Presidente Hollande, tome las
medicinas de su propia traición; la traición a un Pueblo a una Nación se paga muy caro, pero
la TRAICIÓN a una Ideología, a una
Política, a un Partido Político a una Ciudadanía que lo llevó a la Presidencia
se paga con la Renuncia y es expulsado al basurero de la Historia. Usted se ha encargado de sepultar en forma
definitiva al Partido Socialista que con el esfuerzo de sus militantes y la
ciudadanía en general lo llevó a la Presidencia con un Programa de Gobierno anti-austeridad – quiere
decir, anti-neoliberal – pero como usted y algunos Mandatarios al llegar al
gobierno se creen y consideran predestinados, ángeles salvadores, y al final
representan el fracaso más estrepitoso de la historia política de un país.
Usted llevó un Programa de Gobierno contrario a las políticas de la sra Ángela Merkel, la Canciller de Alemania
y al final como fue el desenlace, usted como “manso corderito” cayó de
rodillas ante el poder neoliberal de la mandataria alemana.
Usted como otros Presidentes
traidores a una causa política, a un pueblo que confió en ustedes, muchos de ellos aquí
en América Latina – traicionaron descaradamente
– a sus programas de gobierno y se sometieron a los intereses del viejo neoliberalismo
salvaje, cruel e inhumano e impusieron por la violencia políticas como la Reforma Laboral – la salvaje flexibilización
laboral – que destruye totalmente los derechos sociales-laborales de los
trabajadores y en forma definitiva los conduce al infierno de la
explotación y ser los esclavos asalariados
del siglo XXI. Hoy millones en tiempos de la globalización neoliberal, ubicados principalmente en los países donde
se desplazaron miles de miles de empresas de Occidente – la llamada Deslocalización
Empresarial – en el sudeste asiático, centro América y el Caribe – las Maquilas – donde millones de jóvenes
trabajan sin descanso jornadas de trabajo incansables para el ser humano y sin derechos
sociales. Laborales. Qué triste final para un
hombre otrora Socialista, ser
el liquidador de los derechos de millones de trabajadores franceses otrora símbolos de lucha
y ejemplo en la vigencia de sus derechos sociales para toda la humanidad.
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Protestas masivas de todas las Centrales Sindicales, más la juventud francesa, ponen en jaque la prepotencia neoliberal del Presidente francés Hollande y su reforma laboral, de contenido total y absolutamente al servicio del neoliberalismo y las corporaciones transnacionales.
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FRANCIA: LA OLA DE PROTESTAS PONE
EN JAQUE A HOLLANDE.
El repudio en las calles a la Reforma
Laboral, desembocó en una crisis mayor.
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La
huelga en las refinerías y las trabas a la distribución de combustible obligó
al Estado a utilizar sus reservas estratégicas al tiempo que, de forma
inesperada, la CGT lanzó un amplio movimiento de huelga en las centrales
nucleares.
Eduardo Febbro
Página/12 En Francia
Desde
París jueves 26 de mayo del 2016.
Las protestas contra la
reforma de la ley laboral desembocaron en Francia en una crisis mayor que
supera en mucho las manifestaciones que se vienen llevando a cabo desde el
pasado 31 de marzo e, incluso, el nacimiento del movimiento de ocupación de las
plazas NuitDebout. La huelga en las refinerías y las trabas a la distribución
de combustible obligó al Estado a utilizar sus reservas estratégicas al tiempo
que, de manera inesperada, la CGT lanzó un amplio movimiento de huelga en las
centrales nucleares. Según Alain Vidalies, Secretario de Estado para los
transportes, poco más de 20% de las estaciones de servicio de Francia tienen
dificultades para abastecerse. Además de la distribución de carburante y la
energía nuclear, los ferrocarriles, la aviación civil, el personal portuario y
los conductores de camiones se sumarán en los próximos días a esta ola de
huelgas convocada principalmente por la CGT y a la cual se han asociado otros
sindicatos potentes.
La trama de la
impugnación de la reforma de una ley que modifica algunos puntos hasta ahora
intocables del mundo laboral se complicó cuando la misma CGT anunció que al
menos 16 centrales nucleares de las 19 que hay en Francia habían votado a favor
de una huelga que comenzará hoy 26 de mayo. La central sindical llamó a un
movimiento de acción “lo más fuerte posible”.
