¿DE QUÉ SE TRATA LA CRISIS BRASILEÑA?
La derecha fue derrotada
sucesivamente cuatro veces seguidas, tiene todas las posibilidades de seguir
perdiendo frente a la candidatura de Lula, y por eso resolvió abandonar la
disputa electoral y buscar un atajo para volver al gobierno. De eso trata la
crisis brasileña, de un golpe blando, que trata de reimplantar el programa
neoliberal derrotado siempre por los brasileños. El primer intento, a los pocos
días de la nueva derrota electoral, en 2014, fue el recuento de los votos, que
no les resultó. Enseguida vinieron las acusaciones de corrupción, y lo cierto
es que ninguna de ellas tenía algún fundamento. El mismo Lula sigue viviendo en
el mismo departamento en la periferia de San Pablo donde vivía antes de ser el
presidente más exitoso de la historia del país; no posee ninguna otra
propiedad.
En ese momento la derecha
pasó a intentar el impeachment, (Juicio Político) sin que existiera nada que probara un
crimen de responsabilidad. Simplemente se valen de un Congreso elegido con el
poder del dinero, dado que por primera vez todo el gran empresariado estuvo en
contra de la elección de un presidente en Brasil. El más corrupto de los
políticos brasileños, Eduardo Cunha, se valió de eso para elegir una enorme
bancada de parlamentarios conservadores, que todo el país ha podido retratar en
poco tiempo no sin cierta vergüenza. No existe argumento jurídico, es una
decisión política de sacar a una presidenta. Ahora se preparan para gobernar,
aunque Michel Temer se dice interino. Pero el economista neoliberal y banquero
Henrique Meirelles ya anuncia medidas como la reducción del presupuesto en
educación, medidas en contra de los derechos de los trabajadores, un durísimo
ajuste fiscal, mientras que se anuncia que solo un 5% de los que reciben la
Bolsa Família lo seguirían haciendo, lo cual significa quitar ese apoyo a 40
millones de brasileños.
La conciencia de que la
democracia es el marco que ha posibilitado la conquista de tantos derechos y de
que su ruptura será un proceso en contra de esos derechos, ha generado la
oleada de manifestaciones populares más grande en la historia de Brasil.
Movilizaciones que integraron a jóvenes, mujeres, hinchas de fútbol, artistas,
intelectuales, movimientos sociales, sindicatos, los sin tierra, los sin techo,
juristas, y amplios sectores de la opinión pública y de la sociedad brasileña.
Al mismo tiempo, cuenta con una condena internacional unánime, de los medios a
las organizaciones, de la ONU a la CEPAL, de la OEA al MERCOSUR y a UNASUR y a CELAC. Frente a esa situación, crece
enormemente la reivindicación de nuevas elecciones, apoyada incluso por
sectores favorables al impeachment, como el periódico Folha de Sao
Paulo y Marina Silva. Propuestas que no prosperan en el Congreso, pero que
puede finalmente concretarse por la vía del Senado a través de la convocatoria
de un plebiscito en el que se le pregunte al pueblo si quiere nuevas
elecciones.
Total, es un período de
disputa, que viene para largo en Brasil. A la derecha le interesa valerse de un
gobierno sin apoyo popular (Temer tiene el 1% del respaldo en las encuestas,
lideradas por Lula) y sin legitimidad, para pasar un paquete de revancha
social, similar al de Mauricio Macri en Argentina. Y buscar algún pretexto para
intentar sacar a Lula de la vida política, porque todo lo que hagan allanará
todavía más su camino. Para la izquierda se trata, todavía, de impedir que se
concrete el golpe y, en caso de que se dé, pelear por nuevas elecciones
inmediatas, alternativa que tiene un apoyo ampliamente mayoritario de la
población. En cualquier caso, la inestabilidad aumenta y no disminuye con el
proceso de impeachment, de modo que Brasil saldrá de la crisis como un
país diferente. Emir Sader, Público.es.- Domingo 8 de mayo del 2016.
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SORPRENDENTE GIRO
EN BRASIL:
ANULAN IMPEACHMENT
CONTRA DILMA ROUSSEFF.
