Si la industria aún no es rentable
en los Estados Unidos, después de una década de perforación, importantes
mejoras de eficiencia y un fuerte repunte en los precios del petróleo, ¿será
rentable alguna vez? ¿Qué hay en los países de América Latina que pueda hacer
funcionar esto que no funciona en Norteamérica?
¿O
hay algo intrínseco en la naturaleza de la perforación de esquisto que la hace
inviable energética y económicamente? ¿Será que las tasas de declive abruptas
en cortos períodos de tiempo requieren nuevas perforaciones constantes para
mantener la producción y consecuentemente continuas nuevas inversiones? ¿Será
que la cantidad de energía que se requiere para obtener petróleo de esquisto es
tanta o más que se obtiene del crudo extraído?
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UNA MADRE CONTRA EL
FRACKING.
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Gerardo Honty.
América Latina en Movimiento.
Martes 13 de noviembre del 2018.
Las leyes de la termodinámica son lo
más parecido a una madre porque te prohíbe todo aquello que es divertido, nos
dice Antonio Turiel en una reciente conferencia TED. Es una buena manera de
explicarnos que por más que queramos “producir” energía para satisfacer todas
nuestras necesidades de consumo, la energía no se “produce”, la energía se
transforma y consecuentemente toda forma de energía útil requiere de una forma
de energía previa aprovechable. Cuando la energía previa aprovechable comienza
a escasear, aparece nuestra madre a prohibirnos las cosas divertidas, como el
automóvil, los viajes en avión y esas frutas tan deliciosas que se producen al
otro lado de mundo.
Como
energía y materia son la misma cosa, según nos explicó el abuelo Albert hace
unos cuantos años, también podemos afirmar que los humanos en la Tierra no
“producimos” nada (salvo hijos) y todo lo que tenemos es gracias a la
transformación de alguno de los frutos que la parte no humana de la naturaleza
produce.
Esto
se hace cada vez más evidente a medida que las reservas de los recursos no
renovables se van haciendo escasos y los recursos renovables comienzan a
explotarse de una manera que hace imposible su renovación. Hace más de cuarenta
años los empresarios de la pesca y la forestación se dieron cuenta de esto y
comenzaron a hablar de “sostenibilidad”: se habían percatado que la
sobreexplotación estaba matando a la gallina de los huevos de oro.
Pero
como la soberbia humana es infinita (a diferencia de los recursos naturales),
la humanidad creyó que era posible sustituir la escasez de recursos naturales
con tecnología, conocimiento y dinero. Así que pretendimos extender los límites
de la naturaleza tan lejos como nuestra infinita soberbia e inventamos el
oxímoron más famoso: el desarrollo sustentable.
En
ese plan, uno de los límites a extender fue la capacidad de sacar petróleo
hasta de las piedras. Literalmente. Entonces, con tecnología, conocimiento y
dinero nos dispusimos a llegar hasta un suelo de roca dura a más de 3
kilómetros de profundidad para estrujar las piedras que contienen algo de
petróleo dentro de su maciza estructura. A esto le hemos llamado fractura
hidráulica o fracking.
Buena
parte de los científicos cercanos al tema pensaron que la tarea de triturar la
roca era demasiado grande y que el esfuerzo energético y económico que se
requeriría para semejante obra no iba a compensar la cantidad de petróleo que
podría sacarse. Sin embargo, los banqueros y financistas vieron en la promesa
de extender los límites de la naturaleza a fuerza de tecnología, conocimiento y
dinero, la oportunidad de obtener ganancias. Así que comenzaron a vender
acciones a futuro de una cantidad de piedras que prometían petróleo.(1)
Las
leyes de la termodinámica son como una madre, pero los humanos aún no salimos
de nuestra adolescencia y no hay nada peor que nos prohíban algo para salir a
hacerlo. Así que confiamos más en nuestro deseo y ambiciones que en las leyes
naturales y salimos a partir rocas.
El espejo en que mirarnos.
Estados
Unidos se ha convertido en los últimos años en la vitrina mejor montada de la
tecnología del fracking.
La producción petrolera no para de crecer; duplicó su producción en los últimos
10 años y aún sigue creciendo en tiempos de flacos precios del crudo. La mayor
parte de ese crecimiento viene de los cientos de pozos de fractura hidráulica.
Leemos un día sí y otro también que Estados Unidos es la demostración de que el
esquisto ha venido a salvarnos de la crisis de suministro energético.
Pero
hay un problema: las cuentas de las compañías petroleras que se dedican al fracking no salen de sus números en
rojo. Al principio se pensaba que era un problema típico de curva de
aprendizaje; ya vendrían las ganancias genuinas cuando la mejora de la
tecnología y el conocimiento acumulado se expresara en eficiencia productiva.
Pero las deudas se acumulan más rápido que la experiencia.
Entre
2010 y 2014 las compañías de shale de
EEUU habían acumulado un flujo negativo de caja de 200 mil millones de dólares
según la Agencia Internacional de la Energía (World Energy Investment 2018). Un
reciente informe del Instituto para la Economía de la Energía y el Análisis
Financiero (IEEFA) y el Instituto Sightline afirma que solo en el primer
semestre de 2018 las compañías de fracking registraron un flujo de caja negativo de USD 3.9
mil millones en el primer semestre de 2018ii.
Algunos analistas del mercado petrolero estiman que la deuda actual acumulada
de la industria del shale en
los EEUU es de 300 mil millones de dólaresiii.
"Para las apariencias externas, la industria del petróleo y el gas de
Estados Unidos está en medio del auge de una década", se lee en el informe
el IEEFA y el Sightline Institute. Sin embargo dice, "el auge del fracking en Estados Unidos ha sido un
fiasco de clase mundial".
En
América Latina varios países están mirando hacia estos recursos para ganar
dinero. Esperan que la industria del fracking les ayude a equilibrar sus cuentas fiscales,
obtener recursos financieros que les permitan cubrir el gasto público y mejorar
los ingresos de la sociedad. Pero, si Estados Unidos, que es la meca del fracking, ha obtenido estos negativos
resultados ¿Hay alguna lección, aprendizaje, recaudos a tener en cuenta para
los varios países que en América Latina están apuntando al shale como fuente de recursos
energéticos y económicos?
Si
la industria aún no es rentable en los Estados Unidos, después de una década de
perforación, importantes mejoras de eficiencia y un fuerte repunte en los
precios del petróleo, ¿será rentable alguna vez? ¿Qué hay en los países de
América Latina que pueda hacer funcionar esto que no funciona en Norteamérica?
¿O
hay algo intrínseco en la naturaleza de la perforación de esquisto que la hace
inviable energética y económicamente? ¿Será que las tasas de declive abruptas
en cortos períodos de tiempo requieren nuevas perforaciones constantes para
mantener la producción y consecuentemente continuas nuevas inversiones? ¿Será
que la cantidad de energía que se requiere para obtener petróleo de esquisto es
tanta o más que se obtiene del crudo extraído?
El
sector financiero de Estados Unidos descubrió como hacer rentable
económicamente para sí algo que no es energéticamente rentable para el sector
de la energía; creó una burbuja especulativa allí donde había promesas de
ganancias. Pero no hay caso. Mamá termodinámica apareció una vez más para
prohibirnos hacer aquello que nos resulta tan divertido: jugar a que el
conocimiento, la
tecnología y el dinero pueden hacer más que lo que la naturaleza puede hacer
por sí misma.
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Gerardo Honty es analista de
CLAES (Centro Latino Americano de Ecología Social)
i Un temprano análisis de esta
burbuja puede leerse en “Shale and Wall Street”, Deborah Rogers en http://shalebubble.org/wall-street/
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