UNASUR EN ALERTA
POLÍTICA. ¿ SE VIENEN OTROS ASALTOS AL PODER?.
Tras
la suspensión de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff (foto junto a Lula) y
frente a su posible destitución, el secretario general de la Unión de Naciones
Suramericanas (UNASUR), Ernesto
Samper, expresó ayer que la decisión del Senado avanza hacia una ruptura del
sistema democrático. Además, dijo que el organismo espera que la mandataria sea
juzgada de acuerdo a las garantías de un estado democrático.
“Si
se continúa en este proceso podríamos llegar a una ruptura que tendría que
llevar a analizar a los países la aplicación o no de la cláusula democrática”,
aseguró el ex gobernante colombiano en una rueda de prensa en la sede del
organismo, en las afueras de Quito. Esa cláusula fue aprobada por la UNASUR en 2010, para responder en forma
conjunta, o prevenir, intentos golpistas en la región, y contempla imponer
sanciones al miembro que rompa el orden demócratico. “No hemos recibido ninguna
solicitud para convocar una cumbre para examinar la situación política”,
manifestó Samper, y agregó que Rousseff sigue en su condición de presidenta
constitucional.
El
secretario general consideró que en el proceso contra la mandataria brasileña
no existen causas que comprometan su responsabilidad personal en algún delito.
Por ello, cree que estas resoluciones podrían trasladarse de manera peligrosa
en la región, ya que ningún presidente quedaría exento de ser encausado en el
Congreso de su país y llevado a la destitución. “Queremos solicitar que se
garantice el derecho a la defensa de Rousseff, ella tiene derecho al debido
proceso, a las pruebas, a la oposición a las mismas y a presentar de una manera
absolutamente discreta todas sus opiniones”, dijo Samper.
La
suspensión de Dilma por 180 días despertó más reacciones en países, dirigentes
y organismos de la región. En relación al Mercosur, formado por Brasil,
Uruguay, Argentina, Venezuela y Paraguay, no hubo ayer una unidad con respecto
a los comunicados emitidos por cada país. El canciller paraguayo, Eladio
Loizaga, dijo que su gobierno respeta las decisiones institucionales de Brasil
en relación al juicio político que enfrenta Rousseff. “Respetamos las
decisiones institucionales de la República Federativa de Brasil”, declaró
Loizaga. El canciller indicó que esa postura parte del principio respetado por
el gobierno paraguayo de la no intervención en los asuntos internos de otros
Estados.
En
cambio, el Gobierno de Venezuela convocó ayer a sus partidarios a concentrarse
en el centro de Caracas para manifestar su apoyo a la presidenta brasileña. La
actividad fue convocada a las pocas horas de que se conociera la decisión del
Senado de Brasil de dar luz verde al juicio político, y fue encabeza por el
presidente Nicolás Maduro.
Uruguay
remarcó que la crisis en el orden institucional brasileño impactará en forma
negativa sobre el comercio de Uruguay con Brasil, en la negociación que
mantienen el Mercosur y la Unión Europea (UE) para un acuerdo de libre
comercio. El canciller Rodolfo Nin Novoa aseguró que Uruguay no emitirá ningún
comunicado al gobierno que asume de forma interina. “Creo que algún efecto va a
tener pero, de cualquier manera, es como si me preguntaran si la situación de
inestabilidad política en España incide en el comercio con nosotros. La
estructura de la oferta no cambia y, por el contrario, creo que todos los
países vamos a tratar de mejorarla”, acotó.
De
los integrantes de UNASUR, Ecuador
abogó por la vigencia del orden constitucional. ``Ante la amenaza de una grave
alteración del orden constitucional, de profundas consecuencias para el
conjunto de la región, el Ecuador apela a la plena vigencia y preservación de
las instituciones democráticas y los valores que la sustentan’’, expresó su
cancillería. También mostró una profunda preocupación por la situación política
en Brasil y respaldó a Rousseff.
Por su lado, el gobierno de Colombia llamó a la preservación de la
estabilidad y la institucionalidad democrática en Brasil. ``En la actual
coyuntura, Colombia confía en la preservación de la institucionalidad
democrática y la estabilidad, fundamentos indispensables del estado de derecho,
asegura un comunicado de la cancillería de Colombia. ``La estabilidad de Brasil
es muy importante para toda la región por su influencia y liderazgo’’, resalta
el texto. Por último, Chile se manifestó preocupado por los acontecimientos de
los últimos tiempos en Brasil, y calificó de amiga a la presidenta Dilma
Rousseff. “La democracia brasileña es sólida y los propios brasileños sabrán
resolver sus desafíos internos. Chile reafirma su decidido respaldo al Estado
de Derecho, los procesos constitucionales y las instituciones democráticas en Brasil y en cada uno de
los países de América del Sur”.
