“A partir de la idea de cómo constreñir
la democracia con el fin de salvaguardar la riqueza y el poder de una
minoría económica elitista, Buchanan ofrecía consejo estratégico a las grandes
empresas acerca de cómo luchar contra la clase de reformas e imposición fiscal
que llegaba con una democracia más inclusiva. Queriendo mantener vivo el pensamiento secesionista por esta utilidad
práctica, la derecha respaldada por multimillonarios conforta
necesariamente a los supremacistas blancos. El Instituto Ludwig von Mises, que honra a uno de los filósofos
austriacos favoritos de Koch, tiene
su sede en Alabama y lo dirige Llewellyn Rockwell, Jr., promotor del
pensamiento racista neo-confederado, pero al que se consideró
adecuado para gestionar el Center for
Libertarian Studies financiado por Koch, recuerda MacLean. Supone por tanto
un error imaginar que Koch y las causas de la llamada alt-right son
algo completamente separado; hay una suerte de refuerzo mutuo si se entiende lo que Koch
aprendió de Buchanan y de qué modo operaban”.
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(Elihu Duayer). El "Nuevo Rey del Imperio", sueña como una "nueva" Guerra Fría" y a diario se busca enemigos internos o externos. Ahora dice que enviará - pero él - un Hombre a la Luna. Y con plena seguridad, al Día siguiente encontrará "NuevosEnemigos". Felicidades Emperador del Mundo.
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LA INTERNACIONAL PLUTÓCRATA-LIBERTARIA,
DEL SECESIONISMO A LA PRIVATIZACIÓN DEL ESTADO.
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Aram Aharoniam y Álvaro Renzi Rangel.
CLAE/Rebelión.
Viernes 6 de octubre del 2017.
La extrema
derecha “moderna” es el movimiento liberal-libertario que hoy
navega con pabellón republicano, con
el Freedom Caucus -la agrupación de
miembros republicanos ultraconservadores del Parlamento- a la cabeza y que basa
su accionar en una deliberada estrategia de desinformar a las mayorías para
imponer sus políticas plutocráticas.
El impulsor de este movimiento es el
multimillonario Charles Koch, quien
adoptó la tesis de James McGill Buchanan
–otro economista de la Universidad de Chicago y Premio Nobel- para desarmar el Estado progresista, con
una estrategia operativa en defensa de la santidad de los derechos de la
propiedad privada y para doblegar al modelo de gobierno: para que prospere el capitalismo,
sostenía, hace falta ponerle cadenas a la democracia.
Nancy
MacLean señala en
La
democracia encadenada: Historia detallada del plan furtivo de la derecha
radical para Norteamérica, que hay una
serie de razones por las que Buchanan no trascendiera: los Koch no hacen
publicidad de su trabajo y prefieren promocionar los manuales de Friedrich
Hayek, Milton Friedman, y hasta Ayn Rand, cuando van reclutando gente. Su
importancia para la derecha se internacionalizó cuando aconsejó al dictador
chileno Augusto Pinochet sobre una constitución que protegiera al capital y
pudiera sobrevivir al final de la dictadura. Y después.
Koch puso el
dinero y Buchanan las ideas, de la estrategia operativa, una "tecnología" de pasos
progresivos que se refuerzan mutuamente, que descubrió en el pensamiento de
Buchanan. El equipo de Koch ideó una hoja de ruta para una transformación
radical que pudiera llevarse a cabo por debajo del radar de detección de la
gente, pero de modo legal: actuar en tantos frentes ostensiblemente separados a
la vez que quienes sean ajenos a la causa no se den cuenta de la revolución que
está en marcha hasta que sea demasiado tarde como para anularla.
Y logró que importantes sectores del gobierno, en
Washington, cofinanciaran algunas de sus fundaciones, centros de estudio, ONG, think tanks a lo
largo y ancho del mundo, pero en especial en Latinoamérica a través de la
llamada Red Atlas, en el plan de
desestabilizar a gobiernos progresistas e imponer una reestructuración
económico-financiera a favor de las corporaciones y los multimillonarios.
Buchanan, moldeado en el Sur racista, estudió el funcionamiento del proceso político
para descifrar qué es lo que era necesario para negar a la gente corriente – blancos y negros – la posibilidad de
presentar exigencias al gobierno a expensas de los derechos de propiedad
privada y los deseos de los capitalistas. Y luego identificó de qué modo
reajustar ese proceso político, no sólo darle la vuelta a lo conseguido sino
también impedir que el sistema volviera alguna vez atrás, dice la historiadora Nancy MacLean.
Vayamos
anotando:
leyes para destruir los sindicatos, suprimir el voto de quienes con mayor probabilidad
vayan a apoyar un gobierno activo, utilizar la privatización para alterar las
relaciones de poder y, para coronar todo esto, la "revolución constitucional" de Buchanan. Hoy, los
operativos financiados por la red de donantes de Koch operan a través de
centenares de organizaciones, inclusive en Latinoamérica,
lo que da la impresión de que no se encuentran relacionados cuando en realidad trabajan juntos.
Entre quince
de las organizaciones más importantes financiadas por Koch están: Americans
for Prosperity, el Cato Institute, la Heritage Foundation, el American
Legislative Exchange Council, el Mercatus Center, Americans for Tax Reform,
Concerned Veterans of America, el Leadership Institute, Generation Opportunity,
el Institute for Justice, el Independent Institute, el Club for Growth, el
Donors Trust, Freedom Partners, Judicial Watch… A ellas hay que agregar las más
de sesenta organizaciones de la State Policy Network (Red de Políticas de los
Estados Unidos).
A partir de la idea de cómo constreñir la democracia con el fin de
salvaguardar la riqueza y el poder de una minoría económica elitista, Buchanan
ofrecía consejo estratégico a las grandes empresas acerca de cómo luchar contra
la clase de reformas e imposición fiscal que llegaba con una democracia más
inclusiva.
Queriendo
mantener vivo el pensamiento secesionista por esta utilidad práctica, la
derecha respaldada por multimillonarios conforta necesariamente a los
supremacistas blancos. El Instituto
Ludwig von Mises, que honra a uno de los filósofos austriacos favoritos de
Koch, tiene su sede en Alabama y lo dirige Llewellyn Rockwell, Jr., promotor
del pensamiento racista neoconfederado, pero al que se consideró adecuado para
gestionar el Center for Libertarian Studies financiado por Koch, recuerda
MacLean.
Supone por tanto un error imaginar que Koch y las
causas de la llamada alt-right son algo completamente
separado; hay una suerte de refuerzo mutuo si se entiende lo que Koch aprendió
de Buchanan y de qué modo operaban.
Tyler Cowen,
el economista que preside con Charles Koch el campamento base académico de la causa, señala que con la
"reescritura del contrato social" en marcha, “se ha de esperar que
la gente se las arregle por sí misma mucho más de lo que lo hace ahora".
Mientras que alguna gente prosperará, reconoce, "otros se quedarán por el
camino". Puesto que los "individuos de valía" lograrán abrirse
camino y salir de la pobreza, "eso hará más fácil ignorar a los se quedan
atrás".
"Recortaremos
el Medicaid de los pobres", preveía Cowen, y señalaba
que "el deficit fiscal saldrá de los
salarios reales a medida que la carga de diversos costos se haga recaer sobre
los trabajadores", más allá de los patronos y de un gobierno que hace
menos cosas. Agregaba que la gente cuyas prestaciones del Estado se hayan visto
reducidas o recortadas debería hacer las maletas y mudarse a estados de costos
más bajos, con servicios públicos deficientes, como Texas.
Profetiza
Cowen que habrá zonas de EEUU caracterizadas por sus bajos ingresos que
reproducirán un entorno semejante a México
o Brasil, donde no faltarán "favelas"
, que satisfarán la necesidad de vivienda más barata a medida que crezca la "polarización salarial" y el
Estado se reduzca.
Hoy, en la administración de Donald Trump, varios
de los altos funcionarios, pertenecen a este entramado racista y
ultraconservador, y tratan de exportar, financiar (también con
fondos de los contribuyentes estadounidenses a través del Departamento de
Estado, la NED y la USAID), e imponer el modelo en América Latina.
Los autores
son codirectores del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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