GARCÍA LINERA: “ESTE ES UN NEOLIBERALISMO
ZOMBIE”. BS. AS. PRIMER FORO MUNDIAL del PENSAMIENTO CRÍTICO. Se puede
construir “NUEVAS FORMAS de GOBERNABILIDAD”.- El vicepresidente de Bolivia dijo que la restauración conservadora en la
región será de corto aliento porque repite "viejas recetas que hace 20 años
fracasaron"./( Nosotros
hemos repetido, que la derecha político-empresarial-neoliberal, que regresó al
gobierno en varios países de A-L- “NO
TIENE PROGRAMAS de GOBIERNO PROPIOS”. Por ello, una vez más recurrió a las “VIEJAS RECETAS” del CONSENSO DE
WASHINGTON, y que muy rápido fracasaron). Afirmó que el progresismo
demostró que se pueden construir “NUEVAS FORMAS DE GOBERNABILIDAD” pero falló en el
“sentido común” y en la “sostenibilidad del crecimiento y la
satisfacción económica”. /El economicismo y asistencialismo lo `paralizó
políticamente. Dio satisfacciones sociales, pero pasajeras, coyunturales//
GARCIA LINERA:
“Tenemos un neoliberalismo fallido de
corto aliento y un mundo incierto. Se ha agotado el combustible neoliberal,
este es un neolberalismo zombie”,
aseguró el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera en su participación en el Primer Foro Mundial de Pensamiento Crítico al hacer un
recorrido sobre los aportes del progresismo
latinoamericano, con una fuerte AUTOCRÍTICA hacia los movimientos que supieron
llegar al gobierno pero que hoy sufren los embates de una ola conservadora
PARA GARCÍA LINERA,
no estamos frente a un “largo repliegue del progresismo que va a
dar lugar a una larga noche conservadora” porque la oleada
conservadora liberal tiene “dos límites
intrínsecos: es fosilizado y es en sí mismo contradictorio”. “Está repitiendo las viejas recetas que
hace 20 años fracasaron y llevaron al desastre económico y social. Es una vieja
repetición mal formulada de viejas actitudes”, puntualizó desde el estadio de
Ferro Carril Oeste.
EN SU RECORRIDO,
el intelectual boliviano destacó que el progresismo
local demostró que se pueden construir “NUEVAS FORMAS DE GOBERNABILIDAD”. “Hemos mostrado al mundo que la
gobernabilidad real, plebeya que se construye es mayoría parlamentaria, mayoría
callejera, se gobierna desde las calles, se gobierna desde el Parlamento y la
unidad de ambas da gobernabilidad”,
aseguró ante una multitud que lo vitoreó.
“LO MÁS DIFICULTOSO SE HA LOGRADO EN PARTE: haber impulsado formas
alternativas de gestión económica posneoliberales. Hemos tenido la capacidad de
ampliar los bienes comunes, tanto estatales como sociales, de articular de manera selectiva formas de globalización y formas de protección al mercado interno”,
analizó respecto a las experiencias progresistas, aunque indicó que hubo DOS BATALLAS
que no se pudieron librar: la del “sentido
común” y la “sostenibilidad del
crecimiento y la satisfacción económica”. “Se puede
llegar al gobierno en un momento de crisis, de frustración colectiva,
con una propuesta coherente del porvenir, pero mantenerse en el gobierno no es
suficiente a la voluntad política”, enfatizó.
EL VICEPRESIDENTE BOLIVIANO
destacó que los gobiernos progresistas lograron permear el sentido común en
momentos de “catarsis social”, pero
al responder la pregunta de por qué quienes se beneficiaron con políticas
inclusivas votaron luego en contra de esos procesos, aseguró: “Hemos entendido que el sentido común es
más que estos aspectos circunstanciales de la catarsis social, es todo un
sedimento conservador reproductivo más que transformativo". "Si los
gobiernos progresistas no hacen un esfuerzo programado y sistemático
en la educación, salud, vida cotidiana,
medios, libros, teatro, el viejo sentido común
se volverá a reconstruir y desplazará al
nuevo sentido común progresista”, analizó. Pablo Raúl miércoles 21 de noviembre del 2018.
/////
Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, durante la
entrevista con el/diario.es Pepe
Mateos.
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“EL PATRIMONIO DE LA NUEVA IZQUIERDA ES NO LLEGAR AL PODER CON LA
LUCHA ARMADA SINO CON LA CONSTRUCCIÓN COLECTIVA DE OPINIÓN”.