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Dilma Rousseff salió del palacio y se dirigió a sus
simpatizantes en la Plaza de los Tres Poderes.
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BRASIL: DILMA
LUCHARÁ CONTRA LOS USURPADORES DEL PLANALTO.
Rousseff se despidió
provisoriamente del gobierno, luego de que el Senado aprobara la apertura del
Juicio Político.
*****
“Un
gobierno que nace de un golpe, de un impeachment, nace de una elección
indirecta”, dijo la mandataria brasileña que ayer debió tomar una licencia.
Horas después, Michel Temer asumía con aires de presidente institucional bajo
el lema “orden y progreso”.
Darío Pignotti
Desde Brasilia Página /12 viernes 13 de mayo del 2016.
Dos
Planaltos. En el lapso de 5 horas, entre las 12 y las 17 de ayer el palacio de
la presidencia brasileña estuvo ocupado por dos mandatarios: Dilma Rousseff
electa para ese cargo hace menos de dos años con 54,5 millones de votos y
Michel Temer, quien nunca se postuló para ser jefe de Estado. Y si lo hubiera
hecho seguramente nunca habría llegado al Planalto ya que la última vez que
midió su aprobación en el electorado conquistó 99.000 votos que le permitieron
llegar con lo justo a la cámara de diputados en 2006.
Junto
a su mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, idolatrado por la militancia
que no paró de abrazarlo, Dilma Rousseff se despidió provisoriamente del
Planalto luego de que el Senado aprobara la apertura del juicio político y en
una sesión de más de 21 horas finalizada a las 6.30 de la mañana de ayer. La
oposición obtuvo una victoria rotunda de 55 votos contra 22 para autorizar el
inicio del proceso, lo que no autoriza ser optimista respecto de cómo se
comportará esa misma cámara cuando tenga que decidir sobre la culpabilidad o
inocencia de la procesada.
Durante
el debate del senado el abogado general de la Unión, José Eduardo Cardozo,
alertó a los parlamentarios de que Brasil “puede convertirse en la mayor de las
república bananeras” si se perpetra un “golpe” a pesar de que se lo barnice con
apariencia institucional.
Dilma
estará de licencia por seis meses mientras se sustancia el proceso, período en
el cual se dedicará a su defensa ante el tribunal formado en la Cámara alta y
combatir junto a los movimientos sociales y el PT a la gestión encabezada por
su vicepresidente, y ahora presidente interino, Michel Temer.
“El
mayor riesgo que corre el país es el de ser dirigido por un gobierno de los sin
voto, un gobierno que no fue elegido por el voto directo de la población, un
gobierno que no tendrá legitimidad para proponer e implementar las soluciones
que requiere Brasil. Un gobierno que nace de un golpe, de un impeachment, nace
de una elección indirecta”.
“Estoy
orgullosa de ser la primera mujer elegida y de haber ejercido el mandato de
forma honesta, voy a luchar a través de todos los medios legales para ejercer
mi mandato hasta el fin, hasta el 31 de diciembre de 2018.”
Dilma
casi llora cuando dijo “estoy siendo juzgada injustamente”, antes de ser
desplazada por el gobierno excepcional de Temer. Algunos funcionarios no
ocultaban su desconsuelo. Era el caso de la secretaria de Estado Eleonora
Mennicucci que se ubicó junto a Rousseff en el acto de despedida. Rousseff y
Mennicucci son amigas desde que compartieron la misma celda del Presidio de
Tiradentes, en San Pablo, a comienzos de los años 70 cuando ambas fueron presas
por la dictadura a la que enfrentaron con las armas. Mennicucci es una antigua
defensora de la igualdad de género y el derecho al aborto, lo que le granjeó la
enemistad de la bancada evangélica que movió sus influencias para sacarla del
gabinete.
Desde
que comenzó la escalada destituyente contra Dilma, Mennicucci se convirtió en
uno de los enlaces con los movimientos sociales y especialmente con las
organizaciones feministas que esta semana movilizaron miles de activistas hacia
Brasilia para dar su respaldo a la primera mujer presidenta. Según la profesora
Mennicucci, su vieja amiga Rousseff es “víctima del machismo y preconcepto que
todavía son defectos muy arraigados en la sociedad patriarcal brasileña que no
consciente a una mujer ejerciendo el poder”.
