El contexto histórico-político
de hoy, en relación con la SOBERANÍA NACIONAL, nos obliga por el momento - frente
al importante Artículo del Dr. Immanuel Wallerstein,
de tener otras opiniones sobre SOBERANÍA
concepto que ha sido puesto en la Mesa de Debates en la última Asamblea de las Naciones Unidas, así como hoy está en
el centro del debate Internacional con relación a la “Independencia o Autonomía” que lucha el Pueblo de Barcelona, El Pueblo Catalán tiene o NO razón, hoy frente
a España de entrar en un proceso
nacional de Independencia o España debe
defender - con la violencia y la represión - su Integridad Territorial como Nación y su
SOBERANÍA NACIONAL. La soberanía
nacional es un bien infravalorado en el mundo de hoy, especialmente en los
medios internacionales, donde las perspectivas de Washington y sus aliados mayormente prevalecen. Esto es cierto
respecto a temas tanto políticos como económicos, y las consecuencias pueden
ser particularmente fuertes para una región como Latinoamérica, tradicionalmente considerada por los funcionarios
estadounidenses como su “patio trasero”.
Para otros, La Soberanía Nacional es la facultad que
posee cada Estado para ejercer el Poder Soberano sobre su sistema de gobierno,
su territorio y su población. Podemos decir también que se trata de la
Autodeterminación de una Nación que sin sujetarse o someterse a ninguna otra
voluntad, decide su propio destino. Y la Opinión de Sally Burch en relación a El
ciberespacio ha dejado de ser simplemente realidad virtual, al convertirse en
el corazón de un sistema supranacional, que constituye una nueva dimensión del
planeta, que se agrega al territorio, al subsuelo, a la atmósfera y al espacio
ultraterrestre. Su particularidad es ser un espacio ilimitado; pero al igual
que las otras dimensiones, puede ser colonizado y objeto de luchas de poder y
dominio. Por lo tanto, más allá de su potencial para el desarrollo, tiene
implicaciones fundamentales para la soberanía nacional y regional; sin embargo,
por ese mismo carácter supranacional, ningún país puede ejercer esta soberanía
en forma aislada.
EL
FIN DE LA SOBERANÍA NACIONAL Y LAS NACIONES-ESTADO. Parece que nadie ha reparado, hasta ahora, en una
de las principales consecuencias de la globalización económica: la desaparición
de las soberanías nacionales, el fin de
la era de las naciones-Estado iniciada con la Independencia de los Estados
Unidos en 1783 y la Revolución Francesa en
1789. La ONU está integrada
por 193 países. Sin embargo, más allá de las apariencias y los formalismos, ya
no se trata de naciones-Estado sino de administraciones territoriales
desprovistas de soberanía plena. Lo
que en realidad estamos contemplando en este momento histórico es el
nacimiento de un nuevo modelo político, destinado a sustituir al viejo modelo de las naciones-Estado. Un
modelo que se consolida a medida que la globalización despoja a los países de
su soberanía y se configura un sistema de gobernanza mundial. El “Nuevo Orden Mundial” que todos los
últimos presidentes de Estados Unidos y de los países europeos anuncian
efusiva y reiteradamente desde el atentado de 2001 contra las Torres Gemelas no
es más que el nombre con el que la elite de las altas finanzas ha bautizado a
su proyecto político cuya finalidad última es el establecimiento de un Gobierno
Mundial, lo que implica la desaparición,
después de dos siglos, de las naciones-Estado, los países soberanos.
En
última instancia, la globalización es un proceso de transferencia de soberanía
desde las naciones-Estado hacia corporaciones privadas o instituciones
transnacionales o internacionales. El
concepto de “soberanía nacional” fue acuñado en la Revolución Francesa y
tuvo su plasmación por primera vez en el artículo 3 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. "toda soberanía reside esencialmente en la
nación". La soberanía es el ejercicio
de la autoridad. El diccionario de la Real Academia
Española define la soberanía como la autoridad suprema del
poder público. Si bien Rousseau
fue el creador del concepto de soberanía popular, fue Sieyes , uno de los teóricos de las
constituciones de la RevoluciónFrancesa y de la era Napoleónica, quien se encargó de desarrollar la noción de soberanía
nacional. Para Sieyès, la soberanía está radicada en la nación y no en el pueblo, ya que
también se debe tener en cuenta el legado histórico y cultural, y los valores
bajo los cuales se ha fundado dicha nación. En el ámbito del derecho internacional, la soberanía se
refiere al derecho de un Estado para
ejercer sus poderes. La violación de la soberanía de un país puede dar lugar a
un conflicto bélico. Esteban
Cabal. Rebelión 21 de noviembre del 2011.
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"La soberanía Nacional, no es la simple defensa de la integridad territorial: es la lucha por nuestra autoafirmación como Pueblo, por nuestro Derecho a construir nuestro propio destino, sin imposiciones externas, ni claudicaciones internas". 20 de noviembre, Día de la Soberanía Nacional, expresa, la historia hoy del Pueblo Argentino.
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EL MITO DE LA SOBERANÍA.
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IMMANUEL
WALLERSTEIN.
La Jornada.
Lunes 9 de octubre
del 2017.
Donald Trump ocupó mucho
de su discurso en Naciones Unidas para afirmar que fue electo para defender la soberanía estadunidense. Dijo que todos
y cada uno de los Estados miembros también buscaban defender su propia
soberanía. ¿Qué quiso decir con esto?
Tal vez no haya ninguna otra palabra en el
vocabulario público común de dirigentes políticos y analistas académicos que
tenga tantos significados y usos en conflicto como soberanía. La única otra que se acerca en confusión
es liberalismo. Es por tanto útil que rastreemos un poco de la historia
del término.
Uno no se encuentra el término usado antes de la
creación del moderno sistema-mundo
en el largo siglo XVI. Ésta fue la época cuando las cabezas de ciertos Estados
(notablemente Inglaterra, Francia y España), proclamaron la doctrina de las
monarquías absolutas. Insistían en que el monarca era absuelto de los
desafíos de cualquier persona o institución. Esto por supuesto era una
reivindicación, no la descripción de una realidad.
Lo que estos monarcas intentaban establecer era la soberanía de sus Estados. Soberanía para ellos significaba que
ningún poder exterior a su Estado tenía el derecho de interferir en las
decisiones de su Estado. También quería decir que ningún poder al interior del Estado podía fallar en el encargo de
llevar a cabo las decisiones del Estado. La doble orientación (externa e
interna), era crucial al concepto.
Es obvio que simplemente afirmar la soberanía no fue suficiente. El Estado tenía que instrumentar estas
reivindicaciones. Ningún Estado era
entonces, y nunca ha sido, plenamente soberano, ni siquiera el más poderoso.
Pero los Estados más fuertes lo
hicieron y lo hacen mejor que los menos poderosos.
Cuando decimos de algunos Estados que son hegemónicos en el moderno sistema-mundo, en realidad
queremos decir que pueden interferir, de hecho, en los asuntos internos de
otros Estados. Y en efecto logran mantener su unidad interna. No enfrentan
resistencias institucionales significativas, y mucho menos movimientos
secesionistas.
Estados
Unidos fue un poder hegemónico más o menos entre 1945 y 1970. Impuso su
modo en el sistema-mundo 95 por ciento
del tiempo en 95 por ciento de los asuntos. Otro término para describir esto es
decir que. Estados Unidos
era imperialista. Imperialista es un término negativo y una potencia
hegemónica puede lograr, en gran medida, prohibir su utilización.
Conforme
declina la hegemonía, el imperialismo como término comienza a usarse más ampliamente.
Así también la soberanía. Los países
menos poderosos afirman sus derechos como poderes soberanos para luchar contra
los poderes imperiales. Así Trump
estaba en lo correcto, en el sentido de que muchos, tal vez la mayoría de los
miembros de Naciones Unidas hoy,
defienden públicamente su soberanía.
Cuando Trump
afirma la soberanía estadunidense, esto es señal de debilidad. Es precisamente porque
Estados Unidos es un hegemón en
decadencia aguda, que tiene que recurrir a usar el mito de la soberanía y
rechazar la idea de que las instituciones supranacionales pueden tener algo que
decir de las políticas estadunidenses. Cuando un Estado báltico afirma su
soberanía, está demandando respaldo contra lo que considera que es la
reafirmación de Rusia de su propia
autoridad. Y cuando China afirma su
soberanía, busca expandir su poder de toma de decisiones a nuevas áreas.
Los
movimientos secesionistas nos fuerzan a todos a confrontar nuestra
utilización del término. Cataluña celebra
un referendo sobre su derecho a la independencia soberana. España dice que
dicho referendo viola la soberanía española. En la situación de
reivindicaciones directamente opuestas, cada quien debe decidir cuál
reivindicación es más legítima. Algunas veces esto puede dirimirse sin
violencia.
Éste es el caso, por ejemplo, de cuando Eslovaquia se separó de Checoeslovaquia.
Y algunas veces hay guerra civil.
Pero dado que ninguna secesión elimina nunca todas las diferencias en las
subcategorías al interior de un Estado, el derecho a la secesión debe cesar en
alguna parte.
El punto que
quiero enfatizar es que la soberanía es un mito, uno que
todos podemos usar, uno que tiene
diferentes consecuencias en diferentes momentos del sistema-mundo. Nuestro
juicio moral depende de la totalidad de las consecuencias y no del mito de la
soberanía. Cuando Trump utiliza el
término, tiene implicaciones reaccionarias. Cuando otros lo usan, puede tener implicaciones
progresistas. El término mismo no nos dice nada.
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