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El presidente interino de
la Cámara de Diputados, Waldir Maranhão, anuló este lunes el proceso de
'impeachment' (juicio político) lanzado contra la presidenta brasileña, Dilma
Rousseff, en el Congreso. Según ha podido saber el diario local Folha de Sao
Paulo, Maranhão sostiene que la votación llevada a cabo en la
Cámara Baja para impulsar el 'impeachment' sobrepasó los límites de la denuncia
contra Rousseff por un "crimen de responsabilidad". El delito que se
le imputa a Rousseff es aumentar el gasto público en plena campaña para la
reelección en 2014 sin recabar antes la autorización del Congreso, lo que se
conoce popularmente como 'pedaladas fiscales'. Según una auditoría realizada en
octubre por el Tribunal de Cuentas (TCU), existen varias irregularidades
contables en los presupuestos de 2014 por valor de 40.000 millones de reales
(1.728 millones de euros). Por esta razón, este tribunal ha rechazado las
cuentas del Ejecutivo de 2014, alegando que estaban maquilladas. Solo hay un
precedente como ese, que se remonta a 1937. Además, había indicios de pedaladas
también en las cuentas públicas de 2015.
Sin embargo, para Maranhão
el debate en la cámara baja se centró en la presunta implicación de Rousseff en
el escándalo de corrupción en Petrobras, cuestión que no está comprendida en la
denuncia del 'impeachment'. El presidente interino indicó que aceptó una
demanda de la Abogacía General del Estado, que defiende a Rousseff y exigió la
"nulidad" de la sesión del pasado 17 de abril, en que 367 de los 513
diputados aceptaron las denuncias contra la mandataria y dieron lugar al
trámite. Maranhão llegó al cargo la semana pasada, después de
que el Tribunal Supremo decidiera cesar a Eduardo Cunha -impulsor del juicio
político contra la Presidenta- por usar la Cámara de Diputados en beneficio
propio. Maranhão explicó que uno de los "vicios" detectados en esa
sesión consistió en que los partidos políticos representados en la Cámara Baja
orientaron el voto de sus diputados, lo que no tendría que haber ocurrido en
una decisión de esa naturaleza. "Los partidos políticos no podían orientar
una cuestión para que sus parlamentarios votasen de un modo u otro, toda vez
que debían hacerlo de acuerdo a sus convicciones personales y libremente",
aseguró. También informó que ha pedido al Senado que devuelva el proceso a esa
instancia, pese a que la Cámara Alta se apresta para celebrar la votación
definitiva sobre la posible apertura de un juicio político a Rousseff. La
intención de Maranhao es que la votación en la Cámara Baja se repita, lo que
pudiera ocurrir cinco días después de que el Senado devuelva el proceso, según
explicó en una nota oficial.
El Gobierno y la Abogacía
General del Estado han alegado que el proceso para la posible destitución de
Rousseff comenzó por una supuesta "venganza" de Cunha, salpicado por
la corrupción en la empresa estatal Petrobras. La decisión de Maranhão, la
primera que adopta desde que reemplazó a Cunha la semana pasada, ha dejado en
el limbo la votación que debería celebrar el Senado, que estaba previsto que
comenzara el próximo miércoles. Si el pleno del Senado votase y, por mayoría
simple de sus 81 miembros, se inclinase por la apertura del proceso, Rousseff
sería separada del cargo durante los 180 días que puede durar el juicio y durante
ese período sería reemplazada por el vicepresidente Michel Temer, también
enemistado con Rousseff, quien completaría el mandato que vence el 1 de enero
de 2019. La propia Rouseff pidió "cautela" ante la decisión, pues
todavía desconoce "las consecuencias" que eso pudiera tener. "Sé
que un recurso [contra el proceso] fue aceptado", y "no puedo fingir
que no estoy sabiendo", declaró la gobernante en un acto con cientos de
estudiantes y profesores, a los que pidió "cautela", porque
"vivimos una coyuntura de mañas y artimañas". Rousseff apuntó que,
aún sin saber las consecuencias legales de esa decisión, "es necesario
continuar percibiendo lo que está en curso", que volvió a definir como un
"golpe contra la democracia", contra su mandato y contra los programas
sociales de su Gobierno.
