INVESTIGAR LA DICTADURA Y EL GENOCIDIO.- Verónica Engler.- Guillermo
Levy es
licenciado en Sociología y magister en Sociología Económica. Trabaja como
docente e investigador en la Facultad de
Ciencias Sociales de la UBA, y además es investigador del Centro de
Estudios sobre Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Es
autor del libro Del país sitiado a la democracia. Diálogos a los 30 años, y
coordinador del recientemente publicado De
militares y empresarios a políticos y CEOs (Ed. Gorla), que cuenta con la
participación de una docena de investigadores de la Facultad de Ciencias
Sociales de la UBA que presentan sus reflexiones a partir del 40º aniversario
del último golpe de Estado argentino.
Los artículos
del libro son bien diversos y
tienen en común la idea de establecer una conexión con la
actualidad en sus análisis del golpe de Estado, además de visibilizar los
responsables civiles. El texto de Paula
Canelo da cuenta de los estudios que se han realizado desde las ciencias
sociales sobre la última dictadura argentina. El artículo de Lior Zylberman apunta a reconstruir desde el cine
las miradas que se hicieron sobre el periodo en las diferentes etapas políticas
que vivió la Argentina. Jorge Wozniak
realizó un trabajo nunca realizado en nuestro país, a partir de la lectura de
documentos soviéticos de la época analiza la relación de la dictadura con la ex
URSS. Pablo Nemiña y Alejandro Gaggero
se centran en el origen de la dolarización del mercado inmobiliario. El
artículo de Glenn Postolski (decano
de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) y Pablo Hernández realiza un recorrido sobre el tema de los medios de
comunicación en la dictadura y por el proceso en democracia que conduce a la
ley de medios, hoy deshonrada por el gobierno de Mauricio Macri. Walter Bosisio analiza la participación de las
cúpulas de las corporaciones, sobre todo empresarias, como coprotagonistas del
periodo. Daniel Cieza trabaja sobre
la represión al movimiento obrero. Cristina
Bettanin desarrolla el tema la política habitacional y la erradicación de
villas miseria. Guillermo Levy
presenta el resultado de una gran investigación desarrollada en todo el país
con jóvenes nacidos a fines de los años noventa sobre sus representaciones acerca de la dictadura y de la Guerra de
Malvinas. Y, finalmente, está el trabajo de Malena Silveyra, que trabaja sobre el seguimiento de los juicios y
las causas de delito de lesa humanidad y genocidio, y realiza una síntesis de
los fallos judiciales de los juicios que se hicieron hasta diciembre de 2015 en
Argentina,
trabajando sobre la mirada que tienen los jueces en los fallos y cómo esa
mirada determina un tipo de condena.
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Otra diferencia de la dictadura
argentina con el resto de Sudamérica es, aunque muchos no crean, la menor
intervención norteamericana en el proceso de genocidio y en el proceso de
transformación económica. Las otras dictaduras tienen más que ver con doctrina
de seguridad nacional y la política exterior norteamericana.
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ARGENTINA.
SOCIÓLOGO G. LEVY : “LOS ACTORES ECONÓMICOS INVISIBILIZADOS GOZAN DE UNA
IMPUNIDAD MUY GRANDE”.
Guillermo Levy,
Sociólogo, propone una mirada actual sobre la participación civil en la
dictadura.
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A 40 años del golpe, coordinó la edición del libro De militares y
empresarios a políticos y CEOs, una serie de reflexiones sobre las conexiones
actuales con diversos aspectos de la dictadura. La deuda externa, el dólar y la
relación con Estados Unidos. Los empresarios al mando de sectores estatales, la
despolitización, el “autoindulto” de la sociedad argentina
Verónica Engler.
Página /12 lunes 23 de mayo
del 2016.
Guillermo
Levy está entusiasmado. Tiene en sus manos De militares y empresarios a
políticos y CEOs (Ed. Gorla), un libro recién salido del horno editorial, en el
que participa una docena de investigadores de las ciencias sociales de la
Universidad de Buenos Aires (UBA) con sus reflexiones a partir del 40º
aniversario del último golpe de Estado argentino. Levy, licenciado en
Sociología y magister en Sociología Económica, fue quien coordinó la edición de
este libro, además de ser él mismo uno de los autores que dan cuenta de algún
aspecto de la última dictadura militar y de sus conexiones con nuestra
democracia actual. Uno de los objetivos de este libro, cuenta Levy, es
visibilizar la participación civil en el golpe de Estado y durante la
dictadura. “La invisibilidad de los actores civiles permite que un empresario
emblemático, de una familia emblemática vinculada al enriquecimiento durante la
dictadura, que se ha beneficiado en los años noventa, hoy pueda ser
presidente”, advierte el sociólogo.
