ÁNGELA MERKEL ANUNCIA SU RETIRO DE LA POLÍTICA.- BERLÍN. 29 de octubre
del 2018.- — La canciller de Alemania, Ángela
Merkel, tomó este
lunes sus primeros pasos para alejarse de la vida política al anunciar que
dejará el liderazgo de su partido y
que no buscará la reelección al cargo cuando termine su actual mandato, en
2021.
Merkel hizo el anuncio durante una
reunión de líderes conservadores alemanes después de que su Unión
Demócrata Cristiana (CDU, por su sigla en alemán) y los partidos aliados de su coalición
obtuvieran malos resultados en dos elecciones regionales. Algunos
analistas, e incluso integrantes del partido, expresaron dudas de que ella
pueda seguir realmente en el poder hasta 2021 y sugirieron que quizá habrá elecciones anticipadas.
Merkel, de 64 años, dijo
que después de dieciocho años a la cabeza de la CDU y de trece a cargo del país, su
decisión pretende darle al partido la oportunidad de “prepararse para cuando ya no esté”
y que ella ya no buscará ningún otro puesto político. El actual gobierno de coalición de Merkel, cuya formación requirió
de seis meses de negociaciones y ha estado al borde de colapso en dos ocasiones
desde el año pasado, ya no cuenta con apoyo mayoritario en las encuestas.
Y
el domingo, los partidos de coalición obtuvieron solamente el 27 por ciento de los votos en el estado de Hesse, en comparación con el 38 por ciento obtenido hace cinco años;
fue el peor resultado de la CDU en
ese estado central desde 1966.
Además, a principios de octubre, los
aliados conservadores tuvieron otro resultado desafortunado en Baviera. Sin embargo, la
canciller demostró en la derrota la astucia política que ha definido su
carrera al ser ella quien estableciera sus planes para una salida política.
“Fue una movida típica de Merkel”, dijo Evelyn
Roll, periodista y autora de una biografía sobre Merkel. “No ha perdido su capacidad para sorprender”. La CDU
celebrará una conferencia partidista de dos días a partir del 6 de diciembre
para elegir a una nueva junta directiva y al nuevo líder o lideresa. Los reveses a la CDU de Merkel han
generado crecientes críticas dentro del mismo partido y temores de que se
salgan de la coalición sus aliados, los
socialdemócratas, que han perdido una mayor
cantidad de votos que la CDU. Si dejan la coalición, eso desataría elecciones
anticipadas.
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Ángela Merkel, anuncia su retiro de la Política – 29 de
octubre del 2018 – ha sido Lideresa de Alemania desde hace trece años y ha encabezado
la Unión Demócrata Cristiana hace 18 años.
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LA CANCILLER FALLIDA.
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Rafael Poch de Feliu.
Ctxt.
Rebelión viernes 9 de noviembre del 2018.
Merkel ha dañado
seriamente los tres pilares que rehabilitaron a la Política Alemana de
posguerra: El Estado Social, la Integración de la Unión Europea y la política
de distensión hacia Rusia, conocida como
Ospolitik.
Todos loan su
“liderazgo”. “¿Qué será de Europa?”, se preguntan tras el anuncio de Angela Merkel de dejar la presidencia de la CDU -bien pronto- y la
política, en un par de años. El balance de esta canciller fallida, servidora de
los poderosos, en su país y en el mundo, y sin más valores políticos que un
fino sentido de la oportunidad, se ha perdido por completo en esta anticipada
hagiografía.
Generación sin complejos.
Merkel es la Canciller
de la “Quinta Alemania”, el nuevo país
surgido de la reunificación de 1990 que solo apareció como evidencia a partir
de la crisis de 2008. Merkel es la
representante de una generación de políticos alemanes liberada de los
escrúpulos y complejos nacionales de la anterior Alemania, una nación dividida,
ocupada militarmente y consciente de sus culpas históricas.
Merkel no tiene nada
que ver con los Brandt, Schmidt o Kohl,
gente que vivió la guerra (el primero de ellos hasta fue un raro y digno
opositor al nazismo). Como ciudadana del Este, no vivió los complejos de un
Estado, el de la RFA, fundado y
levantado por ex nazis. Así que, consciente o no, recuperó la catastrófica idea
de una “Europa alemana” intrínseca a
su establishment, algo que nunca ha funcionado, porque no hay
rastro de espíritu universal en la tradición del nacionalismo alemán, sino un
torpe supremacismo, organizado, ciego y dogmático, que suele desembocar en
ansias de dominio que acaban mal.
Sus tres desastres.
Merkel, ha
dañado seriamente los tres pilares que rehabilitaron a la política alemana de
posguerra: el Estado social, la integración de la Unión Europea y la
política de distensión hacia Rusia conocida como Ostpolitik.
Merkel ha mantenido el desmonte del rechoncho Estado
social alemán emprendido por los socialdemócratas, cuyo sentido primero había
sido restar argumentos al socialismo
cuartelario de la RDA. Anexionada la Alemania
del Este, ya no cabían restricciones solo quedaba lanzarse a todo vapor y
sin trabas a la conquista exportadora. Recortes de subsidios sociales,
explosión de trabajo precario y unos 15,5 millones de pobres y amenazados de
exclusión, en un país que hasta los años noventa se caracterizó por una condiciones sociolaborales bastante decentes.
En ausencia de
proyectos alternativos (Francia no estaba), la derecha alemana se dotó de
una arquitectura europea a la medida de su economía exportadora y de su menguante
demografía. Cuando estalló la crisis, hace diez años, ofreció una
explicación nacional en línea con la ortodoxia neoliberal a lo que era un
problema sistémico internacional. La austeridad que siguió al dumping salarial,
todo ello presentado en un envoltorio moralizante de Pigs y virtuosos, destrozó la promesa de prosperidad y la perspectiva
de nivelación entre los Estados miembros de la Unión Europea, conduciéndola en
una dirección desintegradora. El
euroescepticismo, una ideología razonable y lúcida a la luz de lo que
ofrece el europeísmo realmente existente, ha quedado mayormente en manos
de la extrema derecha, incluso en Alemania que hoy cuenta con el mayor grupo
parlamentario de extrema derecha de todo el continente: 92 diputados de AfD, sin contar algunos compañeros de viaje de la CSU
bávara.
El artificial conflicto con Rusia provocado por la
ampliación de la OTAN y sus prolegómenos, ha enterrado la Ostpolitik, el contrito
imperativo de llevarse bien con Rusia, lo que significa no ignorar sus
intereses, para regresar a una dialéctica de tensión militar y sanciones
dictada desde Washington. Merkel no
ha contradicho nunca la hipoteca americana que la Unión Europea tiene en
materia de política exterior y de seguridad, vía OTAN. Y cuando la derecha alemana lanza globos sondas soberanistas para
sacudirse esa hipoteca, lo que se vislumbra parece peor que la enfermedad, por ejemplo el incipiente debate alemán
sobre la oportunidad de dotarse de un arma nuclear…
Su aportación.
La aportación
de la merkeología a la política ha sido simplona, pero
inequívocamente reaccionaria. Ahí está su concepto estrella: la marktkonforme
demokratie, un cuadro en el que es la democracia la que se
adapta al mercado y no al revés. De ahí
a una limitada visión de mundo que conjuga el desmonte del Estado social con la
competición en la globalización. Se trata de su 7/25/50: la Unión Europea
representa el 7% de la población mundial, genera
el 25% del PIB y responde del 50% del gasto social global, ergo para ser
competitivos hay que recortar ese 50%.
Pocas ideas
En la RDA
Merkel fue una ciudadana integrada, con responsabilidades y funciones en el
sistema. Con la caída del régimen supo adaptarse y hacer carrera en el cuadro
de la nueva Alemania. Sentido de la oportunidad nunca le ha faltado. Pero, ¿qué hay más allá de eso?: muy poca
idea, y aun menos “valores”. Lo suyo ha sido, y continuará siendo en los
dos años que le quedan, una administración de lo que hay: atender a los
intereses de los poderes fácticos (su industria del automóvil, el mundo de las
finanzas) y escuchar cuando se pueda el sentir mayoritario del electorado para mantenerse en el poder. Vio en
marzo de 2011 que el accidente de Fukushima hacía electoralmente inviable su
cerrada defensa de las nucleares, y cedió (al precio de volver a quemar más
carbón que nadie). Vio la avalancha
autoorganizada de migrantes procedentes de los desastres inducidos en Siria, Libia y otros lugares, y se
puso, en otoño de 2015, una engañosa medalla liberal que paliara su mala imagen
en Europa tras las protestas del
verano de aquel año por el abuso del referéndum griego. Ahora Merkel anuncia su salida de la escena en dos años, consciente
de que cualquier tiempo futuro será peor. Claro que no todo lo aquí apuntado es culpa de Merkel, pero
ella ha sido la persona política europea con más poder durante un periodo
aciago.
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