Entrevista a Álvaro García
Linera, Vice-presidente de Bolivia.
*****
Francisco de Zárate.
El Diario martes 27 de noviembre del
2018.
“Todo gobierno progresista es por lo general, de corta
duración”. Reflexiona el número dos de Evo Morales. “El coste que la Izquierda
paga por una economía que fracasa es más terrible que el fin de un gobierno de
derechas”.
(Buenos Aires) Una mujer
de su equipo abre la puerta de la habitación y deja a los periodistas de el/diario.es
a solas con él. "¿Un jugo de naranja?" Es el propio Álvaro García
Linera quien lo ofrece y sirve con tanta naturalidad que hay que recordarlo
todo el tiempo: se trata del vicepresidente de una república.
El número dos de Evo
Morales desde enero de 2006 ha venido a Buenos Aires para hablar en el Primer
Foro Mundial de Pensamiento Crítico que juntó esta semana a Dilma Rousseff,
expresidenta de Brasil; Cristina Fernández de Kirchner, de Argentina; y Ernesto
Samper, de Colombia. Hace no tanto, esos habrían sido los nombres de los jefes
de Estado en una cumbre del UNASUR. Hoy, los tres forman parte de lo que los medios han llamado la
'contracumbre' progresista. La próxima semana, cuando los nuevos
gobernantes del mundo se reúnan por el G20 también en Buenos Aires, tendrán que
verlo por televisión.
El
vicepresidente de Bolivia no parece preocupado por el retroceso de la izquierda
en la región. "Lo de estar en el gobierno es una excepcionalidad que hay
que saber aprovechar bien para dar dos, tres, diez o veinte pasos, en vez de
uno, pero luego hay que saber que uno siempre tiene que estar en el llano para
volver a comenzar y recomenzar las batallas".
¿Y qué fue lo que provocó
la pérdida del poder esta vez?
Para mí, si hay que hacer una evaluación de los logros y los límites y los errores de los gobiernos progresistas, hay que pensar en dos, la economía y el sentido común. En economía, todo gobierno progresista tiene que demostrar que lo que se hizo va a continuar. Si te detienes, la reacción va a ser cinco veces más feroz que si lo hubiera hecho un gobierno conservador, porque tuviste el atrevimiento de incluir a los pobres, a los indios, a los obreros, en un círculo de oportunidades que antes era una hacienda de pocos.
Eso no te lo traga
cualquier persona. La respuesta a eso va a ser visceral, emotiva antes que
racional. Te va a ir bien con una gestión económica que permita que el
crecimiento favorezca a los que no querían que entrara más gente y a los que incluiste.
Pero cuando metes gente y no hay más espacio, se genera un proceso de
psicología social en el que el que llegó se puede autoidentificar con su propio
adversario. Es clave un manejo estable de la economía, que haga sostenible esta
posibilidad del ascenso, de la ampliación de oportunidades y derechos. El coste
que la izquierda paga por una economía que fracasa o tiene problemas es dos
veces más terrible, más feroz, que el que paga un gobierno de derechas.
¿Y el sentido común?
Cuando hay procesos progresistas
se producen fisuras, nichos de oportunidad que crean un nuevo sentido común más
solidario, más fundado en la acción colectiva. Pero son pequeños nichos en
medio de un viejo sentido común sedimentado desde que nació el bebé y le
enseñaste a hablar, a comportarse, a sentarse y a ubicarse en el mundo.
Estoy hablando del sentido
lógico del mundo, del sentido moral del mundo, del sentido instrumental y del
sentido procedimental. Que cuando veas una escalera, bajes. Que cuando veas un
ascensor, toques el botón. Que cuando veas un uniforme, te detengas. Los
procesos progresistas producen una fisura porque un agravio moral, una
frustración colectiva que ha producido un pequeño quiebre. Si los procesos
progresistas no hacen esfuerzos sistemáticos para irradiar hacia el resto de
las esferas ese nuevo microsentido común, el viejo sentido común se apodera del
nuevo muy pronto.