–Su
libro anterior (Del país sitiado a la democracia) se publicó hace tres años,
por los treinta años de democracia. ¿El cambio en la coyuntura que se dio en el
lapso que va de ese libro a De militares y empresarios a políticos y CEOs, le
aportó otra perspectiva para mirar el golpe de Estado de 1976 y nuestra
democracia actual?
–Más
que lo que sucedió en esos tres años fueron los últimos meses, el sentir que
una cantidad de cosas que se habían construido en estos años de democracia
estaban menos firmes de lo que podríamos haber supuesto. Se está avanzando en
ciertas cuestiones con bastante facilidad, como por ejemplo el reendeudamiento
externo, sin demasiada oposición social y cultural a determinadas cosas que
claramente nacieron con la dictadura militar, como estas ideas sobre las
bondades del endeudamiento para el crecimiento. También se está dando un avance
fuerte sobre una idea de un Estado más presente y más interventor, o la
estigmatización de la actividad política, y una cantidad de cosas que tuvieron
su apogeo fuerte en la sociedad argentina durante la dictadura y que estuvieron
muy presentes en los años noventa.
–El
genocidio que hubo en la Argentina durante la última dictadura militar tuvo
como objetivo la concreción de transformaciones económicas profundas, en la distribución
del ingreso y en las capacidades desarrollo industrial. ¿De qué forma se
modificó la estructura social de nuestro país desde entonces?
–En
la estructura económico-social, las transformaciones principales son una
concentración de la economía, la destrucción de un aparato productivo más
vinculado a la pequeña y mediana empresa nacional, el posicionamiento de grupos
económicos de lo que se llamó la oligarquía diversificada, que son estos
grandes grupos económicos nacionales con pie en las finanzas y en el comercio.
Además, a partir del año 77, la reforma financiera de Martínez de Hoz generó
que muchísima gente que tenía sus ahorros, o que guardaba la plata en el
colchón, se empezara a incorporar a una cultura bancaria, financiera. En
realidad es un proceso que se va a dar en todo el mundo occidental, no es
propio de la Argentina, pero lo que sí es propio es que se realiza con el
endeudamiento externo. Fue un cambio cultural importante en la Argentina, se
generó esta abundancia de dólares baratos, y una idea de los sectores medios y
altos de que hay un derecho a exigir que el Estado nos venda dólares con total
libertad, y que nosotros podamos hacer con esos dólares lo que queramos,
ponerlos en plazo fijo, fugarlos del país. De hecho, esta situación que se dio
con el cepo, de muchísima gente exigiendo al Estado que le venda dólares
baratos es una cosa muy particular de la Argentina, la verdad es que no hay
otros países en donde suceda eso. Yo creo que en Brasil si hacen un cepo, la
mayoría de los brasileños ni se va a enterar que no se puede comprar dólares.
Es algo muy puntual de la Argentina y creo que claramente hay un inicio en el
eje Videla-Martínez de Hoz, eso no existía antes del 76. En los noventa, con el
tema de la convertibilidad, vuelve esta circulación de dólares baratos y
productos importados, y la posibilidad de viajar que nace con la dictadura,
pero que en los noventa se amplía muchísimo. Y eso explota en 2001 porque
claramente todo eso se sostiene con endeudamiento externo y no con actividades
de la economía real.
–Y
ahora otra vez la expectativa con la deuda, que parece que nos va a abrir la
puerta al mundo a través de inversiones que supuestamente van a llegar…
–Claro,
eso de que con la deuda viene el crecimiento es un discurso de Martínez de Hoz.
