MÉXICO.- Porque los grandes buitres, versados en doblegar gobiernos,
el pillaje financiero, derrumbar mercados y hundir economías, levantan el vuelo a tiempo, huyen
precipitadamente y rara vez pierden. Sin
embargo, ese escarceo fue más que suficiente para generar la enésima burbuja
especulativa que agobia al país. Para
trastornar a los mercados cambiario, de dinero y bursátil, apenas fue
necesaria una reducción en el ritmo de ingreso de capitales de corto plazo y la
salida de marginal hacia Estados Unidos de los que ya estaban invertidos en
México para provocar el desplome de la Bolsa
Mexicana de Valores y el alza del precio del dólar y de las tasas de
interés de los papeles estatales de mediano y largo plazos (udibonos a 3, 10 y
30 años, y bonos a 5, 20 y 30 años) de manera
“significativa” pero “ordenada”, como dijo simpáticamente el Banco de México, aumento que en junio
se extendió a las de corto plazo (cetes a 28 y 91 días). De no corregirse
rápido dicho trastorno, inevitablemente contribuirá a arruinar el glamoroso y turbio retorno priísta a la
Presidencia, toda vez que sus mediocres expectativas de crecimiento para
2013, 3.5 por ciento, se proyectan ahora en un punto porcentual menos, y podría
ser aún más bajo, con su perniciosa estela inflacionaria, de mayor desempleo, pérdida en los salarios
reales e incremento en la pobreza y la miseria de las mayorías.
Sirvió
para demostrar que la gloriosa “fortaleza financiera” pregonada por los Chicago
Boys priístas-panistas-peñistas
no es más que una tontería desacreditada que ya pocos se creen. Que la
desregulación financiera que supuestamente atraería la estabilidad, una mayor
inversión productiva, el crecimiento económico, el empleo y el bienestar en México y el mundo
no es más que una farsa, según lo testifican los reiterados ciclos
especulativos que los sustituyeron, seguidos por los colapsos recesivos de México, los extigres asiáticos o el
reciente derrumbe sistémico. Para evidenciar que Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray, Agustín Carstens y sus
palafreneros, todos fanáticos del catecismo neoliberal de la “globalización” financiera, no tienen
nada que ofrecer ante esos episodios y a las necesidades de un desarrollo
sustentable, socialmente incluyente y relativamente autónomo. Para
mostrar que la política económica no se maneja desde Los Pinos, ni en la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público ni en el banco central, sino desde la Casa Blanca, la Reserva
Federal (RF) y desde los centros financieros hegemónicos, controlados por
los depredadores “globales”: los fondos de inversión, las manipuladoras agencias calificadoras, los
organismos multilaterales (Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial).
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EL DERRUMBE DE LOS MITOS EN EL ANARCO CASINO FINANCIERO.
(MÉXICO).
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Jaque al neoliberalismo.
Martes 28 de julio del 2015.
Tomado de Contralínea.info
Tomado de Contralínea.info
Los líderes políticos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo y todos estamos en sus manos. Cada noche que voy a la cama sueño con otro momento como éste [la recesión]. Soy un inversor; no nos importa realmente si van a arreglar la economía; nuestro trabajo es hacer dinero con todo esto. En menos de 12 meses, los ahorros de millones de personas se esfumarán sin que los gobiernos puedan hacer nada Alessio Rastani, trader; declaración a la BBC, 2011.
Apenas fue una modesta
escena de nerviosismo resentido entre la manada de insaciables inversionistas
que especulan a su gusto en los casinos mexicanos, con la generosa complacencia
de los gerentes priísta-panistas de la revolución de los ricos contra los
pobres, o en cualquier otro país que les ofrezca ganancias rápidas, sin
restricción alguna, sin ningún costo. Fue como una especie de divertimento, el
cual antecede a la estampida de capitales, harto conocida desde 1981, con sus
consecuentes efectos devastadores y cuyas principales víctimas son las
mayorías. Porque los grandes buitres, versados en doblegar gobiernos, el pillaje
financiero, derrumbar mercados y hundir economías, levantan el vuelo a tiempo,
huyen precipitadamente y rara vez pierden.
Sin embargo, ese
escarceo fue más que suficiente para generar la enésima burbuja especulativa
que agobia al país. Para trastornar a los mercados cambiario, de dinero y
bursátil, apenas fue necesaria una reducción en el ritmo de ingreso de
capitales de corto plazo y la salida de marginal hacia Estados Unidos de los
que ya estaban invertidos en México para provocar el desplome de la Bolsa
Mexicana de Valores y el alza del precio del dólar y de las tasas de interés de
los papeles estatales de mediano y largo plazos (udibonos a 3, 10 y 30 años, y
bonos a 5, 20 y 30 años) de manera “significativa” pero “ordenada”, como dijo
simpáticamente el Banco de México, aumento que en junio se extendió a las de
corto plazo (cetes a 28 y 91 días). De no corregirse rápido dicho trastorno,
inevitablemente contribuirá a arruinar el glamoroso y turbio retorno priísta a
la Presidencia, toda vez que sus mediocres expectativas de crecimiento para
2013, 3.5 por ciento, se proyectan ahora en un punto porcentual menos, y podría
ser aún más bajo, con su perniciosa estela inflacionaria, de mayor desempleo,
pérdida en los salarios reales e incremento en la pobreza y la miseria de las
mayorías.
Sirvió para demostrar
que la gloriosa “fortaleza financiera” pregonada por los Chicago Boys
priístas-panistas-peñistas no es más que una tontería desacreditada que ya
pocos se creen. Que la desregulación financiera que supuestamente atraería la
estabilidad, una mayor inversión productiva, el crecimiento económico, el
empleo y el bienestar en México y el mundo no es más que una farsa, según lo
testifican los reiterados ciclos especulativos que los sustituyeron, seguidos
por los colapsos recesivos de México, los extigres asiáticos o el reciente
derrumbe sistémico. Para evidenciar que Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray,
Agustín Carstens y sus palafreneros, todos fanáticos del catecismo neoliberal
de la “globalización” financiera, no tienen nada que ofrecer ante esos
episodios y a las necesidades de un desarrollo sustentable, socialmente
incluyente y relativamente autónomo. Para mostrar que la política económica no
se maneja desde Los Pinos, ni en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ni
en el banco central, sino desde la Casa Blanca, la Reserva Federal (RF) y desde
los centros financieros hegemónicos, controlados por los depredadores
“globales”: los fondos de inversión, las manipuladoras agencias calificadoras,
los organismos multilaterales (Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial).
A diferencia de países
como Argentina, cuyo gobierno democráticamente elegido (Néstor Kirchner y
Cristina Fernández) ha desertado de la autoritaria internacional neoliberal
impuesta por el “Consenso” de Washington y tratado de recuperar el desarrollo
soberano de su nación, Peña Nieto, Videgaray y el cómico Agustín Carstens
aspiran a reforzar el vasallaje externo de México; a mantener por 6 años más la
inestabilidad de los mercados que favorecen la inversión especulativa sobre la
productiva. Han refrendado su militancia en la desprestigiada agenda hegemónica
de la mundialización financiera impuesta a escala global desde la década de
1970, con sus reiterados desastres. Se empeñan en mantener sin cambios la
salinista liberalización interna de los mercados y la apertura irrestricta de
la cuenta de capitales de la balanza de pagos (ingreso especulativo a la bolsa
y al mercado de cambios y de dinero, y la libre movilidad de las divisas), en
beneficio de aquellos que pueden mover capitales de una frontera a otra, en
cuestión de segundos, sin preocuparse por las ceremonias de bienvenida y
despedida.
Sólo bastó un gesto de
Ben Shalom Bernanke, titular de la RF –quien no tarda en ser despedido por
Barack Obama–, para alterar todo. Que éste especulara con la posibilidad de
cerrar un poco la llave de la liquidez en su economía y en el eventual aumento
de los réditos de su país y en Europa para que se cayeran los mercados
financieros y de materias primas internacionales; se alterara la paridad entre
el dólar estadunidense y las demás monedas, en especial con el euro, la libra
esterlina y el yen, como parte de la guerra de divisas que registran los
mercados cambiarios –cada potencia aspira a abaratar su moneda con relación a
las otras, en aras de abaratar artificialmente sus exportaciones y encarecer
sus importaciones; es decir, de recuperar su crecimiento a costa del resto del
mundo–; y provocar que los especuladores hagan el balance de sus ganancias
obtenidas y preparen sus maletas pletóricas de dinero para trasladarse al país
que les ofrezca mayores beneficios financieros. Lo anterior, en la jerga
económica, se conoce como “reacomodo en los portafolios de inversión”. En
términos prosaicos significa que se preparan para la vulgar estampida de
capitales, subsecuente a la burbuja especulativa que puede concluir en otro
colapso financiero global y en una recesión. De momento, algunas economías como
la china, la india o la argentina que se habían expandido ya manifiestan los
síntomas de desaceleración. Otras, como la estadunidense que observan una
penosa reactivación, pueden derrumbarse. Y las que están atrapadas en el
pantano de la deflación, como la Unión Europea, pueden hundirse aún más. Por
añadidura, se contraerá el comercio internacional y se elevará el desempleo y
la miseria.
La magnitud de la
contracción económica dependerá de la proporción y de la duración de los
financieros. En junio, el Banco Mundial redujo modestamente su humilde meta de
crecimiento global para 2013 estimada en enero: de 2.4 por ciento a 2.2 por
ciento, contra la tasa de 2.3 por ciento de 2012, y afirmó que espera en el
futuro próximo una expansión “más estable y más lenta”, a medida que se disipa
la volatilidad.
Como se recordará, en
octubre de 2011 la RF decidió estimular la economía estadunidense por medio de
la llamada Operación Twist, la cual consistió en reducir el costo del
financiamiento de largo plazo mediante el canje de valores de corto plazo por
otros de largo plazo con el mismo monto nominal (vencimientos de menos de 3
años por los de 6 a 30 años). Ello supuestamente para estimular el consumo de
bienes duraderos y al deteriorado sector inmobiliario, así como reactivar el
crecimiento y la creación de empleos. Un año después lanzó el programa de
compra de títulos respaldados por hipotecas por valor de 40 mil millones de
dólares (MMD) mensuales. Sumados a los recursos de la Operación Twist, el apoyo
asciende a 85 MMD, complementado con la decisión de mantener los tipos de
interés nominales a niveles excepcionalmente bajos (0-0.25 por ciento;
negativos en términos reales) hasta “al menos mediados de 2015”, en lugar de
finales de 2014 como había anunciado en enero de 2012. Así, hacia mediados de
2013, la RF había inyectado alrededor de 2 billones a su economía. El banco
central europeo y el japonés también mantienen negativos sus réditos reales y
han comprado títulos públicos.
Esa “política monetaria
altamente acomodaticia”, como la califica Bernanke, en realidad buscaba inflar
el valor de diversos activos como son los bienes y raíces, las acciones de
empresas y bonos gubernamentales; generar otra burbuja especulativa para
superar la crisis financiera de 2007-2009 provocada por la burbuja estimulada
por Alan Greenspan luego de la recesión de 2001, y que los especuladores se
resarcieran de sus pérdidas. Parte del dinero gratis (por las tasas reales
negativas) se ha utilizado para especular en los mercados bursátiles y
aprovechar los diferenciales entre los intereses pagados interna y externamente,
básicamente en los llamados “mercados emergentes”. Por ejemplo, en 2012 la
bolsa de Nueva York creció 7 por ciento y la mexicana 18 por ciento. Por su
parte, los bonos estadunidenses de corto plazo pagaron, en promedio, alrededor
de 0.2 por ciento, mientras que los cetes a 28 ofrecieron 4.2 por ciento entre
octubre de 2011 y la primera mitad de 2013.
El atractivo de los
mercados emergentes estimuló el ingreso masivo de capitales en los países
subdesarrollados, provocando la perniciosa revaluación de las monedas, el auge
de los mercados de dinero y de valores, la reducción de los intereses y la
acumulación de reservas internacionales. También el deterioro de las cuentas
externas debido al abaratamiento de las importaciones y el desplazamiento de los
productores locales.
En 2012 la inversión
extranjera en México sumó 70 MMD; pero sólo el 19 por ciento (13 MMD) fue
directa y el 81 por ciento (56.7 MMD) fue de cartera. El 14 por ciento (10 MMD)
se destinó a la bolsa y el 67 por ciento (46 MMD) al mercado de dinero,
básicamente a la compra de papales públicos. Los altos réditos que pagan éstos
explica que del total de valores oficiales en poder de inversionistas
extranjeros pasaran del 33 por ciento del total al cierre de 2011 al 44 por
ciento en abril de 2013. De 1 billón de pesos a casi 2 billones. Por otro lado,
provocó la inestabilidad cambiaria (revaluaciones-devaluaciones: 13 pesos por
dólar en enero de 2010; 11.53 en abril de 2011; 14.3 en mayo de 2012; 12.36 en
marzo de 2013; 13.25 el 19 de junio pasado).
La declaración de
Bernanke, sin embargo, ensombreció el panorama. Entre abril y mayo pasados los
bonos del tesoro a 2, 3, 5, 7 y 10 años aumentaron marginalmente (una media de
0.1 por ciento), variación suficiente para que el precio del dólar subiera casi
10 por ciento, la bolsa ampliara su caída (16 por ciento en lo que va del año)
y que los inversionistas foráneos se deshicieran de parte de los títulos
gubernamentales, lo que obligó al banco central elevar discretamente los
réditos señalados anteriormente. De hecho, en el primer trimestre de 2013 se
redujo sensiblemente la entrada de capitales. En el primero y el último
trimestre de 2012 fue de 20.4 MMD y 19.8 MMD; el primer trimestre de 2013 fue
de 15.1 MMD. La de cartera fue de 15.8 MMD, 19.8 MMD y 10.1 MMD. Es cierto que
el 19 de junio la Reserva Federal decidió no modificar la política monetaria.
Pero sus secuelas en México están a la vista, lo que complicó el ambiente
recesivo de la economía.
Lo anterior es de suyo
preocupante. Pero lo es más que los gobernantes neoliberales no han hecho nada
para atenuar los efectos desestabilizadores externos sobre los mercados
financieros locales y sobre el sector real de la economía. El gobierno
argentino aplica una heterodoxa regulación a la inversión extranjera directa
(transferencia de utilidades) y financiera; administra las divisas generadas
por los grandes exportadores (por ejemplo los soyeros) para evitar que sean
invertidos en el exterior; ataca la especulación cambiaria formal e ilegal para
contrarrestar la volatilidad de la moneda. Todo en aras de que su economía
entre en un ciclo recesivo.
En cambio los peñistas
se postran ante los mercados financieros libres, es decir, ante los
especuladores, como si fueran dioses incontrolables, y les entregan el control
de la política económica y el destino de la nación. -
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