Golpe de Estado; destrucción política del Gobierno de Izquierda en Grecia. Decapitación política del Primer Ministro Alexis Tsipras, como ejemplo para futuros "insurgentes" y/o "izquierdistas", del santificado y todopoderoso plan neoliberal de austeridad absoluta, impuesto en la euro-zona por la dictadura político financiero de la Troika, es decir, la dictadura fascista de los nuevos "nazis" de la anti-política, dirigidos, controlados y obedientes servidores de la Canciller alemana Ángela Merkel. Millones de desempleados, muerte lenta - más disminución - de las pensiones y elevar los años de cese; despido de trabajadores y funcionarios públicos, privatización de la Educación, la asistencia en salud; privatización total de los servicios públicos, venta de las islas griegas que hoy son atractivos para el turismo mundial, pago de la inmensa deuda externa - creció porque la deuda privada fue transformada en deuda pública - asistencia, con 7 mil millones de euros de parte del Banco Central Europeo, (entre como primera parte de los 86 mil millones que debe entregar la Troika en tres años), dinero que va donde a las arcas del gobierno, para pagar los servicios internos NO. va directo a los bancos. Esta es la Democracia europea, que se nos vende todos los días, esta es la política de los países desarrollados que los medios de comunicación nos informan todos los días del año. Pero en realidad, quién gobierna Europa - la sra. Merkel - NO. es simplemente el poder visible, pero más allá está el verdadero poder de poderes - este es el objetivo central del estudio de la Sociología - Quién o quienes son ese poder de poderes, muy simple: El Fondo Monetario Internacional FMI. Obedece. La Troika. Impone? y son los poderes fácticos globales los verdaderos gobernantes, pero sí tienen nombre y apellido: primero EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL (Davos) y el verdadero poder es EL CLUB DE BILDERBERG o los Nuevos Amos del Mundo.
Acabamos de leer el "rescate final", es decir, para los fascistas de Europa el "Acuerdo final de Europa con Grecia". (Resolución del lunes 13 de julio).
“EUROPA Y GRECIA LOGRAN ACUERDO PARA UN TERCER RESCATE”.
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La liberación de 86,000 millones
de euros, está sujeta a que Atenas
ejecute un programa de reformas impopulares; o aceptamos las medidas
draconianas o habrá una muerte repentina para el país, dice un funcionario.
Lunes,
13 de julio de 2015 a las 06:42
BRUSELAS (Reuters) — Los
líderes de la zona del euro lograron este lunes un acuerdo con Grecia para
negociar un tercer plan de rescate por 86,000 millones de euros a fin de
mantener al endeudado país dentro del área monetaria, después de una cumbre de emergencia que
se prolongó durante toda la noche. Sin embargo, las condiciones
impuestas por los acreedores internacionales liderados por Alemania podrían
poner más presión sobre el primer ministro de izquierda, Alexis Tsipras,
fracturar su Gobierno y provocar protestas en Grecia.
"Claramente la Europa
de la austeridad ha ganado", dijo el ministro de Reformas de Grecia,
George Katrougalos. "O aceptamos estas
medidas draconianas o habrá una muerte repentina para nuestra economía porque
los bancos continúan cerrados. De modo que es un acuerdo al que prácticamente
estamos obligados", dijo a la radio de la BBC. Si la cumbre hubiera
fracasado, Grecia se habría encontrado al borde de
un abismo económico, con sus bancos cerrados al borde del colapso y
ante la perspectiva de tener que imprimir una moneda paralela y, con el tiempo,
salir de la unión monetaria europea.
"El acuerdo fue
laborioso, pero se consiguió. No hay ‘Grexit’ ”, dijo el presidente de la
Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, después de 17 horas de negociaciones. El funcionario rechazó las
sugerencias de que Tsipras había sido humillado al aceptar unas condiciones de
amplio alcance y de inspiración alemana que siempre había prometido resistir. "En este compromiso,
no hay ganadores ni perdedores. No creo que el pueblo griego haya sido
humillado, ni que los otros europeos hayan perdido el respeto. Se trata de un
arreglo típico de Europa", sostuvo.