Cuando él asume, dice que la economía argentina no tiene grandes problemas
estructurales, y que el gran problema que tiene es la inflación y la falta de
modernización de su estructura productiva, y el endeudamiento externo va a ser
el motor de esa modernización. Ese discurso hoy es reproducido por el gobierno
con una impunidad absoluta, y cuando digo impunidad me refiero a que muchísima
gente lo ve con buenos ojos, como algo positivo. Pero no creo que sea igual que
en los años noventa, creo que hay más límites. El hecho de que tengan que
discutir en el Congreso los límites al endeudamiento externo, en los noventa no
había pasado, eso estaba absolutamente fuera del control parlamentario, de
discusión de parte de la agenda política. Hoy, por lo menos, está instalado que
una parte de la sociedad argentina dice que no está bueno endeudarse, pero
igual lo hacen. Algo que me parece importante como para ver la gravedad de la
situación actual es que todo el endeudamiento de la dictadura en siete años y
medio son poco menos de cuarenta mil millones de dólares, y en estos cinco
meses del gobierno de Cambiemos ya llevamos veinte mil millones de
endeudamiento más o menos, obviamente con una economía mucho más grande, porque
hay que medir el endeudamiento en función del tamaño de la economía, pero en
estos cinco meses ya se pasó el cincuenta por ciento de todo el endeudamiento
de la época de la dictadura, que quedó como el emblema del comienzo de la deuda
como problema estructural de la Argentina.
Resistencia de la clase obrera a la dictadura. 40 años después la lucha continúa para esclarecer ahora la participación de civiles - los sectores burgueses tradicionales - durante los tiempos del genocidio, de la deuda externa, la corrupción, propios de la dictadura.
***
–Además
de esta relación de nuestra sociedad con el dólar, ¿cuál es la particularidad
de Argentina en la transformación económica que experimentó en relación a otros
países de la región que también sufrieron dictaduras más o menos en el mismo
periodo?
–Creo
que hay una conducción económica civil en la Argentina, que le da una
particularidad que es absolutamente neoliberal: a su cabeza Martínez de Hoz, y
todo un sector de los liberales argentinos. Si bien algunos dicen que la
dictadura de Pinochet fue el primer régimen claramente neoliberal en el 73,
mantuvieron algunas cuestiones, por ejemplo nunca se plantearon la
privatización del cobre en Chile. Si bien la dictadura militar argentina no
avanzó con grandes privatizaciones, creo que hay una mirada absolutamente
neoliberal y absolutamente consustanciada con la salida neoliberal que se
plantea en el mundo a la crisis de los años setenta, que es una particularidad
de la dictadura argentina. Pero la principal diferencia no se da entre las
dictaduras sino en lo que había antes. La principal diferencia de la Argentina
en relación con otros países del continente es el peronismo, en la Argentina
hay una tradición de décadas de desarrollo industrial, una tradición de décadas
de inserción de la clase obrera, hay una distribución del ingreso a los
asalariados que es única en Sudamérica. En el año 1974, el 48 por ciento de la
renta nacional iba a los asalariados, eso no existe ni en Chile, ni en Uruguay,
ni en Paraguay, ni en Bolivia, ni en Brasil, en ese mismo periodo ni ahora
tampoco.
–Otra
cuestión que usted suele destacar como particularidad de la Argentina respecto
a otras dictaduras de la región es la relación con Estados Unidos.
–Sí,
porque otra diferencia de la dictadura argentina con el resto de Sudamérica es,
aunque muchos no crean, la menor intervención norteamericana en el proceso de
genocidio y en el proceso de transformación económica. Las otras dictaduras
tienen más que ver con doctrina de seguridad nacional y la política exterior
norteamericana. El derrocamiento de Salvador Allende fue planificado, hasta lo
confesó Henry Kissinger, con la participación norteamericana. Los golpes en
Latinoamérica están en el marco de la Guerra Fría, en el marco de las políticas
norteamericanas de la región, pero el golpe argentino no se hizo con asesoría
de la CIA, ni con bases norteamericanas en nuestro territorio, sino que tiene
más que ver con la cúpula civil-económica-política local. Es un golpe made in
Argentina. La represión que hubo en Argentina no tuvo tanto que ver con las
enseñanzas de los oficiales norteamericanos, si bien muchos argentinos se
entrenaron en la Escuela de las Américas, sino con la enseñanza de los
franceses. Los oficiales argentinos habían aprendido con los franceses en la
década del 50 y 60 todo lo que van a hacer después en la represión. Me parece
que ahí también hay una cuestión como de vanguardia de la cúpula militar y de
la cúpula económica de la Argentina, tienen un proyecto propio para la
Argentina, independientemente de que esté en sintonía o no con la demanda de
Estados Unidos. Y además, la relación de Estados Unidos con la dictadura
argentina fue bastante tensa. En los años de (James) Carter (presidente
demócrata de 1977 a 1981), hubo una política de no avalar gobiernos que tengan
denuncias por violación a los derechos humanos, él tenía una representante para
Latinoamérica que era la recientemente fallecida Patricia Derian, una mujer de
la izquierda del Partido Demócrata que organizó la venida de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en 1979.