Es lo que no está en tus
razones sino en tus pre-razones porque lo haces sin pensar, lo has aprendido
por repetición. Si no logras modificar eso para construir un nuevo sentido
común más solidario, rápidamente esas pequeñas fisuras que en los procesos
progresistas permitieron que votaran por un indio, que no votaran por un
empresario sino por un campesino o por un obrero, se cierran y vuelve el viejo
sentido común del orden del mundo: los campesinos, a su trabajo; los indios, a
su comunidad; y los ricos, blancos y extranjeros, a gobernar el mundo; como
debería ser siempre. Ese es el sentido común que se quebró en un momento de
crisis excepcional. Si los procesos progresistas no logran ampliar el nuevo
sentido común y crear una base de crecimiento económico redistributivo y
sostenible, las condiciones para la regresión conservadora están dadas.
Álvaro García Linera y Evo Morales.El Intelectual y el "Arquitecto" Político del Nuevo Estado Plurinacional de Bolivia y el "Vivir Bien".
***
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¿Qué espacios, aparte de
la educación pública, tiene el Estado para ampliar ese nuevo sentido común en
disputa con los medios de comunicación?
Por eso todo gobierno
progresista es, por lo general, de corta duración. Excepcionalmente podrá durar
un poco más, pero no hay que temer eso porque la otra opción es la fuerza. Pero
eso sería violentar lo que es una conquista de las izquierdas actuales: la
recuperación de las libertades asociativas, de pensamiento, de opinión...
Las
llamadas libertades burguesas forman parte del patrimonio de las nuevas
izquierdas, que llegan al poder con elecciones y lo pierden con elecciones.
Eso es muy interesante.
Antes se decía que había que llegar al gobierno como fuera, con lucha armada, y
luego no perderlo nunca aunque hubiera que pasar por encima de las cabezas de
muchos opositores. El patrimonio de la nueva izquierda es no hacerlo así.
Lograrlo mediante la construcción colectiva de opinión, de voluntad colectiva.
Mantenerse en el poder en tanto se siga trabajando en esa construcción
colectiva de opinión.
La recuperación de esta
mirada no determinista de la historia, de no asignar a un sujeto el núcleo de
la acción colectiva. Es un viejo debate que nosotros hemos ido construyendo a
nuestra manera, de forma más plebeya, más en los hechos que en las razones. Es
un elemento hermosísimo para la reflexión de las futuras izquierdas que están
emergiendo y van a seguir emergiendo.
El otro pilar es la
economía, ¿cómo hizo Bolivia para seguir creciendo cuando el resto de los
países de la región se estancaba o incluso retrocedía?
Somos, en parte, la huida
de nuestros traumas. Cuando nosotros éramos adolescentes hubo en Bolivia un
gobierno de izquierda con una hiperinflación del veintidós mil por ciento. Para
comprar pan había que salir a hacer fila a las 4 de la mañana, el salario mínimo
te lo pagaban en maletas y el valor del papel en que se imprimían los billetes
era superior al del salario.
Cuando fuimos elegidos,
nuestra obsesión fue no repetir esa experiencia, superarla. La economía era una
de las cosas que más nos importaba. Lo primero que hicimos desde el Estado fue
tomar el control real de los principales mecanismos de generación de
excedentes, como el gas, la electricidad y las telecomunicaciones. Lo segundo,
apostar por el mercado interno con una globalización selectiva en la que
aceptábamos lo que nos convenía como país y manteníamos una actitud de
proteccionismo interno en lo que nos convenía.
¿Cómo se hace eso sin
despertar protestas en la Organización Mundial del Comercio?
Tal vez porque éramos un
país pequeño nos lo permitieron. Libre mercado en esto, esto y esto, pero en
esto otro protección. Fomentar el mercado interno. Cuando el petróleo bajó de
140 a 28 dólares, bajó con él el precio de la soja, el maíz y los minerales.
Todos los commodities cayeron y nos afectó. Teníamos un crecimiento del
6% y caímos al 4,5%. Un punto y medio menos pero en el momento en que los demás
pasaban de 2%, 3% o 4% a 0%, -1% o -2%.
Nosotros apostamos al otro
motor de la economía que es el consumo interno, distribuir riqueza para
promover el consumo. Distribuir riqueza es un hecho de justicia pero también
sirve como combustible de la dinámica interna. Y lo último fue vincular el
capital bancario con el productivo. Señor banquero, no nacionalizamos los
bancos pero el 60% de los ahorros hay que inyectarlo en la producción a un tipo
fijo del 5% anual. El resto del capital lo puede sacar, puede ponerlo al 10%,
al 20%, o a lo que quiera, pero el 60% va a la producción. Así se dinamiza el
aparato interno. Todo esto ha permitido que la economía funcione cuando el
precio de los commodities era alto y que siguiera funcionando cuando
caía.
