"Debe señalarse una diferencia sustancial y
sustantiva entre el mundo de hace cien años y el del siglo XXI. En el siglo XIX
y primera parte del XX la competencia de poderes enfrentaba a cinco potencias
europeas que, en lo general, limitaban geográficamente unas con otras y
disponían, básicamente, de una potencia similar, con excepción de Inglaterra,
cuyo dominio de los mares le había proporcionado, desde el siglo XVIII, una
ventaja estratégica sobre las potencias terrestres. El dominio de los mares
determinará, en la I Guerra Mundial, la derrota de Alemania y, en la IIGM, que
EEUU emerja como superpotencia militar, económica y financiera, lo que le
permite diseñar el mundo de acuerdo con sus intereses y sustituir a Inglaterra
como potencia marítima hegemónica".
"El siglo XXI ofrece un panorama inédito en los
últimos cinco siglos. La "competencia de poderes" no tiene lugar
entre potencias europeas, sino entre potencia no europeas, de las cuales una es
americana (EEUU), la otra asiática (China) y la tercera euroasiática (Rusia).
Dos de esas potencias -Rusia y China- llevan una década labrando una alianza
estratégica de magnitud colosal, mientras EEUU siente cada vez más el peso de
la geografía. EEUU es un Estado-isla en un continente-isla, es decir, un país
separado del resto de continentes por miles y miles de kilómetros. Este
aislamiento geográfico, que antaño le permitió convertirse en superpotencia,
también le obligó a establecer una red inmensa de bases militares a lo ancho y
largo del mundo y -lo más relevante de todo- a depender casi exclusivamente de
su poderío naval para hacer presencia efectiva en los lugares más estratégicos
del planeta. Sin fuerza naval no hay EEUU".
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EEUU. REALINEA A LATINOAMÉRICA VIENDO A
CHINA Y RUSIA.
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Augusto Zamora R.
Rebelión martes 5 de febrero del 2019.
Antes de entrar al tema, es necesario un preámbulo
para situarnos en el mundo. Los últimos documentos emitidos por los organismos
de poder de EEUU (Casa Blanca, Secretaría de Defensa, Pentágono) repiten en sus
páginas que peligra la hegemonía e influencia de EEUU en el mundo: "La
seguridad y el bienestar de Estados Unidos están en mayor riesgo que en
cualquier otro momento en décadas. La superioridad militar de Estados Unidos,
el poder duro de su influencia global y su seguridad nacional, se ha erosionado
en grado peligroso. Los rivales y adversarios están desafiando a Estados Unidos
en muchos frentes y en muchos dominios. La capacidad de Estados Unidos para
defender a sus aliados, sus socios y sus propios intereses vitales está cada
vez más en duda. Si el país no actúa rápidamente para remediar estas
circunstancias, las consecuencias serán graves y duraderas" (documento de
noviembre de 2018).
Quienes amenazan la hegemonía estadounidense son "poderes revisionistas", término que usan en EEUU para referirse a China y Rusia, así como a potencias regionales como Irán o, incluso, Corea del Norte. Otra expresión repetida en esos y otros documentos es "el retorno de la competencia de poderes" a nivel mundial.
Con "poderes revisionistas", las clases
dominantes de EEUU se refieren a potencias que tienen la 'osadía' de no aceptar
la hegemonía planetaria estadounidense y pretenden 'revisar' el actual reparto
del poder mundial, restando imperio a EEUU. Tal 'revisión' la plantea China al
no aceptar que la Fuerza Naval de Washington controle el Mar de la China
Meridional o Rusia, haciendo frente a la expansión de la OTAN por Europa, por
señalar dos hechos muy visuales, aunque el reto de los "poderes
revisionistas" es mucho más complejo y amplio (incluye Huawei, por
ejemplo). Lo hace Irán, al fortalecerse militarmente y amenazar la supremacía
de EEUU en el golfo Pérsico. En suma, son "poderes revisionistas"
todos los países que no aceptan a EEUU como un 'poder policial internacional',
para recuperar la expresión de Theodore Roosevelt, el primer presidente
abiertamente imperialista de la historia estadounidense, hecha en 1904.
La frase "retorno de la competencia de
poderes" hace referencia y nos devuelve al siglo XIX e inicios del XX,
cuando las grandes potencias europeas -Inglaterra, Alemania, Francia, Austria,
Rusia- competían entre sí por el reparto colonial y la prevalencia de su
hegemonía en vastas regiones del mundo, competencia que provocará la I Guerra
Mundial. Desaparecida la Unión Soviética y, con ello, las rivalidades ideológicas,
el mundo, para EEUU, ha vuelto a un escenario decimonónico, donde no se
confrontan ideologías, sino políticas de poder puro, zonas de influencia,
reparto de mercados. Y, como hace un siglo, lo que no pueda la política, lo
tendrá que hacer el poder militar.
