Papa Francisco: la justicia y la ecología.(Otra Mirada)
“Vengo como testigo de la misericordia de Dios…”
Fueron las primeras palabras del papa Francisco en su visita a Ecuador, Bolivia
y Paraguay. Francisco marcó el estilo de esta visita cuando invitó a todos a
encontrar en el Evangelio las claves que permitan afrontar los desafíos del
presente, valorando las diferencias y fomentando el diálogo y la participación
sin exclusiones, de manera que el progreso se consolide y se garantice un
futuro mejor para todos. El Papa dijo que los hermanos más frágiles y las minorías
más vulnerables son la deuda que todavía tiene América Latina.
El papa Francisco se encontró con las multitudes;
abrazó a los niños y besó a los ancianos; llegó a los que están en el hospital
y la cárcel; motivó a sacerdotes, religiosas y seminaristas; habló a los
representantes de los gobiernos y a los líderes de la sociedad; animó a los
jóvenes a buscar siempre el bien; visitó a los pobladores del Bañado Norte en
la ciudad de Asunción. Muchos consideran que su discurso más impresionante ha
sido el dirigido a los participantes del Encuentro mundial de los movimientos
populares, realizado en la tarde del jueves 9 de julio en Santa Cruz de la
Sierra (Bolivia).
La voz profética del Papa comenzó a sonar fuerte: “¡Necesitamos
un cambio!”. Sus preguntas tocaban las conciencias: “¿Reconocemos que las
cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas
familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas
en su dignidad? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas
guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros
barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el
aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?”.
Francisco dijo algo que ha hecho saltar a muchos (léase el editorial de El
Comercio del 12 de julio): “Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los
campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no
lo aguantan los pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra”. La ambición
desenfrenada de dinero es el estiércol del diablo, recordó citando a Basilio de
Cesarea.
“¡Ustedes son sembradores de cambio!”, continuó
el Papa; advirtiendo que un cambio de estructuras que no viene acompañado de
una sincera conversión del corazón y de las actitudes termina por
burocratizarse y corromperse. Invitó a los movimientos a construir juntos una
alternativa humana a la globalización excluyente. Francisco sugirió tres
grandes tareas a todos los asistentes al encuentro.
La primera tarea es poner la economía al servicio
de los pueblos. Evocando la máxima evangélica de que “no es el ser
humano para el sábado sino el sábado para el ser humano”, el papa Francisco
recordó que los humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero.
Una economía justa creará las condiciones para que cada persona pueda gozar de
una infancia sin carencias, desarrolle sus talentos, trabaje con derechos y
acceda a una digna jubilación. Fiel a la tradición eclesial, el Papa reiteró
que el destino universal de los bienes es una realidad anterior a la propiedad
privada.
La segunda tarea es unir a los pueblos en el camino
de la paz y la justicia. El Papa enfatizó los anhelos de los pueblos de
transitar en paz su marcha hacia la justicia. Rememoró que los pueblos
latinoamericanos parieron dolorosamente su independencia política, al mismo
tiempo que invitó a rechazar las nuevas formas de colonialismo, entre las que
aludió a la concentración monopólica de los medios de comunicación social que
pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural.
Francisco pidió perdón por los pecados de la Iglesia contra los pueblos originarios.
La tercera tarea es defender la madre tierra. En sintonía
con la espiritualidad ecológica que mostró durante su visita, el papa Francisco
pidió –en nombre de Dios– a los movimientos populares que defiendan a la madre
tierra. Como también lo hizo en su encíclica Laudato si’ el Papa lamentó
el fracaso de las cumbres internacionales al tomar decisiones acerca del medio
ambiente: “No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no
universales– sometan a los Estados y organismos internacionales, y continúen
destruyendo la creación”.
En el vuelo
de regreso a Roma, motivado por una pregunta, el Papa explicó que lo que él les dijo a los movimientos populares es la doctrina social de la Iglesia aplicada
a su situación. Es que tal vez en la Iglesia estamos más acostumbrados a
escuchar a los pastores hablar del
aborto provocado y la unión civil que de la justicia social y la crisis
ecológica. Habrá
que hacer una cosa sin olvidarnos de la otra. P. Raúl Pariamachi, ss.cc.
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EL PAPA
EXHORTÓ A CUIDAR EL PLANETA.
Francisco invitó a
los Alcaldes del mundo a Liderar un Cambio Ecológico para preservar la tierra.
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“Una de las cosas que más se
notan cuando el ambiente no es cuidado es el crecimiento desmesurado de las
ciudades”, dijo Francisco ante más de 60 intendentes, en el Vaticano.
Página
/12 miércoles 22 de julio del 2015.
El
Papa invitó a alcaldes del mundo a liderar un cambio que permita evitar la
destrucción del planeta y los instó a recuperar la conciencia ecológica que
hubo al principio de la creación. En la apertura de un encuentro con más de 60
intendentes de todo el mundo, donde se debatió sobre el rol de las ciudades
frente a las nuevas formas de esclavitud y el cambio climático, el jefe de la
Iglesia Católica reclamó en el Vaticano no separar al hombre del medio ambiente.
