LA GOBERNANZA AMBIENTAL.- El término gobernanza –traducción de la
palabra anglosajona governance–
apareció como reemplazo del concepto clásico de gobierno y se
difundió aceleradamente en los años ´90, en el contexto del despliegue de
la llamada globalización o, de lo que llamaríamos más propiamente, un nuevo
ciclo de mundialización capitalista y de construcción de un mercado mundial,
esta vez bajo el signo del neoliberalismo. Por
gobernanza se entendía así una serie de mutaciones que redefinían la autoridad
y poder de los Estados nacionales, particularmente en el Sur del Mundo.
De
esta manera, se refería a que la regulación de la sociedad dejaba de ser
monopolio del Estado
para pasar a ser una función compartida; por una parte, a nivel global, con los
organismos internacionales (incluidos los acuerdos de libre comercio y
protección de inversiones); y, por la
otra, a nivel nacional y local, con un conjunto de actores privados que abarcaban tanto a las empresas como a las
llamadas organizaciones no gubernamentales –consideradas ahora los
representantes legítimos de la sociedad civil. La gobernanza se inscribía así en los procesos de privatización, desnacionalización y des-democratización del Estado y lo
público, propios del neoliberalismo. En este proceso, el término gobernanza
ambiental se difundirá una década más tarde, en los años 2000, para remitir a los mismos procesos en
relación con los bienes comunes naturales y la naturaleza.
La
misma se entiende habitualmente (Gobernanza ambiental) como un
conjunto de procesos e instituciones, tanto formales como informales –que
incluye normas y valores, comportamientos y modalidades organizativas– a través
de los cuales las empresas, las ONGs
y diversos actores sociales, y las instituciones públicas, articulan sus
intereses, median sus diferencias y ejercen sus derechos y obligaciones en
relación al acceso y usos de los bienes naturales. En conclusión, la promoción de la gobernanza culmina desplazando y
asignando funciones antiguamente propias del gobierno a las empresas, así como se propone configurar, desde ciertos modelos legítimos, la
participación de la sociedad civil.
De esta manera, la
extendida percepción de que las grandes
corporaciones extractivas actúan en los territorios como un propio Estado
dentro del Estado no es, entonces, un error o un exceso, sino el efecto
específico de una buscada reformulación del Estado y del poder bajo el neoliberalismo. Instrumento y ejemplo
de ello es la llamada responsabilidad social empresaria o corporativa (RSE). Parecida a la caridad o filantropía oligárquica
del pasado, se diferencia por concebirse también como una forma de hacer
negocios.
Así,
el financiamiento corporativo de establecimientos escolares o sanitarios en los territorios donde impera el extractivismo – que es uno de los
ejemplos más conocidos de RSE–, no
sólo implica la intervención directa de las empresas sobre las poblaciones, que
opera en el desmantelamiento y ausencia estatal. Es también la contrapartida oposición patronal a cualquier
incremento de las contribuciones fiscales y regulaciones estatales, incluso si
las mismas constituyen una de las primeras demandas de la movilización y
protesta de los pobladores, como suele ocurrir.
Así, siguiendo a la economía verde, la gestión de la problemática
ambiental es,
simultáneamente, una oportunidad de
negocios y ganancias. Y, en el sentido de lo planteado por la economía verde,
la gobernanza ambiental –o la RSE– promueve un proceso de
economización de un ámbito de la vida humana; pero esta vez se trata de lo político, de la privatización de la
autoridad común, en consonancia con la mercantilización de los bienes naturales
comunes. Ciertamente, señalamientos similares pueden hacerse respecto de
los dispositivos de mediación de conflictos, donde el Estado se transforma en un facilitador de la negociación entre
intereses particulares de la sociedad
civil, entre actores privados considerados iguales; habitualmente entre
grandes corporaciones trasnacionales y las poblaciones de los territorios
afectados por esos emprendimientos. La
mediación, así como todo un conjunto de políticas e instituciones, han sido
desplegados en las últimas décadas para enfrentar la creciente conflictividad que despiertan estos procesos de
destrucción de las condiciones de existencia social; incluido, claro está, el ejercicio de una violencia estatal y paraestatal, tan presente en los territorios del extractivismo latinoamericano,
con su trágica serie de muertes, desapariciones, detenciones y migraciones
forzadas.
