LA ONU ALERTA
SOBRE VIOLENCIA POLICIAL.- El Comité
Contra la Tortura (CAT) de las Naciones Unidas comunicó ayer a Francia su preocupación por la
violencia policial en las manifestaciones de estos últimos tres meses contra la
reforma laboral que impulsa el gobierno socialista galo. “El Comité está preocupado por las alegaciones e imágenes que
testimonian el uso excesivo de las fuerza por parte de policías y gendarmes, en
algunos casos llevando a heridas graves o muertes”, denunció el CAT en un comunicado. En una serie de
observaciones publicadas ayer en su sitio web, el organismo dependiente de la ONU, criticó el accionar de las fuerzas
del orden francesas en los últimos meses y recordó la muerte del militante ecologista Rémi Fraisse en octubre de 2014 en
el suroeste de Francia cuando recibió el impacto de una granada lacrimógena en
su rostro disparada por un policía antidisturbios a pocos metros de distancia.
Asimismo, el organismo deploró los obstáculos encontrados por las victimas para
denunciar la violencia policial, la ausencia de estadísticas al respecto, la
falta de información detallada sobre las condenas a policías, la represión en
campos de refugiados y la debilidad de las sanciones que reciben los efectivos,
según reportó el diario francés Libération.
El CAT, compuesto por una decena de
expertos independientes, tiene como función controlar la aplicación de la
Convención internacional contra la tortura, otras penas y otros tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Por eso, llamó a Francia a reforzar la lucha contra el
uso excesivo de la fuerza en la policía y la gendarmeria. Cada cuatro años, los
Estados que ratificaron el texto deben presentar un informe que es evaluado por
el CAT. Otro motivo de preocupación
para el CAT es la prolongación del
Estado de emergencia (equivalente en Argentina al Estado de sitio), instaurado
luego de los atentados extremistas del 13
de noviembre último en París (13-N). El Comité exigió a Francia que proteja
a las comunidades más afectadas por la violencia social y el racismo, como los
gitanos, refugiados, musulmanes y judíos, y solicitó que colabore y acelere la
investigación en
torno a las denuncias de abusos sexuales cometidos por las tropas francesas en
misión de paz en República Centroafricana
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Francia, Presidente Hollande, "Socialista" - no creo que continúe, aunque se inventó la estupidez más venenosa del mundo "socialismo neoliberal", Increíble, pero cierto La ONU - que muy pocas veces lo hacen llamar la atención sobre la violencia policial. Un país del "primer mundo" como si fuera una las dictaduras del tercer mundo.
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FRANCIA: REBELIÓN SINDICAL POR LA
REFORMA LABORAL.
Hollande defiende la Reforma aprobada por
decreto, pero siete de cada diez franceses la rechazan.
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Siete
sindicatos franceses insistieron en multiplicar la rebelión contra esta reforma
que cambia la relación de fuerzas al dejar la negociación en manos de las
empresas y no de los acuerdos pactados sector por sector.
Eduardo Febbro
Desde
París Página /12 domingo 29 de mayo del 2016.
El Ejecutivo francés y
los sindicatos se han instalado en el surco de un conflicto de largo aliento en
torno a la ley que reforma varios puntos esenciales de la regulación laboral.
Siete sindicatos franceses insistieron en multiplicar la rebelión contra esta
reforma que cambia la relación de fuerzas al dejar la negociación en manos de
las empresas y no de los acuerdos pactados sector por sector. A su vez, el
primer ministro francés, Manuel Valls,
dijo al diario Le Parisien que no se cambiaría el artículo número dos de la
ley, es decir, el más controvertido. Valls reiteró que habría cambios pero no
se iban a substituir los aspectos “fundamentales” como “el artículo dos que apunta a descentralizar el diálogo social”. La
retórica intransigente de los dos actores de esta crisis deja a uno de ellos,
el gobierno, en una posición de fragilidad.
François Hollande no puede retroceder y,
al mismo tiempo, si mantiene el rumbo no hará sino acrecentar la debilidad de
un presidente que apenas cuenta con un respaldo del 15% y de una mayoría
parlamentaria socialista fracturada por la orientación social liberal de las
políticas gubernamentales. François Hollande también defendió los cambios en la
ley laboral, a los que juzgó “como una buena reforma” y advirtió así mismo que podría
haber variaciones cuando el texto ingrese en el senado y luego nuevamente en la
Asamblea Nacional y no bajo la presión del “ultimátum”.
La opinión pública no lo entiende así
porque siete de cada diez franceses la rechazan. Las declaraciones del jefe del
Estado son puramente formales ya que esta ley fue aprobada mediante un decreto
a fin de evitar todo debate en la Asamblea, donde un grupo consistente de
diputados socialistas la impugnaba tajantemente. El gobierno evitó entonces el
debate democrático entre los diputados y ahora invoca el dialogo para
descalificar a los huelguistas y los sindicatos. Sin embargo, el tiempo y las
acciones sindicales juegan en contra del Ejecutivo. El texto sobre la reforma
laboral regresa a la Asamblea para una segunda lectura a principios de julio y
ello le deja a los sindicatos un plazo muy fructuoso para desplegar las
protestas.
