sábado, 29 de abril de 2017

FRANCIA. MACRON. LA ENGAÑOZA VICTORIA QUE TRANQUILIZA. BRASIL: EL GOBIERNO GOLPISTA SIENTE LA FUERZA DEL MOVIMIENTO POPULAR.

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SALUDOS Y UN BUEN FIN DE SEMANA. EL LUNES 1 DE MAYO, EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES. Nuevamente, distinguidos Amigos (as) lectores de nuestras Páginas, ponemos a su disposición dos Textos muy importantes de dos realidades diferentes - pero no contradictorias - Francia después de la primera vuelta electoral y el triunfo - tranquilizante - del sr. Macron - decimos "tranquilizante”, porque garantiza la continuidad de Francia - como fortaleza política de la Unión Europea - en tiempos políticos que es seriamente combatida, por el asenso político muy fuerte de la extrema derecha en toda Europa, después del Brexit - o la salida del Reino Unido - de la Unión Europea - y además, en parte apoyados por el triunfo del sr. Trump como presidente de los Estados Unidos. Una semana más y estaremos, en el centro del “inmenso laberinto político” sí laberinto –por la cantidad de candidatos de la primera vuelta y  su apoyo político – si funciona o no – o es el Ciudadano Francés el que decide por su madurez política – por su Ciudadanía, quien en última instancia, los que definan políticamente hacia donde se dirige políticamente Francia en el siglo XXI.

Otro artículo, del Maestro y Sociólogo brasileño Emir Sader,  en relación a la  actual situación Política – fin de mes de abril– de lo que realmente está aconteciendo en las calles y plazas públicas del país más grande América latina, Brasil, el mismo que fue centro de un golpe de estado desde el congreso –por una mafia corrupta de políticos – la mayoría de ellos presos en la cárcel – hoy ya no son, solos los Movimientos Sociales – como los Trabajadores sin tierra – el más poderoso y antiguo del mundo – o los muy poderosos “colectivos sociales” en especial de la “nueva clase media” emergente, en fuerte asenso político-social en relación a sus nuevos derechos sociales; hoy son los Pueblos Originarios de la Amazonía – los que invaden las grandes ciudades en protesta contra la entrega de los recursos naturales y nuevas formas de extractivismo de las corporaciones transnacionales. Pero hoy la protesta social y las lucha en las calles y plazas públicas – tiene nuevos ocupantes, que además son históricos – como son las Centrales Sindicales que protestan contra las políticas neoliberales del golpista Temer, que atentan contra los derechos sociales y laborales de los Trabajadores. Se acercan días muy importantes contra la mafia, además de la serie de denuncias de la Comisión lava jato de Brasil, que va encontrando verdaderos compromisos ilegales y clandestinos del Presidente con los poderes facticos de la corrupción y la constructora Odebrecht y el conjunto de empresas comprometidas con serios cargos de corrupción y otros de apropiación – robo – de los dineros de la empresa estatal petrolera como es Petrobras. Finalmente, estamos en camino, donde los pueblos, serán los Actores Centrales, de escribir nuevas páginas de Historia Social y Política en Nuestra América, la Patria Grande.


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 Emmanuel Macron, joven empresario, ex banquero y ex ministro europeista, ganó la primera vuelta del proceso electoral. Una carrera electoral - dice ser ni derecha ni izquierda - pero recoge y sistematiza todo,lo destruido y agredido por las políticas centrales de los últimos 10 años. La clase media, la clase trabajadora, y los migrantes ya radicados en Francia, representan su gran "capital político" de haber derrotado en primera vuelta a la extrema derecha de la sra. Marine Le Pen. Es una "victoria electoral" en primera vuelta, y con "seguridad, por el apoyo ya recibido - en segunda vuelta que debe ser "tranquilizante políticamente" porque Francia seguirá en la Unión Europea y además es garantía de continuidad política.
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FRANCIA. MACRON. LA ENGAÑOZA VICTORIA QUE TRANQUILIZA.
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Rafael Poch.
Publicado en La vanguardia.
Jueves 27 de abril del 2017.
El ganador de la primera vuelta y probable futuro presidente, representa todo lo que ha fracasado en las últimas décadas.
No hubo sorpresas en la primera vuelta de las presidenciales francesas: el 7 de mayo los franceses deberán elegir entre el joven ex banquero y ex ministro liberal-europeísta, Emmanuel Macron, y la ultraderechista Marine Le Pen que defiende un programa de repliegue nacionalista. Será una opción entre una tranquilizadora continuidad y una ruptura destructiva.
Tranquilizadora porque todos los sondeos -y en estas elecciones sus pronósticos han sido bastante ajustados- indican que el 7 de mayo Macron batirá a Le Pen por 60% contra 40%, veinte puntos de diferencia. Eso quiere decir que Francia continuará por la senda de las últimas décadas, lo que es una buena noticia para los mercados, para la estabilidad de los grandes intereses financieros y empresariales, franceses, europeos e internacionales, y, naturalmente, para los medios de comunicación globales. Puede adelantarse que el peligro de una ruptura electoral se ha conjurado en Francia.

