martes, 31 de octubre de 2017

CRITERIOS PARA ARTICULAR ECONOMÍAS SOLIDARIAS, FEMINISTAS Y ECOLÓGICAS.

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LA COMUNICACIÓN COLABORATIVA.- “EL MEDIO ES CADA UNO DE NOSOTROS” UNA EXPERIENCIA EN BRASIL.- MÍDIA NINJA es una red social de información alternativa que tuvo su punto más alto en Brasil con las manifestaciones de protesta contra el Mundial. Dos de sus organizadores señalan la importancia de que se apruebe una ley para desmonopolizar y democratizar a los medios en Brasil. Mídia Ninja es un medio de comunicación compuesto por colaboradores en todo Brasil, que trabajan de forma conjunta con el objetivo de difundir la información “sin cortes, sin censura”. Este colectivo promueve un periodismo militante, independiente de los sectores de poder, y surgió como una reacción contra la concentración de la información que impera en el gigante tropical. El medio cobró relevancia con las manifestaciones de junio de 2013, cuando millones de brasileños se congregaron en las calles reclamando por una mayor inversión en educación y salud, exigiendo una regulación del precio del transporte público y denunciando abusos policiales y corrupción en las cúpulas de poder. De cara al mundial, dos de sus creadores, Pablo Capilé y Rafael Vilela, analizan el panorama político y social de la sede de la copa y explican el funcionamiento de este medio emergente.

–¿CÓMO NACE MÍDIA NINJA? Rafael Vilela: –Es la consecuencia de un proceso muy amplio que ya tiene como 10 años en Brasil y que surge de Fora do Eixo, que es una red que nació con el objetivo de desarrollar el trabajo de productores culturales independientes. La lógica de Fora do Eixo es que se encuentra fuera del eje cultural, del mainstream de Brasil. Es un descentramiento dado gracias al aporte de Internet que permitió conectar zonas que estaban totalmente desconectadas. Por medio del intercambio lograron llevar a cabo producciones culturales que antes eran imposibles. Fora do Eixo cuenta con 200 colectivos en todo el país. Entonces esta red comenzó a funcionar como un espacio de activismo y así creamos la universidad, el banco y el medio dentro de este marco de acción. De esta forma desarrollamos, gracias a las redes sociales, un conjunto de estrategias de comunicación aprovechando la tecnología que tenemos disponible y así encontramos una red dispersa en todo el país que necesitaba un cauce. En 2011 empezamos a cubrir movilizaciones sociales de todo tipo. Entonces, todos los colaboradores que ya estaban conectados a través de Fora do Eixo se articularon en un sentido más político en función de la red de comunicación. En 2013, se institucionalizó finalmente Mídia Ninja como un proceso proveniente de Fora do Eixo. Mídia Ninja nace en el medio de una crisis de credibilidad hacia los medios tradicionales como parte de un proceso general.

–¿Cómo se financia? Tengo entendido que los acusan de recibir dinero de Petrobrás, Vale y PT. Rafael Vilela: La lógica de sustento de Mídia Ninja es la misma que la de Fora do Eixo. Es un sistema muy complejo de sustentabilidad, pero lo principal es comprender que uno puede hacer algo muy grande si hay mucha gente involucrada. Además existen casas colectivas, por ejemplo yo vivo en Río, con ocho personas que no tenemos un sueldo a fin de mes, sino que hay una caja colectiva que sustenta todo el proyecto. El dinero que proviene de las grandes empresas se invierte en cultura, en grandes recitales gratuitos. Por eso hay financiamiento, pero esto no genera ganancias. Es una cuestión problemática, se trata de un sistema de financiamiento que hay en Brasil.

Pablo Capilé: –Somos independientes porque lo que financia Mídia Ninja es nuestra propia fuerza de trabajo. Tenemos autonomía de los poderes económicos y de las cúpulas de la política. Es decir, no determinan la línea editorial ni el contenido de lo que queremos comunicar. Somos aproximadamente 200 personas desparramadas por todo el país. Estas personas trabajan en conjunto para llevar a cabo este proyecto, de manera que esto nos hace independientes, autónomos y nos permite opinar libremente. No tenemos grandes inversores que nos dicen lo que tenemos que hacer. No nos pensamos como un medio masivo sino como una masa de medios, donde el medio es cada uno de nosotros. Donde todos los ciudadanos forman parte del medio. Con la tecnología que hay disponible se pueden comunicar muchas cosas. Nuestras acciones son éstas: creación de redes, participación directa de los movimientos sociales, organización de las movilizaciones, articulación entre movimientos, etcétera. …..Fuente Julia Goldenberg Página/12 abril del 2014.