Rebelión sindical contra la Ley de Reforma Laboral
Presidente Hollande expresa "No se oye padre". Su final como político
sin duda alguna irá a engrosar las filas de los políticos neoliberales.
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Simultáneamente, los
diputados socialistas que, desde el principio, rechazaron la reforma continúan
presionando a la presidencia. En un texto firmado por unos 50 miembros de la
actual mayoría y dirigido a François
Hollande, los parlamentarios escriben que
“aún queda tiempo para abandonar esas reformas que
preocupan legítimamente y dividen inútilmente a la izquierda, que introducen la
flexibilidad y tornan inseguros al conjunto de nuestros ciudadanos, es hora
entonces de afirmar decisiones en materia de empleo y de código laboral para
las cuales, en Francia, existe un Parlamento y una mayoría de izquierda”.
Pero Manuel Valls y el
presidente pasaron por encima de esa “mayoría
de izquierda”. Respetaron antes que las voluntades populares que los
llevaron al poder las directivas liberales de la Unión Europea y cuando se
enfrentaron a las quejas de sus propios parlamentarios los apartaron con un
decreto. Hollande deploró hace unos días que los bloqueos hayan sido decididos
por “una minoría”, a lo cual, el líder
de la CGT, Philippe Martínez, le respondió con razón que el “gobierno ya no
cuenta con una mayoría”.
Las autoridades intentan
este fin de semana resolver el rompecabezas estratégico que le plantea los
paros en los sectores del transporte y el suministro de combustible. El
conflicto se ha incrustado en una agenda de plazos amplios. Los siete
sindicatos convocaron para el 14 de junio a una jornada “de potente movilización nacional”. Sería la novena
protesta global que acarrea esta reforma que al mismo tiempo que ha debilitado
y desenmascarado a un poder que toca lo que la misma derecha no se animó a
trastocar también restauró la menguante influencia sindical. Las centrales
sindicales se disponen así mismo a organizar “un voto ciudadano”, o sea, una consulta nacional sobre esta ley
cuyos resultados se darán a conocer en vísperas de las movilizaciones del 14 de
junio.
El patronato francés
perdió bastante de la decencia y del respeto que los valores de la República
inculcan a los ciudadanos. Exasperado por las trabas en la distribución de
combustible, el jefe del Medef, el círculo del patronato francés, Pierre
Gattaz, calificó las huelgas como “métodos
de voyous (delincuentes), métodos de irresponsables”.
La lógica implacable de la retórica liberal se
extiende desde el Ejecutivo a la dirigencia empresarial: toda protesta social,
todo reclamo, toda huelga, es más o menos un delito y sus instigadores
chantajistas y delincuentes.
Si bien el fin de semana
el suministro de combustible mejoró en varias regiones, seis de las ocho
refinerías de Francia están paradas, aún hay depósitos de carburante bloqueados
y una quinta parte de las 11.000 estaciones de servicio del país atraviesan
serias carencias. Luego de que el Primer Ministro recibiera al conjunto de los
actores de la industria petrolera, el Secretario de Estado para el transporte,
Alain Vidalies, aseguró que “la situación está mejorando”.
La
historia política ha querido que las dos figuras de la crisis, Manuel Valls, y
el Secretario General de la CGT, Philippe Martínez, sean de origen español y
descendientes de los trastornos que provocó el franquismo y la Guerra Civil
Española. Están ahora en campos opuestos, con agendas distintas y con un actor
que, al final de cuentas, decidirá el destino de la ley, de la fuerza sindical
y las orientaciones políticas futuras:la opinión pública. El Ejecutivo llevó la
crisis a una situación tan paradójica que termina perdiendo en todos los
frentes, sea porque modifica profundamente el polémico artículo dos de la
reforma laboral, sea porque lo mantiene. Brice Teinturier, Director General de
la encuestadora Ipsos, recordaba en las páginas del vespertino Le Monde los fallos didácticos que
cometió el poder cuando empezó a defender el texto:
”el presidente se encontró como un remolcado en una
dinámica que fue activada mucho más por los sindicatos que cuestionan el
proyecto que por aquellos que lo defienden”.
La
mayoría de los analistas ve una derrota política ineluctable, cualquiera sea la
posición de Hollande. El director de Ipsos comentó al respecto que buscar
“volver a darle valor a la reforma laboral es una batalla perdida”. La opinión
pública le achaca al gobierno no sólo los términos de la reforma, sino, también, su
incapacidad para prever y evitar el conflicto con los sindicatos.
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