“¿FRACASOS
MOMENTÁNEOS? Los espacios políticos regionales compartidos por
los países se habían incrementado en los últimos 15 años, con la creación de la
Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR),
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), la Alianza Bolivariana para los Pueblos
de Nuestra América (ALBA), que se sumaron a
los existentes desde hace varias décadas, como la Comunidad Andina de
Naciones (CAN), MERCOSUR y la Organización de
Estados Americanos (OEA). Estos nuevos espacios de integración
latinoamericana avizoraban una región más autónoma, con altas
expectativas de jugar un rol importante en el mundo, en especial en la búsqueda
de la multipolaridad".
“En cuanto
al tema militar, en el marco
de la UNASUR se
hicieron esfuerzos por construir una visión regional de defensa, pero, a lo
largo de los encuentros, pronto se hicieron evidentes las diferencias
ideológicas, el desinterés y seguramente las presiones externas. El Consejo
de Defensa Suramericano (CDS) creado por el Consejo de Jefes de Estado
de la UNASUR pretendió ser una instancia de consulta, cooperación y
coordinación en materia de defensa, con el afán de "consolidar la
región sudamericana como una zona de paz, base para la estabilidad democrática
y el desarrollo integral de los pueblos de la región, como contribución a la
paz mundial". Dicho proyecto por ahora ha sido dejado de lado. Evidentemente no implica que haya fracasado definitivamente,
no obstante, los vientos soplan ahora a favor de los intereses estadounidenses”.
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Bolsonaro y su felicidad militar.
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2019,
EL AÑO DEL RETORNO DEL PROTAGONISMO MILITAR EN LATINOAMÉRICA.
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María Luisa Ramos Urzagaste.
Sputnik jueves 2 de enero del 2020.
Sea cual
fuere el país latinoamericano al que hagamos referencia, el accionar de sus
fuerzas armadas en 2019 ha sido clave en los sucesos políticos y en el destino
actual del país.
La gran
mayoría de los países latinoamericanos ha pasado por crisis de distinta
índole y algunos por severas crisis de gobernabilidad, lo que llevó a
los gobernantes a buscar no solo apoyo en movimientos políticos civiles, pero
cardinalmente de las fuerzas armadas.
En muchos
casos esos apoyos les han proporcionado fortaleza y estabilidad,
aclarando que eso no necesariamente implique obtención de legitimidad.
Si bien es
cierto que las distintas fuerzas armadas no necesariamente ocuparon el primer
plano, que está reservado (por ahora)
para los civiles, jugaron un rol vital en
varios acontecimientos políticos en la región.
A modo de
inventario se pueden listar algunas de sus acciones en 2019: en Chile, apoyo total al presidente Piñera en sus
planes de represión a las movilizaciones sociales;
en Bolivia sin la acción de las fuerzas armadas,
el gobierno de facto de Jeanine
Áñez no habría sido posible.
En Colombia, el presidente Iván Duque no podría sostenerse sin la aprobación de la bota
militar; en tanto que, en Perú, el presidente
Vizcarra recibió un espaldarazo clave cuando decidió disolver el
Parlamento.
En Ecuador, si Lenín Moreno no hubiese contado con el
apoyo militar,
difícilmente habría podido controlar a las masas rebeladas en
las calles contra el paquetazo económico del FMI.
En Brasil, el presidente y el vicepresidente
son de origen militar; y en Nicaragua y
en Venezuela desempeñan un papel clave en
el sostenimiento de sus gobiernos, aunque su situación difiere de los
anteriores en forma y fondo.
Estos
ejemplos muestran que los militares están de retorno después de muchos años de
haberse mantenido con perfil político bajo.
¿Fracasos
momentáneos?
Los espacios
políticos regionales compartidos por los países se habían incrementado en los
últimos 15 años, con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se sumaron a los existentes desde hace varias
décadas, como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), MERCOSUR y la
Organización de Estados Americanos (OEA).
Estos nuevos
espacios de integración latinoamericana avizoraban una región más
autónoma, con altas expectativas de jugar un rol importante en el mundo, en
especial en la búsqueda de la multipolaridad.
En cuanto al
tema militar, en el marco
de la UNASUR se
hicieron esfuerzos por construir una visión regional de defensa, pero, a lo
largo de los encuentros, pronto se hicieron evidentes las diferencias
ideológicas, el desinterés y seguramente las presiones externas.
El Consejo
de Defensa Suramericano (CDS) creado por
el Consejo de Jefes de Estado de la UNASUR pretendió ser una instancia
de consulta, cooperación y coordinación en materia de defensa, con el afán de "consolidar
la región sudamericana como una zona de paz, base para la estabilidad
democrática y el desarrollo integral de los pueblos de la región, como
contribución a la paz mundial". Dicho proyecto por ahora ha sido
dejado de lado.
Evidentemente
no implica que haya fracasado definitivamente, no obstante, los vientos soplan
ahora a favor de los intereses estadounidenses.