Concesiones ineludibles
El propio Tsipras, elegido
hace cinco meses para terminar con cinco años de asfixiante austeridad,
insistió en que él y su equipo "libraron una dura batalla", pero tuvo
que tomar decisiones difíciles.
Así, consiguió un acuerdo
condicional para recibir posiblemente 86,000 millones de euros en tres años,
junto con la garantía de que los ministros de Finanzas de la zona euro podrían
comenzar en cuestión de horas a debatir un financiamiento puente para Grecia
hasta que esté listo el rescate, que necesitará aprobaciones parlamentarias. El acuerdo está sujeto a
que Grecia se apegue un estricto calendario en el que aprobará reformas
impopulares sobre el Impuesto al Valor Agregado (IVA), las pensiones, recortes
de presupuesto casi automáticos si el Gobierno incumple sus metas fiscales,
nuevas normas de bancarrota y una ley de banca de Europa que podría ser usada
para que los grandes depositantes asuman las pérdidas. La canciller alemana,
Angela Merkel, dijo que podría recomendar "con plena confianza" que
el Bundestag autorice el comienzo de las negociaciones para conceder el
préstamo a Atenas una vez que el Parlamento griego apruebe el programa entero y
promulgue las primeras leyes.
Consultada sobre si las
duras condiciones impuestas a una desesperada Grecia no fueron similares al
tratado de Versalles de 1919 que obligó a demoledoras reparaciones a una
Alemania derrotada tras la Primera Guerra Mundial, Merkel dijo: "No voy a
participar en comparaciones históricas, sobre todo cuando no las hice yo".
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Merkel manda de principio a
fin; Hollande dice que París hará todo lo posible para evitar un “grexit”.
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EUROPA EXIGE DURAS CONCESIONES A GRECIA.
Al cierre de esta edición, los Jefes de Estado
de la Euro Zona continuaban las frenéticas discusiones.
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Los griegos fueron a Bruselas
a negociar y se encontraron con un teatro cambiado: los europeos terminaron
exigiéndole al premier Alexis Tsipras mucho más de lo que ya había aceptado. Y
le dieron un plazo de 48 horas.
Por Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde París lunes 13 de julio del 2015.
¿Traición,
trampa, revancha o golpe de Estado colectivo contra un gobierno que había
aceptado lo que para él era inadmisible? La pregunta quedará flotando durante
mucho tiempo sobre los dramáticos acontecimientos que tuvieron lugar en
Bruselas entre el sábado 11 de julio y el domingo 12. Luego de que el gobierno
griego de Alexis Tsipras fuera empujado a una vengativa capitulación por sus
socios europeos, éstos, en todo caso 10 de los 19 miembros del Eurogrupo,
cambiaron las reglas del juego y exigieron más. Tsipras había aceptado el
pliego de condiciones planteado por sus acreedores y remitido luego al
Eurogrupo un nuevo plan de economías así como un tercer pedido de rescate.
París, Berlín, el mismo Eurogrupo y el FMI consideraron que esas propuestas
eran una “base positiva” para negociar, o que eran “serías y verosímiles”
(François Hollande). Pero Alemania, junto a aliados de poco peso como Finlandia
o Eslovaquia, dijeron que no, porque, según declaró en Bruselas la canciller
alemana Angela Merkel, “el valor más importante, a saber, la confianza y la
fiabilidad, se perdió”. Ello significa que los liberales y los socialistas
griegos del Pasok que saquearon a Grecia durante décadas son de pronto más
“fiables” que un partido que recién llega al poder y tiene, por consiguiente,
las manos limpias. El Eurogrupo jamás podrá olvidar que Syriza les plantó un
referendo y se lo hacen y harán pagar hasta la más humillante asfixia.
