“El domingo pasado triunfó en Brasil el candidato del protofascismo
Jair Bolsonaro. La
prensa internacional se ha apresurado a llamarle el Trump tropical porque esa victoria electoral tiene varios
paralelismos importantes con el ascenso del Donald a la Casa Blanca. En ambos políticos se anida un instinto
perverso y sádico frente a minorías, mujeres, extranjeros y migrantes,
así como un claro desprecio por el medio ambiente y la negación del cambio
climático (al igual que Trump, Bolsonaro
ya ha anunciado que abandonará el Acuerdo de París). Sus inclinaciones
estuvieron escondidas durante los 27
años que estuvo en el Congreso, pero en la campaña se desplegaron sin
frenos. Mucho se ha escrito sobre estas
características de personalidad en ambos personajes, pero más allá de esto
hay otro rasgo en común que tiene que ver con la evolución de la vida política en Estados
Unidos y en Brasil”.
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La Internacional Fascista.
LA INTERNACIONAL NEOFASCISTA.
DIEZ CONJETURAS SOBRE LA ACELERACIÓN PARDA.
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Jorge Elbaum.
CLAE/El Cohete a la Luna.
Rebelión lunes 5 de noviembre del 2018.
El pueblo de los países pobres se mata trabajando para
financiar el desarrollo de los países ricos. El Sur financia al Norte, y
especialmente a las clases dominantes de los países del Norte. El medio de
dominación más poderoso es actualmente la deuda. -Jean
Ziegler
1. Bolsonaro no está solo.
Los climas políticos son contagiosos. Existen variadas
formas de mímesis en la historia. Enlazar los procesos simultáneos que se dan
en los distintos puntos cardinales implica aceptar que estamos viviendo un
peligroso cambio de época. Desde la crisis económico-financiera de 2008 se
aceleraron los discursos xenófobos, los desplazamientos poblacionales y los
mecanismos sutiles o brutales de proteccionismo cultural y étnico: la
parafernalia neoliberal de las fronteras abiertas se transformó en una
maquinaria dispuesta para el desprecio al otro.
Una carga de provincianismo racista acompañada del
recrudecimiento de las guerras comerciales más o menos abiertas. El supremacismo blanco de Trump que
envía soldados para detener a hondureños desesperados, es el espejo de la Europa islamofóbica (constituidos estos
últimos en los perseguidos judíos del presente). Quienes suscribieron la guerra
civil en Siria clausuraron después
las compuertas para las oleadas de desesperados que escapaban de los
bombardeos.
En Italia la
Liga Norte de Matteo Salvini empieza a discutir su Brexit. En Austria el
partido neonazi FPÖ forma parte de
la coalición gubernamental con dos ministerios, el de relaciones exteriores y
el del interior. En Finlandia y en
Suecia tres de cada diez ciudadanos apoyan a partidos que reivindican la
discriminación y la superioridad blanca, haciendo caso omiso a las
humillaciones que sufren diariamente los migrantes.
En Hungría, el
premier Viktor Orban convoca a expresar la identidad moral y étnica de los
magyares por sobre el resto de los habitantes. Marine Le Pen sigue conservando el favor de un cuarto de los
franceses y por primera vez desde la Segunda
Guerra un partido nazi entra en el Bundestag
de la mano de Alternativa por Alemania, sin que el sistema político germano
haya apelado a las cacareadas prohibiciones que existen sobre el discurso hitlerista.
En Polonia el
partido Ley y Justicia de Jarosław Kaczyński impulsa y aprueba normativas
revisionistas, condescendientes con los colaboracionistas nazis, quienes —según
las nuevas normas— deben ser considerados como perseguidos por los soviéticos,
luego de la Gran Guerra Patria. En
Holanda Geert Wilders llama a prohibir las mezquitas y, en Israel, Netanyahu impone una Ley que legitima el apartheid,
al tiempo que muchas democracias occidentales lo premian con el traslado de la
embajada a Jerusalén, sin considerar
la continuidad de la ocupación de Palestina.
2. El casino.
Existe una ofensiva reaccionaria motivada por la
crisis estructural que se origina en la financierización.
Este modelo de acumulación logra extorsionar al mundo productivo mediante la
exigencia de rentabilidades solo alcanzables mediante la brutal precarización,
la flexibilidad y la caída del poder adquisitivo de los salarios. La trampa
radica en que el capital productivo se fuga hacia paraísos fiscales exigiendo que el mundo del trabajo maximice la
explotación para poder competir con la rentabilidad ofrecida por su lógica
rentística.
Su expresión más violenta son los fondos buitre defendidos por equipos de abogados expertos en
guerras jurídicas dispuestos a saquear las arcas estatales de los países que se
endeudan con apoyo del FMI y las élites locales. Por su parte, los Macri, Temer, Piñera y otros se ven
beneficiados con cuantiosas comisiones (provenientes de la emisión de títulos
de deuda) y sobre todo con la expectativa de convertirse en futuros CEOs de las empresas transnacionales que
adquirirán las destrozadas redes productivas locales, mediante inversiones ínfimas.