Desde el pasado martes
ya se advirtieron focos de paro en varias centrales que dejaron sin luz a tres
zonas del país. El primer ministro francés, Manuel Valls, denunció en la
Asamblea Nacional estos llamados a la huelga como “chantajes” y dijo que no era
la CGT quien “establece las leyes en Francia”. Gobierno y sindicatos juegan en
este conflicto su propia partida. Con la reforma de la ley laboral, el
Ejecutivo zanja el antagonismo entre las dos izquierdas que acompañó todo el
mandato del socialista François Hollande. Entre la llamada izquierda social y
la izquierda reformista liberal, el jefe del Estado y su primer ministro
optaron por la segunda. A su vez, los sindicatos, en plena crisis de representatividad
y con un pasivo de militantes cada vez más elocuente, se meten en la pelea para
demostrar que siguen vivos y con un fuerte poder de movilización.
Como lo resalta en un
editorial el semanario de centro izquierda Le Nouvel Observateur, “la tasa de
adhesión sindical en Francia es una de las más débiles de Europa y el patronato
local sigue siendo sin dudas uno de los más arcaicos”. El Ejecutivo navega
entre la debilidad de ambos y inserta su reforma en ese contexto. El mundo
sindical percibe sin embargo una oportunidad de llevar la bandera opositora
detrás de la cual buena parte de la sociedad cierra filas. Un sondeo realizado
por la consultora Elabe indica que 69 por ciento de los franceses se pronuncia
por un retiro de la reforma laboral para evitar así “un bloqueo de todo el
país”. La misma encuesta aporta además un dato que los sindicatos han leído con
mucha atención:59% de los franceses designan a François Hollande y a Manuel
Valls como “los principales responsables de las tensiones” debido a que “rehúsan
introducir nueva modificaciones al proyecto de ley”. Esta, sin embargo, ya fue
aprobada de forma expeditiva por el jefe del Ejecutivo. Valls recurrió al
artículo 49.3 que le permite hacer pasar una ley por decreto, es decir, sin
debate parlamentario. La división en el seno de los Diputados socialistas es
tal que era muy probable que la reforma de la ley no obtuviera la mayoría. De
ser haber sido así, el gobierno hubiese quedado en minoría. Valls evitó la
caída pero no acalló las discordias que, cuando falta un año para las
elecciones presidenciales de 2017, han desfigurado a la izquierda francesa.
Entre reformistas que se autocalifican de modernos y socialistas tratados por
los primeros de vivir en un museo del pasado, las relaciones se han empañado.
Ahora, el conflicto ha
pasado a mayores. La CGT y el otro sindicato importante que respalda las
huelgas, Fuerza Obrera, afirman al unísono que no tienen la más mínima
intención de “detener” el movimiento. En cuanto a Philippe Martinez, el
secretario general de la CGT, éste promete que “irán hasta el final, y sin
límites”, es decir, hasta que el Ejecutivo retire o modifique substancialmente
la reforma laboral.
Lo
cierto es que la nueva batalla entre el gobierno y los sindicatos empieza a
amenazar a los sectores claves de la economía. Dos terceras partes de las poco
más de 12.000 estaciones de servicio con que cuenta el país atraviesa serios
problemas de suministro. El hecho de que la CGT haya logrado implicar en las
protestas al personal de las centrales nucleares es tanto más decisivo cuanto
que la energía nuclear cubre el 75% de las necesidades eléctricas de Francia.
De las 12.000 estaciones de servicio, 4.000 han visto su aprovisionamiento
perturbado y han decidido limitar la venta de combustible a 20 litros por
vehículo. Hay que remontar a la reforma del sistema de jubilaciones de Francia
decidida por el entonces presidente Nicolas Sarkozy (2207-2012) para encontrar
una crisis semejante y, sobre todo, el hecho de que se hayan tenido que tocar
las reservas estratégicas del país para cubrir las necesidades vitales. Tal y
como lo hubiese hecho la derecha, Valls calificó de “ilegales” las trabas a la
distribución de combustible y los paros en las refinerías. El primer ministro
advirtió que el Estado actuaría con “firmeza” para estabilizar la situación. El
anuncio y las medidas de fuerzas decididas para levantar las barreras en cerca
de 19 refinerías y depósitos han tenido el efecto contrario. La respuesta
sindical fue una insurrección aún mayor, con más problemas en la distribución.
El cuadro llegó a tal extremo que las distintas patronales de Francia se
dirigieron al gobierno advirtiéndole que se está llegando a un extremo
inadmisible y que ya hay varias fábricas que, por falta de combustible, están
“viendo su existencia amenazada”. La confrontación social ingresó en una zona
muy densa. Ante un gobierno que repite que no cambiará la ley, la acción
sindical hizo pasar el antagonismo desde la calle, o sea, las manifestaciones y las acciones
testimoniales, a golpear con fuerza el corazón de la economía.
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