Debe señalarse una diferencia sustancial y
sustantiva entre el mundo de hace cien años y el del siglo XXI. En el siglo XIX
y primera parte del XX la competencia de poderes enfrentaba a cinco potencias
europeas que, en lo general, limitaban geográficamente unas con otras y
disponían, básicamente, de una potencia similar, con excepción de Inglaterra,
cuyo dominio de los mares le había proporcionado, desde el siglo XVIII, una
ventaja estratégica sobre las potencias terrestres. El dominio de los mares
determinará, en la I Guerra Mundial, la derrota de Alemania y, en la IIGM, que
EEUU emerja como superpotencia militar, económica y financiera, lo que le
permite diseñar el mundo de acuerdo con sus intereses y sustituir a Inglaterra
como potencia marítima hegemónica.
El siglo XXI ofrece un panorama inédito en los
últimos cinco siglos. La "competencia de poderes" no tiene lugar
entre potencias europeas, sino entre potencia no europeas, de las cuales una es
americana (EEUU), la otra asiática (China) y la tercera euroasiática (Rusia).
Dos de esas potencias -Rusia y China- llevan una década labrando una alianza
estratégica de magnitud colosal, mientras EEUU siente cada vez más el peso de
la geografía. EEUU es un Estado-isla en un continente-isla, es decir, un país
separado del resto de continentes por miles y miles de kilómetros. Este
aislamiento geográfico, que antaño le permitió convertirse en superpotencia,
también le obligó a establecer una red inmensa de bases militares a lo ancho y
largo del mundo y -lo más relevante de todo- a depender casi exclusivamente de
su poderío naval para hacer presencia efectiva en los lugares más estratégicos
del planeta. Sin fuerza naval no hay EEUU.
Dicho en los términos del más relevante geopolítico
del siglo XX, Halford Mackinder, EEUU es una potencia marítima que debe, desde
hace una década, hacer frente a dos formidables potencias terrestres… a las que
EEUU teme y ese temor, en los últimos años, no ha dejado de acrecentarse, como
se puede comprobar leyendo sus últimos análisis estratégicos, declaraciones de
ex altos funcionarios y comentarios de ex militares. La alianza ruso-china es
conocida en EEUU como "la pesadilla de [Zbigniew] Brezinski", el ex
consejero de Seguridad Nacional de James Carter, quien, en 2017, afirmó que
"el escenario más peligroso [para EEUU] sería una gran coalición de China
y Rusia , unida no por ideología, sino por agravios complementarios".
La materialización de la 'pesadilla de Brezinski'
ha llevado, a EEUU, a hacer un examen general de sus debilidades, posibilidades
y potencialidades de cara a una colisión que se cree inevitable, así como a
elaborar un nuevo diseño del mundo. El bipolar de la Guerra Fría era claro y
simple, con esferas de influencia intocables y áreas en disputa que daban lugar
a guerras periféricas que nunca llevaron a choques directos. El mundo actual no
se parece en nada al bipolar. No hay dos superpotencias, sino tres potencias
enormes (China, Rusia y EEUU), una gran potencia emergente (India) y potencias
regionales con intereses propios (Irán, Paquistán, Indonesia, Corea del Norte),
lo que hace del mundo una telaraña de difíciles equilibrios pero -atención- las
potencias que crecen son las asiáticas y Rusia, mientras EEUU se encoje, como
piel de zapa de la novela de Balzac.
En diciembre de 2018, se hizo público en EEUU un
nuevo informe elaborado por varias agencias federales, en el que se lee:
"Este informe se enfoca en amenazas emergentes de largo alcance, aquellas
que pueden ocurrir en aproximadamente 5 años o más, o aquellas que pueden
ocurrir durante un período de tiempo desconocido". Afirma el informe que
"la naturaleza de la guerra ha evolucionado para incluir conflictos en la
“zona gris”, definida como el área entre la guerra y la paz, donde los
adversarios más débiles han aprendido a tomar el territorio y avanzar en sus
agendas mediante formas no reconocidas como “guerra” por las democracias
occidentales. Además, estos conflictos de zonas grises pueden desbordar las
estructuras económicas y de seguridad de EEUU. Los funcionarios del DOD
[Department of Defense] agregaron que los adversarios de todo el mundo pueden
erosionar las democracias, a menudo utilizando instituciones democráticas, en
la zona gris de conflicto. Los funcionarios del ODNI [Office of the Director of
National Intelligence] también señalaron que China y Rusia están siguiendo
estrategias en la zona gris para lograr sus objetivos sin recurrir al conflicto
militar". Sigue diciendo el informe que "funcionarios del DOD
proporcionaron una lista de ejemplos significativos recientes de éxito de
adversarios en la zona gris de conflicto, varios de los cuales se han producido
sin consecuencias significativas, entre ellas:
"• China utiliza acuerdos económicos
bilaterales para marginar los marcos multilaterales de Estados Unidos en Asia,
África, América Latina y el Pacífico;
"• “Hombres fuertes” en países como Venezuela,
Egipto y Turquía que utilizan instituciones democráticas para promover nuevos
paradigmas independientes de las normas liberales occidentales".
