UN 2020, AÑO DE PROTESTAS,
MOVILIZACIONES E INTENSA PARTICIPACIÓN CIUDADANA. Si el presidente ecuatoriano,
Lenin Moreno, retoma sus medidas impositivas; el presidente
chileno, Sebastián Piñera no propone soluciones de fondo; la presidenta
interina de Bolivia, Jeanine Añez pretende hacer de las suyas en las
elecciones y el presidente colombiano, Iván Duque, persiste en su
renuencia a escuchar el clamor popular y continúan los asesinatos de
dirigentes populares y pueblos originarios. Además, si el presidente Bolsonaro
de Brasil, insiste en la imposición de sus “nuevas políticas” en primer
lugar destruyendo los Derechos Sociales de los Cesantes y Jubilados; y
junto a ello se continua con “políticas” de destrucción e incendios en la Amazonía, lo seguro es que Brasil también
se convierta en un centro social y político de grandes movilizaciones,
reivindicaciones y derechos; es importante
incluir a Perú, y su presidente Vizcarra, en esta mirada continental, país
donde encontramos un gobierno sumamente débil pero centrado en una lucha
profunda contra la Corrupción – pero no es todo en un país con graves e históricos
problemas estructurales – y también coyunturales, hoy donde el DESEMPLEO,
La INFORMALIDAD, la VIOLENCIA e INSEGURIDAD, la DEFENSA del MEDIO AMBIENTE,
así como una vil, violenta e inhumana DESIGUALDAD
SOCIAL, se trasforman en el epicentro de grandes movilizaciones y la
raíz de polarizaciones, presentes en los conflictos sociales medio
ambientales, culturales y comunitarios. Movilizaciones y protestas con nuevos ACTORES SOCIALES, donde la MUJER, ha logrado forjar y construir nuevos escenarios multipolares, así como la JUVENTUD - desde las bases en defensa de sus Derechos Sociales - el Derecho a la Educación de calidad y gratuita, la Salud, para todos, el Trabajo con Salarios Dignos y respetando los Derechos Sociales - como también miles de Ciudadanos de los PUEBLOS ORIGINARIOS, básica y principalmente ne defensa de la MADRE NATURALEZA.
Ahora mirando hacia el futuro
del año siguiente, lo más seguro es
que el 2020 arrancará con movilizaciones que marquen la historia
latinoamericana. Un hecho
para resaltar lo representa la participación de quienes, por años, se
han mantenido al margen de las protestas. Pero cuidado en el “exterior”
de estas protestas y movilizaciones, insurja
la presencia de un “fantasma continental”, como es la OEA, que, en vez de buscar y encontrar
alternativas de solución, siempre juega a la traición y al fiel servicio
de los defensores de las políticas neoliberales y sus gobiernos de turno. Ahora
y de forma progresiva, han ido tomando conciencia de que la única forma de
poner freno a las injusticias, es saliendo a las calles, ocupar en democracia directa y participativa Las Plazas
Públicas y decirles con fuerza revolucionaria ¡BASTA
YA! de explotación, traición y servilismo hacia el imperio y sus peones
de turno. Construyamos en Democracia el camino revolucionario para forjar la Unidad Continental autónoma, independiente y democrática,
base fundamental para luchar por la PAZ en
NUESTRA AMÉRICA, la PATRIA GRANDE.
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EL
2019, EL AÑO DE LA MOVILIZACIÓN SOCIAL EN LATINOAMÉRICA.
*****
Fernando Alexis Jiménez.
Rebelión viernes 3 de enero del
2020.
El 2019 se
constituyó en uno de los años más relevantes para la movilización social en
Latinoamérica. Se extendió
como una llama incontenible, despertando el león dormido de la inconformidad
que por muchos años estuvo reprimida. Fue así como afloraron diferentes expresiones
populares como los indígenas, dirigentes comunales, agrarios, estudiantes e,
incluso, indiferentes, aquellos que por mucho tiempo se mostraron ajenos a la
realidad social. Un año para recordar y el anticipo de lo que será el
2020 en las calles de diferentes países.
Un aspecto
relativamente novedoso fue la utilización de las redes sociales que, sin
ninguna barrera para tener un alcance ilimitado, convocó a los manifestantes en
todas las naciones. Y digo que relativamente novedoso, porque su
fuerza incontenible se hizo sentir en la primavera árabe.
Quienes
vivimos la época de los ochenta, recordamos lo dispendioso que eran
jornadas enteras pegando carteles, al amparo de la noche, para convocar
marchas, y el riesgo que representaba salir a distribuir hojas volantes.
Aunque
expresarse es un derecho inalienable de los pueblos, aquella fue una época de
semi clandestinidad en la que
más de un promotor de las protestas terminó en una estación de policía. Ahora
las cosas son distintas. Basta una cuenta en WhatsApp, Facebook, Twitter
o Instagram, utilizadas por muchos para subir mensajes triviales, para
enviar desde allí un mensaje que convoca. Gratis, fácil, sencillo pero eficaz.
ECUADOR
LOGRÓ REVERSAR CARGAS IMPOSITIVAS.
Los brotes
de inconformidad por las cargas impositivas anunciadas por el presidente
Lenin Moreno, iniciaron en marzo del 2019, pero maduraron en octubre con
protestas que aglutinaron millares de personas en Quito, Guayaquil y otras
ciudades ecuatorianas. Obreros, estudiantes e
indígenas se tomaron las calles y
bloquearon carreteras esenciales en la geografía nacional. Ríos humanos
pusieron a temblar al gobierno.