UN
GOLPE BLANDO.
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Emir Sader.
Página /12 lunes 9 de mayo del
2016.
La derecha
fue derrotada sucesivamente cuatro veces seguidas, tiene todas las
posibilidades de seguir perdiendo frente a la candidatura de Lula, y por eso
resolvió abandonar la disputa electoral y buscar un atajo para volver al
gobierno. De eso se trata la crisis brasileña, de un golpe blando, que trata de
reimplantar el programa neoliberal derrotado siempre por los brasileños.
El primer
intento, a los pocos días de la nueva derrota electoral, en 2014, fue el
recuento de los votos, que no les resultó. Enseguida vinieron las acusaciones
de corrupción, siendo que ninguna de ellas tuvo fundamento. El mismo Lula sigue
viviendo en el mismo departamento en la periferia de San Pablo donde vivía
antes de ser el presidente más exitoso de la historia del país; no posee
ninguna otra propiedad.
En ese
momento la derecha pasó a intentar el impeachment, sin que existiera nada que
probara un crimen de responsabilidad. Simplemente se valen de un Congreso
elegido con el poder del dinero, dado que por primera vez todo el gran empresariado
estuvo en contra de la elección de un presidente en Brasil. El más corrupto de
los políticos brasileños, Eduardo Cunha, se valió de eso para elegir una enorme
bancada de parlamentarios conservadores, a los que el país vio avergonzado
quiénes son. No existe argumento jurídico, es una decisión política de sacar a
una presidenta.
Ahora se
preparan para gobernar, aunque Michel Temer se dice interino. Pero el
economista neoliberal y banquero Henrique Meirelles ya anuncia medidas como la
reducción del presupuesto en educación, medidas en contra de los derechos de
los trabajadores, un durísimo ajuste fiscal, mientras que se anuncia que solo
un 5 por ciento de los que reciben el bolsa familia lo seguirían haciendo, lo
cual significa quitar ese apoyo a 40 millones de brasileños.
La
conciencia de que la democracia es el marco que ha posibilitado la conquista de
tantos derechos y de que su ruptura será un proceso en contra de esos derechos,
ha generado la ola de manifestaciones populares más grande en la historia de
Brasil. Que integró a los protestas a los jóvenes, a las mujeres, a los hinchas
de fútbol, a los movimientos hiphop de los negros de las periferias de las
grandes ciudades, a artistas, a intelectuales, a todos los movimientos
sociales, de los sindicatos a los sin tierra, pasando por los sin techo, a
juristas, a todo lo más expresivo de la opinión publica y de la sociedad
brasileña. Al mismo tiempo, cuenta con una codena internacional unánime, de los
medios a las organizaciones, de la ONU a la Cepal, de la OEA al Mercosur y a
Unasur y a Celac.
Frente a esa
situación, crece enormemente la reivindicación de nuevas elecciones, apoyada
incluso por sectores favorables al impeachment, como el periódico Folha de Sao
Paulo y Marina Silva. Propuestas que se chocará con el mismo Congreso, pero que
puede concretarse por otra vía: por la convocatoria por el Senado de un
plebiscito en el que se le pregunte al pueblo si quiere nuevas elecciones.
Total, es un
período de disputa, que viene para largo en Brasil. A la derecha le interesa
valerse de un gobierno sin apoyo popular (Temer tiene el 1 por ciento de
preferencias en las encuestas, lideradas por Lula) y sin legitimidad, para
pasar un paquete de revancha social, similar al de Mauricio Macri en Argentina.
Y buscar algún pretexto para intentar sacar a Lula de la vida política, porque
todo lo que hagan allanará todavía más el camino para Lula.
Para la izquierda se trata, todavía, de impedir que se concrete el golpe
y, en caso de que se dé, pelear por nuevas elecciones inmediatas, alternativa
que tiene un apoyo ampliamente mayoritario de la población. En cualquier caso,
la inestabilidad aumenta y no disminuye con el proceso de impeachment y Brasil
saldrá un país distinto de la crisis.
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