Retorno
del militarismo en América Latina de la mano de EEUU.
La región
latinoamericana ha perdido mucha fuerza e ímpetu de convertirse en un actor geopolítico
global. Han primado
los intereses foráneos, por ahora. Hace una década, a pesar de las diferencias
ideológicas evidentes, se perfilaba una región autónoma y que ganaba estatura
política y económica.
Los factores
que influyeron en la actual situación
seguramente son varios, entre ellos el cambio geopolítico global por la
llegada de Donald Trump al Gobierno de EEUU; la inadecuada lectura de
parte de los Gobiernos progresistas de
sus nuevas realidades sociales, con amplias masas de clase media muy
interconectadas a redes sociales; los errores y, como consecuencia, desaparición
del mapa político regional de los Gobiernos que lideraban esas visiones
integracionistas.
Ante estas
circunstancias, EEUU tiene la mesa servida y ha vuelto a desempolvar y a
poner en boga sus dos instrumentos clave para el ejercicio de la hegemonía
norteamericana y lograr alinear estratégicamente a la región a sus
intereses: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y los
acuerdos bilaterales de asistencia militar.
Bajo ambos
paraguas, ahora ha puesto en acción varios proyectos con amplia gama de
actividades, y el ala operativa es el Comando Sur (USSouthcom)
por sus siglas en inglés. Valga decir que este es uno de la decena de
comandos de EEUU distribuidos en el mundo. El Comando Sur es el
responsable de planificar, operar y coordinar en todo el territorio de
Latinoamérica y el Caribe.
USSouthcom se acerca a los países necesitados de ayuda en salud por ejemplo con
su proyecto "promesa duradera",
que utiliza un buque itinerante por varios países, brindando ayuda médica a
algunas poblaciones hasta entrenamientos de distinto tipo. Además de estos
formatos, existen otros específicos para cada país.
Este año que
concluye fueron relevantes las reuniones ministeriales de
coordinación a la cabeza del secretario de Estado, Mike Pompeo, y las
visitas a los países, para observar los entrenamientos, incluso en países como Costa Rica, que se jactan de no tener fuerzas
armadas.
Las visitas
mutuas para no olvidar a los amigos son también importantes, como el caso
de Colombia, que es
un aliado especial de Estados Unidos y, por supuesto, los entrenamientos
en el Caribe no
han cesado.
Durante la
Conferencia Sudamericana de Jefes de las Fuerzas Aéreas y Lideres Sénior, realizada en noviembre de 2019 bajo el lema La cooperación como
estrategia hacia el progreso, a la que asistieron más de 50
participantes de EEUU, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y
Perú, el general de División de EEUU Andrew Croft alertó a sus
colegas sobre los desafíos de la región y dijo que "estos
desafíos combinados con Estados y actores malignos en la región amenazan
nuestras democracias y valores compartidos".
Pero fue más allá al afirmar:
"Cuando la política es incierta es cuando
nosotros, como militares de nuestra nación, debemos estar más seguros de
nuestros valores, capacidades y cooperación para mantener la seguridad en
nuestro hemisferio".
Otra área
vital en las acciones de EEUU sobre la región son los ejercicios
militares anuales bajo el nombre de UNITAS, en el marco del TIAR
desde el año 1959, pero ahora están mucho más activos y han sumado a otros
países.
Se han hecho
más intensos los entrenamientos, en sus fases UNITAS Pacífico y UNITAS
Atlántico, como los de agosto pasado en Brasil, en el marco de la UNITASLX y UNITAS en Chile,
que para el Gobierno chileno le permite cumplir con dos áreas de la Misión de
la Armada de Chile: "Defensa de
la Soberanía e Integridad Territorial" y "cooperación
Internacional y Apoyo a la Política Exterior".
Ecuador será la sede de UNITAS 2020 y el
Gobierno de Lenín Moreno ya se prepara para tal efecto y recibirá no solo
entrenamiento, sino también tecnología de parte de sus amigos estadounidenses.
En una
reciente publicación titulada Let's Get to Work, el almirante Craig
S. Faller, comandante del Comando Sur de EEUU, recordó que
"los acontecimientos en Bolivia, Perú,
Ecuador, Chile y Brasil demuestran que los militares apolíticos y profesionales que protegen los derechos de sus ciudadanos
se han convertido en el estándar, lo cual es crítico en situaciones volátiles y
políticamente cargadas. Junto con los continuos esfuerzos anticorrupción,
América Latina y el Caribe podría servir como modelo para el resto del
mundo, especialmente para los países cuyos públicos luchan por identificar
el valor [y la capacidad de recuperación] de la gobernanza
democrática".
El mandamás
del Comando Sur de EEUU hizo una advertencia al subrayar que "está en juego el futuro del
orden internacional basado en normas, cada vez más socavado por China y
Rusia". Faller subrayó, además, que la estrategia de defensa
nacional de EEUU ordena a sus militares que "mantengan las ventajas en el hemisferio occidental".
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