Al mismo tiempo, pidió “tomar conciencia de este problema de destrucción que
nosotros mismos estamos llevando. Es importante la cultura de cuidado del
ambiente. Pero esa cultura no es una actitud solamente ‘verde’. Es mucho más.
Cuidar el ambiente es una actitud de ecología humana, porque la ecología es
total. Eso es lo que quise expresar en la encíclica Laudato Si. No se puede
separar al hombre del resto”, manifestó Francisco.
El
pontífice señaló que existe una relación de incidencia mutua, “sea del ambiente
sobre la persona, sea del modo en que la persona trata el ambiente”, y señaló
que también hay un efecto de rebote contra el hombre cuando el ambiente es
maltratado, tras el encuentro en que alcaldes e intendentes de Roma, París,
Madrid, San Pablo, Oslo y Milán, entre otras ciudades, reconocieron la
importancia de su encíclica. En su discurso de 15 minutos brindado en el Aula
del Sínodo, Francisco manifestó que Laudato Si no es una encíclica verde, es
una encíclica social. “Porque dentro del entorno social de los hombres no
podemos separar el cuidado del ambiente. Es una actitud social, que nos
socializa en un sentido o en otro. Y nos hace recibir de aquello que nos fue
dado como don”, indicó.
“¿Por
qué esta invitación a los alcaldes? –se preguntó el Papa ante los presentes–.
Porque una de las cosas que más se notan cuando el ambiente no es cuidado es el
crecimiento desmesurado de las ciudades. Es un fenómeno mundial. Es como que
las ciudades se hacen grandes, pero con cordones de pobreza y miseria cada vez
más grandes, donde la gente sufre los efectos de un descuido del ambiente, y en
este sentido está involucrado el fenómeno migratorio”, reflexionó Francisco.
A
continuación, el Papa cargó contra los elementos que empujan a muchos hombres y
mujeres a abandonar sus hogares y se preguntó por qué los migrantes viajan a
las grandes urbes. “Porque ya el mundo rural no les da oportunidades. La
idolatría de la tecnocracia, que lleva a despojar de trabajo, crea
desocupación, y necesitan emigrar buscando nuevos horizontes”, señaló el Sumo
Pontífice las causas de esas oleadas migratorias que en el último tiempo
llenaron de muertos el Mar Mediterráneo, al clausurar el primer día de la
actividad que organizó la Pontificia Academia de Ciencias Sociales del
Vaticano, que dirige el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo.
En
esa línea, el obispo de Roma remarcó que en algunos países europeos la
desocupación juvenil supera el 40 por ciento y en algunos llega al 50 por
ciento. “Eso, proyectado hacia el futuro, nos hace ver un fantasma, de una
juventud desocupada. ¿Qué horizonte puede ofrecer? ¿Qué le queda a esa
juventud?”, volvió a preguntarse el líder religioso. “Con las adicciones, con
el aburrimiento, con no saber qué hacer de su vida, con el suicidio juvenil. O
buscar en otros horizontes, aun en proyectos guerrilleros un ideal de vida”,
vaticinó sobre esa problemática. Por otro lado, Francisco advirtió que la salud
está en juego y puso la lupa sobre la cantidad de enfermedades raras que
generan el aumento en el uso de tecnologías y su vínculo con la precarización
laboral. “¿Qué sucede cuando todos estos fenómenos de tecnificación excesiva
inciden sobre la migración? No hay trabajo. Y cada vez es más común el trabajo
en negro. Un trabajo sin contrato. Un trabajo arreglado debajo de la mesa”,
criticó.
En
ese sentido, Jorge Bergoglio lamentó el fenómeno de la trata de personas que,
aseguró, se da por el trabajo esclavo, la prostitución, que “son fuentes de
trabajo para poder sobrevivir hoy en día”. “Por eso me alegra que ustedes hayan
reflexionado sobre estos fenómenos que afectan a las grandes ciudades. Sobre
esto hay que interesar a las Naciones Unidas. Tengo mucha esperanza en la
Cumbre de París de noviembre que se logre algún acuerdo fundamental y básico”,
se esperanzó Bergoglio frente a los intendentes que seguían atentos su
discurso.
Además,
rescató un concepto novedoso. “Hay una primera incultura, la que Dios nos
entregó para que nosotros la transformáramos en cultura y la segunda cuando el
hombre no respeta esa relación con la tierra, no la cuida, porque se apodera de
esa cultura y la empieza a sacar de cauce y se le va de las manos”, explicó.
En ese sentido, volvió a destacar la presencia de los intendentes y
planteó que el trabajo más serio y profundo se hace de la periferia hacia el
centro. “Desde ustedes hacia la conciencia de la humanidad. Si el trabajo no
viene de la periferia hacia el centro, no tiene efecto. Y ahí la
responsabilidad de los intendentes de las ciudades”, remarcó. Por último,
Francisco pidió “que podamos tomar conciencia de este problema de destrucción
que nosotros mismos estamos llevando adelante al no cuidar la ecología humana, al no tener una
conciencia ecológica como la que nos fue dada al principio para transformar la
primera incultura en cultura”.
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