“La historia, que debería sernos familiar, es más que grotesca. Para tomar solamente un caso,
consideremos Bélgica, que
ahora se agobia por la crisis de los refugiados. La riqueza de este país procede en no pequeña medida de la
“explotación” del Congo con
una brutalidad que excede incluso a la de sus competidores europeos. El Congo gano
por fin su libertad en 1960. Podría
haberse convertido en un país avanzado y rico una vez liberado de las cadenas
belgas, con lo que también habría impulsado el desarrollo de África. Las
esperanzas eran fundadas, bajo el liderazgo de Patrice Lumumba, una de las figuras
más prometedoras de África. La CIA lo
tenía marcado para asesinarlo, pero los
belgas llegaron antes. Cortaron su cuerpo en pedazos y lo disolvieron en
ácido sulfúrico. Estados Unidos y sus
aliados apoyaron al asesino y cleptómano Mobutu. En
la actualidad el Congo oriental es la escena
de las peores matanzas del mundo, con la ayuda de Ruanda, la
favorita de Estados Unidos, mientras
las milicias enfrentadas alimentan las ansias de las multinacionales
occidentales para obtener minerales con los que fabricar teléfonos móviles y
otras maravillas tecnológicas. Con esta imagen se obtiene una generalización de
lo que ocurre en África, exacerbada por innumerables
crímenes. Para Europa, todo esto se convierte en una crisis de refugiados”.
/////
NOAM CHOMSKY Y LOS REFUGIADOS.
¿Qué pasa con la integración europea?.
*****
Sin Embargo.
Rebelión 26 de julio del 2018.
Las entrevistas de este volumen, Optimismo
contra el desaliento (Ediciones B) presentan las opiniones del
principal intelectual público del mundo sobre las consecuencias de la
globalización capitalista y sobre muchos más aspectos, tal como quedó
registrado en conversaciones con quien esto suscribe en el curso de los pasados
cuatro años —desde finales de 2013 hasta el inicio de 2017, para ser exactos— y
que originalmente se publicaron en Truthout.
Noam Chomsky ha
sido la “conciencia moral de Estados Unidos” durante más de medio siglo (incluso si
sigue siendo un desconocido para la mayoría de sus compatriotas), así como el
intelectual público más reconocido del mundo, pues se expresa con contundencia
contra la agresión de EE. UU. y defiende los derechos de los débiles y de los
oprimidos en todo el mundo desde los tiempos de la guerra de Vietnam hasta
ahora. Sus análisis se sustentan siempre en hechos irrefutables y surgen de
consideraciones profundamente morales sobre la libertad, la democracia, los
derechos humanos y la dignidad humana.
La voz de
Chomsky sigue siendo, de una manera casi singular, un faro de esperanza y
optimismo en estos tiempos oscuros, en esta época de desigualdad económica sin
precedentes, de autoritarismo creciente, de darwinismo social, con una
izquierda que ha vuelto la espalda a la lucha de clases.
Fragmento
de Optimismo contra el desaliento, de Noam Chomsmy, con
autorización de Ediciones B
¿Se está desacelerando la integración
europea?
C. J.
POLYCHRONIOU: Noam, gracias por prestarse a esta entrevista sobre los
acontecimientos que se dan actualmente en Europa. Me gustaría empezar
haciéndole esta pregunta: ¿Por qué piensa que la crisis de refugiados de Europa
se está dando ahora?
NOAM CHOMSKY: La crisis se
ha estado formando durante mucho tiempo. Si ha impactado ahora en Europa es
porque ha rebasado los límites de Oriente Medio y de África. Dos martillazos occidentales tuvieron
un efecto dramático. El primero fue la
invasión por parte de Estados Unidos y del Reino Unido de Irak, que asestó
un golpe casi mortal a un país que ya había sido devastado por un ataque
militar masivo veinte años atrás, seguido por las sanciones angloamericanas
virtualmente genocidas. Además del asesinato y la destrucción, la ocupación
brutal encendió un conflicto identitario que ahora está rompiendo en pedazos el
país y toda la zona. La invasión desplazó a millones de personas, muchas de las
cuales huyeron y fueron absorbidas por los países vecinos, países pobres a los
que se abandona a su suerte para que se enfrenten de algún modo con el detritus
de nuestros crímenes.