Dilma
y Lula salieron del palacio luego de 13 años de administraciones petistas y se
dirigieron hacia la Plaza de los Tres Poderes, cerca de una inmensa bandera
izada sobre un mástil de 100 metros de altura.
Unas
2000 personas los recibieron en la plaza, que es una inmensa plancha de cemento
blanco, que parecía más blanco por el sol del mediodía.
La
presidenta volvió a hablar, ya no sobre su destitución, sino sobre la
convocatoria a la pelea por el restablecimiento democrático dando continuidad a
las movilizaciones de los últimos meses “cuando ustedes le dijeron un no grande
como Brasil al golpe”.
Orden y progreso.
El
evento de toma de posesión de Michel Temer fue un ritual de transmisión del
mando atípico: no contó con la presencia de la presidenta saliente para
entregar la banda a su sucesor de facto.
Y
ocurrió a puertas cerradas dado que en los alrededores del predio había decenas
de manifestantes bramando “Fuera Temer”, sumados a un grupo de mujeres
encadenadas a las gradas de seguridad, de donde fueron quitadas rudamente por
la Policía Militarizada, que con más violencia aún desalojó a unos jóvenes que
intentaban subir por la simbólica rampa que lleva hasta el acceso principal.
Adentro
el jefe de estado accidental ponía en funciones a sus ministros (ver aparte) y
emitía su primera medida de gobierno fue lanzar un programa de inversiones en
los moldes del que exigían grandes grupos extranjeros.
En su discurso Temer fingió ser un presidente institucional eludiendo
tocar las acusaciones de golpista. Habló de reducir el Estado, crear un
“ambiente de negocios”, fomentar los valores religiosos y darle alegría al
pueblo durante las Olimpíadas de agosto. Para lo cual propuso “que no se hable
de crisis. ... nuestro
lema es orden y progreso, la expresión de nuestra bandera no podría ser más
actual en estos momentos”.
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La alegría y felicidad de los golpistas.
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ASALTO AL PODER EN BRASIL.
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Atilio A. Boron
Página /12 viernes 13 de mayo
del 2016.
Una
pandilla de bandidos tomó por asalto la presidencia de Brasil. La integran tres
actores principales: por un lado, un elevado número de parlamentarios (recordar
que sobre unas dos terceras partes de ellos pesan gravísimas acusaciones de
corrupción), la mayoría de los cuales llegó al Congreso producto de una absurda
legislación electoral que permite que un candidato que obtenga apenas unos
pocos centenares de votos acceda a una banca gracias a la perversa magia del
“cociente electoral”. Tales eminentes naderías pudieron destituir
provisoriamente a quien llegara al Palacio del Planalto con el aval de 54
millones de votos. Segundo, un poder judicial igualmente sospechado por su
connivencia con la corruptela generalizada del sistema político y repudiado por
amplias franjas de la población del Brasil. Pero es un poder del estado
herméticamente sellado a cualquier clase de contraloría democrática o popular,
profundamente oligárquico en su cosmovisión y visceralmente opuesto a cualquier
alternativa política que se proponga construir un país más justo e igualitario.
Para colmo, al igual que los legisladores, esos jueces y fiscales han venido
siendo entrenados a lo largo de casi dos décadas por sus pares estadounidenses
en cursos supuestamente técnicos pero que, como es bien sabido, tienen
invariablemente un trasfondo político que no requiere de mucho esfuerzo para
imaginar sus contornos ideológicos. El tercer protagonista de esta gigantesca
estafa a la soberanía popular son los principales medios de comunicación del
Brasil, cuya vocación golpista y ethos profundamente reaccionario son
ampliamente conocidos porque han militado desde siempre en contra de cualquier
proyecto de cambio en uno de los países más injustos del planeta. Al separar a
Dilma Rousseff de su cargo (por un plazo máximo de 180 días en el cual el
Senado deberá decidir por una mayoría de dos tercios si la acusación en contra
de la presidenta se ratifica o no) el interinato presidencial recayó sobre un
oscuro y mediocre político, un ex aliado del PT convertido en un conspicuo
conspirador y, finalmente, infame traidor: Michel Temer. Desgraciadamente, todo
hace suponer que en poco tiempo más el Senado convertirá la suspensión temporal
en destitución definitiva de la presidenta porque en la votación que la apartó
de su cargo los conspiradores obtuvieron 55 votos, uno más de los exigidos para
destituirla. Y eso será así pese a que, como Dilma lo reconociera al ser
notificada de la decisión senatorial, pudo haber cometido errores pero jamás
crímenes. Su límpido historial en esa materia resplandece cuando se lo
contrasta con los prontuarios delictivos de sus censores, torvos personajes
prefigurados en la Opera del Malandro de Chico Buarque cuando se burlaba del
“malandro oficial, el candidato a malandro federal, y el malandro con contrato,
con corbata y capital”. Ese malandraje hoy gobierna Brasil.
