“La nueva doctrina de seguridad de los
EEUU ya no es el terrorismo -que en verdad no es un enemigo sino una táctica de la
violencia con fines políticos- sino es
China, es decir el Asia Pacifico. Para ello, EEUU necesita un Oriente Medio sin Estados, solo con Israel como Estado fuerte. Necesita una
América del sur
"tranquila" -sin "populismos", "sin los nazis
como Perón", "sin lo negros rebeldes como Chávez”. O sea un
Monroe brutal. Y la tranquilidad de una Ucrania,
proeuropea. Es la única manera de poder concentrarse en el problema que le
ocasiona China. Ya Obama -más
militarista que Bush- fracasó, al estancarse en Siria. El ISIS, Estado Islámico, llamativamente no es islámico ni
es un Estado. Desde su creación hace cinco años ha sido financiado según,
cables de WikiLeaks nunca desmentidos (fotos
de Hillary Clinton con el jefe del califato-Daesh en arable, denunciado por el
propio Trump en campaña) por Qatar y
Arabia Saudita; a ello se suman el ambiguo rol de Turquía y una imprecisa
participación norteamericana en la campaña de pacificación donde llamativamente
sus precisiones fallaban en los bombardeos dirigiéndose al campo sirio.
¿Por qué Siria? Porque en Siria se
estancaron en su marcha a Irán, el verdadero objetico como país pivot
estratégico del mundo islámico, donde se llevó a cabo una de las revoluciones más
importantes de la historia. En esta escalada regional, el grupo
terrorista Daesh, apoyada por la coalición invasora, empieza a ser derrotado en
Alepo, con la participación y apoyo de Rusia e Irán. Además,
utilizaron, según expertos -en este caso hay numerosas evidencias y no
quiero entrar en estos detalles para no desviar el objetivo de la nota-,
armas químicas. Además, cuando acusaron a Siria, los enviados de la ONU
informaron que no hallaron nada en Siria.
Donald Trump basó su campaña electoral en EEUU
primero, es
decir una política que se aboque a la crisis de EEUU, y no a ser un presidente
universal. Desde un principio, sus flaquezas quedaron al descubierto: oposición
interna a sus medidas y fortalecimiento del presupuesto militar como nunca en
la historia al contrario de lo que afirmó en la campaña. Esto hace de que el bombardeo a Siria, y poner al mundo en un
tembladera, por lo que se juzga que es una declaración de guerra de hecho a
Siria, Irán y Rusia, hace surgir un interrogante: no sabemos si el
complejo militar industrial norteamericano el que busca una guerra para
fortalecer su poder o Trump es prisionero de ese poder, o en verdad es
una doble cara de Trump. De lo que si no cabe duda, es que hay que denunciar el hecho,
como lo estamos haciendo sin medias tintas”. Fuente. “Guía Geopolítica
del conflicto de Siria…”.
/////
UN “AUTO-GOLPE” QUE NOS PONE
AL BORDE DEL ABISMO”.
*****
Alberto
Rabilotta.
ALAI.
Miércoles 12 de abril del 2017.
Tratando
de describir la súbita transformación sufrida por el presidente Donald
Trump en las últimas semanas, o sea el pasaje de un mandatario que proponía
combatir al terrorismo para poner fin al martirio bélico en Siria –país en el
cual Estados Unidos comenzó a partir de 1949 a fomentar golpes de Estado y
subversiones internas y normalizar las relaciones con Rusia, a un
presidente agresivo e injerencista que lanza una operación militar que agrava
el conflicto en Siria al tiempo que amenaza con decapitar el gobierno de Corea
del Norte, un país que posee el arma nuclear, no pude contenerme –antes de
entrar en el análisis de lo que considero como un “auto-golpe de Estado”-, de
introducirlo con un cuento de “varitas mágicas”.
La varita mágica del poder imperial.
“Hubo una vez un Presidente en
Estados Unidos que después de ganar las elecciones prometiendo poner fin a las
continuas guerras para combatir finalmente al temible terrorismo que los
anteriores gobiernos de su país habían contribuido a crear, y comenzar así a
respetar las soberanías e intereses de los demás países, grandes o pequeños,
llegó a la Casa Blanca y se dio cuenta de que el aparato estatal no le
respondía, que los medios de prensa y los legisladores de la oposición y hasta
de su propio partido lo atacaban sin cesar para deslegitimarlo, que los
funcionarios del pasado gobierno lo habían espiado para serrucharle el piso,
para destituirlo.
Entonces el nuevo Presidente, que
(sin ser argentino) miraba su ego desde el último piso de las altas torres de
hoteles y edificios que había construido, pidió la ayuda de altos militares
siempre dispuestos a hacer la guerra, de ricos jefes de empresas, de
financieros que saben cómo ganarse los apoyos de los oligarcas, para encontrar
en Washington la “varita mágica” que lo convirtiera en un Presidente con todo
el poder, y admirado hasta por sus enemigos políticos.
Ellos le recomendaron que echara
de su equipo a los consejeros y seguidores que le habían ayudado a ganar las
elecciones pero también llenado la cabeza con las absurdas ideas de diálogo con
Rusia, de combatir a los terroristas para lograr la paz en Siria. Y fue así que
el Presidente sin poder pudo encontrar la varita mágica que produjo el
incidente en Siria y le dio la oportunidad de lanzar una operación militar
relámpago con poderosos y costosos misiles crucero, para así poder dar a
conocer ante el mundo el gran espectáculo de que se había dado sí mismo un
golpe de Estado.
Dicho y hecho, gracias a la varita
mágica pudo así el odiado presidente Trump transformarse en el acto en un
Presidente alabado y adorado por los medios de prensa, los opositores que tanto
hicieron para hundirlo y hasta por sus propios correligionarios políticos que
horas antes buscaban derribarlo”.
Ahora en serio.
Desde el
4 de abril, cuando se reportó un “ataque” con armas químicas en la ciudad siria
de Jan Shijún, ocupada por los terroristas de Al Qaeda, Estados Unidos (EEUU) y
sus aliados se apresuraron a señalar directamente al presidente sirio Bashar
al-Assad como el responsable, sin que mediara una investigación de la ONU y a
pesar de indicios de que fuentes cercanas a los terroristas habían anunciado un
día antes que se produciría un incidente de repercusión internacional.
El bombardeo
con misiles “crucero” ordenado unilateralmente por el presidente Trump tuvo
lugar 63 horas más tarde y el objetivo fue el aeropuerto militar sirio de
Shayrat, en la provincia de Homs, poniendo a Siria, a todo el Oriente Medio y
al mundo frente al peligro de una guerra que puede llegar a ser total, como
claramente denuncia el compañero sociólogo Andrés Piqueras en su llamamiento
“Seria amenaza de guerra” .
Washington
y sus aliados rechazaron de plano la versión de Rusia, de que un bombardeo por
aviones sirios con bombas convencionales había probablemente hecho estallar un
depósito de municiones en el cual los terroristas fabrican armas químicas para
ser enviadas a Mosul, en Irak, donde seguido los terroristas usan armas de este
tipo contra la población civil y los militares iraquíes, armas que son
fabricadas con precursores químicos proveniente de países aliados de
Washington.
Ninguna
investigación fue efectuada hasta el momento para verificar las acusaciones de
que el gobierno sirio había conscientemente bombardeado Jan Shijún con armas
químicas y provocado la muerte de unas 80 personas, de adultos y niños, y así
justificar lo que de todas maneras ha sido una reacción militar unilateral y
totalmente ilegal por parte de EEUU.
Nada de
nada.
En
realidad nada sostiene las acusaciones de Washington y sus aliados, porque no
hubo ni tampoco quieren que haya una investigación en debida forma para definir
quién o quiénes son los verdaderos culpables de esa tragedia con armas
químicas.