Un resultado de la invasión es la monstruosidad del ISIS/ Daesh, que contribuye a la
escalofriante catástrofe siria. También en este caso los países vecinos han ido
absorbiendo el flujo de refugiados. Solamente Turquía tiene más de dos millones de refugiados sirios. Al mismo tiempo contribuye a
ese flujo con su política en Siria:
el apoyo a los extremistas del Frente Al Nusra y de otros islamistas radicales
y el ataque a los kurdos, que constituyen la fuerza terrestre principal para
oponerse al ISIS, que así también sale beneficiado por los apoyos —tácitos o
no— de los turcos. Pero esa avalancha ya no puede contenerse en esa región.
El segundo
martillazo destruyó Libia, que ahora es un caos de grupos enfrentados entre sí,
una base para el ISIS, una rica veta
de yihadistas y de armas de África
occidental a Oriente Medio y un embudo para el flujo de refugiados desde
África. Esto a su vez determina factores a más largo plazo. Durante siglos,
Europa ha estado torturando a África. Dicho más suavemente, Europa ha estado
explotándola para su propio desarrollo, para seguir la recomendación del gran
planificador americano, George Kennan,
tras la Segunda Guerra Mundial.
La historia,
que debería sernos familiar, es más que grotesca. Para tomar
solamente un caso, consideremos Bélgica,
que ahora se agobia por la crisis de los refugiados. La riqueza de este país
procede en no pequeña medida de la “explotación” del Congo con una brutalidad que excede incluso a la de sus
competidores europeos. El Congo gano
por fin su libertad en 1960. Podría haberse convertido en un país avanzado y
rico una vez liberado de las cadenas belgas, con lo que también habría
impulsado el desarrollo de África. Las esperanzas eran fundadas, bajo el liderazgo de Patrice Lumumba,
una de las figuras más prometedoras de África.
La CIA lo tenía marcado para asesinarlo, pero los belgas llegaron antes.
Cortaron su cuerpo en pedazos y lo disolvieron en ácido sulfúrico. Estados
Unidos y sus aliados apoyaron al asesino y cleptómano Mobutu. En la actualidad el Congo oriental es la escena de las
peores matanzas del mundo, con la ayuda de Ruanda,
la favorita de Estados Unidos, mientras las milicias enfrentadas alimentan
las ansias de las multinacionales occidentales para obtener minerales con los que
fabricar teléfonos móviles y otras maravillas tecnológicas. Con esta imagen se
obtiene una generalización de lo que ocurre en África, exacerbada por innumerables crímenes. Para Europa, todo
esto se convierte en una crisis de refugiados.
–Las oleadas de
inmigrantes (puesto que obviamente muchos de ellos lo son, y no
simplemente refugiados de países en guerra) que penetran en el corazón de
Europa, ¿representan de algún modo un “desastre natural” o solamente son el
resultado de la política?
–Se da un elemento
de desastre natural. La terrible sequía en Siria que desgarró la sociedad
era posiblemente una consecuencia del calentamiento global, que no es
exactamente natural. La crisis de Darfur fue en parte el resultado de la
desertificación que llevó a poblaciones nómadas a áreas de población asentada.
Hoy, las horribles hambrunas del África central pueden deberse también al
asalto del entorno durante el Antropoceno,
la nueva era geológica en que las actividades humanas, sobre todo la
industrialización, han destruido paulatinamente toda esperanza en una
supervivencia decente. Y la destrucción continuará, a menos que invirtamos la
tendencia.
–Los
funcionarios de la Unión Europea se enfrentan a situaciones difíciles en la gestión de
la crisis de los refugiados porque muchos Estados miembros no están dispuestos
a cumplir con su parte y no quieren aceptar más que a un puñado de refugiados.
¿Qué significado tiene este hecho en cuanto al gobierno de la UE y en cuanto a
los valores de muchas sociedades europeas?