Pero vista con una perspectiva más amplia hay que reconocer que esta tranquilizadora victoria es al mismo tiempo engañosa. El más que probable futuro Presidente Macron representa y defiende un programa que intensifica todo eso que ha mostrado serias averías y disfunciones en los últimos treinta años a lo largo de los cuales se fraguó e incubó el malheur de Francia y desembocó en la crisis financiera global de 2008, desencadenante a su vez del grave proceso desintegrador que se vive en la Unión Europea desde entonces. ¿Qué supone esta victoria en ese contexto?

Macron será el presidente que continuará la devaluación interna, el ajuste salarial vía subempleo y precarización en la carrera hacia la competitividad. A juzgar por su programa y manifestaciones todo apunta a que él es el candidato más conforme con la actual línea germano-europea.

“Francia solo podrá influir sobre Alemania si tiene credibilidad en el plan económico y financiero”, “seremos fuertes en Europa y en el mundo, porque habremos hecho reformas”. Y el signo de esas reformas es inequívoco: forzar, un poco más, -desde luego no tanto como pretendía el programa del candidato conservador, François Fillon- lo realizado e intentado hasta ahora.

Macron quiere llevar mucho más allá la reforma laboral, a la que se opusieron el 67% de los franceses sin que la mayoría de ellos se decidieran a salir a la calle la pasada primavera. Si el hollandismo tuvo que aplicar aquella reforma eludiendo al parlamento, vía el artículo 49/3 de la Constitución, Macron adelanta que transformará el código de trabajo por decreto. Una temeridad.

Las elecciones de ayer han confirmado la recomposición del panorama político francés. Por primera vez los dos partidos que dirigieron la política francesa y se alternaron en el poder durante medio siglo, socialista y conservador, no han pasado a la segunda vuelta. La descomposición del Partido Socialista es manifiesta (su candidato recibió ayer el 6% de los votos) y el fracaso de Fillon (en torno al 19,7%) anuncia algo parecido en Los Republicanos. Cualquiera de los cuatro contendientes con posibilidades ayer en liza, habría sido un presidente frágil, con un apoyo del 25% y tres cuartas partes del electorado en su contra. Los apoyos reales están en la primera vuelta, los de la segunda reflejan sobre todo impedir la victoria del otro, en este caso Le Pen. En este contexto de debilidad, Macron aparece sin partido que le respalde.

La candidatura y la victoria electoral de Macron han sido un éxito, pero ese éxito ha precisado la demolición del sistema de partidos francés. Durante treinta años esos partidos han escenificado la ilusión de una alternancia, ilusión porque en las grandes cuestiones que ahora están en crisis -el proyecto europeo y las líneas maestras de la política socio-económica- no era real. Macrón ha roto aquella apariencia: no es “ni de izquierdas, ni de derechas”, siendo las dos cosas a la vez. En esta operación, el sistema ha tirado por la borda el recurso a aquella alternancia. ¿Un último cartucho?

Vista con distancia, la situación es crítica: todo lo que en Europa está produciendo radicalización y contestación va a continuar. Eso significa que lo que ha ocurrido con el Brexit y con la victoria de Trump va a seguir avanzando en Francia. En 2002 el Frente Nacional fue derrotado por Jacques Chirac por una diferencia de 60 puntos en la segunda vuelta. Ahora Marine Le Pen será derrotada por 20 puntos de diferencia. En estas elecciones Le Pen ha ganado un millón de votos más respecto a 2012. ¿Cómo evolucionará esa distancia en los próximos años si el sistema no cambia –y no hay el menor signo de ello? Mientras se felicita por ese margen, ¿ignora Francia que baila sobre un volcán?

Y mientras tanto, el panorama no se acaba con Le Pen. Surgen otras plataformas de ruptura altermundistas como la de Jean-Luc Mélenchon (que ayer obtuvo  alrededor del 19,2% de los votos, es decir  más de ocho puntos más que en 2012, un incremento muy significativo). La alternativa de Mélenchon no es destructiva sino transformadora, pese al absurdo signo de igualdad que se le pone con Le Pen en los medios de comunicación globales (“populismos” de uno u otro signo), pero preocupa, seguramente, aún más que Le Pen. Anoche había cierta decepción pero no ambiente de derrota en medios del movimiento altermundista la Francia Insumisa de Mélenchon.  A partir de ahora “la izquierda” son ellos, dicen, y su perspectiva de futuro no es mala. La izquierda francesa se ha reinventado en esta campaña.  Mélenchon se negó a dar una recomendación de voto para la segunda vuelta y anunció una “consulta pública” a su movimiento.

De cara a la segunda vuelta, la victoria de Emmanuel Macron reviste aspecto de trámite: va a recibir todo el voto del hollandismo y de la derecha. Así lo expresaron anoche el primer ministro Bernard Cazeneuve, su predecesor Manuel Valls, el candidato socialista, su rival conservador, François Fillon, las personalidades de su partido, Los Republicanos (Laurent Wauzquiez, François Baroin, Christian Estrosi), en definitiva el grueso de la clase política. François Hollande lo hará en los próximos días. Al lado de eso, el Frente Nacional solo recibirá algunos votos de la derecha  enfadada: “aquellos que tienen la sensación de que les han robado las elecciones”, dijo el vicepresidente del Frente Nacional, Florian Philippot, refiriéndose al escándalo del Penélopegate que en enero acabó con el indiscutible liderato de Fillon en esta carrera y que muchos de sus electores consideran una jugarreta planificada.

Ante 3000 seguidores centenares de periodistas, Macron, el joven brillante de 39 años que hace tres era un perfecto desconocido para los franceses, celebró su victoria. Saludó a sus diez contrincantes y agradeció al socialista Hamon y al conservador Fillon por pedir el voto para él el 7 de mayo.

“En un año hemos cambiado el rostro de la vida política francesa”, dijo. Beneficiado por el escándalo de Fillon, Macron ha mantenido una campaña políticamente hueca en la que él ha sido el principal producto y mensaje. Pero ha funcionado. La República se ha tragado el producto. Una gran cuestión. Anoche Macron negó que su movimiento sea un lobby ni una burbuja. “Quiero unir a los franceses”, dijo apelando a la “exigencia del optimismo y a la esperanza para nuestro país y para Europa”. “Quiero ser el presidente de los patriotas ante la amenaza de los nacionalistas”, siguió. “Refundar Europa”, “relanzar la construcción europea”, insistió.

La correlación de fuerzas en Francia se mide sobre el eje de la soberanía nacional. Los franceses están descontentos sobre todo porque la vida de la mayoría se degrada y porque su república no puede hacer nada contra eso. Todo lo que cuenta en cuanto a decisiones queda fuera del alcance de su voto y soberanía nacional. El euro impide ajustes y devaluaciones, los ministerios de economía son meros ejecutores de directivas decididas en la UE, la OMC, el FMI. El derecho europeo tiene mayor rango que el nacional, pese a carecer de un fundamento democrático: es legal, pero no legítimo. La política exterior y de defensa viene encuadrada por una estrategia (americana) organizada a través de la OTAN que es no solo exterior a la nación, sino a la propia UE. Y encima, toda esa desposesión ha sido santuarizada, blindada en normas y tratados para hacerla irreversible.

Esa situación hay que contrastarla con la correlación de fuerzas que han evidenciado estas elecciones: 8 de los 11 candidatos que concurrieron ayer son más soberanistas que mundialistas. El voto sumado de todos ellos supera  el 50% de lo expresado y el malestar por la desposesión de Francia va aún más allá.  La posición de Emmanuel Macron, el más claro representante de la Francia en la globalización, es, por tanto, extremadamente frágil y engañosa. Su victoria parece un último cartucho. Quizá sea el último recurso antes de la erupción.

Publicado por Vanguardia.

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Brasil. viernes 28 de abril, las Centrales Sindicales se movilizan contra las Políticas del presidente Temer. En la semana, fueron, también los Pueblos Originarios de la Amazonia los que salieron e invadieron las grandes Ciudades como Río, Sao Pablo, Brasilia, y otras protestando contra la políticas de destrucción de la Madre Naturaleza. Se acercan días muy importantes, cuando el Pueblo brasileño, está ahora comprendiendo porque se dio el "golpe de estado" y cuales eran los objetivos estratégicos de la mafia de corruptos neoliberales.
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BRASIL: EL GOBIERNO GOLPISTA SIENTE LA FUERZA DEL MOVIMIENTO POPULAR.
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Emir Sader

ALAI AMLATINA, 28/04/2017.- El ensayo fue largo, pero el paro general despuntó y paralizó Brasil. De norte a sur, en las ciudades grandes, medianas y pequeñas, el país se detuvo y salió a la calle para manifestar la defensa de los intereses de todos contra la ofensiva antipopular del gobierno golpista.

Si estaba apostando al fracaso del paro general para seguir adelante con la anulación de los derechos de la mayoría de la población, el gobierno se equivocó. Se apresuró para aprobar la liquidación del Código de Trabajo (CLT, por sus siglas en portugués), la tercerización, la eliminación de la seguridad social pública, para ponerse al servicio del mercado y los medios de comunicación, pero ahora se choca con el país real.

Hasta ahora el gobierno se apoyó en la mayoría conservadora en el Congreso, como si ella fuese representativa de la sociedad, para llevar adelante su programa regresivo. Fue acumulando resistencias, en el movimiento popular y en su propia base de apoyo.

Los movimientos populares, por su parte, fueron acumulando fuerzas, hasta el gran reto de la huelga general. Hay quienes piensan que es la solución definitiva de los conflictos. No es así. Es una gran demostración de fuerza y, al mismo tiempo, un momento de gran toma de conciencia por parte de los trabajadores de su papel de productores de toda la riqueza que tiene el país.

Su éxito eleva la lucha contra el gobierno golpista a un nivel superior. Las condiciones de rechazo a poner fin a la seguridad social ya existían, ahora se trata de frenar la eliminación del CLT en el Senado, con el fin de poner un límite a los avances del Gobierno y hacer que pierda la iniciativa y pase a temer cualquier nueva votación en el Congreso.

La lucha de clases irrumpe directamente en los enfrentamientos democráticos entre gobierno y oposición. Si el gobierno trata de mantener el centro de los enfrentamientos en el Congreso, valiéndose de la mayoría que todavía detiene, los movimientos populares lograrán ocupar las calles, donde la correlación de fuerzas le es totalmente favorable.

La dinámica de avanzar con el paquete de maldades del gobierno genera, al mismo tiempo, resistencias populares cada vez más amplias y, por lo tanto, pone límites al paquete. Cuanto más nos acercamos a las elecciones de 2018, el gobierno está encontrando con más resistencias dentro de su propia base de apoyo en el Congreso. Sumando las resistencias populares, se va configurando una tormenta perfecta para el gobierno, sobre todo a partir del segundo semestre mitad de este año.

Luego del paro general, el movimiento popular precisa seguir movilizando a sectores cada vez más amplios de la sociedad a partir de la conciencia de cómo se está vulnerando sus derechos, de cómo el país está retrocediendo, de cómo Brasil solo con la restauración de la democracia puede volver a crecer y a distribuir el ingreso. Necesita, al mismo tiempo, aumentar la presión sobre los legisladores para impedir la aprobación de la anulación de la seguridad social pública en el Congreso, de la eliminación del CLT en el Senado.

El movimiento popular necesita, al mismo tiempo, luchar para garantizar el derecho de Lula a ser candidato presidencial, que es la condición para que tengamos elecciones democráticas y de la recuperación del derecho del pueblo a decidir libremente, mediante el voto, sobre los destinos que desea para el país. Se trata de trabajar para anular toda capacidad de iniciativa del gobierno, para que éste vea que cualquier acción que realice será rechazada políticamente, que tendrá respuestas cada vez más drásticas y amplias de la población.

El paro general, por su éxito, es un nuevo marco en la lucha por la democratización del país y por la obstrucción de la acción mortífera del gobierno golpista contra Brasil. Refuta a quienes acusan al pueblo brasileño de una falta de voluntad de luchar por sus derechos y por los destinos del país. Muestra que la sociedad brasileña, movilizada y consciente, es capaz de restaurar la democracia y reconducir al país de nuevo por los caminos que fueron interrumpidos por el golpe.

(Traducción ALAI)

- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

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