A pesar de ello, la conflictividad frente a los emprendimientos
extractivistas, la mercantilización y despojo de los territorios y la vida, no ha dejado de crecer en nuestra
región. Y con estos cuestionamientos y denuncias también ha emergido, se ha
extendido y constituido, una extremadamente valiosa programática de cambio y
crítica a estos procesos, desde las visiones del Buen Vivir a
las experiencias de defensa y
construcción del carácter público común de los bienes naturales y sociales y de
las formas de la vida social y de la autoridad colectiva. La nueva ofensiva neoliberal que se
despliega trágicamente en Nuestra América en estos últimos años –con sus
cuotas de violencia y profundización del extractivismo–
no alcanza para disipar ni borrar estas prácticas y los horizontes alternativos
que han postulado y que –como las utopías, parafraseando a Eduardo Galeano– siguen
alumbrando en la dirección por donde avanzar.
/////
Obama y Macri, juntos en Argentina, en la última semana con motivo de la II Cumbre de la Economía Verde, realizada en Córdoba-Argentina 2017.
***
LA NEOLIBERALIZACIÓN DE LA CUESTIÓN
AMBIENTAL.
Obama, Macri y la Economía verde.
*****
José Seoane.
Rebelión
viernes 13 de octubre del 2017.
El lobby de la economía verde
En el marco de su reciente gira sudamericana, el
ex presidente Obama participó el viernes pasado (6/10) como conferencista
estrella en la II Cumbre de Economía Verde 2017 organizada en Córdoba por la
ong estadounidense Advanced Leadership Foundation junto al
gobierno provincial. En su intervención ante el nutrido auditorio que poblaba
el salón principal del Quorum Córdoba Hotel - Golf, Tenis & Spa,
Obama enfatizó la gravedad del cambio climático en curso y defendió la
importancia de respetar y cumplir las metas del Acuerdo de París adoptado a
fines del 2015 en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático así como de promover las energías renovables.
“Somos la primera generación que siente el impacto del cambio climático y la
última que puede hacer algo al respecto” sentenció ante los aplausos de la
concurrencia entre las que se encontraban funcionarios y empresarios (Clarín,
2017).
Se contrapuso así a la postura del actual mandatario
Donald Trump que retiró a los EE.UU. de dicho acuerdo negando las causas
antropogénicas y la propia existencia del cambio climático y la problemática
ambiental en consonancia con la política promovida por los grandes consorcios
petroleros que forman parte de ese gobierno. Sin embargo, la defensa del
Acuerdo de París y la promoción de las energías renovables y la economía verde
no suponen una alternativa real a la política negacionista de Trump y a los
procesos de deterioro y destrucción de las condiciones de existencia social
desplegados por el neoliberalismo, sino que constituyen otro modo de
tratamiento neoliberal de la cuestión ambiental impulsado por una importante
fracción de las élites mundiales.
En esta dirección apuntan las afinidades entre Obama y
Macri evidenciadas en las declaraciones del primero reconociendo la
contribución que el segundo hizo en haber “reiniciado el contacto con el mundo”
(Clarin, 2017) y la foto de ambos compartiendo un partido de golf que, con sus
diferencias, no deja de rememorar aquella de Menem y George Bush de los años
´90 durante las relaciones carnales. En similar sentido, respecto de la
cuestión ambiental, Obama compartió con Macri, en su visita en 2016 todavía
como presidente en ejercicio, la importancia de una agenda verde, de las
energías renovables y las políticas sobre el cambio climático, y éste último
expuso meses después sobre la importancia de cuidar el ambiente y promover los
negocios en la conferencia inaugural de la I Cumbre de Economía Verde
organizada también por la Advanced Leadership Foundation (Seoane,
2017a). Una fundación que está estrechamente vinculada al propio Obama y al
partido demócrata estadounidense y que con la organización anual de estos
congresos ha decidido hacer de la provincia mediterránea y de la Argentina el
centro de su política regional de promoción y divulgación de la economía verde
como nuevo y central paradigma para el tratamiento de la cuestión ambiental.