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CRITERIOS PARA ARTICULAR ECONOMÍAS SOLIDARIAS, FEMINISTAS Y ECOLÓGICAS.
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Luis González Reyes.

Vientos Sur.

Lunes 30 de octubre del 2017.


El capitalismo tiene un único fin: la reproducción ampliada del capital, por lo que es necesario bloquear esa reproducción. A ello contribuyen distintas medidas. Una es prohibir la existencia de beneficios, que los excedentes reviertan en la mejora del tejido socioambiental. Esta es una de las características de las cooperativas sin ánimo de lucro. A esto se puede añadir limitar el tamaño posible de las empresas para que no puedan convertirse en capitalistas. Eso es mucho más que una ley antimonopolios, es poner en marcha medidas como las que hicieron que en la China yuan y ming no se desarrollase el capitalismo: fijación de precios, confiscación periódica de riqueza, etc. Pero si el beneficio no queda en la unidad de producción el ahorro es pequeño, por lo que hay que poner en marcha mecanismos que permitan hacer inversiones. Estos deberían ser necesariamente colectivos. Aquí son importantes herramientas como el micromecenazgo o la banca pública.

Una segunda característica del capitalismo es que la sociedad es “de mercado”, es decir, que la población necesita recurrir al mercado para poder sobrevivir, no tiene autonomía económica. Esto implica que el grueso de la población necesita dinero para adquirir esas mercancías, por lo que vende una parte sustancial o mayoritaria de su actividad económica. Así, habría que pasar de sociedades “de mercado” a sociedades “con mercado”, donde este sea solo un complemento.

Para esta transición es imprescindible la creación de autonomía. Esta se consigue en la medida que los proyectos tienen sostenibilidad ambiental (cierran los ciclos de la materia pudiendo reducir sus necesidades de aportes externos, usan energías y materiales renovables locales, etc.); están menos especializados o, dicho de otra forma, tienen una actividad económica más variada y por lo tanto son más autosuficientes; cuentan con una “huerta básica”, que les permite tener un aporte de alimento autónomo; se basan en la frugalidad; o tejen redes de apoyo mutuo con otras unidades de producción. Desde esta perspectiva, la lucha no estaría tanto en estatalizar sectores estratégicos (lo que no está de más, pues puede limitar la reproducción del capital), sino en crear autonomía.

En una economía “con mercado” no se produce para la venta, sino para el uso. Solo se venden los excedentes. Únicamente así, el mercado podría ser un mecanismo de cooperación. Un ejemplo serían las huertas rurales en las que las/os paisanas/os llevan a la plaza del pueblo lo que les sobra. Además, el mercado debería estar regulado por normativas estrictas que respondan a las necesidades básicas (y sentidas) de la población. La gestión de los comunales tradicionales provee de muchos ejemplos, uno es el Tribunal de las Aguas de Valencia.

Una tercera propiedad del capitalismo es que una sociedad de mercado necesita irremediablemente dinero para funcionar, por lo que habría que pasar del dinero capitalista a las monedas sociales y la desmonetización. Para ello, es importante que no sean funcionales a la reproducción del capital. Una forma es consiguiendo que no sirvan como reserva de valor. Esto se puede conseguir haciendo que se oxiden (pierdan valor con el tiempo), que puedan ser “creadas” por la población (como el cacao, la moneda maya) o que sean un dinero-mercancía basado en materiales relativamente abundantes (como las conchas de caurí, que se usaron desde el Índico hasta el Pacífico). Además de ser malas reservas de valor, también es importante que tengan límites en su creación. Unos límites que deberían referirse a los planetarios. La propuesta del grupo MaPriMi de anclar las monedas a una cesta de minerales va en ese sentido. Los sistemas LETS también ponen límites a la creación de dinero. Otra línea de trabajo sería que los intercambios, o mejor aún la reciprocidad, fuese en especie más que en dinero, que es como funciona habitualmente la economía familiar.

Una cuarta base del capitalismo es que el fundamento de las clases sociales es quién gestiona los medios de producción frente a quién tiene que vender su fuerza de trabajo para conseguir el dinero que le permita acceder al mercado. La clave no está en si el proletariado consigue buenos o malos salarios o si la empresa es más o menos democrática (cosas que son importantes en la economía solidaria, pero que no están en la base del funcionamiento del capitalismo), sino en que está proletarizado, en que ha perdido su autonomía. Trascender esta organización social requiere sacar del mercado cada vez más actividades, des-salarizar a la población. De este modo, la idea no es “valorar” los empleos que están fuera del mercado (como muchos de los cuidados), sino meterlos dentro de unidades productivas poscapitalistas. Para ello, es preciso unir producción y reproducción en una misma “empresa”. Un modelo podría ser la familia medieval, otro la integración de los cuidados dentro del funcionamiento de las cooperativas.

Obviamente, también habrá que atender a la propiedad de los medios que permiten la producción pero, sobre todo, a quién los gestiona. Un ejemplo de cómo la clave está más en la gestión que en la propiedad (sin negar su importancia) son los huertos comunitarios en terrenos municipales o privados.

En quinto lugar, en nuestro sistema socioeconómico la competencia obliga a un aumento de la productividad sostenido, lo que solo se consigue con un incremento de la maquinización. Una consecuencia de esto es que en los sectores más importantes del capitalismo el grado de automatización es muy alto y las posibilidades de hacer la inversión para entrar en ellos solo están al alcance de grandes capitalistas. Por ello, son imprescindibles expropiaciones y reapropiaciones de estos sectores productivos. También es importante que las unidades de producción tengan un tamaño medio (¿unos pocos cientos de personas?), lo que también es clave para conseguir autonomía. Un ejemplo de cómo intentar llevar a cabo esto podría ser la Cooperativa Integral Catalana. Y, por supuesto es fundamental una destecnologización de la economía, algo que sucederá conforme avancen las restricciones materiales y energéticas.

Una última idea es que el capitalismo es un sistema automático sin control profundo por ningún poder político ni empresarial: todo el mundo tiene que orientar obligatoriamente sus estrategias a aumentar la competitividad. Para que la economía sea realmente democrática, nuevamente la autonomía es un paso imprescindible. También ayudará integrar productoras/es y consumidoras/es en la toma de decisiones. El BAH! ha mostrado un camino de cómo hacerlo.

Reflexiones sobre cómo hacer el tránsito

La construcción de una sociedad así se puede parecer bastante a la de un gueto en el que las unidades productivas poscapitalistas se relacionarían entre sí creando un ecosistema autosuficiente. Pero articular solo “hacia dentro” sería una mala decisión desde la perspectiva estratégica, ya que en los tiempos actuales de colapso civilizatorio necesitamos parar la degradación socioambiental para que la supervivencia de estos guetos sea posible. Además, el capitalismo tiene gran potencia y está en una situación desesperada por la crisis estructural que atraviesa. Esto le llevará a intentar fagocitar estas iniciativas para llevarse su fuerza de trabajo y recursos.

Más que guetos, la idea podría ser crear espacios híbridos. Por ejemplo, huertos urbanos productivos abiertos al vecindario o comedores escolares ecológicos en colegios de barrios empobrecidos. No serían unidades productivas con límites definidos, sino más bien unidades productivas que se interpenetran, de forma que una persona pueda estar a la vez en varias de ellas. Solo la presencia en varias daría una cierta autonomía, ya que en la transición estarían bastante especializadas. El mercado social de Madrid sería un ejemplo de esto, no exento de una fuerte dosis de gueto. La economía que gira alrededor de la Bristol Pound sería otro caso más abierto, pero con iniciativas que en muchos casos no están trascendiendo al capitalismo.

Las instituciones también cumplirían un papel en todo esto, pero no como actrices del cambio, sino como facilitadoras, catalizadoras, pues los cambios personales y sociales solo se van a dar si las personas son protagonistas de estos, si participan directamente en entornos que les gratifiquen otros valores que no sean los competitivos.

Luis González Reyes es miembro de Ecologistas en Acción y de varias experiencias de la economía solidaria, feminista y ecológica

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