"Además de
asumir un discurso antineoliberal llegó la hora de tomar medidas
antineoliberales; Derogar las
Leyes de Reforma del Estado y Emergencia, Eliminar los subsidios, nacionalizar
todas las empresas y servicios privatizados, nacionalizar el comercio exterior, poner una gran parte de los servicios de
inteligencia a investigar el destino de los fondos argentinos depositados en el
exterior y proponer formas de recuperarlos por las buenas por las malas,
promover una vasta reforma agraria como solución capitalista al problema de
la producción. Estas medidas que solo requieren de decisión y valor político
generaran recursos sobrados para iniciar un ciclo
virtuosos de la economía argentina, incrementar ostensiblemente los recursos
del Estado y terminar con la retórica vacía.
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Alberto Fernández, Presidente de Argentina. Peronista y de Izquierda Democrática, Los primeros 30 días de gobierno, dio inicio a todo un proceso de recuperación económico-social y política de la herencia neoliberal - desastrosa - que dejó el fracasado macrismo y sus políticas neoliberales.
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DISCURSO
ANTINEOLIBERAL Y POLÍTICAS ANTINEOLIBERALES.
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Luis A. Yanes.
Rebelión sábado 11 de enero del 2020.
Resulta
imprescindible pasar de la retórica antineoliberal a acciones concretas que
combatan y en lo posible destruyan las medidas de gobierno tomadas durante
décadas en Argentina. En especial nos referimos a las decisiones de
Estado tomadas en la década de 1990 ya que como veremos en otro artículo en
preparación la gestión del Ing. Mauricio Macri se disfrazaba de
neoliberal y asumía un discurso en esa línea para ocultar sus verdaderos propósitos
neooligárquicos orientados a la destrucción del país. Estuvimos a ocho
puntos de exponer a la patria a su desaparición.
Si el
neoliberalismo es el verdadero enemigo a enfrentar y combatir, las políticas a
implementar deben mantener coherencia con esa línea de acción. En los noventa se instaló en nuestro país un
ortodoxo modelo neoliberal (ver Pequeña Historia del Neoliberalismo de David
Harvey). La instalación de este modelo se concretó en una serie de medidas
que encontraron su fundamento jurídico en dos leyes: La Ley de Reforma de
Estado y la Ley de Emergencia del Estado las cuales junto con otra Leyes y
Decretos dieron al gobierno la posibilidad de llevar adelante un sistemático
proceso de destrucción de la República. Hoy se puede ver y escuchar en
los medios masivos una interminable discusión entre quienes defienden una mayor
presión impositiva y a través de estas medidas aumentar la recaudación y los
que sostiene la necesidad de producir una drástica disminución del gasto
público. Ambas posiciones tienen su parte de razón y al mismo tiempo las dos
posturas ocultan todo el nefasto, delictivo y macabro proceso de
privatizaciones de Empresas y Servicios del Estado.
En primer lugar, resulta fundamental desmentir terminantemente que
se privatizaron las actividades del Estado “para la cual el Estado no está
preparado”, por el contrario, se privatizaron de manera escandalosa
solamente los tramos rentables de los servicios ofrecidos.
No se
privatizó la red vial Nacional sino el
diez por ciento de la red que representaba el setenta por ciento del tránsito (medido
en TMDA).
No se
entregó en concesión la red ferroviaria sino
solamente una reducida parte de la red de alto tráfico.
Se
transformó un fondo destinado a la inversión o a constituirse en contraparte de inversiones, en un subsidio
operativo a las líneas de autotransporte urbano de pasajeros en concepto de
subsidio directo por unidad y subsidios al combustible.
Se
entregaron todos los puertos del país. Los Aeropuertos nacionales.
Se privatizó
la generación y la distribución eléctrica construyéndose a través del sistema adoptado cerrados
monopolios.
Con los
mismos criterios se entregaron la distribución de gas y la de agua.
Se cedieron
escandalosamente industrias militares estratégicas.
Se
destruyeron Altos Hornos Zapla, Minera Sierra Grande, Yacimientos Carboníferos Fiscales y su
principal fuente Río Turbio, Se entrego por un precio vil YPF se
regaló Aerolíneas Argentinas.
Todas estas
empresas bien administradas eran altamente rentables generando recursos para el
fisco.
Pero como la
entrega escandalosa no alcanzaba el enorme apetito capitalista de sus
beneficiarios, toda la privatización fuero convenidas con altísimos y
fraudulentos subsidios que aún se mantienen.
Subsidios a
las concesionarias de peajes, a las concesiones ferroviarias, a la empresa de transporte urbano, a las
distribuidoras de electricidad, gas y agua, a Aerolíneas Argentina, a
los puertos a los aeropuertos además de los subsidios indirectos a cientos
a de actividades privadas. Conjuntamente con estas medidas se alentó un profundo
proceso de concentración económica en todos los sectores de la economía que
conllevaron la aparición de infinidad de situaciones monopólicas y
oligopólicas.
Estos
sectores tal como lo recomiendan los manuales de neolibealismo fueron también
beneficiarios de subsidios. Estos
subsidios representan anualmente cientos de miles de millones de dólares que se
aplican a sectores diversos que y representan en muchos casos ganancias
superiores a las derivadas del propio cobro de tarifas. Las taifas las paga
el pueblo y los subsidios también los paga el pueblo.
El caso más
paradigmático lo constituye el sistema de peajes en las Rutas: La gente paga tres veces el servicio: cuando pasa
por la casilla de peaje: paga; cuando utiliza combustibles o
lubricantes: paga, cuando el estado les entrega subsidios: paga.
Además de
asumir un discurso antineoliberal llegó la hora de tomar medidas
antineoliberales;
Derogar las
Leyes de Reforma del Estado y Emergencia, Eliminar los subsidios, nacionalizar
todas las empresas y servicios privatizados, nacionalizar el comercio exterior, poner una gran parte de los servicios de
inteligencia a investigar el destino de los fondos argentinos depositados en el
exterior y proponer formas de recuperarlos por las buenas por las malas,
promover una vasta reforma agraria como solución capitalista al problema de
la producción. Estas medidas que solo requieren de decisión y valor político
generaran recursos sobrados para iniciar un ciclo
virtuosos de la economía argentina, incrementar ostensiblemente los recursos
del Estado y terminar con la retórica vacía.
Luis A. Yanes. Profesor Titular. UBA.
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