–Luego
del golpe militar ingresan a manejar diferentes organismos del Estado
relacionados con la economía dirigentes del sector empresario y financiero. Con
el gobierno actual de Cambiemos se sumaron una importante cantidad de ex CEOs
al gobierno. La diferencia entre la coyuntura de los años setenta y la actual
es obvia. Pero ¿cuáles le parece que son las similitudes entre estos dos
procesos?
–Yo
creo que son bastante diferentes. Tanto en dictadura, como en la época de
Alfonsín, de Menem o de De la Rúa, el sector político o el sector militar
siempre tuvo la conducción del proceso político y económico en manos de
civiles. Los civiles de la dictadura estaban vinculados al pensamiento
neoliberal, y los que participaron del Estado son los vinculados al sector
financiero, que es un sector chico, en cantidad de gente o en participación de
la economía real de la Argentina, pero es el sector que empieza a tener un
poder enorme en el mundo a partir de la crisis de los años 70. Pero esto de
gerentes, que ahora se llaman CEOs, de empresas industriales y de servicios que
desembarcan en el Estado y conducen líneas de acción político-económicas, es un
proceso bastante nuevo. Obviamente que se puede ver un antecedente en la
dictadura y también tenemos algunos antecedentes menores durante el menemismo.
Tampoco es que hoy los empresarios manejan la política, pero me parece que está
cuestión del sector privado gestionando el Estado es la primera vez que se da.
Esto no quiere decir que no haya habido antes tipos vinculados a la actividad privada
gestionando el Estado en función de los intereses de su empresa, pero me parece
que este desembarco y esta cultura de que es bueno que el empresariado privado
maneje el Estado es nuevo. Inclusive en el menemismo, que hubo todo un discurso
sobre las bondades de lo privado por encima de lo público, los que gestionan
siempre son los dirigentes políticos, o sea los empresarios son beneficiarios,
pero no son los que controlan el proceso de gestación de las políticas
públicas.
–En
relación a los genocidas, usted sostiene la idea de que es necesario correrse
de los discursos demonizadores porque sólo sirven para despolitizar. ¿De qué
manera se da esta despolitización?
–A
mí me parece que todas las demonizaciones son contraproducentes para poder
hacer un entendimiento de los procesos históricos. Acá no hay demonios, acá hay
actores político-sociales concretos, y los militares fueron un actor más. Creo
que una de las cosas que aparece fuertemente en los distintos artículos que
conforman el libro es que los militares cumplieron una parte de la función,
pero se llevaron todos los castigos culturales y judiciales. Pero demonizar a
los militares no ayuda a pensar los sectores empresariales, todos los sectores
económicos, la Iglesia católica, el gran apoyo de los sectores medios y medios
altos de la Argentina a la dictadura, a la represión, a la apertura económica,
a la posibilidad de viajar al exterior, de tener dólares baratos. Me parece que
hay como una especie de autoindulto que hace la sociedad argentina construyendo
el demonio, el chivo expiatorio de los militares, que obviamente tuvieron un
rol principal y el rol más criminal, que es el exterminio de miles de personas.
Pero hay como una especie de trampa en esta cuestión de los militares, y esto
lo vemos en los juicios contra civiles.
–Claro,
prácticamente no hay civiles condenados.
–Exacto. La complicidad empresaria fue enorme, y éstos son los no
tocados. Están los torturadores juzgados, que está muy bien, es un proceso
único en Latinoamérica y en el mundo. Pero en los juicios no se ve a ninguno de
los empresarios, a ninguno del poder civil, es llamativo. Ni Blaquier, ni
Massot, pasaron un día solo en prisión, por más que tuvieron que soportar
imputaciones y procesos que no llegaron a nada. Uno podría preguntarse quiénes
son los ganadores de la dictadura militar. No son ni los Videla ni los Massera,
que han sido repudiados por toda la sociedad argentina, o gran parte de la
sociedad. Los grandes ganadores son los grandes empresarios vinculados al
sector financiero y a la patria contratista argentina, que han hecho crecer
enormemente su capital y el patrimonio de sus empresas. El grupo Macri es un
emblema de los grupos que se han beneficiado con la dictadura, que se han
beneficiado en los noventa y hoy (Mauricio Macri) puede ser presidente. Un
general de la dictadura no podría ser presidente por votos en la Argentina, por
suerte hay un límite social importante en repudio a los actores directos. Pero los actores
económicos invisibilizados gozan de una impunidad muy grande.
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