domingo, 19 de julio de 2015

GRECIA: CAMINO A CONVERTIRSE EN UNA COLONIA EUROPEA.

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La brutalidad hecha política, la venganza hecha política, cuando el poderoso no tiene argumentos, no tiende ideas, no tiene Doctrina Política, sino un conjunto de amasijos económico-financieros (el poder hoy del capital corporativo global, que es el poder de los poderes facticos globales, el poder del Foro Económico Mundial, que en realidad es el Poder del tenebroso y misterioso Club de Bilderberg, los Nuevos Amos del Mundo). Entonces ante su incapacidad política solo queda la venganza y para ello cuenta con un “cabecilla” político con la experiencia y el poder de implementar todo su rabia, terror y miedo escondido – miedo a la democracia, al poder de los pueblos, terror a  un mundo ciudadano con capacidad política cada vez más creciente y participativo y tomar decisiones políticas -. Pero además debe contarse con un grupo de seguidores – absolutos y disciplinados, de no escuchar que dice o que pide el pueblo – Todo este pequeño y reducido grupo de falsos políticos – pero sí eficientes tecno-políticos y burócratas gobernantes han logrado someter a un país, pensando en un “gran triunfo político”, aplastar al “insurgente”, al “niño malcriado y desobediente, que debe millones y todavía se atreve a cuestionar las políticas que los patrones del siglo XXI imponen hoy como recetas sagradas, pero nunca comprenderán que su triunfo pírrico, es el inicio de un proceso político de la derrota final del neoliberalismo y sus políticas salvajes. Una elite financiero-política cantará victoria un tiempo, pero los pueblos, los Ciudadanos del mundo tienen la capacidad y responsabilidad política para rebelarse frente a la brutalidad, el oprobio y la venganza hecha política.


Manuela Paso(Antígona) Aitana Sánchez-Gijón (Medea) Juan Antonio Lumbreras (Edipo Rey) y Carmen Machi (Creonte) en el Teatro de la Abadía. Una Nueva Ágora para la Tragedia griega.

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Para esta brutalidad y venganza política de la derecha salvaje, violenta y fascista hoy han “formado a los largo de una década una excelente discípula, como es la señora Ángela Merkel ,  – política sin conciencia social y humana, que se dice militante de su partido “Demócrata Cristiana” o (democristiana) que habla y argumenta que sus “políticas” las adecúa a la grave coyuntura con la finalidad de salvar al pueblo griego de la hecatombe, preparada por ellos mismos de expulsar a Grecia del Euro-grupo – y su poderoso y terrorífico Ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, (verdadero ejecutor del terror hecho política de austeridad.  Si eso es democracia para los ricos, para los poderosos, para las corporaciones, para los banqueros, para las elites político-financieras, realmente como se dice – que dios nos encuentre confesados. (Solo un recuerdo, agosto de 1990, la brutalidad en  nuestro país, el “fujishock” que nos impusieron con la mayor violencia y venganza un programa brutal de ajuste neoliberal ante el fracaso del gobierno del señor García, entonces ya conocemos las medicinas neoliberales), pero en el caso de Grecia, este grupo de “políticos” que han convertido la política en brutalidad e imposición de un programa de ajuste financiero que destinará a los bancos griegos este lunes la cantidad de cerca de 7 mil millones de euros – más de cuatro mil millones para pagar al BCE y al FMI , el mismo lunes 20, sino el país entra en bancarrota y default --. El país se sigue endeudando – cada vez la deuda es impagable y lo peor que la deuda privada también tiene que pagar el Estado dentro de este Plan de Ajuste –

Pero la venganza política de la Sra Merkel, la poderosos canciller alemana, su ministro de finanzas  Schäuble y su corte de privilegiados “políticos”, ellos no dicen absolutamente NADA  de los VERDADEROS RESPONSABLES DE LA TRAGEDIA GRIEGA, Donde están los antiguos Primer Ministros de la derecha conservadora responsables directos de la corrupción política que ha destrozado al país?. La respuesta, es que ellos son “militantes” convictos y confesos de las políticas neoliberales, alumnos aplicados de la corrupción y responsables de haber entregado “el poder” político al poder de los bancos. La “bancocracia”. Cuanto de los 7 mil millones de euros llega al Ciudadano común y corriente. Ni un euro – pero sí llega a los bancos, para “mover” y “dinamizar” la economía helénica hecha pedazos en este momento. “Gran triunfo” neoliberal, salvaje, prepotente, fascista para convertir a Grecia en una colonia, pero no podrán, ni el dinero en millones, ni el poder represivo y menos el haber partido – y casi hecho pedazos internamente al partido Syriza del Primer Ministro Alexis Tsipras que con plena seguridad – su programa político camina en la dirección correcta de la historia – sabrá levantarse como los heroicos titanes de la democracia – el Ágora griega hoy más que nunca, después de 25 siglos está de vuelta – para recuperar la Democracia Directa, la Ciudadanía Política – que nos pertenece por historia, por trabajo y por ser los Actores y protagonistas directos. La Democracia es pues el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

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El "programa" impuesto por la Troika - por obra y gracia de la canciller alemana Ángela Merkel, la venganza política, hecha "democracia" - ha destrozado no sólo la economía, sino también por ahora- el triunfo pírrico de los neolibersales - la Ciudadanía y la Soberanía Nacional. No será por mucho tiempo?.
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GRECIA: CAMINO A CONVERTIRSE EN UNA COLONIA EUROPEA.

Después del brutal ajuste a cambio del tercer rescate financiero.
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Al primer ministro griego, Alexis Tsipras, no le quedó otra opción: aceptar el dictado de sus acreedores o asumir la responsabilidad histórica de la salida de Grecia de la Zona Euro. El acuerdo hizo de Grecia una colonia.

Eduardo Febbro
Desde París Página /12 domingo 19 de julio del 2015.

¿Hacia dónde va la historia? Bastaría con dar vuelta, suavemente, las páginas hacia atrás y detenerse en un momento, en un todavía cálido día de noviembre de 2011 en una Atenas aún sacudida por las manifestaciones y la crisis, para prever su desenlace. Mañana se cumple exactamente una semana después de que la troika (Banco Central Europeo, FMI, Comisión Europea), en la madrugada del 13 de julio, impusiera a Grecia uno de los planes de ajuste más aterradores de la historia de la construcción europea. Las condiciones son tales que ese acuerdo hizo de Grecia una colonia de Europa. Al primer ministro griego, Alexis Tsipras, no le quedó otra opción: aceptar el dictado de sus acreedores o asumir la responsabilidad histórica de la salida de Grecia de la Zona Euro. Casi cuatro años atrás, en octubre de 2011, la misma troika había sometido un plan de magnitudes extremas. En aquel tiempo, Syriza no estaba en el poder. Gobernaba un “hombre banco”, Lucas Papademos. Había sido presidente del Banco Central griego, vicepresidente del Banco Central Europeo y miembro de la trilateral de Rockefeller (el núcleo que alentó la globalización a partir de los años ’70). Grecia se debatía entonces entre ceder a los lineamientos de la troika o rechazarlos. En aquellos días de noviembre de 2011, Página/12 habló con varios dirigentes políticos griegos que luego, a partir de la victoria de Syriza en enero 2015, serían miembros del Ejecutivo de Alexis Tsipras. Dos de ellos, Panagiotis Lafazanis, ministro de Energía e Infraestructuras, y Costas Isychos, ministro delegado a la Defensa, fueron alejados de sus cargos por el mismo Tsipras, porque se opusieron a los términos del último rescate griego.
Las palabras dichas esa vez retumban como una profecía. A propósito del plan de 2011, Panagiotis Lafazanis decía: “El acuerdo al que se llegó el pasado 26 de octubre en Bruselas para un nuevo rescate fue un acuerdo neocolonial sobre la periferia de Europa. Esto nos conduce por un túnel sin luz. Este es el camino que han elegido para Grecia. El Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea están robando y destruyendo a la sociedad griega”. Costas Isychos analizaba así un texto que era mucho menos asfixiante que el de hoy: “Grecia está siendo una suerte de laboratorio neoliberal en el sur de Europa. En resumen, la receta es común en toda Europa: Estados más autoritarios, más salvajes, paquetes de austeridad que condenan al desempleo y al hambre a gran parte de los pueblos. Nos están condenando a una vida que se parece mucho más a la Europa del siglo XIX”. En noviembre de 2011 se encontraba también en Atenas el diputado alemán Michael Schlecht, responsable del grupo parlamentario del partido Die Linke. El debate era casi una copia de lo que ocurre hoy, con el tema del ajuste y, sobre todo, el de la deuda griega como espantapájaros centrales. Michael Schlecht decía: “Todos hablan de la deuda en Europa, pero nadie dice nada sobre el país que gana mucho con esa deuda. Y ese país es Alemania. La deuda de los países europeos es el resultado de la política alemana en el Viejo Continente. (...) En el siglo pasado, Europa estaba arrasada por tanques alemanes. Ahora está arrasada por la política de Angela Merkel”.
¿Hacia dónde va la historia? Parece ya escrita en esos análisis. No son muy opuestos a los que se leen en estas semanas, tanto más cuanto que una de las cláusulas del acuerdo del 13 de julio equivale a poner bajo tutela la democracia griega. Por ejemplo, el pacto dice que Grecia se compromete a “consultar a las instituciones (o sea, los acreedores) y arreglar con éstas cualquier proyecto legislativo antes de someterlo a consulta pública o al parlamento”. Y hay más, y peor. En otro párrafo está especificado que el acuerdo es pura y simplemente retroactivo. Tsipras, en suma, se comprometió a anular algunas de las decisiones que tomó cuando llegó al poder porque éstas “constituyen una vuelta atrás con respecto a los compromisos asumidos en el programa precedente”. Asimismo, los acreedores pueden “cortar” el presupuesto si éste excede los límites negociados. En realidad, tanto a la izquierda como a la derecha, la incredulidad es el sentimiento más generalizado. Los que le tienen fobia a la construcción europea, o quienes sólo juran por ella, comparten el asombro y hasta cierto temor. Lo que Alexis Tsipras firmó es la negación puntual de su programa contra la austeridad, a lo que se le agrega una entrega de la soberanía nacional. Habrá que pedirles permiso a los acreedores antes de dar el más mínimo paso. El economista Daniel Cohen comentó al vespertino Le Monde: “Por el grado en que un Estado ha sido puesto bajo tutela se trata de un acuerdo totalmente inédito, algo nunca visto desde el fin de los imperios coloniales. Estoy asombrado por las condiciones impuestas, en particular las disposiciones que privan de facto al Parlamento griego de cualquier poder de decisión en los próximos meses”. El ejercicio pleno de la democracia y la pertenencia al euro parecen en adelante incompatibles. Hay, además, una grosera visión dominadora del Norte por encima del Sur, como si la racionalidad del Norte fuera una suerte de papá por encima de un niño indisciplinado, o sea, el Sur. La virtud se premia, el traspié es una condena. Ha habido, es cierto, un contrapeso probado, Francia y, a través de su presidente, François Hollande, la socialdemocracia. Sin ella, la aplanadora conservadora del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, y sus aliados en el Eurogrupo, Atenas estaría fuera del euro. Alemania decapitó las aspiraciones y sueños de la izquierda radical europea.
Las disposiciones del pacto con Grecia son drásticas, sin dudas, pero de ese fin de semana de negociaciones en el cual Grecia cedió su soberanía a cambio de permanecer en el euro se desprende con todo una frontera entre el liberalismo puro y excluyente y la socialdemocracia. Tal vez la historia trasiegue su rumbo escrito en los intercisos de ese antagonismo. El salvajismo del chantaje alemán encendió muchas alarmas, despertó las conciencias al tiempo que sacó de su letargo a la socialdemocracia. La crueldad y el ensañamiento fueron tales que despojaron a Berlín de una victoria e hicieron del Eurogrupo un cenáculo penitente, un ataúd de la misma democracia, un club incapaz de resolver los problemas inherentes a un país que apenas suma el 2 por ciento del PIB de la zona. Pero ese comedido 2 por ciento fue objeto de una batalla feroz entre dos visiones muy distintas de Europa, entre dos formas de responder a esa pregunta, ¿hacia dónde va la historia? Nada ha terminado. Todo apunta a demostrar que ese futuro de la historia se jugará allí donde nació la historia y la idea democrática. Grecia es el más pequeño y decisivo campo de batalla.

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