La
última propuesta que el Eurogrupo le sometió a Grecia es infinitamente más
exigente que lo pactado. Los ministros de Finanzas de la zona euro dan un plazo
de 48 horas para que Atenas adopte un paquete de medidas suplementarias que
comprende, entre muchas otras cosas, la modernización del IVA y del sistema
fiscal, decisiones anticipadas para reformar el sistema griego de pensiones,
una avalancha de privatizaciones y el saneamiento de los servicios públicos
(ver página 14). Las alternativas, sobre todo las que impone Alemania, no dejan
muchos caminos. La última línea del documento dice que, en caso de no acuerdo,
o sea de rechazo, que “a Grecia se le propondrán rápidas negociaciones con
vistas a una salida temporal de la zona euro, con una posibilidad de
reestructurar su deuda”. El presidente francés, François Hollande, dijo que
París haría todo lo posible para “que Grecia se mantenga en la Zona Euro”. Pero
esa posibilidad parece distante o inalcanzable luego de que, el sábado,
fracasara le reunión de los ministros de Finanzas del Eurogrupo. Ayer ocurrió
lo mismo: a la mañana se anuló la cumbre de los 28 países de la Unión Europea.
Luego, a la tarde volvió a fracasar otra cumbre de los titulares de hacienda de
la zona euro. Todo quedó en manos de los jefes de Estado y de gobierno del
euro, pero ni siquiera ellos lograban zanjar el abismo que los separa respecto
de Grecia. Por eso seguían reunidos al cierre de esta edición, a las cinco de
la mañana europea de este lunes.
La
salida de Grecia de la zona euro nunca estuvo tan cerca como ahora. Esa
eventualidad figura actualmente en un documento de trabajo discutido por los
presidentes. También, la eventualidad de un “grexit” irrumpió de golpe en la
cumbre del sábado cuando se conoció el contenido de un documento alemán que
contemplaba la salida de Grecia del euro por un período de 5 años. No es todo.
Como el gobierno de Syriza no inspira “confianza”, Berlín propone también que
los activos griegos sean invertidos en un fondo en Luxemburgo. El jefe del
Ejecutivo griego se opone a esta iniciativa porque, lisa y llanamente, equivale
a poner bajo tutela sus activos en Luxemburgo, gran paraíso fiscal de Europa y
más allá.
Los
actores de esta negociación cambiaron de perfil de un día para otro y
terminaron exigiéndole a Grecia concesiones mucho más duras de las que ya había
aceptado. Alemania manda de principio a fin. “No podemos tener confianza en las
promesas”, dijo de entrada la batuta de la orquesta europea, el ministro de
Finanzas alemán Wolfgang Schäuble. Berlín y sus diez socios de Europa del Norte
y del Este hicieron del resto de Europa un rehén de sus políticas. La ortodoxia
económica de Alemania está haciendo tambalear como nunca el proyecto de Unión
Europea. Esa misma estrategia ha trazado una frontera profunda con los países
de Europa del Sur. El ministro alemán de Finanzas no cree en las cuentas que le
presentó Atenas. Schäuble está convencido de que los 50 mil millones de euros
que Grecia pidió dentro del tercer plan de rescate no serán suficientes para
reactivar la economía del país. Por ello exige une supervisión extrema de las
reformas y casi una suerte de política tutelar sobre Grecia. De estas
exigencias se desprende una idea que no es nada nueva: apartar a las economías
dudosas y crear una suerte de Europa que funcionaría con dos velocidades y cuyo
centro sería el eje franco alemán.
Lo cierto es que Tsipras y Grecia fueron puestos entre la espada y la
pared por los tecnócratas de la finanza. Quieren su cabeza y su degradación
pública. Sólo Francia, Chipre e Italia seguían apoyando ayer a Tsipras. Cada
parte juega también en este antagonismo su propio destino político. El tema no
es sólo Grecia, sino el impacto que las posiciones de los hombres políticos
pueden tener en sus respectivas opiniones públicas de cara a las próximas
elecciones. Construir una legitimidad política con la decapitación de Grecia no
le preocupa demasiado a hombres como el Ministro alemán de Finanzas. Los
griegos fueron a Bruselas a negociar y se encontraron con un teatro cambiado.
Europa acaba de inventar una nueva forma de opresión: la tiranía del euro, la
tiranía de la moneda única. Al que no le gusta, se va.
Conversan los ministros de
Finanzas alemán y eslovaco, Wolfgang Schäuble y Peter Kazimir.
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LOS HALCONES
LLEVAN LA BATUTA EUROPEA.
Alemania lidera el
grupo de los europeos inflexibles con Grecia, que desoyen las voces
discordantes.
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La
iniciativa que el Ministerio de Finanzas germano filtró el sábado proponía que
Grecia saliera del euro durante cinco años, y contribuyó a enturbiar la
negociación. En cambio, Francia impulsó la posición griega.
Marcelo
Justo
Página/12 En Gran Bretaña
Desde Londres lunes 13 de
julio del 2015.
Nada
como las voces de los líderes de la cumbre en Bruselas para mostrar la profunda
división del Eurogrupo sobre la propuesta presentada por el gobierno de Alexis
Tsipras para obtener un tercer rescate. La idea que hizo circular Alemania
desde el sábado sobre una posible salida griega del euro durante cinco años
contribuyó a enturbiar un poco más las aguas. Más allá del resultado de la
negociación, el espectáculo que está dando la supuesta “unión europea” es poco
edificante.
El
sinuoso socialista Martin Schultz, presidente del europarlamento, que en su
momento criticó la Austeridad como remedio y que luego se convirtió en su
adalid, hoy busca un acuerdo. “Algunos piensan que Grecia debe abandonar la
Eurozona y que eso no representa un riesgo. Un grupo más amplio piensa que la
salida de Grecia todo lo contrario. Si la Unión Europea va a ser una fuerza con
credibilidad debe resolver sus problemas. Necesitamos un compromiso”, dijo en
una conferencia de prensa previa a la cumbre.
El
ministro de Finanzas de Eslovaquia, Peter Kazimir, uno de los más fuertes
oponentes de un nuevo rescate griego, no mostró ningún deseo de compromiso.
Después de bromear con los periodistas de que no podía hablar porque era
católico y los católicos no trabajaban los domingos, Kazimir se puso serio,
enfático y contundente: “No es posible llegar a ningún acuerdo hoy”.
Uno
de sus más firmes aliados en el campo del “no”, el ministro de finanzas de
Finlandia, Alex Stub, habló de una serie de durísimas precondiciones a la
propuesta del gobierno griego que ya contempla un aumento de 4,5 mil millones
de euros en impuestos y reducción del gasto fiscal respecto al plan que la
misma Eurozona había presentado a fines de junio. “Para este miércoles 15 de
julio el parlamento griego deberá aprobar nuevas leyes con profundas reformas
del mercado laboral, las pensiones y los impuestos. El eurogrupo también quiere
un compromiso mayor con las privatizaciones. Si vamos a abrir una negociación
sobre un rescate, es necesario que estas condiciones sean aprobadas por el
gobierno griego y el parlamento”, patoteó Stub.
Finlandia
es uno de los ocho países de la zona del euro que tendrán que aprobar con una
votación parlamentaria el acuerdo (los otros siete son Alemania, Francia,
Austria, Estonia, Letonia, Eslovaquia y la misma Grecia). El problema es que
Timo Soini, líder del grupo nacionalista, Finlandeses Verdaderos, ha jurado que
hará caer al gobierno de coalición si aprueba un nuevo rescate para Grecia.
La
realidad es que tanto Finlandia como Eslovaquia son acompañantes del grupo de
halcones europeos que tiene un líder indiscutido: Alemania. El acuerdo no
requiere unanimidad: una mayoría del 85 por ciento para aprobarlo. Según le
comentó a Página/12 un veterano en estas negociaciones, el economista
greco-chipriota Panicos Demetriades, presidente del Banco Central de Chipre
durante las negociaciones para el rescate de Chipre en 2012, “si los alemanes
están a favor nadie más se opondrá”.
Francia
ha impulsado la posición griega y hasta ha ayudado para la redacción de la
última propuesta del gobierno de Alexis Tsipras. El presidente François
Hollande rechazó de plano la alternativa que Alemania filtró a la prensa para
una temporaria suspensión de Grecia de la Eurozona. “Lo que está en juego es
Europa. Esto no es sobre el futuro de Grecia. Es el concepto que tenemos de
Europa. Grecia está en la Eurozona o está afuera. Pero si está afuera, es
Europa la que se hunde”, señaló a la prensa.
No
es la posición alemana. Es evidente que en el interior del gobierno germano una
tendencia liderada por el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble busca una
salida de Grecia de la Eurozona bajo la premisa de que será la solución a los
problemas e incertidumbres del euro. La iniciativa que el Ministerio de
Finanzas germano filtró el sábado proponía que Grecia saliera del euro durante
cinco años, volviera a solicitar su ingreso al euro y colocara unos 50 mil
millones de euros en un fondo independiente para pagar sus deudas.
Esta
suerte de túnel del tiempo, que retrotraería el reloj a antes del ingreso de
Grecia al euro, provocó una fuerte reacción. En Alemania el Partido Verde la
denunció como inconstitucional. El vicecanciller del gobierno de coalición, el
socialdemócrata Sigmar Gabriel, alegó que los mismos griegos tendrían el poder
de decisión sobre esa iniciativa. “En una situación tan difícil es obvio que
todas las posibilidades tienen que estar sobre la mesa, pero solo se llevará
adelante si el gobierno griego piensa que es la mejor alternativa”, dijo.
En
Bruselas una ojerosa canciller alemana Angela Merkel aportó lo suyo diciendo
que no habría que buscar un acuerdo “pasara lo que pasara” y que era “necesario
sopesar costos y beneficios”.
La
presión doméstica sobre la lenta, cautelosa y escasamente imaginativa canciller
es clara. El CEO de la Bolsa de Berlín Artur Fischer señaló que cualquier
decisión que tome tendrá costo político. “Si se juega por un tercer rescate, se
aísla a nivel doméstico y corre el peligro de encontrarse en el mismo punto en
seis meses o un año. Si impulsa la salida de Grecia y Grecia se hunde, las
imágenes de ese hundimiento la condenarán a nivel internacional”, señaló a la
prensa germana.
Una
petición online encabezada por el economista francés Thomas Piketty para que el
gobierno alemán le garantice a Grecia un recorte de su deuda como el que
recibió Alemania después de la segunda guerra mundial, ha tenido un fuerte
impacto. El titular del New York Times “Alemania se olvida de la lección
histórica de la Guerra en el debate sobre el alivio de la deuda” también generó
una intensa polémica de un país que se siente aislado e “incomprendido”. Entre
los germanos crecen las voces críticas por derecha y por izquierda. El ex
canciller verde Joschka Fischer la acusó en el prestigioso semanario Die Zeit
por la actual situación y por “actuar como una contadora en vez de cómo una
política”.
Entre
los divididos socialdemócratas europeos aumentan las voces que se oponen a la
posición germana. El presidente del bloque político más grande del parlamento
europeo, el socialdemócrata Gianni Pittela, atacó duramente a Schäuble. “Sus
trucos y juegos políticos están generando un peligro cada vez más grande de que
esto termine en una salida de Grecia de la eurozona. Schäuble y sus aliados
serán los responsables históricos frente a todos los europeos de esto”, dijo
Pittela.
Igualmente
contundente fue el primer ministro italiano Matteo Renzi. “Italia no quiere que
Grecia abandone el euro ni quiere humillar a un socio europeo después que ha
dado marcha atrás en prácticamente todo. A Alemania solo le digo una cosa:
basta. Es hora de que actuemos con un poco de sentido común”, indicó Renzi a Il
Messagero.
La
realidad es que, contrario a lo que pensaba el filósofo René Descartes y tal
como prueba hoy la Eurozona, el sentido común es el menos común de los
sentidos. El único consuelo a este batifondo de voces discordantes lo aportó el
primer ministro de la minúscula Malta, Joseph Muscat. “El hecho de que esta
cumbre tome lugar es una prueba de que estamos dispuestos a hacer todo lo
posible. No estamos discutiendo la salida de Grecia: estamos discutiendo todas
las opciones. Pero está claro que no hay unanimidad sobre qué hacer”, dijo.
Entre tanto Rusia aportó su granito de arena con una iniciativa que
desespera a Estados Unidos que teme que una salida de Grecia desestabilice una
zona geopolíticamente clave y empuje al gobierno de Tsipras a los brazos del de
Vladimir Putin. El ministro de energía Alexander Novak indicó que Rusia va a
ayudar a la recuperación griega. “Queremos apoyar la revitalización de la economía
griega ampliando la cooperación en el sector energético. Estamos viendo la
posibilidad de comenzar bien pronto la entrega directa de recursos energéticos
a Grecia.”
Ministro alemán, Wolfgang Schäuble, ideólogo del plan.
***
UN TRATADO DE VERSALLES PARA GRECIA.
Las humillantes condiciones que Alemania y sus
socios buscan imponerle al país helénico.
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El Eurogrupo amenaza con
expulsar a los griegos si no impulsan más reformas impositivas, flexibilizan el
mercado laboral, liberalizan el comercio y ponen activos a disposición de sus
acreedores.
Fernando Krakowiak.
El
sábado por la tarde, mientras los ministros de Finanzas del Eurogrupo estaban
reunidos en Bruselas, el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung difundió
en su edición digital un supuesto documento interno del gobierno de Angela
Merkel que causó conmoción. El texto decía que el ajuste votado por el
Parlamento griego un día antes era insuficiente como para acordar un nuevo
programa de rescate. A raíz de ello, se le proponían dos opciones a las
autoridades griegas: a) mejorar
“rápida y significativamente” su propuesta con apoyo del Parlamento, incluyendo
el compromiso de transferir activos hasta 50.000 millones de euros a un fondo
en Luxemburgo para luego ser privatizados y así pagar parte de la deuda; o b) salir de la Eurozona al menos
durante cinco años y recién en ese escenario explorar la posibilidad de avanzar
con una reestructuración de los pasivos. Con algunos matices, esas propuestas
se reiteraron ayer en el borrador que elaboraron los ministros del Eurogrupo y
al cierre de esta edición los presidentes de la zona euro buscaban imponérselo
al primer ministro Alexis Tsipras a modo de rendición incondicional. Las
similitudes entre el paper alemán, pensado para una colonia más que para un
país soberano, y el borrador elaborado por el plenario de los ministros dejó en
claro, tal vez como nunca antes, que en la actualidad la Eurozona aparece
reducida a lo que deciden Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.
El
viernes, cuando los mercados subían luego de que Grecia aprobara un nuevo plan
de ajuste, Yanis Varoufakis, titular de la cartera de Finanzas griega hasta
hace apenas una semana, anticipó en The Guardian la movida alemana. “Basándome
en meses de negociación, mi convicción es que el ministro de Finanzas alemán
quiere que Grecia sea empujada fuera de la moneda única para infligir el temor
a Dios en los franceses y que acepten su modelo de una zona euro disciplinada”,
sostuvo. “Schäuble está convencido de que tal como están las cosas, él necesita
un Grexit (la salida de Grecia del euro) para limpiar el aire, de una manera u
otra”, agregó en el mismo artículo, titulado “Alemania no escatimará en el
dolor griego tiene interés en rompernos”. Anoche, este economista que supo
ponerle los nervios de punta a sus colegas del Eurogrupo reiteró en su blog el
mismo argumento y fue un poco más allá: “Esto no es una teoría. ¿Cómo sé que el
Grexit es una parte importante del plan del Dr Schäuble para Europa? ¡Porque él
me lo dijo!”, aseguró el economista en un anticipo de un artículo que publicará
esta semana en el semanario alemán Die Zeit.
El
borrador de cuatro páginas que ayer consensuaron los ministros del Eurogrupo
lleva la marca registrada de Schäuble e incorpora condiciones humillantes para
Grecia, casi como si hubiera perdido una guerra, en lo que constituyó una clara
respuesta al desafío que supuso el referéndum convocado por Syriza, donde el 61
por ciento de los griegos se manifestaron en contra del ajuste.
El
gobierno de Tsipras había solicitado que el Fondo Monetario Internacional (FMI)
no participe de la negociación. Sin embargo, lo primero que se aclara en el
documento es que el FMI seguirá teniendo un papel central. Incluso se remarca
la intención manifestada por Grecia para que el organismo multilateral sea
parte de la financiación y monitoreo de un eventual programa, solo para mostrar
como el ministro griego de Finanzas, Euclides Tsakalotos, tuvo que agachar la
cabeza y conceder.
El
paper especifica luego que “dada la necesidad de reconstruir la confianza con
Grecia” es necesario que el país helénico apruebe antes del 15 de julio una
serie de medidas entre las que se incluyen nuevas reformas en el IVA,
ampliación de la base impositiva, cambios en el sistema jubilatorio para
hacerlo autosustentable, introducción de mecanismos que contemplen la
posibilidad de aplicar recortes automáticos del gasto apenas se detecten
desviaciones con respecto a los objetivos de superávit, modificaciones en el
código civil de procedimientos para agilizar la Justicia, garantías para el
funcionamiento independiente de la oficina griega de estadísticas ELSTAT,
liberalización de mercados, implementación de una nueva reforma laboral y
profundización del programa de privatizaciones.
En
el caso de las privatizaciones, el paper consensuado por los ministros
contempla transferir activos griegos valuados hasta 50.000 millones de euros a
un fondo externo e independiente ya existente, como la Institución para el
Crecimiento en Luxemburgo. En el texto se aclara que la intención es privatizar
esos activos para ayudar a reducir la deuda griega. “Dicho fondo sería
administrado por las autoridades griegas, bajo la supervisión de las instituciones
europeas pertinentes”, aclara el documento. Página/12 publicó el pasado 3 de
julio un detalle del plan de privatizaciones griego donde destacó que el Fondo
de Desarrollo de los Activos de la República Helénica (Hradf, según sus siglas
en inglés), creado en 2011 para recaudar 50 mil millones de euros con la venta
de activos públicos en cuatro años, había conseguido apenas un 10 por ciento de
lo previsto. Debido a esa situación es que el Eurogrupo ahora busca transferir
los activos a una institución externa con la intención de acelerar el proceso
de privatizaciones.
En
el documento también se señala que “hay serias preocupaciones sobre la
sustentabilidad de la deuda griega” y asombrosamente se atribuye esa situación
a “la flexibilización de las políticas durante los últimos doce meses”. En el
texto se remarca también que los Estados miembros de la zona euro tomaron en
los últimos años una serie de medidas para aliviar la deuda griega, aunque
afirman estar dispuestos “a considerar posibles medidas adicionales para
suavizar los servicios de la deuda de Grecia aún más”. No obstante, en el
documento se deja claro que “los recortes nominales sobre la deuda no pueden
ser llevados adelante”. Por si todo lo reseñado no bastara, el documento aclara
al final que si no se pudiera llegar a un acuerdo “Grecia tendría que negociar
rápidamente una salida de la zona euro por un tiempo, con la posibilidad de
reestructurar su deuda”, tal como lo pensó Schäuble.
Anoche los europeos, con Alemania a la cabeza, buscaban que Tsipras
cediese en todo para evitar la consumación del Grexit. El primer ministro
griego flexibilizó notablemente su posición porque quiere evitar el trauma que
supondría para su país la salida del euro. Sin embargo, exigencias como la
transferencia de activos al exterior para su posterior privatización resultan
tan humillantes que se resistía a acatarlas, pese a la insistencia de los
alemanes. El gobierno de Merkel parece dispuesto a recrear ciertas condiciones
que hacen recordar al Tratado de Versalles que le impusieron a Alemania luego
de perder la Primera Guerra Mundial. Las consecuencias que trajo aquel tratado
de 1919 debería ser un incentivo suficiente para aflojar un poco la soga del cuello, pero
por ahora lo único que hacen es seguir apretando.
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