La brutalidad hecha política,
la venganza hecha política, cuando el poderoso no tiene argumentos,
no tiende ideas, no tiene Doctrina Política, sino un conjunto de amasijos
económico-financieros (el poder hoy del capital corporativo global, que es el
poder de los poderes facticos globales, el poder del Foro Económico Mundial, que en realidad es el Poder del tenebroso y misterioso Club de Bilderberg,
los Nuevos Amos del Mundo). Entonces ante su incapacidad política solo queda
la venganza y para ello cuenta con un “cabecilla”
político con la experiencia y el poder de implementar todo su rabia, terror y
miedo escondido – miedo a la democracia, al poder de los pueblos, terror a un mundo ciudadano con capacidad política
cada vez más creciente y participativo y tomar decisiones políticas -. Pero
además debe contarse con un grupo de seguidores – absolutos y disciplinados, de
no escuchar que dice o que pide el pueblo – Todo este pequeño y reducido grupo de falsos políticos –
pero sí eficientes tecno-políticos y burócratas gobernantes han logrado someter
a un país, pensando en un “gran triunfo
político”, aplastar al “insurgente”, al “niño malcriado y desobediente, que
debe millones y todavía se atreve a cuestionar las políticas que los patrones
del siglo XXI imponen hoy como recetas sagradas, pero nunca comprenderán que su
triunfo pírrico, es el inicio de un proceso político de la derrota final del
neoliberalismo y sus políticas salvajes. Una elite financiero-política cantará
victoria un tiempo, pero los pueblos, los Ciudadanos
del mundo tienen la capacidad y responsabilidad política para rebelarse
frente a la brutalidad, el oprobio y la venganza hecha política.
Manuela Paso(Antígona) Aitana Sánchez-Gijón (Medea) Juan Antonio Lumbreras (Edipo Rey) y Carmen Machi (Creonte) en el Teatro de la Abadía. Una Nueva Ágora para la Tragedia griega.
***
Para esta brutalidad y
venganza política de la derecha salvaje, violenta y fascista hoy han “formado” a los largo de
una década una excelente discípula, como es la señora Ángela Merkel , – política sin conciencia social y
humana, que se dice militante de su partido “Demócrata Cristiana” o
(democristiana) que habla y argumenta que sus “políticas” las adecúa a la grave
coyuntura con la finalidad de salvar al pueblo griego de la hecatombe,
preparada por ellos mismos de expulsar a Grecia del Euro-grupo – y su poderoso y
terrorífico Ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble,
(verdadero ejecutor del terror hecho política de austeridad. Si eso es democracia para los ricos, para los poderosos,
para las corporaciones, para los banqueros, para las elites político-financieras,
realmente como se dice – que dios nos encuentre confesados. (Solo un recuerdo, agosto de 1990, la
brutalidad en nuestro país, el “fujishock”
que nos impusieron con la mayor violencia y venganza un programa brutal de
ajuste neoliberal ante el fracaso del gobierno del señor García, entonces ya conocemos
las medicinas neoliberales), pero en el caso de Grecia, este grupo de “políticos”
que han convertido la política en brutalidad e imposición de un programa de ajuste
financiero que destinará a los bancos griegos este lunes la cantidad de cerca
de 7 mil millones de euros – más de cuatro mil millones para pagar al BCE y al
FMI , el mismo lunes 20, sino el país entra en bancarrota y default --. El país
se sigue endeudando – cada vez la deuda es impagable y lo peor que la deuda privada también tiene que
pagar el Estado dentro de este Plan de Ajuste –
Pero la venganza política de
la Sra Merkel, la poderosos canciller alemana, su ministro de finanzas Schäuble y
su corte de privilegiados “políticos”, ellos no dicen absolutamente NADA de los VERDADEROS RESPONSABLES DE LA TRAGEDIA
GRIEGA, Donde están los antiguos Primer Ministros de la derecha conservadora
responsables directos de la corrupción política que ha destrozado al país?. La
respuesta, es que ellos son “militantes” convictos y confesos de las políticas
neoliberales, alumnos aplicados de la corrupción y responsables de haber
entregado “el poder” político al poder de los bancos. La “bancocracia”. Cuanto
de los 7 mil millones de euros llega al Ciudadano común y corriente. Ni un euro
– pero sí llega a los bancos, para “mover” y “dinamizar” la economía helénica
hecha pedazos en este momento. “Gran triunfo” neoliberal, salvaje, prepotente,
fascista para convertir a Grecia en una colonia, pero no podrán, ni el dinero
en millones, ni el poder represivo y menos el haber partido – y casi hecho
pedazos internamente al partido Syriza del Primer Ministro Alexis Tsipras que
con plena seguridad – su programa político camina en la dirección correcta de la
historia – sabrá levantarse como los heroicos titanes de la democracia – el
Ágora griega hoy más que nunca, después de 25 siglos está de vuelta – para recuperar
la Democracia Directa, la Ciudadanía Política – que nos pertenece por historia,
por trabajo y por ser los Actores y protagonistas directos. La Democracia es
pues el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
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El "programa" impuesto por la Troika - por obra y gracia de la canciller alemana Ángela Merkel, la venganza política, hecha "democracia" - ha destrozado no sólo la economía, sino también por ahora- el triunfo pírrico de los neolibersales - la Ciudadanía y la Soberanía Nacional. No será por mucho tiempo?.
