ONU ADVIERTE
QUE EL MUNDO VIVE LA PEOR CRISIS HUMANITARIA DESDE 1945.-El mundo sufre la peor crisis humanitaria desde el final de
la Segunda Guerra Mundial, con el riesgo de que 20 millones de habitantes de
cuatro países padezcan malnutrición y hambruna, manifestó el director de asuntos humanitarios de la
Organización de Naciones Unidas (ONU), Stephen
O’Brien, quien hizo un llamado urgente a la movilización al reclamar 4 mil 400 millones de dólares a la
comunidad internacional, de aquí a julio, para evitar una catástrofe. Ante el Consejo de Seguridad de la ONU, exhortó
la noche del viernes a que se realice una inyección inmediata de fondos para YEMEN, SUDÁN DEL
SUR, SOMALIA, NIGERIA y todos los escenarios
donde hay conflictos armados, y se permita el ingreso seguro y sin obstáculos
de la ayuda humanitaria. Para O’Brien,
quien realizó una gira por esas cuatro naciones, si no hay apoyo “mucha gente
morirá de hambre, perderá sus medios de subsistencia y se revertirán las
conquistas políticas que tanto costó lograr. Sin esfuerzos globales, colectivos
y coordinados la gente morirá de hambre y muchos más sufrirán y morirán por
enfermedades. Los niños tendrán retrasos
(de desarrollo) y faltarán a la escuela.
Los medios de existencia, el futuro y las esperanzas se habrán perdido, agregó.
LA ONU Y LAS ORGANIZACIONES ALIMENTARIAS CONSIDERAN que hay hambruna cuando más de 30 por ciento de niños
menores de 5 años sufren desnutrición aguda y la tasa de mortalidad es de dos o
más fallecimientos por cada 10 mil personas todos los días, entre otros
criterios de evaluación. A principios de año ya enfrentábamos LA MAYOR CRISIS HUMANITARIA desde la
creación de Naciones Unidas, en 1945,
afirmó. Ahora más de 20 millones de personas en cuatro países enfrentan
inanición y hambruna. El funcionario dijo que la “peor y más apremiante crisis
humanitaria en el mundo está en YEMEN,
donde dos terceras partes de la población –18.8 millones de personas– necesita
ayuda y más de 7 millones de individuos tiene hambre y no saben de dónde vendrá
su próximo alimento”. Recordó que la crisis humanitaria es resultado de los
desplazamientos masivos de la población, debido a los combates entre fuerzas gubernamentales y hutíes. El conflicto ha
dejado más de 7 mil 400 muertos y 40 mil heridos desde marzo de 2015, según la ONU. El responsable estimó que hacen
falta 2 mil 100 millones de dólares para ayuda humanitaria, y anunció una
conferencia ministerial el 25 de abril en Ginebra, en presencia del secretario
general de la ONU, Antonio Guterres, para recaudar los fondos
EN SUDÁN DEL SUR, O’Brien encontró la situación peor que nunca, debido a la guerra civil que azota el país desde diciembre de 2013. Consideró que las partes beligerantes son responsables de la hambruna en el país. Más de 7.5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, es decir, 1.4 millones más que el año pasado en esta nación con 3.4 millones de desplazados. EN SOMALIA, que enfrenta desde hace casi tres décadas caos y violencia a causa de las milicias de clanes, bandas criminales y la insurrección de islamitas shebab, más de la mitad de sus 6.2 millones de habitantes requiere asistencia y protección, incluidos 2.9 millones amenazados por la hambruna. Cerca de un millón de menores de cinco años sufrirán este año malnutrición grave, aseguró. EN EL NORESTE DE NIGERIA, foco de una insurrección de los islamitas de Boko Haram desde 2009, está golpeado por el calentamiento climático y es víctima del caos político. Más de 10 millones requieren ayuda humanitaria, de las cuales 7.1 millones enfrentan una precariedad alimentaria, señaló. Pablo Raúl martes 14 de marzo del 2017.
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GUERRAS Y HAMBRUNAS: LA
CEGUERA DE OCCIDENTE.
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Higinio
Polo.
El
Viejo Topo.
Lunes
3 de abril del 2017.
A mediados de marzo de este año, el coordinador de la
ONU para Asuntos Humanitarios, Stephen O’Brien, lanzó la voz de alarma: en
Yemen, Somalia, Sudán del Sur y Nigeria, se corre el riesgo de que estallen
grandes hambrunas, añadidas a la grave situación en que vive la población de
esos países. No son los únicos, pero sí los más graves: no hay que olvidar que,
pese al proceso de paz abierto en Astaná, la feroz guerra impuesta a Siria
sigue destruyendo miles de vidas y provocando decenas de miles de refugiados.
En esos cuatro Estados citados por O’Brien, veinte
millones de personas corren peligro. El funcionario internacional había
visitado esos países, excepto Nigeria, e informó al Consejo de Seguridad de la
ONU de la inminente catástrofe, además de los riesgos asociados a enfermedades
y epidemias como el cólera que ya ha causado muertes en Sudán y personas
afectadas en Somalia, si no se adoptaban medidas inmediatas. En Somalia, seis
millones de personas, más de la mitad de su población de diez millones de habitantes,
necesitan ayuda alimentaria urgente. También la FAO, el organismo de la ONU
para la alimentación y la agricultura, alertó sobre una catástrofe inminente en
Yemen si no llega ayuda internacional. Ilustra la gravedad del momento el hecho
de que, según la FAO, nunca se había dado una situación de emergencia tan grave
en cuatro países a la vez. O’Brian, ante el Consejo de Seguridad, calificó la
circunstancia como “la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra
Mundial”, e insistió en que para enviar la ayuda humanitaria imprescindible
necesitaban conseguir antes del verano 4.400 millones de dólares. O’Brien
expuso la necesidad de conseguir 1.500 millones de dólares para atender a la
crisis en el Lago Chad, y que para Sudán se precisan 1.600 millones.
El propio secretario general de la ONU, António
Guterres, visitó Somalia en marzo para evaluar los peligros. Guterres, que se
reunió con el nuevo presidente somalí, Abdullahi Mohamed, se hizo eco de la
conjunción de riesgos en el cuerno de África: “Conflicto, sequía, cambio
climático, enfermedad, cólera”. La crisis es especialmente grave en el suroeste
del país, donde en las últimas semanas han muerto de hambre más de cien
personas, aunque las cifras son provisionales y, con toda probabilidad, muchos
más somalíes han perecido. La sequía afecta también a zonas de Etiopía y Kenia.
Los organismos humanitarios de la ONU tratan de conseguir 825 millones de
dólares para la emergencia en Somalia que alcanzarían para aliviar la situación
durante los próximos meses, aunque la dramática conjunción de guerras, pobreza
e imperialismo no invitan al optimismo a corto plazo. Guterres afirmó que las
crisis en esos cuatro países son evitables, porque surgen de conflictos que el
mundo y la diplomacia pueden resolver.
El norte de Nigeria vive el conflicto bélico con el
movimiento yihadista Boko Haram, con frecuentes asaltos terroristas a
poblados, con secuestros y matanzas, y sufre también riesgo de hambrunas: se
han abierto numerosos campos de refugiados, precarios y sin recursos, para
miles de desplazados por la guerra. En Sudán del Sur, algunas regiones han sido
declaradas oficialmente en estado de hambruna y la situación se deteriora con
rapidez: un millón de personas padece hambre, y casi seis millones más soportan
graves riesgos inmediatos. En los tres últimos años, dos millones de sudaneses
se han convertido en refugiados internos y un millón y medio ha huido a los
países vecinos. El nuevo país tiene una población de apenas diez millones de
habitantes, de manera que las tres cuartas partes de sus ciudadanos están en
peligro, y los combates entre el gobierno y los rebeldes agravan la situación.
Además, la ayuda encuentra obstáculos para llegar a los necesitados debido a
los enfrentamientos armados y a la falta de organización en los países
desarticulados por la guerra. Asimismo, tanto en Nigeria como en Sudán, son
frecuentes los ataques armados a los equipos de ayuda humanitaria.
En Yemen, es donde más alarmantes son las amenazas
inmediatas para los ciudadanos: de un total de 25 millones de habitantes, la
deficiente alimentación afecta ya a 19 millones de personas; falta incluso el
agua en muchas ciudades y regiones, y la guerra afecta directamente a más del
ochenta por ciento de la población. Los combates han desarticulado por completo
las estructuras del país y los mecanismos de cooperación y distribución. Más de
dos millones de niños corren riesgos, y de ellos, quinientos mil padecen una
desnutrición grave que afectará a su desarrollo futuro, causando serios daños
en su organismo. La guerra en Yemen, causa directa de esa situación, exige un
embargo inmediato de armas y la prohibición por parte del Consejo de Seguridad
de la ONU de que Arabia continúe bombardeando a la población civil del país,
que Riad ha llevado a cabo con tácito apoyo del gobierno norteamericano, ayer
con Obama, hoy con Trump. Hace ya dos años que la coalición dirigida por Arabia
bombardea regularmente el Yemen, sin que Estados Unidos haya mostrado ninguna
crítica a Riad: en el complejo escenario estratégico de Oriente Medio, la Casa
Blanca prefiere reforzar el poder de su aliado saudí, frente a Irán, antes que
intentar poner fin a la guerra.
Mientas eso ocurre, Trump y la extrema derecha,
Estados Unidos y muchos gobiernos europeos, además de bastantes partidos
conservadores, impasibles ante el sufrimiento humano, exigen cerrar las puertas
a la inmigración y a los refugiados. La receta que llega de Washington habla de
destinar más dinero para el ejército y menos para la diplomacia, de aplicar una
mayor dureza contra los inmigrantes pobres y de dar más facilidades para las
empresas, que se benefician de subvenciones que podrían dedicarse a paliar el
sufrimiento humano: Trump quiere reducir la aportación norteamericana al
Programa Mundial de Alimentos de la ONU, además de los recursos dedicados al
Comisionado para los refugiados y a UNICEF.
Los cuatro países en riesgo citados por los organismos
humanitarios padecen guerras, de diferentes significados e intensidad, aunque
con evidente responsabilidad de las potencias occidentales, sobre todo de
Estados Unidos. Aunque esos administradores de la ONU hayan dado la voz de
alarma, nada invita al optimismo: el nuevo gobierno Trump apuesta por la
reducción del presupuesto dedicado a la diplomacia y a la ayuda internacional,
mientras defiende el aumento de los recursos dedicados al Pentágono, en un
momento en que prosiguen las guerras en Oriente Medio y el norte de África, y
nuevos focos de tensión aparecen en el horizonte: el Mar de la China meridional
y la península de Corea. Rex Tillerson, el nuevo secretario de Estado
norteamericano, ha manifestado en relación a Corea del Norte que “todas las
opciones están sobre la mesa”, y esas insensatas palabras amenazan con otra
guerra.
Las hambrunas en el mundo no son ninguna maldición
bíblica ni una fatalidad que haya que soportar, porque el mundo dispone de
recursos suficientes para hacerles frente, si conseguimos (presionando a los
gobiernos, insistiendo en la exigencia de justicia y solidaridad, combatiendo
al imperialismo) que la ceguera de Occidente ante los desastres de las guerras deje paso a
la maltratada, generosa, imprescindible fraternidad humana.
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