Otro tema delicado en los
gobiernos progresistas de la región ha sido la sucesión de los líderes, también
en Bolivia, ¿cómo lo están enfrentando?
[Antes de responder,
García Linera se acaricia la barbilla y pasea la mirada por las paredes de la
habitación y la ventana] Lo que pasa es que los procesos de conformación de
voluntad colectiva popular son bien particulares. Una cosa es cambiar personas
que administran una estructura estatal. Ahí los caudillismos no son
imprescindibles ni necesarios porque se trata de cambios de rutina.
Pero cuando las sociedades
se plantean transformaciones de las propias estructuras estatales, que son
momentos excepcionales, es normal que tiendan a personificar la impronta de su
audacia. Porque es una audacia, una insolencia y un darse vuelta el mundo. Los
indios nunca habían votado por indios. Nunca. La fuerza de la dominación hace
que te reflejes en el color, la lengua y el traje del dominador. Pero cuando
eso se quiebra y esa lógica de la dominación se invierte, hay una ruptura del
orden moral del mundo. Esas audacias colectivas tienden a personificarse por
eso siento que todo proceso revolucionario, en cierta medida, ha tenido y va a
seguir teniendo, en Bolivia y en cualquier parte del mundo, una alta dosis de
personificación, de caudillismo o de liderazgo carismático.
Los líderes carismáticos
surgen en momentos de quiebre de las certidumbres en los que la sociedad
necesita dar un paso audaz para transformar todo lo que le agobia y en los que
atribuye a personas poderes y fuerzas extraordinarias. El líder carismático es
resultado de un momento carismático, de crisis estatal, de crisis del sentido
común, de crisis del orden normal de las cosas. A la inversa también hay que
aplicarlo. Los procesos de restauración conservadora también van a concentrarse
en líderes carismáticos pero conservadores. ¿No debería ser así? Pero así es.
Uno puede desear muchas cosas del mundo. Que sea más fácil, más lógico, más
coherente. Pero eso es querer enseñarle a la historia lo que tiene que ser. Una
repetición del viejo marxismo con ropaje nuevo.
¿No será ese también un
viejo sentido común susceptible de ser cambiado?
Sí, es posible. Lo ideal
sería esta idea comunitaria de lo socialista como una construcción dialogada y
de consensos en la que todos somos artífices de la construcción del yo
colectivo, en la que no se establecen jerarquías. Así suena tal y como lo
describen los compañeros de la escuela de Frankfurt. Bonito. Pero muchas veces
la historia va por otros cauces y por muy lógico que sea nuestro modelo teórico
tiene que pasar la prueba de los hechos. Algún día tendrá que darse que las
grandes transformaciones tengan direcciones colectivas y comunitarias en las que
la ausencia o presencia de un líder no defina las cosas. Pero hoy por hoy...
Su gobierno perdió el
referéndum para permitir una nueva candidatura de Morales pero luego apeló al
Tribunal Constitucional para garantizarle ese derecho. Incluso si admitiésemos que
el plebiscito se malogró por una campaña de noticias falsas de la oposición,
¿no es cierto que desoyeron el resultado de la consulta popular? ¿No hay gente
que se ha molestado por eso?
Sí, es posible, que de
hecho haya gente que no lo entienda, no lo acepte o no le guste. Ahí está
nuestra labor explicativa de por qué el referéndum sigue vigente. El artículo
de la Constitución no se ha modificado. Lo que se ha visto por decisión del
Tribunal Constitucional es que otro artículo otorga primacía a los convenios
internacionales por encima de la propia Constitución. Se establece que es un
derecho humano la posibilidad de participar en eventos electorales. Nos toca a
nosotros explicar, justificar y mostrar que esta decisión tiene el mismo rango
de constitucionalidad. Pero no es un trabajo fácil ni es inmediato. Es un
trabajo lento, pero gradualmente se está haciendo.
Y hablando de la
legitimidad en vez de la legalidad, ¿cómo defienden esa apelación al
Constitucional?
Porque le decimos a los
compañeros: "Al final el que va a decidir si Evo continúa o no vas a ser
tú, va a ser tu voto, va a ser tu poder decisivo el que va a definir si Evo se
va o Evo se queda". Le decimos que nuevamente va a recaer en el soberano,
en la gente que con su voluntad define el orden político del país, que no se
está transgrediendo eso. Pero sí, requiere tiempo.
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