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GRECIA: CAMINO A
CONVERTIRSE EN UNA COLONIA EUROPEA.
Después del brutal ajuste a cambio del tercer
rescate financiero.
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Al primer ministro griego,
Alexis Tsipras, no le quedó otra opción: aceptar el dictado de sus acreedores o
asumir la responsabilidad histórica de la salida de Grecia de la Zona Euro. El
acuerdo hizo de Grecia una colonia.
Eduardo Febbro
Desde París Página /12 domingo 19 de julio del 2015.
¿Hacia
dónde va la historia? Bastaría con dar vuelta, suavemente, las páginas hacia
atrás y detenerse en un momento, en un todavía cálido día de noviembre de 2011
en una Atenas aún sacudida por las manifestaciones y la crisis, para prever su
desenlace. Mañana se cumple exactamente una semana después de que la troika
(Banco Central Europeo, FMI, Comisión Europea), en la madrugada del 13 de
julio, impusiera a Grecia uno de los planes de ajuste más aterradores de la
historia de la construcción europea. Las condiciones son tales que ese acuerdo
hizo de Grecia una colonia de Europa. Al primer ministro griego, Alexis
Tsipras, no le quedó otra opción: aceptar el dictado de sus acreedores o asumir
la responsabilidad histórica de la salida de Grecia de la Zona Euro. Casi
cuatro años atrás, en octubre de 2011, la misma troika había sometido un plan
de magnitudes extremas. En aquel tiempo, Syriza no estaba en el poder. Gobernaba
un “hombre banco”, Lucas Papademos. Había sido presidente del Banco Central
griego, vicepresidente del Banco Central Europeo y miembro de la trilateral de
Rockefeller (el núcleo que alentó la globalización a partir de los años ’70).
Grecia se debatía entonces entre ceder a los lineamientos de la troika o
rechazarlos. En aquellos días de noviembre de 2011, Página/12 habló con varios
dirigentes políticos griegos que luego, a partir de la victoria de Syriza en
enero 2015, serían miembros del Ejecutivo de Alexis Tsipras. Dos de ellos,
Panagiotis Lafazanis, ministro de Energía e Infraestructuras, y Costas Isychos,
ministro delegado a la Defensa, fueron alejados de sus cargos por el mismo
Tsipras, porque se opusieron a los términos del último rescate griego.
Las
palabras dichas esa vez retumban como una profecía. A propósito del plan de
2011, Panagiotis Lafazanis decía: “El acuerdo al que se llegó el pasado 26 de
octubre en Bruselas para un nuevo rescate fue un acuerdo neocolonial sobre la
periferia de Europa. Esto nos conduce por un túnel sin luz. Este es el camino
que han elegido para Grecia. El Fondo Monetario Internacional y la Unión
Europea están robando y destruyendo a la sociedad griega”. Costas Isychos
analizaba así un texto que era mucho menos asfixiante que el de hoy: “Grecia
está siendo una suerte de laboratorio neoliberal en el sur de Europa. En
resumen, la receta es común en toda Europa: Estados más autoritarios, más
salvajes, paquetes de austeridad que condenan al desempleo y al hambre a gran
parte de los pueblos. Nos están condenando a una vida que se parece mucho más a
la Europa del siglo XIX”. En noviembre de 2011 se encontraba también en Atenas
el diputado alemán Michael Schlecht, responsable del grupo parlamentario del
partido Die Linke. El debate era casi una copia de lo que ocurre hoy, con el
tema del ajuste y, sobre todo, el de la deuda griega como espantapájaros
centrales. Michael Schlecht decía: “Todos hablan de la deuda en Europa, pero
nadie dice nada sobre el país que gana mucho con esa deuda. Y ese país es
Alemania. La deuda de los países europeos es el resultado de la política
alemana en el Viejo Continente. (...) En el siglo pasado, Europa estaba
arrasada por tanques alemanes. Ahora está arrasada por la política de Angela
Merkel”.
¿Hacia
dónde va la historia? Parece ya escrita en esos análisis. No son muy opuestos a
los que se leen en estas semanas, tanto más cuanto que una de las cláusulas del
acuerdo del 13 de julio equivale a poner bajo tutela la democracia griega. Por
ejemplo, el pacto dice que Grecia se compromete a “consultar a las
instituciones (o sea, los acreedores) y arreglar con éstas cualquier proyecto
legislativo antes de someterlo a consulta pública o al parlamento”. Y hay más,
y peor. En otro párrafo está especificado que el acuerdo es pura y simplemente
retroactivo. Tsipras, en suma, se comprometió a anular algunas de las
decisiones que tomó cuando llegó al poder porque éstas “constituyen una vuelta
atrás con respecto a los compromisos asumidos en el programa precedente”. Asimismo,
los acreedores pueden “cortar” el presupuesto si éste excede los límites
negociados. En realidad, tanto a la izquierda como a la derecha, la
incredulidad es el sentimiento más generalizado. Los que le tienen fobia a la
construcción europea, o quienes sólo juran por ella, comparten el asombro y
hasta cierto temor. Lo que Alexis Tsipras firmó es la negación puntual de su
programa contra la austeridad, a lo que se le agrega una entrega de la
soberanía nacional. Habrá que pedirles permiso a los acreedores antes de dar el
más mínimo paso. El economista Daniel Cohen comentó al vespertino Le Monde:
“Por el grado en que un Estado ha sido puesto bajo tutela se trata de un
acuerdo totalmente inédito, algo nunca visto desde el fin de los imperios
coloniales. Estoy asombrado por las condiciones impuestas, en particular las
disposiciones que privan de facto al Parlamento griego de cualquier poder de
decisión en los próximos meses”. El ejercicio pleno de la democracia y la
pertenencia al euro parecen en adelante incompatibles. Hay, además, una grosera
visión dominadora del Norte por encima del Sur, como si la racionalidad del
Norte fuera una suerte de papá por encima de un niño indisciplinado, o sea, el
Sur. La virtud se premia, el traspié es una condena. Ha habido, es cierto, un
contrapeso probado, Francia y, a través de su presidente, François Hollande, la
socialdemocracia. Sin ella, la aplanadora conservadora del ministro alemán de
Finanzas, Wolfgang Schäuble, y sus aliados en el Eurogrupo, Atenas estaría
fuera del euro. Alemania decapitó las aspiraciones y sueños de la izquierda
radical europea.
Las disposiciones del pacto con Grecia son drásticas, sin dudas, pero de
ese fin de semana de negociaciones en el cual Grecia cedió su soberanía a
cambio de permanecer en el euro se desprende con todo una frontera entre el
liberalismo puro y excluyente y la socialdemocracia. Tal vez la historia
trasiegue su rumbo escrito en los intercisos de ese antagonismo. El salvajismo
del chantaje alemán encendió muchas alarmas, despertó las conciencias al tiempo
que sacó de su letargo a la socialdemocracia. La crueldad y el ensañamiento
fueron tales que despojaron a Berlín de una victoria e hicieron del Eurogrupo
un cenáculo penitente, un ataúd de la misma democracia, un club incapaz de resolver
los problemas inherentes a un país que apenas suma el 2 por ciento del PIB de
la zona. Pero ese comedido 2 por ciento fue objeto de una batalla feroz entre
dos visiones muy distintas de Europa, entre dos formas de responder a esa
pregunta, ¿hacia dónde va la historia? Nada ha terminado. Todo apunta a
demostrar que ese futuro de la historia se jugará allí donde nació la historia y la idea
democrática. Grecia es el más pequeño y decisivo campo de batalla.
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