En esta ocasión dicho encuentro contó con la
exposición, además del ex mandatario estadounidense, de dos premios Nobel de
Economía, de funcionarios de la OEA, del Consejo de Negocios Sustentables de
los EE.UU., del Programa de Ciudades y Gobiernos para América Latina y el
Caribe de la Corporación Financiera Internacional del Grupo del Banco Mundial,
del Presidente de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Lorenzetti, de
funcionarios del gobierno de Córdoba y de la Ciudad de Buenos Aires, y
empresarios locales y trasnacionales; todos ellos convocados para intercambiar
y formar a 300 líderes y promotores de la economía verde en el país. Pero
entonces, ¿qué significa este enverdecimiento de la economía?
La lógica perversa del capitalismo verde. Ni todo lo que es económico es financiero. Pero lamentablemente, todo lo que es financiero es económico.
***
La economía verde y la ofensiva neoliberal.
La economía verde se publicita como una propuesta que
resuelve la contraposición entre el desarrollo económico y la conservación de
la naturaleza a partir de integrar esta última al primero, reduciendo el
tratamiento de la problemática ambiental a la promoción de ciertas actividades
económicas consideradas “verdes” en desmedro de otras vistas como dañinas del
ambiente. Es decir, restringiendo la política ambiental a una modificación de
los tipos o ramas de la actividad económica; sin alterar, sino confirmando la
racionalidad del lucro, la competencia y el mercado. Desde esta perspectiva,
entonces, el cuidado del ambiente resulta también una forma de hacer negocios.
Así lo decía con claridad el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti en la
inauguración de esta II Cumbre afirmando que “en ningún lado está escrito que
tenga que estar reñido el cuidado del medio ambiente…con el avance productivo,
con el avance tecnológico, es hora que ambos se fundan para poder garantizar la
sustentabilidad…que hay oportunidad de negocios en la economía sustentable, que
no es algo que va a significar pérdidas para las empresas o para los Estados y
las obras que hacen; por el contrario, se está probando con la cantidad de
empresas de economía verde que tiene el propio EE.UU… que es absolutamente
compatible y es rentable el trabajar en la economía verde… para el sector
empresario” (Cumbre Economía Verde, 2017).
En esta dirección, la economía verde más que consagrar
un “enverdecimiento” de la economía supone en realidad la economización de lo
“verde”. Esta dimensión aparece en la promoción que la misma
hace de todos los procesos de valorización monetaria del ambiente y la
naturaleza y que se expresa en la importancia que le otorga a la contabilidad ambiental, la construcción del
capital natural, la extensión de los servicios ecosistémicos y de los mecanismos de mercado en el tratamiento de las
problemáticas ambientales como, por ejemplo, los mercados de carbono respecto del cambio climático.
Por
otra parte, la economía verde implica también reducir la problemática ambiental a la
naturaleza y lo verde, identificándola con un mundo físico no humano e incluso
con la reproducción de ciertos procesos biológicos; quitándole
a lo ambiental su dimensión social e histórica. Ambos procesos
distinguen el tratamiento neoliberal de la cuestión ambiental; por un lado, la
mercantilización o capitalización de la naturaleza; por el otro, la
naturalización o biologización del ambiente (Seoane,
2017b).
La propuesta de la economía verde
comenzó a formularse a fines de los años ’80
a partir del trabajo de un grupo de académicos vinculados al campo de la economía ambiental que propone un cruce entre lo ambiental y la economía liberal (Pearce, Markandya y Barbier, 1989).
Pero solo dos décadas después, en el contexto de un nuevo episodio económico de
crisis global, fue adoptada por el Programa
de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (PNUMA, 2009 y 2011) y luego propuesta en la Cumbre mundial de Río+20 del 2012 como
nuevo paradigma para implementar el desarrollo sostenible.
Se
planteó así como una respuesta tanto a la crisis económica como a la crisis
ambiental, como una oportunidad para promover los negocios y el crecimiento “verdes”. En esta misma dirección, no
es fruto de la casualidad la promoción de la economía verde en Argentina y América Latina en los
últimos años coincidentemente con una renovada ofensiva neoliberal que se
despliega en la región y que tiene, como en el pasado, su dimensión de
profundización del extractivismo y privatización de los bienes comunes
naturales.
La economía verde
coincide programáticamente y sirve a promover este mismo proceso al plantear la
mercantilización de la naturaleza como
respuesta a la cuestión ambiental. Una de las características del arte de
gobierno neoliberal reside justamente en esta capacidad de hacer de las crisis
que el mismo despliega una oportunidad para la profundización de sus propias
transformaciones; en este caso, de plantear que el tratamiento de las problemáticas ambientales que son el
resultado en gran medida de la aplicación
de las políticas neoliberales se base en la ampliación del proceso de
capitalización de la naturaleza y la vida. Este señalamiento abarca incluso a
los proyectos de energías renovables que conforman uno de los capítulos de la promovida economía verde. Como
demuestra la licitación por 1.000 MW
de potencia en energía renovables (solar,
eólica y otras) realizada por el gobierno nacional a posteriori del
encuentro entre Obama y Macri en 2016;
el modelo corporativo para el desarrollo de las llamadas energías limpias
implica también consagrar la apropiación y control privado de bienes naturales
por parte del capital local o trasnacional; aunque
en este caso se trate del viento, la radiación solar o la biomasa.
El líder Trostkista campesino peruano, HUGO BLANCO, promotor del eco-socialismo en el mundo andino.
***
Las alternativas desde los
pueblos.
La economía verde
se constituye así en una matriz del tratamiento neoliberal de la cuestión
ambiental promovida a nivel internacional por una fracción de las elites
políticas y económicas del viejo centro del capitalismo, tanto de EE.UU. como de la Unión Europea. Su
despliegue coincide y refuerza la expansión del mercado, del capital y de la
privatización de los bienes naturales y la naturaleza características del
neoliberalismo. Frente a ella y, también frente a las políticas negacionistas
hoy encarnadas en el gobierno de Trump,
los movimientos sociales y pueblos del mundo han construido y desplegado en las
últimas décadas una diversidad de prácticas y programáticas alternativas.
Las
experiencias y propuestas en torno a la agroecología,
los mercado comunitarios y la soberanía alimentaria; o respecto de los modelos
comunales de producción y distribución de las energías renovables junto a la
construcción de la soberanía energética y su control público popular; o los planteos societales del Buen Vivir,
del alter-desarrollo al eco-desarrollo; son algunos ejemplos de la realidad
y riqueza de estas alternativas que crecen y se multiplican, aunque no convocan
reuniones en hoteles internacionales ni reciben la atención de grandes
empresarios, funcionarios o corporaciones mediáticas. En particular sobre la
crisis climática no podemos olvidar las contribuciones planteadas por las redes
y plataformas globales así como los acuerdos alcanzados en las dos Conferencias
Mundiales de los Pueblos sobre el
Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra realizadas en 2010 y 2015 en
Tiquipaya, Bolivia. Ante el
deterioro y destrucción de las condiciones de existencia de la vida humana y no
humana que despliega y conlleva la fase actual neoliberal del capitalismo, todas estas
contribuciones y experiencias alumbran un camino que es posible e
imprescindible transitar, conocer y construir colectivamente.
*****
Notas
Clarín 2017 “ Las mejores
frases de Barack Obama durante su conferencia en Córdoba” , viernes 6 de
octubre. Disponible en https://www.clarin.com/sociedad/mejores-frases-barack-obama-conferencia-cordoba_0_rJvyzuB3-.html
Cumbre Economía
Verde 2017 Video Cumbre Economía Verde Día 1.
Disponible en http://cumbreeconomiaverde.org/en-vivo-5-de-octubre/
Pearce, David; Markandya, Anil y Barbier, Edward 1989 Blueprint for a green
economy (Londres: Earthscan)
PNUMA 2009 Un Nuevo Acuerdo Verde Global - Informe de Política (Nairobi: PNUMA).
PNUMA 2011 Hacia
una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la
pobreza. Síntesis para los encargados de la formulación de políticas públicas (Nairobi:
PNUMA)
Seoane, José
2017a “Economía verde y gobernanza ambiental. El tratamiento neoliberal de la
cuestión ambiental”, en Revista Fractura Expuesta N° 5 (Buenos Aires: OPSUR)
Seoane, José
2017b Las (re)configuraciones neoliberales de la cuestión ambiental. Una
arqueología de los documentos de Naciones Unidas sobre el ambiente 1972-2012 (Buenos
Aires: Ed. Luxemburg – IEALC) Puede descargarse gratuitamente en http://gealyc.blogspot.com.ar/
JOSÉ SEOANE Profesor e
investigador de la Facultad de Ciencias Sociales - UBA Grupo de Estudios sobre
América Latina y el Caribe (GEAL) Instituto de Estudios de América Latina y el
Caribe (IEALC), FCSoc, UBA.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario