Los vasallos no saben qué
hacer cuando el Señor reniega de
ellos. Y eso en medio de tensiones comerciales sin precedentes, entre
Washington y la Unión Europea, y con
por lo menos cuatro grandes gobiernos de la Europa que más cuenta en crisis; en Berlín por las divisiones de la derecha gobernante, en París por el descrédito de Macron, en Roma
por su gobierno euroescéptico y en Londres por el embrollo del brexit.
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NO ESTAMOS LEJOS DE LOS FUNERALES DE LA OTAN.
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Rafael Poch.
CTXT
Rebelión jueves
12 de julio del 2018.
La cumbre de
Trump con Putin desarma a la “Europa de la Defensa”, desesperado recurso de
cohesión en una Unión Europea en crisis”.
Las relaciones de servidumbre se complican cuando los
siervos las cuestionan, pero la crisis es letal cuando es el Señor el que las revienta. Recuerden
aquel Pacto de Varsovia al que se le
fundieron los plomos cuando su amo moscovita renegó del mantenimiento de su
zona en Europa del Este mientras tejía un acuerdo de paz y distensión tras otro
con su enemigo. Allí se acabó todo. Algo parecido ocurre ahora con la OTAN.
Desde 1949 ha sido la institución que resumía la
sumisión, el vasallaje y la tutela de Estados
Unidos sobre Europa occidental.
La seguridad europea ha estado desde entonces bajo mando del comandante de las
fuerzas armadas de Estados Unidos en
Europa. Sus secretarios generales eran y son europeos pero siempre fueron
títeres del Pentágono sometidos a una vigilancia absoluta por parte de sus
mentores (Javier Solana tenía micrófono hasta en el retrete). Ahora Trump reniega de la OTAN alegando motivos contables y todo
se tambalea. Los vasallos no saben qué hacer. Prometen incrementar el gasto de
defensa, recuerdan, reviven y provocan los peligros moscovitas que mantuvieron
vivo y unido a todo el club durante décadas, y la declaración del presidente
del Consejo Europeo suena a grito desesperado: “América no tiene, y no tendrá,
mejor aliado que Europa”.
Los vasallos no saben qué
hacer cuando el Señor reniega de
ellos. Y eso en medio de tensiones comerciales sin precedentes, entre
Washington y la Unión Europea, y con
por lo menos cuatro grandes gobiernos de la Europa que más cuenta en crisis; en Berlín por las divisiones de la derecha gobernante, en París por el descrédito de Macron, en Roma
por su gobierno euroescéptico y en Londres por el embrollo del brexit.
Una de las soluciones encontradas para la crisis desintegradora de la UE era,
precisamente, la “Europa de la defensa”.
Conforme la UE se hundía en sus contradicciones, se exacerbaba la crisis con Rusia, particularmente desde hace unos
diez años. Había una lógica pareja en aquella doble tendencia de crisis interna
y tensión exterior. Gracias a unos medios de comunicación estructuralmente
corruptos, los números no cambiaban el asunto.
Los gastos
militares de la OTAN ascienden a 954.000 millones de dólares, los de Rusia a 66.000
millones, sin embargo es la OTAN
la que clama sobre la “amenaza rusa”.
Ahora el encuentro del próximo lunes 16 de julio entre
Trump y Putin, su primera cumbre bilateral, amenaza con desmoronar
todo ese desesperado teatro. Los vasallos
están nerviosos, inseguros, desorientados. ¿Tendrán algún sentido las maniobras previstas para otoño en Noruega
(Trident Juncture), las mayores previstas por la OTAN desde el fin de la Guerra
Fría cuando el propio jefe se toma una pepsicola con el
demonio putiniano? Es la hora de las incongruencias. Recuerden el caso Skripal.
El 5 de marzo
un ex agente ruso y su hija
aparecían envenenados por una presunta sustancia nerviosa de uso militar cerca
de Salisbury. Al día siguiente se
acusaba a Rusia del hecho. En una
semana el Reino Unido expulsaba a 23
diplomáticos rusos y a la semana siguiente los países de la OTAN se sumaban a la medida expulsando
a decenas de diplomáticos. El agente y su hija
se restablecieron. Esta semana ha muerto una persona en la misma
zona, donde, en Porton Down, hay una
fábrica de armas químicas británica.
Su pareja está muy grave. Sin embargo no hay ninguna reacción. ¿Alguien explica
algo?
Habrá que ver qué pasa el lunes entre Trump y Putin en
Helsinki, pero la misma cumbre ya dice algo: pese a la
extraordinaria presión contra su diálogo con Rusia, que movilizó a
demócratas, republicanos atlantistas, militares y servicios secretos contra
cualquier veleidad de acercamiento (hasta se desempolvó un kafkiano y rancio macartismo mediático,
particularmente agudo en Estados Unidos y en Alemania), Trump se ha salido con la suya. Ha cubierto de dinero al complejo
militar-industrial y veremos donde llega. Pero de momento parece que estamos más cerca de los funerales
de la OTAN.
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