Para todos ustedes respetados Amigos(as) lectores de nuestro Blogger
Académico, ponemos a su disposición dos
artículos muy importantes sobre la actual coyuntura política Latinoamericana, escritos
y publicados por ALAI. El Primero del
respetable Maestro Y Sociólogo brasileño
Dr Emir Sader, sobre la Izquierda en
América latina y el segundo de Federico
Larsen, Periodista y destacado intelectual, sobre América latina y su visión en tiempos de realización del “pequeño” Foro Económico Mundial, realizado
el presente mes en la Ciudad de Buenos
Aires, tiempos de la realización de una de las más grandes protestas
sociales – La Huelga
de las Centrales Sindicales – con las políticas económicas del presidente
Macri.
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ES DE NUEVO HORA DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA.
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Emir Sader.
ALAI. América latina en Movimiento.
Miércoles 19 de abril del 2017.
La
izquierda latinoamericana ha protagonizado un período histórico fundamental en
este siglo. Ha logrado avanzar contra la corriente de las tendencias globales y
con ello ha logrado disminuir la exclusión social, cuando ese fenómeno solo
aumenta en otras partes del mundo y en otros países del mismo continente que no
han reaccionado en contra del modelo neoliberal.
Después de esos avances, errores de la misma
izquierda, más el cambio de la coyuntura internacional, han posibilitado que la
derecha se aprovechara para retomar la iniciativa, cambiar los términos de los
enfrentamientos y frenar los avances. Se pasó a un tiempo en que la derecha ha
comandado los procesos políticos en los países antineoliberales, logrando
varios triunfos.
La misma izquierda ha acusado los golpes.
Desconcierto al inicio, después de años de victorias y avances, para enseguida
asumir la defensiva, quedando relegada a contestar los ataques de la derecha.
Esta ha concentrado sus ataques en acusaciones de corrupción, de uso del Estado
para provechos propios, para financiar sus actividades. A ello se suman los
ataques al modelo económico, buscando desmantelar los éxitos logrados y
diseminar un sentimiento de fracaso en la población.
Retomando la ofensiva, la derecha puso a la
izquierda en la defensiva, posición siempre incómoda, porque se contesta los
términos planteados por el adversario. La izquierda pasó a tener que defenderse
de las acusaciones de corrupción, pasó a tener que retomar la defensa de su
modelo económico y los efectos positivos que ha generado de distribución de
renta.
Pero innegablemente la izquierda perdió su impulso
inicial en este siglo, cedió campo al enemigo, lo vio enardecerse y movilizar a
sectores significativos de la población en contra de los gobiernos que han
encarnado los intereses populares. La derecha logró crear, en sectores medios
de la población, pero también en sectores populares, resistencias fuertes en
contra de los gobiernos populares y de sus mismos líderes.
En algunos países, los partidos de izquierda
quedaron aislados de grandes sectores de la población, han perdido contacto con
los sentimientos populares y han permitido que la derecha o ganara elecciones o
se fortaleciera incluso en capas del pueblo. Pero la derecha tropieza en su
misma incapacidad de construir proyectos que atiendan a los intereses de la
población. Después de hacer promesas que no pueden atender, cuando llegan
a gobernar, ponen en práctica los viejos modelos neoliberales, atentan
abiertamente en contra de los derechos conquistados por la población,
demuestran que efectivamente gobiernan para una ínfima minoría de la población,
que son incapaces de retomar el crecimiento económico y tampoco de garantizar
los derechos de la gran mayoría.
Es la hora de la izquierda latino-americana retomar
la iniciativa y la ofensiva. Los gobiernos de Mauricio Macri y de Michel Temer
revelan los proyectos que la derecha tienen para nuestros países, condenándolos
a retrocesos enormes, a la depresión económica y al desempleo. Los pueblos
brasileño y argentino revelan creciente rechazo a esos gobiernos. El pueblo
ecuatoriano ha demostrado que no quiere retroceder a la era neoliberal.
Pero para que la izquierda pueda retomar la
iniciativa y volver a protagonizar una nueva ola antineoliberal, es
indispensable que el pensamiento crítico latinoamericano vuelva a desempeñar un
rol de articulación entre la reflexión teórica y la práctica política,
contribuyendo de nuevo, de forma decisiva, a abrir un nuevo período
político en el continente, que será la continuidad de lo que fue hasta
ahora, pero que tiene que descifrar las nuevas condiciones políticas externas e
internas, así como corregir los errores cometidos hasta aquí. De esa forma, la
izquierda latinoamericana volverá a retomar la iniciativa y a impulsar una
segunda ola de gobiernos posneoliberales en América Latina.
- Emir Sader, sociólogo
y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas
Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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EL WEF DE BUENOS AIRES
Y LA “NUEVA” NARRATIVA LATINOAMERICANA.
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Federico Larsen.
ALAI. América Latina en
Movimiento.
Lunes 10 de abril del 2017.
“La narrativa de América Latina es que somos una
región riquísima pero todo se lo llevaron. Hay un pueblo bueno y unos malos que
son la casta, y por lo tanto démosle todo el poder al líder del pueblo. Tenemos
que lograr una narrativa que no sea descamisados contra ricos”.
Con
esta frase el economista venezolano y
profesor en Harvard, Ricardo Hausmann, resumió de forma admirable el objetivo
de las élites latinoamericanas para los próximos años. Y lo más impactante es
que lo hizo durante su intervención ante el World Economic Forum (WEF) que se celebró en Buenos Aires entre el 5 y el 7 de abril pasados. Un escenario donde
no sólo los “descamisados” no entran, sino que estaban protagonizando una
huelga general contra el modelo económico del gobierno Macri mientras Hausmann pronunciaba esas palabras.
La
fantasía del ‘relato’ o la ‘narrativa’
como motor de procesos políticos dañinos para las economías latinoamericanas no
es nueva. Se sostiene en la creencia de que unos pocos mercachifles populistas
logran engañar sistemáticamente al pueblo ignorante para ser elegidos en
función de un cuento de hadas sobre la igualdad y la justicia, y que luego de
hacer un desastre en el gobierno huyen en medio de corrupción, hambre y
miseria. Son los que saben -que generalmente coincide con “los ricos”- quiénes
deben hacerse cargo de enmendar los errores y encaminar la economía.
El
“mini-Davos” de Buenos Aires
no fue otra cosa que la manifestación de respaldo por parte de las élites
capaces y racionales a los procesos de cambio por derecha que han comenzado en
América Latina. Es allí adonde se teje la nueva narrativa, la del retorno al
mundo, la de los acuerdos comerciales e inversiones para el desarrollo.
El
escenario latinoamericano se encuentra propicio para la elaboración de este
tipo de relatos. Durante los
últimos 15 años, los gobiernos progresistas han tenido condiciones más que
favorables gracias a los altos precios de las Commodities y, según esta visión,
han administrado los excedentes sólo en función de su acumulación política,
dilapidando semejante riqueza en ayudas estatales, planes, subsidios, con el
único fin de perpetrarse en el poder. Pan para hoy, hambre para mañana. Es el
cuento de la cigarra y la hormiga, donde millones de cigarras perezosas
navegaron en una abundancia artificial, vivieron por encima de sus
posibilidades durante años, y ahora que ha llegado el invierno deben pagar el
costo de su irresponsabilidad frente a las hormigas laboriosas pero poco
solidarias.
Pero, como bien remarca una memorable escena de la
película Los lunes al sol, acerca del vaciamiento de los astilleros españoles a
causa de las políticas neoliberales europeas de los ’90, el cuento, o
narrativa, o relato, nunca explica por qué algunos nacen cigarras y otros
hormigas, “porque si naces cigarra estás jodido”.
En el encuentro, del que participaron más de 1200
empresarios, delegaciones de los organismos multilaterales de crédito y
representantes de los países de América Latina y el Caribe, quedó clara la
confianza de fortalecer este nuevo relato.
Se habló de inversiones, de libre comercio y
multilateralismo, pero muy especialmente del “momento propicio” para avanzar en
estos proyectos. La letanía proteccionista de Donald Trump -muchas veces esgrimida pero, hasta ahora, no vista en
la práctica- llevó a varios países del mundo a apurarse en negociar tratados y
pactos comerciales a nivel internacional.
De allí la reactivación de las negociaciones para
la suscripción de un Tratado de Libre
Comercio (TLC) entre el Mercosur y la Unión Europea, o el acercamiento,
consolidado en el cierre del WEF de
Buenos Aires, entre los países de la Alianza
del Pacífico y el Mercosur. Los dos bloques acordaron una hoja de ruta para
rebajar aranceles, permitir una mayor coordinación entre las agencias aduaneras
con el fin de permitir una mayor circulación de mercancías entre los países
miembros de ambas organizaciones.
México
y Chile, las dos mayores economías
de la Alianza del Pacífico
(compuesta también por Perú y Colombia)
vuelven así a mirar hacia el sur, luego de dos décadas dedicadas a la
negociación con los países centrales. Ambos suscribieron TLC con Estados
Unidos, la Unión Europea (UE), y son
miembros del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC por sus siglas en inglés) y de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE),
un recorrido que los alejó de los mecanismos de integración económica y
política de América Latina y el Caribe.
Este nuevo giro se debe claramente a la pérdida de
gravitación internacional de Brasil
-principal rival de México como potencia media en la sub-región
latinoamericana- y la llegada de gobiernos más amigables en el Cono Sur,
dispuestos a cambiar la “narrativa populista”. Las promesas para el MERCOSUR son tentadoras: mayor apertura
hacia los mercados asiáticos y posibilidad de abrir nuevos mercados para los
productos agrícolas, entre otras.
Pero los baches en el relato de las hormigas son
demasiado evidentes. Sus encuentros juntan más transnacionales que
diplomáticos, en un discurso librecambista harto conocido. Las cláusulas de los
TLC en vigor y por venir están
pensadas para beneficiar únicamente a ese sector en términos de propiedad
intelectual, protección de inversiones, contratación pública, etc. De prosperar
el TLC UE-MERCOSUR se calcula que Brasil deberá aumentar su gasto en salud en
400 millones de dólares anuales para garantizar el acceso de sus ciudadanos a
sólo seis medicamentos. Las empresas podrían demandar a los Estados en
tribunales arbitrales si éstos deciden soberanamente modificar alguna ley que
afecte sus intereses. La apertura indiscriminada a las inversiones y mercancías
traería el deterioro de las condiciones de trabajo -especialmente en el agro-
para sostener la competencia comercial y permitir lo que los especialistas
llaman el dumping-social de las grandes empresas.
Lo de Hausmann fue la arenga de los ricos, dignos
representantes de la hormiga laboriosa que abogan por un cambio profundo en la narrativa
latinoamericana, que, en los hechos, está avanzando mucho más de lo que las
cigarras quisiéramos.
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