3. Camisas pardas.
Los movimientos reaccionarios siempre han sido el
resultado del intento de democratización de las sociedades y del desafío a los
sectores privilegiados. Frente a
Espartaco en Roma, a la irrupción de los trabajadores en 1870 o en 1917,
y/o a la conformación del peronismo de la década del ’40, los poderes fácticos
se aliaron con el objetivo de ahogar cualquier posibilidad de darle cabida o
continuidad a la extensión de la equidad y la libertad. Todos los procesos de
reacción responden al miedo que sienten los sectores del privilegio a perder el
control del tablero: Bolsonaro y el
resto de las derechas en el mundo irrumpen como expresión desesperada ante los
posibles avances de los sectores democráticos.
Quienes los votan han sido cooptados por el terror
ante la invasión de los extraños, a quienes se presenta como los responsables
de amenazar aquello que se ha conquistado: el
ultraliberalismo produce las condiciones de la marginalidad y la violencia
y se ofrece para solucionar el problema con mano dura, homofobia, misoginia y
etiquetamientos variados. El temor sistémico es inoculado a través de
murmuraciones repetidas por los medios hegemónicos que instigan a la aceptación
inmediata de respuestas rápidas y crueles. En forma paralela, el delito, el narcotráfico y la imbricación
de los organismos de seguridad en los entramados oscuros del poder mafioso,
aumentan con los efectos del ultraliberalismo y la falta de proyectos sociales
colectivos esperanzadores.
4. Meteorología.
Las convocatorias a la violencia de Estado son exitosas cuando existe una
ciudadanía carente de conciencia crítica, y al mismo tiempo ajena a los
procesos de participación democrática cotidiana. Los climas reaccionarios necesitan fabricar enemigos internos y
externos y de ser posible combinarlos. Pueden ser elegidos entre los más
débiles y vulnerables con la condición de despertar desconfianzas
generalizadas: migrantes,
nacionalidades foráneas o portadores de características étnicas o fenotípicas
suelen ser las víctimas prioritarias. Estos etiquetamientos son útiles para
ocultar el proceso de deterioro que generan las políticas de acrecentamiento de
la riqueza. Al instigar al odio hacia un enemigo se busca cambiar el eje del
debate real sobre la producción material cultural y simbólica de las crisis que
sus políticas producen.
5. Bienes.
La inclusión
social expresada en el consumo aparece como una paradoja: el neoliberalismo excluye al tiempo que sus opositores, los sectores
progresistas, intentan expandir el mercado interno. Cuando esto último sucede,
los incluidos se desesperan por conservar lo que han adquirido y se identifican
con facilidad con los discursos privatistas y discriminatorios. Desprecian a
quienes están subsidiados por el Estado,
porque los consideran competidores ilegítimos de su ascenso social.
6. Pánico.
Las olas
reaccionarias hacen brotar los miedos atávicos de una sociedad y
los redirigen hacia sujetos alejados de los generadores de la crisis. Los brasileños no votaron específicamente
por los nazis sino, mayoritariamente,
contra la inseguridad y contra la
corrupción instalada como expresión (única) del PT, obviando la permanente estafa
estructural que supone la fuga de capitales, el endeudamiento y la carga
impositiva mayoritaria sobre los sectores más empobrecidos de las sociedades.
7. Pátina.
Ni Bolsonaro ni
Trump ni Netanyahu ni Salvini ni Le Pen ni Macri son antisistema: son el corazón brutal del sistema, la
expresión más cabal del capitalismo rentista, su versión más fidedigna y
transparente. Todos ellos son
tributarios de un nuevo sentido común basado en un doble soporte cultural: espiritual y académico.
Una teología de la
prosperidad individual (santa y egoísta), y unos discursos econométricos que
fetichizan las cuantificaciones obviando las orientaciones valorativas, como si
pudiesen existir estas últimas en formatos ajenos al comportamiento humano. De
esa manera se ofrecen ante los impávidos receptores como portadores de un halo
divino y de una carcasa científica. Anuncian repetidamente que Dios y la Verdad los escoltan.
8. Damocles.
En ese marco, las opciones que ofrece la globalización en términos de sistema político son tres: el
pacto
continuista que consiste en competir por nimiedades, sin discutir
los puntos centrales del sistema. Desmontar el sistema de partidos en nombre de un “que se vayan todos”, dejándole al mercado la
oferta electoral de vedettes, deportistas o actores para gobernar sin
presiones. O la propuesta de derechas
basadas en la persecución, la proscripción, la guerra jurídica y la deslegitimación
mediática.
Cualquier oposición del tipo productivista, que pretenda limitar la especulación y
valorizar el trabajo, será acusada de populista
y descalificada en los altares biempensantes
del poder mundial. El modelo de democracia
al que se puede acceder, aquel que autorizan, sólo es el que se ofrece como funcional a la financierización
extorsiva.
9. Aniquilamiento.
La lógica del mercado busca exterminar a la política porque ese es el único territorio donde las grandes mayorías
pueden lograr la democratización de
algo. Solo la remanida voluntad general o su versión remasterizada, el poder popular, pueden hacerle frente.
10. Atenti.
Los que vienen
marchando no son los santos.
Los
pastores guerreros del neoliberalismo argentino, argamasa espiritual de la
oleada reaccionaria.
JORGE ELBAUM: Sociólogo, doctor en Ciencias Económicas,
analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la ).
Publicado en elcohetealaluna.com.
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