Estamos ya en el punto. Venezuela, como el resto de
Latinoamérica, es parte de esa "zona gris de conflicto" donde EEUU
está 'obligado' a presentar batalla no militar para impedir que China y Rusia
sigan avanzando en detrimento de EEUU. El 6 de enero, al tiempo que lanzaba la
campaña para derrocar al presidente Nicolás Maduro, el secretario de Estado
Mike Pompeo dirigía diatribas contra China, afirmando que "donde China se
presente, sea en Brasil, Ecuador, Chile o cualquier parte", EEUU
"está preparado para luchar" contra la potencia asiática. Expresiones
que recuerdan a las de Rex Tillerson, justo un año antes. Tillerson afirmó que
"América Latina no necesita nuevas potencias imperiales" y que
"la creciente presencia rusa es alarmante también, pues continúa vendiendo
armas y equipamiento militar a regímenes hostiles" a EEUU. "Nuestra
región debe estar en guardia contra los poderes lejanos que no reflejan los
valores fundamentales de la región", dijo Tillerson. Debió decir los
intereses de EEUU.
EEUU, obviamente, quiere el petróleo y los recursos
de Venezuela (y los de toda Latinoamérica), pero por motivos diferentes que en
el pasado. Para EEUU, ahora, lo relevante es presentar batalla y ganar la
guerra en esta "zona gris de conflicto" por la simple razón de que
Latinoamérica, al igual que en las dos guerras mundiales, debe volver a ser la
retaguardia fiel y obediente de EEUU de cara a la colisión con China y Rusia,
una colisión "que puede ocurrir en aproximadamente 5 años o más".
EEUU quiere retomar el control de la región para afianzar su seguridad pues, de
darse la colisión, la presencia enemiga en su revalorizado patio trasero
agravaría su debilidad.
"Cinco años o más" nos sitúa en el año
2024 y siguientes. En mi último libro (Réquiem polifónico por Occidente)
señalaba "2025 como año angular de la mayor parte de los programas
militares de alta tecnología" que están desarrollando Rusia, China y EEUU.
¿Pura coincidencia de fechas o, simplemente, vivimos un periodo de paz armada
previo a un conflicto que iniciaría su reacción con aroma nuclear a partir de
2025? Ya se verá.
Pocas dudas pueden haber de que Latinoamérica es
considerada por EEUU "zona gris de conflicto" y de que EEUU quiere
acabar con los gobiernos, partidos y líderes que cree aliados de China y Rusia,
lo que los convierte en enemigos de EEUU. Venezuela, en primer lugar, por ser,
bajo el chavismo, la mejor y más fuerte aliada de esos países. A la guerra se
han sumado los principales miembros de la OTAN y las oligarquías nativas,
éstas, simplemente, para recuperar los gobiernos (el poder nunca lo han
perdido). No es casualidad que Lula esté preso (y Brasil de figurante en los
BRICS) y Rafael Correa y Cristina Fernández perseguidos judicialmente, ni que
las elecciones de 2018 fueran robadas en Honduras… Hay un plan que busca
alinear a la región contra China y Rusia de cara al conflicto que viene. Lo más
parecido al plan de EEUU contra Venezuela es la operación Maidán, en Ucrania,
que tumbó al pro-ruso Yanukovich y llevó al poder al atlantista y anti-ruso
Poroshenko. La OTAN quiere elecciones en Venezuela porque está convencida de
que, como en Ucrania, ganarán los pro-yanquis y 'recuperarán' el país.
Esos son los planes; otras, las realidades.
Venezuela no es Ucrania ni Maduro Yanukovich. Tampoco estamos en 1919, EEUU no
es lo que era y, además, enfrenta un problema existencial: ¿cómo podría EEUU
sustituir a China como destino de las exportaciones latinoamericanas, si éstas
crecieron 30% en 2017 y 28% en 2018? Obedecer a EEUU significaría la ruina de
las oligarquías nativas sudamericanas. El surgimiento de un grupo mediador,
liderado por México y Uruguay, es demostrativo de que Latinoamérica no es
Europa y de que el poder de EEUU ya no es incontestado. Y, como planteó el ex
consejero presidencial Pat Buchanan, "si el Plan A no tiene éxito, y
Maduro… desafía nuestra demanda… ¿qué hacemos entonces? ¿Cuál es el Plan B?
"¡Assad debe irse!" dijo Barack Obama. Bueno, Assad sigue ahí, y
Obama se ha ido".
Veremos otras batallas por el dominio de otras
"zonas grises de conflicto", las más inmediatas en Ucrania y
Argentina, donde habrá elecciones este 2019. Mientras, la carrera armamentista
sigue y EEUU quiere extenderla al espacio. La retirada de EEUU del acuerdo de
prohibición de misiles de corto y medio alcance acerca un escenario de
conflicto. Rusia respondió anunciando el desarrollo de misiles hipersónicos de
corto y mediano alcance. China probó hace poco 'el cañón más poderoso del
mundo', que estaría listo en 2025 y que, disparado desde Filadelfia,
convertiría en reliquia Washington en 90 segundos. En 2025 escribiré desde un búnker y un país de
cuyo nombre no quiero acordarme, para no dar pistas tempranas de mi tocata y
fuga.
AUGUSTO ZAMORA R. es autor de Réquiem
polifónico por Occidente (Akal, octubre 2018) y Política y
geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos (Akal, 2016, 3ª
edición 2018).
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