–El gobierno de
la UE trabaja con mucha eficiencia a la hora de imponer duras medidas de
austeridad que resultan devastadoras para los países más pobres y que
benefician a los bancos del norte. Pero ha fracasado casi completamente a la
hora de enfrentarse a una catástrofe humanitaria que en gran medida es el
resultado de crímenes de Occidente. La carga más pesada ha caído sobre los
pocos que estaban dispuestos, al menos de forma temporal, a hacer algo más que
nada, como Suecia o Alemania. Muchos
otros se han limitado a cerrar sus fronteras. Europa intenta inducir a Turquía
para que mantenga los miserables naufragios lejos de sus fronteras, tal como
hace Estados Unidos, que presiona a México para que mantenga alejados de
sus fronteras a quienes intenten huir de las ruinas de los crímenes que estos
han cometido en Centroamérica. A esto se le llega a denominar “política humanitaria” que reduce la
“inmigración ilegal”.
¿Qué nos dice
todo esto sobre los valores vigentes? Incluso se hace duro emplear la palabra “valores”, así que comentarlo es
todavía más duro… Y eso es así cuando escribes en Estados Unidos, tal vez el
país más seguro del mundo, ahora consumido por un debate sobre si hay que
cerrarse completamente a la acogida de sirios, porque bien podría tratarse de
un terrorista que se hace pasar por médico, o si, de un modo más extremo —lo que es, lamentablemente, lo más normal
en la corriente de opinión americana—, sobre si hay que cerrarse
completamente a la acogida de musulmanes. Y eso mientras un muro enorme nos separa
de inmigrantes que huyen de los restos del naufragio al sur de la frontera.
–¿Qué le parece
la afirmación de que es simplemente imposible para muchos países europeos
acomodar a tantos inmigrantes y refugiados?
–Alemania es
quien ha hecho más, puesto que ha absorbido alrededor de un millón de
refugiados en un país muy rico de ochenta millones de personas. Comparado con Líbano, un país pobre, con problemas
internos severos. Su población es en un 25 por ciento siria, que se suman a los
descendientes de quienes fueron expulsados de la anterior Palestina. Por otra parte, a diferencia del Líbano, Alemania necesita inmigración para mantener su
población, dado el declive de la fertilidad que se ha producido con la educación
de las mujeres en todo el mundo.
Kenneth Roth,
al frente de Human Rights Watch, seguramente tiene razón cuando afirma que “esta “oleada de gente” es más bien un goteo
si se la considera frente a la piscina que debe absorberla. Si tenemos en
cuenta la riqueza y la economía avanzada de la Unión Europea, resulta difícil argüir que Europa carece de los
medios para absorber a estos recién llegados”, particularmente en países que
necesitan a inmigrantes por el bien de su salud económica.
–Gran parte de
los refugiados que intentan llegar a Europa no lo consiguen nunca, y muchos
cadáveres aparecen en las orillas de Grecia e Italia. De hecho, según la
agencia para los refugiados de la ONU, el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados, más de 2.500 personas murieron el pasado verano
[2015] solamente al intentar cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, con
la costa sudoccidental de Turquía como punto de partida para millares de
refugiados que los traficantes de migrantes apiñan en frágiles embarcaciones.
¿Cómo es posible que Europa no ejerza una mayor presión sobre el Gobierno turco
de Recep Tayyip Erdogan para que
haga algo sobre esta horrible situación?
–Los
principales esfuerzos europeos, como queda dicho, se han dedicado a presionar a Turquía para que mantenga alejadas la
miseria y el sufrimiento. Como hace Estados
Unidos con México. Lo que la suerte les depare, una vez que nosotros
estamos a salvo del contagio, tiene mucha menor importancia.
–Recientemente
acusó a Erdogan de tener una doble vara de medir cuando se trataba de
terrorismo, cuando le señaló por una petición que firmó, junto a centenares de
académicos, en protesta por las acciones contra la población kurda y le calificó, de hecho, de
terrorista. ¿Podría explicarnos este incidente, que tuvo alcance internacional?
–Es bastante
sencillo. Un grupo de académicos turcos inició una petición protestando por la
represión severa y creciente del Gobierno sobre la población kurda. Fui uno de los diversos
extranjeros invitados a firmar. Inmediatamente después de un atentado
terrorista en Estambul, Erdogan
lanzó una diatriba en la que atacaba a los firmantes de la declaración y
declaraba, muy al estilo de Bush, que
quien no estaba con ellos estaba con los terroristas. Como me dedicó una parte
de la invectiva, algunos medios turcos y unos amigos me pidieron que
respondiera. Yo lo hice, brevemente, como sigue: “Turquía culpó al ISIS, a quien Erdogan ha ayudado de diferentes
maneras, al tiempo que también ha apoyado al Frente Al Nusra, que no es muy diferente.
Luego lanzó una diatriba contra los que condenan sus crímenes contra los
kurdos, quienes resultan ser la principal fuerza terrestre que se enfrenta al ISIS tanto en Siria como en Irak. ¿Hace
falta decir algo más?”
Los académicos
turcos que firmaron la petición fueron detenidos y amenazados. A otros los
atacaron físicamente. Entretanto, la represión estatal continúa aumentando. Los
días oscuros de 1990 no se han borrado de las memorias. Igual que antes, los
académicos turcos y otros han demostrado una valentía y una integridad
remarcables al oponerse con vigor a los crímenes de Estado, de manera insólita
en otros lugares, pues se pusieron en riesgo e incluso sufrieron severos
castigos por su honorable posicionamiento. Afortunadamente, el apoyo internacional
que se les brinda es cada vez mayor, aunque diste mucho del que se merecen.
–En una entrevista que mantuvimos se refirió a Erdogan como “el dictador de sus sueños”.
¿A qué se refería con eso?
–Durante años,
Erdogan ha ido avanzando en la consolidación de su poder al tiempo que retrocedían
los esperanzadores pasos hacia la democracia y la libertad que se habían dado
en Turquía en años anteriores. Según
todas las apariencias, quiere convertirse en un gestor extremadamente
autoritario cercano a la dictadura y violento, y represivo.
–La crisis
griega persiste y los acreedores internacionales del país piden
constantemente reformas adicionales de un tipo que ningún gobierno
democrático en ningún otro país de Europa podría implementar. En algunos casos,
de hecho, esas demandas de más reformas no se ven acompañadas por medidas
específicas, con lo que uno tiene la impresión de que asiste a una muestra de
sadismo brutal hacia el pueblo griego. ¿Qué visión tiene de este asunto?
–Las
condiciones que se le han impuesto a Grecia en interés de los acreedores han
devastado el país. El objetivo proclamado era reducir la carga de la
deuda, que bajo estas medidas se incrementaba. Como se ha socavado la economía,
el PIB también se ha visto reducido,
y el coeficiente deuda/PIB se ha incrementado a pesar de los recortes radicales
en los gastos estatales. En teoría a
Grecia se la ha facilitado una rebaja de la deuda. En realidad, se ha
convertido en un embudo mediante el cual fluye la ayuda europea hacia los
bancos del Norte, esos que hicieron préstamos de alto riesgo que fallaron y que
quieren que los rescaten los contribuyentes europeos, en una jugada
característica de las instituciones financieras de la era neoliberal.
Cuando el Gobierno
griego sugirió la posibilidad de preguntarle al pueblo de Grecia para que
expresara sus opiniones sobre su suerte, la reacción, horrorizada ante tamaña
insolencia, de las élites europeas no se hizo esperar: ¿Cómo se atrevían los
griegos a considerar que la democracia era un valor a respetar en el país que
le había dado origen? Los eurócratas al mando reaccionaron con auténtico
sadismo e impusieron demandas todavía más severas para reducir Grecia a la
ruina, pero siempre apropiándose de todo lo que podían para ellos, como no
podía ser de otra manera. El objetivo del sadismo no es específicamente el pueblo griego, sino cualquiera que
imagine que la gente disfruta de derechos que empiezan a compararse con los de
esas instituciones financieras y los de esos inversores. De hecho, en general,
las medidas de austeridad durante la recesión económicamente no tienen sentido,
tal como han reconocido incluso economistas del FMI (aunque no sus cargos políticos). Resulta difícil contemplarlos
como algo que no sea guerra de clases, pues lo que buscan es revertir los
logros sociales y democráticos que han constituido una de las mayores
contribuciones de Europa a la
civilización moderna.
–¿Y cuál es su
opinión del Gobierno dirigido por Syriza, que ha renegado de sus promesas
anteriores a las elecciones y ha acabado firmando un nuevo acuerdo de rescate,
con lo que acabará siendo otro Gobierno griego más que refuerza la austeridad y
las medidas antipopulares?
–No me siento lo bastante cerca de esa situación como
para comentar la estrategia de Syriza
o para evaluar caminos alternativos que podrían haberse tomado. Las opciones
podían haber mejorado sustancialmente si hubieran recibido un apoyo
significativo de las fuerzas populares de otras partes de Europa y creo que
hubiera sido posible hacerlo.
–El anterior
ministro de Finanzas griego, Yanis
Varufakis, está a punto de lanzar un nuevo partido cuyo objetivo es llevar
a cabo, tal como dice, “una idea sencilla y radical: democratizar Europa”.
Tengo dos preguntas para usted sobre este asunto: Primero, ¿por qué la socialdemocracia se está convirtiendo cada vez
más en un factor del pasado en las sociedades europeas? Y segundo, ¿hasta qué punto puede “democratizarse” el capitalismo?
–La
socialdemocracia, no solamente en su variante europea, sino en otras
también, ha sufrido severos ataques a lo largo del período neoliberal de la
generación pasada, lo que ha resultado dañino para la población en general casi
en todas partes, mientras que ha beneficiado a pequeñas élites. Un ejemplo
ilustrativo de la obscenidad de estas doctrinas se revela en un estudio que
acaba de publicar Oxfam, y según el
cual el 1 por ciento de la población más rica del mundo pronto poseerá más de
la mitad de la riqueza del mundo. Entretanto, en Estados Unidos, la más rica de
las sociedades importantes del mundo y con ventajas incomparables, millones de
niños viven en hogares que intentan sobrevivir con dos dólares por día. E
incluso esa miseria está en cuestión por los ataques de los que se hacen llamar
conservadores.
Uno puede discutir hasta dónde pueden llegar las
reformas bajo las variedades existentes de capitalismo de Estado. Pero que
pueden ir mucho más allá de lo que ahora existe, de eso no cabe duda. Ni
tampoco hay duda de que deben hacerse todos los esfuerzos para llevarlas al
límite. Eso debería ser un objetivo incluso para los que están comprometidos en
la revolución social radical, que solamente llevaría a horrores peores si no
fuera porque surge de la dedicación de una gran masa de población que cae en la
cuenta de que los centros de poder bloquearán los pasos hacia delante
siguientes. La crisis de los refugiados en Europa ha forzado a varios Estados
miembros de la UE, entre ellos Austria, Suecia, Dinamarca y los Países Bajos, a
suspender el tratado de Schengen.
¿Cree que
estamos siendo testimonios de la desaceleración del proyecto de integración de
la UE, lo que incluso podría poner fin a la moneda única?
–Creo que
deberíamos distinguir entre moneda única, para la cual las circunstancias no
eran apropiadas, y proyecto de integración de la EU, el cual, en mi opinión, ha
constituido un gran avance. Bastará con recordar que durante centenares de años
Europa se ha dedicado a la
aniquilación mutua, a una escala horrenda. La superación de las hostilidades
nacionales y la erosión de las fronteras es un logro sustancial. Sería una
lástima que el tratado de Schengen se echara a perder por la percepción de una
amenaza que no debería ser tan difícil gestionar de una manera humana, lo que a su vez
podría resultar realmente en una contribución a la salud cultural y económica
de la sociedad europea.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario