Trabajemos
como una de las propuestas políticas – no es la única, pero sí en el contexto
de la crisis política, las
instituciones y la propia democracia,- es muy importante, nueva y cuenta con
millones de Ciudadanos que en el diario devenir del trabajo en la
agricultura, ganadería, pastoreo, artesanía – que extraordinaria, diversa y
rica es nuestra artesanía por regiones, por comunidades y pueblos –
construcción de viviendas, sistemas de regadío, formas de cosechar los
productos, formas de “marcar” el ganado, fiestas religiosas, fiestas populares,
Aniversarios Históricos – cada comunidad, cada pueblo es “propietario” de
una extraordinaria experiencia, de formas originarias de participación popular
religiosa. Nuestra sociedad de las habilidades dentro de su carácter
múltiple, su inmensa complejidad, como también su positiva multipolarización, hoy
constituye un escenario de escenarios de
potencialidades, - de un Perú
Profundo que recién se está descubriendo, comienza a salir y emerger juntamente
con el Poder Local el conjunto de potencialidades, talentos, capacidades,
creatividades, versatilidades sinérgicas locales y regionales, vigentes por
siglos en las distintas formas de Asociacionismo originario, tradicional,
histórico que nuestros pueblos y comunidades han guardado en la tradición
de la cultura local, como parte de su riqueza cultural, parte del
laboratorio productivo de nuestra Cultura Popular, de nuestra Identidad
Cultural Colectiva, hoy en pleno proceso de ebullición social que después
de siglos emerge en el contexto local, regional, nacional – su perspectiva es
mundial – como parte del proceso del llamado Desenclave Cultural, cuando
miles y millones de culturas locales salen, emergen a la palestra del escenario
global, dominante de la “cultura del comercio”, de la sociedad sin valores – los
valores personales y colectivos siguen siendo destrozados por el
neoliberalismo, el poder de las industrias culturales.
No
estamos haciendo un descubrimiento, simplemente estamos comenzando a quitar el
velo prohibitivo, el manto que los escondió, la práctica que los ignoró por decenas de años. Levantamos “el manto
sagrado” del olvido, la exclusión y la marginación –en algunas zonas y
regiones de nuestro país, incluso en tiempos del gamonalismo andino, se
persiguió a estas prácticas de organización originaria, con el cuento de la
subversión o prácticas religiosas ilegales o ajenas u opuestas al dominio
católico. (sería importante recordar lo que sucedió en algunas
comunidades de la zona Aimara a principios del siglo XX, cuando ingresaron
prácticas religiosas no católicas, en el trabajo y la educación artesanal, como
fue la reacción del Obispo Peralta de Puno y las consecuencias que al final
tuvieron que soportar y pagar los campesinos ante la prepotencia religiosa,
judicial y el poder del gamonal). Mejor diremos por siglos de dominación,
exclusión y olvido, estas formas
diversas de organización, movilización y representación
comunitaria, vigentes y poderosas en la Redes Sociales Comunitarias, representan
hoy para todos nosotros, la raíz y el cimiento (una alternativa,
válida hoy, en un escenario de las clases y la lucha de clases) del nuevo
camino que nos brinda seguridad, confianza, credibilidad y legitimidad en el
largo proceso de forja y construcción de una Nueva Democracia, la Democracia
de Ciudadanos Directa, Participativa, Dialogante, Intercultural,
Descentralizada, La democracia del Trabajo y de la Madre Naturaleza. Decíamos en
nuestra Introducción sobre: “América latina. De la Democracia Electoral a la
Democracia Ciudadana”. Lunes 1 de octubre del 2012.
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AMÉRICA LATINA: PERÚ.
LA MENCIÓN BANAL DE LA DEMOCRACIA.
*****
Nicolás
Lynch Gamero.
ALAI.
OTRA MIRADA.
Jueves
6 de abril del 2917.
En las últimas semanas
hemos podido observar en los medios de comunicación la construcción de un
relato sobre la democracia que parte de un concepto banal o ligero de la misma.
Empezaron con la recurrente crisis venezolana y han continuado con las
elecciones en Ecuador y el incendio del parlamento en Paraguay. Pero, lo más
saltante, se han extendido sobre el 25 aniversario del golpe del cinco de abril
de 1992.
Para este relato la
democracia es un recetario con un conjunto de características que estos
regímenes deben tener, buscando qué tanto se acercan o se alejan de los modelos
de los países capitalistas desarrollados. Este modelo es el que se llama
democrático liberal, con dos componentes, el democrático que expresa la soberanía
popular y el liberal que plantea la limitación de los poderes y el equilibrio
entre los mismos.
En América Latina hemos
vivido la crisis de este modelo democrático liberal traído por las transiciones
a la democracia de los años setenta y ochenta del siglo pasado. ¿Por qué
sucedió esta crisis? Porque las transiciones pretendieron juntar libertades
públicas con ajuste neoliberal y los regímenes volaron por los aires. En el
Perú tuvimos una temprana solución por la derecha, con el golpe del cinco de abril
de 1992, y la instauración de la dictadura de Fujimori y Montesinos, para
terminar a partir del 2000 en una democracia, ya no liberal como la que había
antes de 1992, sino neoliberal, es decir que prioriza el dominio de los
mercados y sus agentes sobre la democracia misma.
En
buena parte de América Latina — han sido los casos más
saltantes de Argentina, Brasil,
Venezuela, Uruguay, Bolivia y Ecuador— tomaron un camino diferente y
trataron de resolver la crisis de la democracia liberal, priorizando la voluntad
popular y no los mercados. Ello ha dado pie a formidables avances en la
democratización social y política y en el peor de los casos —allí donde los
gobiernos populares sufren derrotas electorales— a un pueblo movilizado
consciente de sus derechos y capaz de enfrentarse a los intentos restauradores.
Por supuesto no todos han sido exitosos y en muchos casos los males ancestrales
del Estado en la región, como la corrupción y el autoritarismo, no han podido
ser superados. Sin embargo, si vemos los resultados en términos sociales de las
políticas implementadas estos son largamente los países que están adelante.
¿Qué nos dicen los medios?
Que todos aquellos que no comulgan con su versión de la democracia neoliberal
son dictaduras. Ellos no perdonan la deriva autoritaria del gobierno de Maduro
que parece creer solo en la polarización y no en la negociación, pero permiten
a la vez que se llame fraudulenta la elección de Lenin Moreno y que se
pasen por agua caliente los golpes clásicos contra Hugo Chávez el 2002 y 2003 y
parlamentarios contra Dilma Rousseauf el 2016, Fernando Lugo el 2012 y Manuel
Zelaya el 2009.
Empero, lo más importante
para nosotros es el relato sobre el cinco de abril. Sucede que ahora los
fujimoristas ya no lo reivindican aunque no lo condenan y aquellos otros que
sin ser fujimoristas viven contentos con el régimen actual, llaman al
golpe una ruptura del régimen constitucional que se saldó con la elección del
Congreso Constituyente Democrático algunos meses más tarde. Nada más falso, la
elección de un congreso en condiciones de control autoritario por parte del
fujimorismo, dio como resultado un mecanismo legitimador del régimen más que un
espacio de competencia y deliberación política.
Pero la dictadura
implantada tenía un propósito preciso, desarrollar una versión mafiosa del giro
neoliberal producido con el ajuste de 1990. No es casualidad que Fujimori y
Montesinos se encuentren en la cárcel, ni tampoco que la estela criminal de la
dictadura del cinco de abril haya cubierto con su sombra a la democracia
posterior. Las contrarreformas hechas por Montesinos en la relación entre
sociedad y Estado en los noventas señalaron que para hacer negocios en el país
había que tener capturado al poder de turno, el famoso capitalismo de amigotes
del que hemos hablado todos estos años y cuyo perfil coimero hemos visto
desfilar en la última época.
No se trata entonces de
entender el cinco de abril solo como la ruptura del orden constitucional. Más
que eso fue la implantación en dictadura del modelo neoliberal que alcanzó
también a la democracia y está a la raíz de nuestras agudas desigualdades y de
la debilidad del régimen político. El cinco de abril de 1992 es un momento de
viraje para mal en la historia peruana, que ha ido a contramano de América
Latina y cuyas consecuencias habrá que revertir para tener una república
democrática.
De esta forma vemos que la
mención de la democracia sin fondo histórico, rigor comparativo ni separación
de sus elementos, solo nos lleva a esta versión banal del término que acaba
definida por la fuerza de los intereses en juego.
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