FRANCISCO MOSTAJO.- AREQUIPA. 1906. EL 1 DE MAYO ROJO Y SOCIALISTA. Homenaje al Día Internacional de los
trabajadores del mundo. “… bien hacéis, pues en celebrar su apoteosis, bien
hacéis en unir vuestros corazones para levantarle un himno cuyas notas
infinitas renueven por todos los ámbitos del globo. Acabáis de pasear, en medio de júbilo indescriptible, por las
calles de una ciudad que hasta ayer tuvo la caperuza del fanatismo, acabáis de
pasear los símbolos del trabajo, las herramientas y
el obrero y sobre las herramientas y el obrero la Bandera Roja, ese sublime trapo que
tiene el color de la sangre y el fuego de la rebeldía y el odio del rubor y de
la cólera. Hermosa procesión laica ha
sido, con hermosura de que carecen otras procesiones teatrales; al verla
discurrir como un torrente de entusiasmo, las vivas se me antojaban hurras
lanzadas por una humanidad mejor, que hubiese llegado a la meta de sus
aspiraciones y la luz de las antorchas me parecía el resplandor de la aurora de
esta humanidad futura..... ¡ Oh Roja Bandera, yo te saludo con fe inmensa en el pecho
y ojala al izarte hoy manos callosas del obrero le hayas comunicado tu
vibración eléctrica que conmueve al orbe ¡ ¡ Oh Roja Bandera que tienes el simbolismo de los
grandes juramentos, el ondear de las llamaradas terribles y hasta los crujidos
del huracán, yo te saludo”. ¡Oh Roja Bandera, yo te saludo con fe inmensa en el pecho y ojala al izarte hoy manos callosas del
obrero le hayas comunicado tu vibración eléctrica que conmueve al orbe ¡ ¡ Oh Roja Bandera que tienes el simbolismo de los grandes juramentos,
el ondear de las llamaradas terribles y hasta los crujidos del huracán, yo te
saludo .. ” !!
Dr. Francisco Mostajo 1 de Mayo de 1906.
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EL 1° DE MAYO Y EL FRENTE ÚNICO.
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Escrito: 1924.
Primera edición: El Obrero Textíl, vol. V, No.
59, Lima, mayo 1, 1924.
Fuente: José Carlos Mariátegui, La organización del proletariado.
Fuente: José Carlos Mariátegui, La organización del proletariado.
Preparado para el Internet: Marxists
Internet Archive, 2000.
El 1° de Mayo es, en todo el mundo, un día de
unidad del proletariado revolucionario, una
fecha que reúne en un inmenso
frente único internacional a todos los trabajadores organizados. En esta fecha
resuenan, unánimemente obedecidas y acatadas, las palabras de Carlos Marx:
"Proletarios de todos los países, uníos". En esta fecha caen
espontáneamente todas las barreras que diferencian y separan en varios grupos y
varias escuelas a la vanguardia proletaria.
El 1° de Mayo no pertenece a una Internacional es
la fecha de todas las Internacionales. Socialistas, comunistas y libertarios de
todos los matices se confunden y se mezclan hoy en un solo ejército que marcha
hacia la lucha final.
Esta
fecha, en suma, es una afirmación y una instalación de que el frente único
proletario es posible y es practicable y de que
a su realización no se opone ningún interés, ninguna exigencia del
presente.
A muchas meditaciones invita esta fecha
internacional. Pero para los trabajadores peruanos las más actual, la más
oportuna es la que concierne a la necesidad y a la posibilidad del frente único. Últimamente
se han producido algunos intentos secesionistas.
Y urge
entenderse, urge
concretarse para impedir que estos intentos prosperen, evitando que socaven y
que minen la naciente vanguardia proletaria del Perú.
Mi actitud, desde mi incorporación en esta
vanguardia, ha sido siempre la de un fautor convencido, la de un propagandista
fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo declarado en una de las
conferencias iniciales de mi curso de historia de la crisis mundial. Respondiendo
a los primeros gestos de resistencia y de aprensión de algunos antiguos y
hieráticos libertarios, más preocupados de la rigidez del dogma que de la
eficacia y la fecundidad de la acción, dije entonces desde
la tribuna de la Universidad Popular: "Somos todavía pocos para
dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos."
Posteriormente he repetido estas o análoga palabras. Y no me cansaré de reiterarlas.
El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado,
para que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que llegue la hora,
inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar mucha obra común,
mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos
toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del
proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase.
Esta faena pertenece por igual a socialistas y sindicalistas, a comunistas y
libertarios. Todos tenemos el deber de sembrar gérmenes de renovación y de
difundir ideas clasistas. Todos tenemos el deber de alejar al proletariado de
las asambleas amarillas y de las falsas "instituciones
representativas". Todos tenemos el deber de luchar contra los ataques y
las represiones reaccionarias. Todos tenemos el deber de defender la tribuna, la
prensa y la organización proletaria. Todos tenemos el deber de sostener las
reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena. En el cumplimiento
de estos deberes históricos, de estos deberes elementales, se encontrarán y
juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea nuestra meta última.
El frente
Único no
anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo componen.
No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina
única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa del frente Único
considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda abstracción y de toda utopía.
Preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico.
Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su
propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben
sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la
misma voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar un frente
único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una
necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la
posición que cada uno ocupa en la vanguardia, la variedad de tendencias y la
diversidad de matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana
que se llama el proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por
el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso revolucionario. Lo que
importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad
concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente en ex confesiones y excomuniones reciprocas. Que no
alejen a las masas de la revolución con el espectáculo de las querellas
dogmáticas de sus predicadores. Que no empleen sus armas
ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino en combatir el orden
social sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.
Tratemos de sentir cordialmente el lazo histórico
que nos une a todos los hombres de la vanguardia, a todos los fautores de la
renovación. Los ejemplos que a diario nos vienen de fuera son innumerables y
magníficos. El más reciente y emocionante de estos ejemplos es el de Germaine
Berthon. Germaine Berthon, anarquista, disparó certeramente su revólver contra
un organizador y conductor del terror blanco por vengar el asesinato del
socialista Jean Jaurés. Los espíritus nobles, elevados y sinceros de la
revolución, perciben y respetan,
así, por encima de toda barrera teórica, la solidaridad histórica de sus esfuerzos y
de sus obras. Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y sin alas, a
las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e inmovilizar la vida en una
fórmula rígida, el privilegio de la
incomprensión y del egoísmo sectario.
El frente único proletario, por fortuna, es entre
nosotros una decisión y un anhelo evidente del proletariado. Las masas reclaman
la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva,
disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz
optimista, cordial, juvenil y fecunda de los afirman y de los que creen.
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