LA COMUNICACIÓN COLABORATIVA.- “EL MEDIO
ES CADA UNO DE NOSOTROS” UNA EXPERIENCIA EN BRASIL.- MÍDIA NINJA
es una red social de información alternativa que tuvo su punto más alto en Brasil con las manifestaciones de protesta contra el
Mundial. Dos de sus organizadores señalan la importancia de que se apruebe una
ley para desmonopolizar y democratizar a los medios en Brasil. Mídia Ninja es un
medio de comunicación compuesto por colaboradores en todo Brasil, que trabajan de forma conjunta con
el objetivo de difundir la información “sin
cortes, sin censura”. Este colectivo promueve un periodismo militante,
independiente de los sectores de poder, y surgió como una reacción contra la
concentración de la información que impera en el gigante tropical. El medio cobró relevancia con las
manifestaciones de junio de 2013, cuando millones de brasileños se congregaron
en las calles reclamando por una mayor inversión en educación y salud,
exigiendo una regulación del precio del transporte público y denunciando abusos
policiales y corrupción en las cúpulas de poder. De cara al mundial, dos de sus creadores, Pablo Capilé y Rafael
Vilela, analizan el panorama político y social de la sede de la copa y
explican el funcionamiento de este medio emergente.
–¿CÓMO NACE MÍDIA NINJA? Rafael Vilela: –Es la consecuencia de un proceso muy
amplio que ya tiene como 10 años en Brasil y que surge de Fora do Eixo, que es una red que nació
con el objetivo de desarrollar el trabajo de productores culturales
independientes. La lógica de Fora do
Eixo es que se encuentra fuera del eje cultural, del mainstream de Brasil.
Es un descentramiento dado gracias al aporte de Internet que permitió conectar
zonas que estaban totalmente desconectadas. Por medio del intercambio lograron
llevar a cabo producciones culturales que antes eran imposibles. Fora do Eixo cuenta con 200 colectivos en
todo el país. Entonces esta red comenzó a funcionar como un espacio de activismo
y así creamos la universidad, el banco y el medio dentro de este marco de
acción. De esta forma desarrollamos, gracias a las redes sociales,
un conjunto de estrategias de comunicación aprovechando la tecnología que
tenemos disponible y así encontramos una red dispersa en todo el país que
necesitaba un cauce. En 2011 empezamos a
cubrir movilizaciones sociales de todo tipo. Entonces, todos los
colaboradores que ya estaban conectados a través de Fora do Eixo se articularon
en un sentido más político en función de la red de comunicación. En 2013, se institucionalizó finalmente
Mídia Ninja como un proceso proveniente de Fora do Eixo. Mídia Ninja nace en el medio de una crisis de
credibilidad hacia los medios tradicionales como parte de un proceso general.
–¿Cómo se financia? Tengo
entendido que los acusan de recibir dinero de Petrobrás, Vale y PT. Rafael Vilela: –La lógica de sustento de Mídia Ninja es la
misma que la de Fora do Eixo. Es un sistema muy complejo de
sustentabilidad, pero lo principal es comprender que uno puede hacer algo muy
grande si hay mucha gente involucrada. Además existen casas colectivas, por
ejemplo yo vivo en Río, con ocho personas que no tenemos un sueldo a fin de
mes, sino que hay una caja colectiva que sustenta todo el proyecto. El dinero que proviene de las grandes
empresas se invierte en cultura, en grandes recitales gratuitos. Por eso
hay financiamiento, pero esto no genera ganancias. Es una cuestión
problemática, se trata de un sistema de financiamiento que hay en Brasil.
Pablo Capilé: –Somos independientes
porque lo que financia Mídia Ninja es nuestra propia fuerza de trabajo. Tenemos autonomía de los poderes
económicos y de las cúpulas de la política. Es decir, no determinan la línea
editorial ni el contenido de lo que queremos comunicar. Somos aproximadamente 200 personas desparramadas por todo el país.
Estas personas trabajan en conjunto para llevar a cabo este proyecto, de manera
que esto nos hace independientes, autónomos y nos permite opinar libremente. No
tenemos grandes inversores que nos dicen lo que tenemos que hacer. No nos pensamos como un medio masivo sino
como una masa de medios, donde el medio es cada uno de nosotros. Donde
todos los ciudadanos forman parte del medio. Con la tecnología que hay
disponible se pueden comunicar muchas cosas. Nuestras acciones son éstas: creación de redes,
participación directa de los movimientos sociales, organización de las
movilizaciones, articulación entre movimientos, etcétera. …..Fuente Julia Goldenberg Página/12 abril
del 2014.