La
confabulación de la derecha brasileña contó con el apoyo de Washington
–¡imaginen cómo habría reaccionado la Casa Blanca si algo semejante se hubiera
tramado en contra de alguno de sus peones en la región!– En su momento Barack
Obama envió como embajadora en Brasil a Liliana Ayalde, una experta en promover
“golpes blandos” porque antes de asumir su cargo en Brasilia, en el cual se
sigue desempeñando, seguramente que de pura casualidad había sido embajadora en
Paraguay, en vísperas del derrocamiento “institucional” de Fernando Lugo. Pero
el imperio no es omnipotente, y para viabilizar la conspiración reaccionaria en
Brasil suscitó la complicidad de varios gobiernos de la región, como el
argentino, que definió el ataque que sus amigos brasileños estaban perpetrando
en contra de la democracia como un rutinario ejercicio parlamentario y nada
más.
En
suma, lo ocurrido en Brasil es un durísimo ataque encaminado no sólo a destituir
a Dilma sino también a derrocar a un partido, el PT, que no pudo ser derrotado
en las urnas, y a abrir las puertas para un procesamiento del ex presidente
Lula da Silva que impida su postulación en la próxima elección presidencial. En
otros términos, el mensaje que los “malandros” enviaron al pueblo brasileño fue
rotundo:
¡No
se les vuelva a ocurrir votar a al PT o a una fuerza política como el PT!,
porque aunque ustedes prevalezcan en las urnas nosotros lo hacemos en el
congreso, la judicatura y en los medios, y nuestro poderío combinado puede
mucho más que sus millones de votos.
Grave retroceso para toda América latina, que se suma al ya
experimentado en la Argentina y que obliga a repensar que fue lo que ocurrió, o
preguntarnos, en línea con el célebre consejo de Simón Rodríguez, dónde fue que
erramos y por qué no inventamos, o inventamos mal. En tiempos oscuros como los
que estamos viviendo: guerra frontal contra el gobierno bolivariano en
Venezuela, insidiosas campañas de prensa en contra de Evo y Correa, retroceso
político en Argentina, conspiración fraudulenta en el Brasil, en tiempos como
esos, decíamos, lo peor que podría ocurrir sería que rehusáramos a realizar una
profunda autocrítica que impidiera recaer en los mismos desaciertos. En el caso
del Brasil uno de ellos, tal vez el más grave, fue la desmovilización del PT y
la desarticulación del movimiento popular que comenzó en los primeros tramos
del gobierno de Lula y que, años después, dejaría a Dilma indefensa ante el
ataque del malandraje político. El otro, íntimamente vinculado al anterior, fue
creer que se podía cambiar Brasil sólo desde los despachos oficiales y sin el
respaldo activo, consciente y organizado del campo popular. Si las tentativas
golpistas ensayadas en Venezuela (2002), Bolivia (2008) y Ecuador (2010) fueron
repelidas fue porque en esos países no se cayó en la ilusión institucionalista
que, desgraciadamente, se apoderó del gobierno del PT desde sus primeros años.
Tercer error: haber desalentado el debate y la crítica al interior del partido
y del gobierno, apañando en cambio un consignismo facilista que obstruía la
visión de los desaciertos e impedía corregirlos antes de que, como se comprobó
ahora, el daño fuera irreparable. Por algo Maquiavelo decía que uno de los
peores enemigos de la estabilidad de los gobernantes era el nefasto rol de sus
consejeros y asesores, siempre dispuestos a adularlos y, por eso mismo,
absolutamente incapacitados para alertar de los peligros y acechanzas que
aguardaban a lo largo del camino. Ojalá que los traumáticos eventos que se
produjeron en Brasil en estos días nos sirvan para aprender estas lecciones.
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