Y es este
“nada de nada”, impensable en el complejo y súper-informado mundo del
espionaje, la diplomacia y la política moderna, que dice todo sobre lo que
parece haber sido un planificado acto terrorista para permitir que los círculos
guerreristas en Washington reprodujeran lo de las “armas químicas” (con la
“prueba” en el frasquito que agitó el secretario de Estado Colin Powell ante el
CSONU), que sirvió para justificar la ilegal, criminal y brutal agresión a Irak
en el 2003.
Son
muchos los observadores, periodistas y analistas que consideran lo sucedido en
Jan Shijún como una operación de “bandera falsa” para relanzar la política de
derrocar el presidente al-Assad en momentos en que está derrotando a los
terroristas y recuperando el territorio ocupado por estos últimos. Es por ello
que no deja de ser curioso que la organización terrorista Al Qaeda haya estado
entre los primeros en elogiar el criminal bombardeo del aeropuerto de Shayrat.
Algunos
observadores creen que en los últimos días se concretó algo así como un
“auto-golpe” de Estado en Washington, que no llevó a un cambio de mandatario
sino a un radical cambio de políticas y de equipo en la Casa Blanca, y que puso
fin a la supuesta intención del nuevo mandatario de cambiar la agresiva
política exterior que ha dominado en Washington a partir de los gobiernos de
Bill Clinton, pasando por los de George W. Bush y hasta los de Barack Obama.
Como
señalan numerosos estadounidenses que votaron y apoyaron a Trump, con ese
drástico cambio de política hacia Siria, el nuevo mandatario traicionó una de
sus principales promesas y aplicó sin reparos la propuesta de bombardeo
presentada pocas horas antes por la (ex)candidata Demócrata Hillary Clinton, al
punto que se podría hacer un juego de palabras, como que “Hillary trumps
Trump”, o sea que Hillary triunfó sobre Trump.
Al menos
así comienzan a pensar decenas de miles de desilusionados estadounidenses,
incluyendo Congresistas, ex funcionarios y viejos conservadores que apoyaron y
votaron por el cambio de política exterior e interior prometido por Trump y que
ahora denuncian severamente la agresión militar contra Siria en portales de
Internet que han sido difusores de las ideas y promesas de Trump, como Breibart
e Infowars.
La
argumentación de que esta nueva agresión contra Siria le ha servido a Trump
para “unificar” el divido Congreso y hacer pasar algunas leyes de interés
doméstico no tiene asidero, ya que el giro de 180 grados fue para volatilizar
el prometido diálogo a nivel internacional y destinado a encontrar soluciones
políticas y diplomáticas a la guerra en Siria, en Yemen y en otros países, y
frenar la enloquecida carrera hacia una nueva Guerra Fría con Rusia.
Y no sólo
eso, sino que al actuar de esa manera bajo el consejo de su asesor de Seguridad
Nacional, el teniente general Herbert Raymon McMaster, Trump ha puesto
nuevamente el mundo al borde de una guerra regional en el Oriente Medio, que
una vez comenzada sabemos que hay muchas posibilidades de que termine siendo
total y nuclear.
Y por si
fuera poco, al tomar impulsivamente la decisión de bombardear el aeropuerto
militar sirio con misiles “crucero” mientras era anfitrión del presidente Xi
Jinping, Trump señaló a través de la prensa que Washington no abandona la
política de actuar unilateralmente, lo que en los últimos días fue
repetidamente confirmado por la representante de EEUU ante la ONU.
No en
vano en los últimos días el mandatario y miembros de su equipo han dicho que si
China no logra que Corea del Norte abandone las pruebas para el desarrollo de
armas nucleares, EEUU actuaría de manera unilateral para decapitar el gobierno
de ese país y destruir su potencial militar, lo que constituye una seria
amenaza para los países de la región, y en consecuencia del mundo.
La protección de los militares tiene su costo.
Desde el
comienzo de su llegada a la Casa Blanca y por los ataques de las elites
enquistadas en el aparato estatal y el Partido Demócrata (el establishment), Trump
se protegió nombrando a militares en puestos claves del aparato ejecutivo y
entre sus primeras decisiones figuró la de aumentar el presupuesto del
Pentágono, posiblemente para asegurarse el apoyo militar frente a las diversas
agencias de inteligencia que dieron signos de jugar a fondo la
desestabilizadora carta de la supuesta y nunca probada injerencia de Rusia en
las elecciones del 2016.
También
escogió altos ejecutivos del sector privado y a connotados financieros para
puestos del aparato ejecutivo, y todo esto podría ser interpretado como una
táctica para compensar la real incapacidad de Trump –que no contaba con el
apoyo de la maquinaria del Partido Republicano- para llenar con figuras
conocidas los principales puestos del aparato Ejecutivo que quedaron vacantes
con la salida del aparato Demócrata.
Pero el
linchamiento mediático y político en febrero pasado del general Michael Flynn,
propuesto para dirigir el Consejo de Seguridad Nacional, probó que el costo de
la “protección” del Pentágono y de la oligarquía contra las tentativas de
desestabilización de los Demócratas implicaba el abandono de cualquier intento
serio de cambiar la política exterior –que llena los bolsillos de la industria
de armamentos y da jugosos empleos a los militares retirados-, y el retorno a
las políticas agresivas contra Rusia y otros países que aplican una política
doméstica soberana y apoyan la creación de un sistema internacional multipolar.
¿El entierro de la democracia liberal?.
En el
fondo la esencia de este auto-golpe en el interior de la Casa Blanca se
encuentra en la famosa frase de Lampedusa: hay que cambiar todo para que nada
cambie.
Y como se
trata de que nada cambie, esto nos lleva al descredito que afecta al sistema
político de las “democracias liberales” en los países desarrollados, y el
persistente (pero hasta ahora vano) esfuerzo por parte de los pueblos en elegir
candidatos que prometen cambios políticos importantes para las mayorías, pero
que terminan reforzando las políticas neoliberales.
Lo hemos
visto en la última elección estadounidense con el triunfo del candidato que
prometía “vaciar la ciénaga” de Wall Street y los oligarcas, lo vemos también
en muchos otros países del “capitalismo avanzado”, y seguiremos viendo cómo en
cada caso los candidatos que prometen cambios terminan siempre, una vez en el
gobierno, aceptando el chaleco de fuerza que constituye el único guion político
posible, el neoliberal.
El
totalitario sistema neoliberal no admite ningún tipo de reformas que pongan en
duda que los ricos deben seguir enriqueciéndose. Esto no es nada nuevo, porque
ya a comienzos del siglo 20 el periodista y ensayista John Hobbson, al
describir el imperio liberal británico, puso todo eso en blanco y negro en su
libro “Imperialism: A Study”.
Hobbson,
en quien Vladimir Lenin se apoyó para su (vigente) texto “El Imperialismo,
Etapa Superior del Capitalismo”, señalaba que el imperialismo liberal aplica en
su casa, en la sociedad del país imperialista, las políticas y formas de
explotación que practica en las colonias y países vasallos.
Esto
explica lo que está sucediendo en las sociedades de EEUU y de los países de la
Unión Europea, y las diferentes reacciones políticas que generan las sociedades
afectadas por el desempleo, el aumento de la pobreza, la precariedad laboral,
que a veces son de extrema derecha y en otras de una izquierda radical.
Pero el
primer punto en la agenda debe volver a ser, como en el pasado cuando la
izquierda estaba organizada internacionalmente, impedir la guerra que de
declararse terminará siendo nuclear, y mantener la paz. Digo esto porque yo también,
como Andrés, por primera vez estoy asustado.
Alberto
Rabilotta es periodista argentino-canadiense.
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