/////
CRITERIOS PARA ARTICULAR ECONOMÍAS
SOLIDARIAS, FEMINISTAS Y ECOLÓGICAS.
*****
Luis González Reyes.
Vientos Sur.
Lunes 30 de octubre del 2017.
El capitalismo tiene un
único fin: la reproducción ampliada del capital, por lo que es necesario
bloquear esa reproducción. A ello contribuyen distintas medidas. Una es
prohibir la existencia de beneficios, que los excedentes reviertan en la mejora
del tejido socioambiental. Esta es una de las características de las
cooperativas sin ánimo de lucro. A esto se puede añadir limitar el tamaño
posible de las empresas para que no puedan convertirse en capitalistas. Eso es
mucho más que una ley antimonopolios, es poner en marcha medidas como las que
hicieron que en la China yuan y ming no se desarrollase el capitalismo:
fijación de precios, confiscación periódica de riqueza, etc. Pero si el
beneficio no queda en la unidad de producción el ahorro es pequeño, por lo que
hay que poner en marcha mecanismos que permitan hacer inversiones. Estos deberían
ser necesariamente colectivos. Aquí son importantes herramientas como el
micromecenazgo o la banca pública.
Una segunda característica
del capitalismo es que la sociedad es “de mercado”, es decir, que la población
necesita recurrir al mercado para poder sobrevivir, no tiene autonomía
económica. Esto implica que el grueso de la población necesita dinero para
adquirir esas mercancías, por lo que vende una parte sustancial o mayoritaria
de su actividad económica. Así, habría que pasar de sociedades “de mercado” a
sociedades “con mercado”, donde este sea solo un complemento.
Para esta transición es
imprescindible la creación de autonomía. Esta se consigue en la medida que los
proyectos tienen sostenibilidad ambiental (cierran los ciclos de la materia pudiendo
reducir sus necesidades de aportes externos, usan energías y materiales
renovables locales, etc.); están menos especializados o, dicho de otra forma,
tienen una actividad económica más variada y por lo tanto son más
autosuficientes; cuentan con una “huerta básica”, que les permite tener un
aporte de alimento autónomo; se basan en la frugalidad; o tejen redes de apoyo
mutuo con otras unidades de producción. Desde esta perspectiva, la lucha no
estaría tanto en estatalizar sectores estratégicos (lo que no está de más, pues
puede limitar la reproducción del capital), sino en crear autonomía.
En una economía “con
mercado” no se produce para la venta, sino para el uso. Solo se venden los
excedentes. Únicamente así, el mercado podría ser un mecanismo de cooperación.
Un ejemplo serían las huertas rurales en las que las/os paisanas/os llevan a la
plaza del pueblo lo que les sobra. Además, el mercado debería estar regulado
por normativas estrictas que respondan a las necesidades básicas (y sentidas)
de la población. La gestión de los comunales tradicionales provee de muchos
ejemplos, uno es el Tribunal de las Aguas de Valencia.
Una tercera propiedad del
capitalismo es que una sociedad de mercado necesita irremediablemente dinero
para funcionar, por lo que habría que pasar del dinero capitalista a las
monedas sociales y la desmonetización. Para ello, es importante que no sean
funcionales a la reproducción del capital. Una forma es consiguiendo que no
sirvan como reserva de valor. Esto se puede conseguir haciendo que se oxiden
(pierdan valor con el tiempo), que puedan ser “creadas” por la población (como
el cacao, la moneda maya) o que sean un dinero-mercancía basado en materiales
relativamente abundantes (como las conchas de caurí, que se usaron desde el
Índico hasta el Pacífico). Además de ser malas reservas de valor, también es
importante que tengan límites en su creación. Unos límites que deberían
referirse a los planetarios. La propuesta del grupo MaPriMi de anclar las
monedas a una cesta de minerales va en ese sentido. Los sistemas LETS también
ponen límites a la creación de dinero. Otra línea de trabajo sería que los
intercambios, o mejor aún la reciprocidad, fuese en especie más que en dinero,
que es como funciona habitualmente la economía familiar.
Una cuarta base del
capitalismo es que el fundamento de las clases sociales es quién gestiona los
medios de producción frente a quién tiene que vender su fuerza de trabajo para
conseguir el dinero que le permita acceder al mercado. La clave no está en si
el proletariado consigue buenos o malos salarios o si la empresa es más o menos
democrática (cosas que son importantes en la economía solidaria, pero que no
están en la base del funcionamiento del capitalismo), sino en que está
proletarizado, en que ha perdido su autonomía. Trascender esta organización
social requiere sacar del mercado cada vez más actividades, des-salarizar a la
población. De este modo, la idea no es “valorar” los empleos que están fuera
del mercado (como muchos de los cuidados), sino meterlos dentro de unidades
productivas poscapitalistas. Para ello, es preciso unir producción y
reproducción en una misma “empresa”. Un modelo podría ser la familia medieval,
otro la integración de los cuidados dentro del funcionamiento de las
cooperativas.
Obviamente, también habrá
que atender a la propiedad de los medios que permiten la producción pero, sobre
todo, a quién los gestiona. Un ejemplo de cómo la clave está más en la gestión
que en la propiedad (sin negar su importancia) son los huertos comunitarios en
terrenos municipales o privados.
En quinto lugar, en
nuestro sistema socioeconómico la competencia obliga a un aumento de la
productividad sostenido, lo que solo se consigue con un incremento de la
maquinización. Una consecuencia de esto es que en los sectores más importantes
del capitalismo el grado de automatización es muy alto y las posibilidades de
hacer la inversión para entrar en ellos solo están al alcance de grandes
capitalistas. Por ello, son imprescindibles expropiaciones y reapropiaciones de
estos sectores productivos. También es importante que las unidades de
producción tengan un tamaño medio (¿unos pocos cientos de personas?), lo que
también es clave para conseguir autonomía. Un ejemplo de cómo intentar llevar a
cabo esto podría ser la Cooperativa Integral Catalana. Y, por supuesto es
fundamental una destecnologización de la economía, algo que sucederá conforme
avancen las restricciones materiales y energéticas.
Una última idea es que el
capitalismo es un sistema automático sin control profundo por ningún poder
político ni empresarial: todo el mundo tiene que orientar obligatoriamente sus
estrategias a aumentar la competitividad. Para que la economía sea realmente
democrática, nuevamente la autonomía es un paso imprescindible. También ayudará
integrar productoras/es y consumidoras/es en la toma de decisiones. El BAH! ha
mostrado un camino de cómo hacerlo.
Reflexiones sobre cómo hacer el tránsito
La construcción de una
sociedad así se puede parecer bastante a la de un gueto en el que las unidades
productivas poscapitalistas se relacionarían entre sí creando un ecosistema
autosuficiente. Pero articular solo “hacia dentro” sería una mala decisión
desde la perspectiva estratégica, ya que en los tiempos actuales de colapso
civilizatorio necesitamos parar la degradación socioambiental para que la
supervivencia de estos guetos sea posible. Además, el capitalismo tiene gran
potencia y está en una situación desesperada por la crisis estructural que
atraviesa. Esto le llevará a intentar fagocitar estas iniciativas para llevarse
su fuerza de trabajo y recursos.
Más que guetos, la idea
podría ser crear espacios híbridos. Por ejemplo, huertos urbanos productivos
abiertos al vecindario o comedores escolares ecológicos en colegios de barrios
empobrecidos. No serían unidades productivas con límites definidos, sino más
bien unidades productivas que se interpenetran, de forma que una persona pueda
estar a la vez en varias de ellas. Solo la presencia en varias daría una cierta
autonomía, ya que en la transición estarían bastante especializadas. El mercado
social de Madrid sería un ejemplo de esto, no exento de una fuerte dosis de
gueto. La economía que gira alrededor de la Bristol Pound sería otro caso más
abierto, pero con iniciativas que en muchos casos no están trascendiendo al
capitalismo.
Las instituciones también
cumplirían un papel en todo esto, pero no como actrices del cambio, sino como
facilitadoras, catalizadoras, pues los cambios personales y sociales solo se
van a dar si las personas son protagonistas de estos, si participan
directamente en entornos que les gratifiquen otros valores que no sean los
competitivos.
Luis González Reyes
es miembro de Ecologistas en Acción y de varias experiencias de la economía
solidaria, feminista y ecológica
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario