
Bruselas para continuar las negociaciones. Del resultado que arrojen las urnas
dependerá la fuerza y la legitimidad de la que se armará el ejecutivo de
Atenas. No en vano la frase de Tsipras «un veredicto popular siempre es mucho
más fuerte que la voluntad de un Gobierno por sí solo» también debe de haber
hecho reflexionar a los dirigentes europeos, que a buen seguro tienen presente
lo que ocurrió en Francia con la votación sobre la Constitución Europea. Será
por eso que muestran tanta aversión por las consultas populares.
Ambigüedad e indeterminación.
La claridad con la que
Tsipras expuso la posición del Gobierno no está reñida sin embargo con los
recelos y los temores de una buena parte de la sociedad griega, según han
expresado a NAIZ algunas personas consultadas. Dimitris, que regenta una
panadería, no sabe si votará pero asegura «que todas las cadenas de televisión,
sin excepción, están continuamente diciendo que votar «No» es decir no a
Europa, Tsipras ha dicho que es solo contra un nuevo memorando, pero, ¿quién escucha
a Tsipras?». Para Dimitris este «es un problema político, no económico, y
tratan de impedir que un pequeño país como Grecia decida, pues España o
Portugal serían los siguientes». Uno de los puntos más delicados del acuerdo es
el incremento del IVA en las islas. Ello encarecería aún más los suministros en
unos territorios que ya deben pagar un sobrecoste en todas sus compras. Loanna,
dueña de una pequeña tienda de alimentación en la isla de Skopelos, considera
que el Gobierno no debió apurar tanto el tiempo para llegar al impago. «Con los
bancos cerrados mi proveedor en Atenas solo me acepta talones para algunos
productos y metálico para el resto, pero si esta situación continúa no sé lo
que podría llegar a pasar», señala. También se muestra desconcertada ante la
posibilidad de que, pese a las afirmaciones de Tsipras, una negativa al plan
europeo ponga fin a las negociaciones. En todo caso asegura que «es la gente
mayor la que tiene más miedo».
Esta afirmación es
confirmada por una sexagenaria integrante de la cooperativa de mujeres de
Glossa, en Skopelos, dedicada a fabricar dulces, bollos y pan. María nos
explica que votará 'Sí' porque «ya sufrimos muchas penalidades tras la guerra
(civil) y no me gustaría volver a pasar por ellas». Es pronto para aventurar
qué puede ocurrir en la cita del domingo, pero pese a la difícil situación del
cierre bancario, las encuestas auguran una victoria del «no» (hasta con 9
puntos de ventaja) y una participación bastante alta (superior al 80%).
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Grecia no es capaz de pagar su deuda y el dinero de los préstamos va a
parar a los bancos sin fortalecer la recuperación del crecimiento. Junto a
estas verdades, hay una realidad cotidiana que los acreedores prefieren
ignorar: un país en ruinas, unas prestaciones sociales drásticamente reducidas,
abuelitas hurgando en las basuras, drogadictos trasladados por la policía como
un rebaño de un barrio a otro de Atenas, hospitales que funcionan al ralentí y
sin el personal necesario, medicamentos que desaparecen.
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¿QUÉ QUEREMOS
NOSOTROS LOS GRIEGOS, LOS PARIAS DE EUROPA?.
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Ersi Sotiropoulos.
Le Monde – Idées.
Rebelión viernes 3 de julio
del 2015.
Traducido del francés para
Rebelión por S. Segui.
Tengo la impresión de estar
escribiendo bajo la espada de Damocles. Cada uno de los pensamientos que
expreso, el más mínimo deseo o esperanza puede que mañana haya sido refutado,
negado, superado. Se acerca el 30 de junio. Creo que la confusión supera al
pánico. ¿Qué queremos? ¿Quiénes somos? Nosotros, los griegos. Los parias de
Europa, los perezosos e irresponsables que atormentamos desde hace meses al Eurogrupo,
que monopolizamos todas las cumbres de la UE, mientras que hay otros temas
cruciales que discutir, Ucrania o los productos transgénicos, por ejemplo.
La crisis de los últimos
años ha planteado un problema de identidad. Un país pequeño, con una larga
historia. Un pasado glorioso lejano que a menudo se convierte en una carga y
provoca hasta vergüenza, especialmente cuando, a los ojos de los extranjeros,
somos desde hace décadas el país de las vacaciones, la mousaká y la retsina.
Resulta que nosotros, que fuimos los viejos amigos del pensamiento, seguimos en
suspenso, paralizados, y ni conseguimos poder pensar lo que nos sucede.
Ante el Parlamento, en
Atenas, los enfrentamientos son cada vez más violentos. En ese lugar, donde
hace tres años se manifestaban los “indignados” se alzan hoy las banderolas de
los pro-europeos. El conflicto exacerbado por la desesperación y la
incertidumbre conduce a la polarización. En sigilo, la sombra de la discordia
nacional planea de nuevo, sesenta y cinco años después de una sangrienta guerra
civil.
En un primer momento, la
victoria electoral de Syriza creó una sensación de euforia, incluso entre
algunos de los que no habían votado por ellos. Por primera vez, la clase
política griega, asociada a las desgracias de los últimos años, no participaba
en el gobierno. A ese soplo de esperanza de los primeros meses, cuando las
negociaciones parecían acercarse a un punto de convergencia, sucedió un
ambiente tóxico que ha socavado cualquier intento de diálogo.
La principal tarea que se
había asignado Syriza era tratar de frenar la crisis humanitaria del país, que
en los últimos años ha adquirido proporciones catastróficas. Pero es el único
gobierno europeo que se opone a la austeridad, y, para más inri, es un gobierno
de izquierdas con una visión política opuesta a la que defienden las elites
económicas y políticas. Sus posiciones molestan a los acreedores y, poco a
poco, se hace evidente que éstos quieren reducir Syriza a la nada.
Pueblo doblemente traicionado.
En el enfrentamiento del
último mes, hay dos verdades reconocidas por ambas partes, los acreedores y los
deudores: Grecia no es capaz de pagar su deuda, y el dinero de los préstamos va
a parar a los bancos sin fortalecer la recuperación del crecimiento. Junto a
estas verdades, hay una realidad cotidiana que los acreedores prefieren
ignorar: un país en ruinas, unas prestaciones sociales drásticamente reducidas,
abuelitas hurgando en las basuras, drogadictos trasladados por la policía como
un rebaño de un barrio a otro de Atenas, hospitales que funcionan al ralentí y
sin el personal necesario, medicamentos que desaparecen.
No hay duda de que las
medidas adoptadas para luchar contra la recesión van a crear una recesión aún
mayor. Desempleada y sin crecimiento, gran parte de la población vive por
debajo de la línea de pobreza.
Este es un pueblo
abandonado en la confusión, que ha perdido su dignidad, que se considera
doblemente traicionado: por los sucesivos gobiernos, cuya mala gestión,
despilfarro y corrupción han llevado a esta situación, y por Europa que ha sido
incapaz de garantizar un verdadero espíritu de solidaridad. En lugar de que
este sentimiento de traición genere unidad y espíritu de lucha, lleva a la
división y la discordia. La crisis se trivializa. La apatía avanza. El
derrotismo. El fatalismo. Las instituciones están por los suelos, la democracia
en peligro de extinción.
Si hay algo que espero, o
más bien que esperaba –puesto que si la situación actual conduce a unas
elecciones o un referéndum el nuevo impasse será impredecible y posiblemente
catastrófico–, es que el gobierno de Syriza ponga fin al clientelismo, una
lacra que acompaña a Grecia desde su creación como Estado.
La consecuencia es una
desconfianza casi atávica en las instituciones. El griego es en primer lugar
individuo antes que ciudadano. Sigue teniendo los reflejos de la bestia
acorralada, por la dificultad de sobrevivir en un estado con frecuencia
subordinado a poderes extranjeros, desestabilizado por las desigualdades
sociales y la emigración, y marcado siempre por la Segunda Guerra Mundial y la
guerra civil que la continuó.
Cada generación conoce
Grecia y los griegos de manera diferente. La más alta consideración alterna con
el peor desprecio. Un día somos héroes, al día siguiente, bellacos. Grecia
nunca existió, escribió André Breton. Es una frase para reflexionar. Somos como
una falla en el mapa. Un pequeño punto al final de Europa –un poco de Balcanes,
otro poco de Oriente Próximo– que sigue existiendo, que persiste en hablar el
mismo idioma desde más de 3.500 años.
Grave conmoción humana.
El exceso de los últimos
acontecimientos ofrece la posibilidad a Europa de replegarse en sí. Con la
recesión económica, una profunda crisis existencial parece atravesarla. ¿Cuáles
fueron los principios que subyacen a esta aventura europea? ¿Cuál fue la
inspiración que dio origen a la iniciativa de Altiero Spinelli y Jean Monnet?
¿Qué queda hoy? La decadencia de Occidente, de lo que se considera la cuna de
la civilización, es un hecho. Nuevos mercados están surgiendo e imponen sus
condiciones.
Una grave conmoción humana
acompaña esta decadencia. Nos encontramos atrapados en un sistema que se nos
escapa, en el que nos sentimos cada vez más impotentes, con demasiada
frecuencia obligados a una pasividad insostenible porque las decisiones más
importantes parecen que se toman sin nuestro conocimiento, y en el que los muy
ricos no se ven de ninguna manera afectados por los cambios políticos en sus
países y los pobres no tienen esperanza de que la política puede cambiar nada a
su favor.
El hombre ha dejado desde
hace mucho tiempo de ser la medida de la verdad y el conocimiento. Multitudes
desarraigadas se arraciman en las fronteras, refugiados que buscan llegar a los
puertos europeos por todos los medios posibles. El mar Mediterráneo ha vuelto a
cubrirse de cadáveres. Tal vez la crisis griega sea un ultimátum para que Europa decida de
una vez volver a definir sus objetivos, decida ser más atrevida: dos pasos
atrás para poder avanzar.
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Ersi Sotiropoulos es novelista griega. Estudió ciencias sociales y antropología en Italia, donde trabajó en la
embajada de Grecia en Roma, antes de instalarse en Atenas, donde reside. Desde
1980 publica artículos, poesía, novela. En 2000 recibe el Premio del Estado
Griego y el premio Diàvazo por su novela Zigzags
entre los naranjos. Otras obras: Domar
la bestia y Eva. Ha sido traducida al francés, inglés y
alemán.
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