Y como había
que encontrar un “chivo expiatorio”, el presidente culpó a Rafael Correa y a
sus seguidores, desconociendo que la rabia contenida por la injusticia terminó
convirtiéndose en el principal combustible de las marchas.
Pese a la
presión del Fondo Monetario Internacional, el presidente Moreno
debió reversar sus medidas. Dialogó cuando medió la muerte de un centenar de
personas y más de 1.500 heridos, entre ellos, miembros de la fuerza
pública. Personalmente creo que no fue una negociación exitosa,
pero sirvió de precedente para frenar futuros desmanes en materia fiscal que
pretenda liderar el gobierno.
EN
CHILE NO CESA EL DESCONTENTO SOCIAL.
Con el 2019
cerraron dos meses de protestas que amenazan con proseguir en Chile, porque la convulsión social no cesa pese a la
aparente calma de la que hace gala el presidente, Sebastián Piñera, tras
reversar medidas que alimentaron la inconformidad. Pese a ello, persiste el descontento
social por la desigualdad que plantea el modelo económico del país.
La nación
austral batió el récord con una participación de 1.5 millón de personas que se
concentraron en Santiago, el 25 de octubre. Las protestas se han ido espaciando, pero
persisten y se retomarán en enero, tal como lo anunciaron los organizadores,
que no consideran una respuesta a sus necesidades el anuncio del presidente
Piñera sobre el aumento salarial en hasta 350 mil pesos chilenos—cerca de
435 dólares–. Lo consideran un paliativo que no resuelve
nada.
Latinoamérica
ha retomado la protesta social como la vía para evitar medidas impositivas
planteadas por los gobiernos de varios países a instancias del FMI.
UN
GOLPE DE ESTADO LEGITIMADO POR LA DERECHA BOLIVIANA.
La derecha
boliviana aprovechó cierto grado de inconformidad por la reelección del
presidente Evo Morales, que suele
ocurrir en todo proceso electoral, y construyó un gigante en el imaginario de
los latinoamericanos para orquestar una fuerte presión, de cara a la
renuncia del mandatario. No fue una renuncia
voluntaria sino la conclusión de una cadena de hechos que
sentaron las bases de un golpe de Estado.
Lo que
siguieron fueron movilizaciones populares que no compartieron la jugada
de los sectores que se hicieron con el poder. Las protestas fueron reprimidas por la
fuerza pública a instancia de la presidenta interina, Jeanine Añez,
quien asumió el 12 de noviembre haciendo acopio de subterfugios
constitucionales.
Pese a la
aparente calma, lo más seguro es que sectores afectos a Evo Morales
retomarán las movilizaciones, soporte para que vía electoral, se retome
el poder por parte del Movimiento al Socialismo. También en Bolivia la protesta social
ha sido protagónica.
UN
PARO QUE NO TERMINA EN COLOMBIA.
El Paro
Nacional del 21 de noviembre, en Colombia, marcó
una de las más grandes movilizaciones sociales en la historia nacional. Un hito sin precedentes que estuvo signado por la
participación de todos los sectores. Obreros, estudiantes, campesinos,
indígenas, dirigentes populares y—lo más importante—los indiferentes,
se sumaron a la toma de las calles.
Diciembre
con todo su esplendor de trivialidad, no logró apagar las protestas que
se han multiplicado de múltiples formas: conciertos como
el del 8 de diciembre en Bogotá y otras ciudades y el de Medellín.
También la protesta se ha alimentado de plantones, cacerolazos, jornadas
de antorchas y múltiples formas de decir que la inconformidad sigue
latente.
De la mano
con esta movilización sin precedentes, aumentó entre noviembre y diciembre,
el asesinato de líderes sociales, así como
las amenazas de muerte contra quienes se consideran baluartes en la organización
de las protestas. La cantante folclórica Adriana
Lucía, es una muestra de la intolerancia de las fuerzas oscuras
que siguen haciendo presencia en la geografía colombiana. Los
defensores de derechos humanos no han sido ajenos a este drama. En los últimos
30 días murieron 23 de ellos, a manos de sicarios.
Los
organizadores de las movilizaciones a nivel nacional y en los territorios, anuncian que las jornadas proseguirán a mediados
de enero.
Califican de
demagógico el Diálogo Nacional emprendido
por el presidente Iván Duque, el cual desconoce sistemáticamente el
petitorio recogido por las diferentes expresiones sociales, que se consigna en
104 puntos específicos. El gobierno colombiano considera inviable
negociar, prefiere la continuidad del descontento social que se traduce en
protestas callejeras.
UN
2020 DE MOVILIZACIONES.
Si el
presidente ecuatoriano, Lenin Moreno, retoma sus
medidas impositivas; el presidente chileno, Sebastián Piñera no propone
soluciones de fondo; la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Añez
pretende hacer de las suyas en las elecciones y el presidente colombiano,
Iván Duque, persiste en su renuencia a escuchar el clamor popular, lo
más seguro es que el 2020 arrancará con movilizaciones que marquen la historia
latinoamericana.
Un hecho
para resaltar lo representa la participación de quienes, por años, se han
mantenido al margen de las protestas. Ahora y de forma progresiva, han ido tomando conciencia de que la única forma de poner
freno a las injusticias, es saliendo a las calles a decir ¡Basta ya!
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