“UN
ÚLTIMO TRIMESTRE PLAGADO DE LEVANTAMIENTOS POPULARES. Los últimos meses del año estuvieron recorridos por
varios levantamientos
revolucionarios. En todos los casos empezaron por reclamos puntuales (aumentos
del boleto del transporte o los combustibles, o contra un nuevo impuesto) y
rápidamente fueron directamente contra los gobiernos. Así
tuvimos el triunfo de la semi-insurrección en Ecuador.
Fue un primer triunfo con la derrota del aumento de la gasolina y el plan
dictado por el FMI. El gobierno de Lenin Moreno debió retirarse de la
capital tomada por el pueblo indígena, con la CONAIE a la cabeza, apoyado por el movimiento
estudiantil, trabajadores y sectores populares y tuvo que terminar cediendo
para retomar el control. Este triunfo generó un tremendo impacto
demostrando que se puede derrotar con la movilización los planes del FMI”.
“Casi
inmediatamente comenzó una movilización
revolucionaria en Chile contra Piñera y el
modelo político-económico heredado del pinochetismo. Millones de jóvenes, trabajadores y mujeres se rebelaron contra el gobierno de derecha liberal
de Piñera desbordando a todas las direcciones políticas y sindicales. Pese
a que el gobierno de Piñera retrocedió en el aumento de las tarifas del
metro, el pueblo trabajador siguió en las calles reclamando fuera el
gobierno y fuera el modelo económico, desconociendo el estado de emergencia y
el propio toque de queda. La movilización, tras más de un mes y medio, no se
ha detenido. Reclama que se vaya Piñera y todo un programa contra el
ajuste y el régimen político de los últimos treinta años, fundado y sostenido verticalmente en la en¿orme, vil y
sanguinaria Desigualdad Social, continuidad del pinochetismo.
“En Haití se dio un nuevo levantamiento popular (ya van por el cuarto). En el Líbano se dio la llamada “revolución del
whatsapp”, donde los trabajadores, la juventud y los sectores populares
siguieron las movilizaciones reclamando para que se vaya el gobierno. Hubo
gigantescos levantamientos en Irak que
terminaron con la caída del gobierno. También vimos millones en las calles
en Irán y Etiopía. Al mismo tiempo
ocurrieron las enormes marchas y peleas que se dieron contra el golpe
reaccionario en Bolivia. El año terminó con
las huelgas generales y masivas protestas en Colombia.
Y con Francia, asistiendo a una huelga
general casi por tiempo indeterminado, la mayor desde 1995, Huelga General del Transporte
y sus Organizaciones Sindicales, que hasta el día de hoy continua
sin llegar a niungún acuerdo, a pesar que ayer martes 7 de enero se
abrió las “Puertas del Diálogo” entre las Centrales
Sindicales -que defienden el Derecho a la
Jubilación – y el gobierno de Macron” que
impone su “nuevo Sistema financiado” sobre las Jubilaciones, rechazado por toda
la Clase Trabajadora”.
“Termina
un 2019 que tuvo además la continuidad de la ola verde del movimiento de mujeres,
que se volvió a reflejar en el nuevo paro mundial del 8 de marzo y en
otras movilizaciones. Y vio nacer un nuevo
movimiento multitudinario y global, el de la juventud mundial por el cambio
climático.
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5 CLAVES GEOPOLÍTICAS PARA PENSAR
AMÉRICA LATINA EN 2020.
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Katu Arkonada.
Comenzamos 2020 y se avivan los
rescoldos de un 2019 turbulento, que comenzó con una Venezuela bajo asedio, y
terminó con un golpe de Estado contra el
proceso de cambio boliviano y con Evo Morales como asilado político de
los gobiernos de México primero, y Argentina después, todo ello mientras
insurrecciones populares desafiaban nuevamente al modelo neoliberal en Haití,
Honduras, Ecuador o Chile, a las que se sumaban las grandes movilizaciones
contra el sistema político en Colombia.
Probablemente el año 2020 esté conformado por muchos más focos rojos sobre
los que poner nuestra atención, pero vamos a intentar priorizar y analizar
los 5 principales:
El eje progresista
México-Argentina. El regreso del kirchnerismo y del peronismo en la
tercera economía latinoamericana no solo implica la
derrota del proyecto neoliberal macrista en las urnas, siendo el primer
presidente latinoamericano en todo el ciclo progresista que no logra la
reelección, sino que junto a México se va a conformar un eje progresista
conformado por 2 de los 3 países latinoamericanos miembros del G-20.
La buena sintonía entre Alberto Fernández y Andrés
Manuel López Obrador, cuyo gobierno además va a estar a cargo de la presidencia
pro tempore de la CELAC (que tendrá una primera ronda de conversaciones el
8 de enero en Ciudad de México) podría dar un nuevo impulso a la
integración regional de una América Latina convulsionada por golpes de Estado y
rebeliones populares. Aunque cada presidente tiene mucha tarea en casa para
desmontar el destrozo social neoliberal, con la renegociación de la deuda de
más de 50.000 millones de dólares contraída con el FMI en el caso de
Fernández, y los retos para disminuir las tasas de pobreza, desigualdad
y violencia, en el caso de López Obrador, parece que hay una intención por
impulsar un liderazgo regional que ningún presidente de la derecha
latinoamericana puede tener.
El golpe de Estado
en Bolivia. Con Evo Morales protegido por el gobierno
argentino y ya muy cerca de Bolivia, los próximos movimientos pasan por
la convocatoria de elecciones el 6 de enero (para el 3 de mayo, con la
toma de posesión el 6 de agosto) y la designación el 19 de enero del
candidato del MAS-IPSP, que todo parece indicar podría ser Luis Arce
Catacora, el ex Ministro de Economía artífice del milagro económico boliviano,
como una forma de apelar no tanto a la clase media sino sobre todo al bolsillo
de la gente común, que quedará seriamente afectado en caso de que los golpistas
sigan en el poder. Su acompañante podría ser un indígena como el ex
Canciller Diego Pary, o un dirigente campesino como Andrónico Rodríguez, vicepresidente
de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba.
Pero a pesar de que el MAS
pudiera ser el partido más votado en primera vuelta, es necesario ser
conscientes de que quienes han impulsado el golpe de Estado en Bolivia no
van a entregar el poder en una cita electoral, y harán todo lo que tengan
que hacer para mantenerlo. La vuelta de la DEA, USAID y el Embajador de
Estados Unidos, así como la privatización de empresas públicas o la venta
del litio, no van a ser puestas en riesgo por los golpistas y sus socios del
Departamento de Estado.
Venezuela. A
pesar de haber sufrido durante 2019 una agresión militar, diplomática y
mediática mayor que la que provocó la
caída del proceso de cambio boliviano, y un bloqueo económico que ha supuesto
más de 30 mil millones de dólares de pérdidas debido a las sanciones, Venezuela
comienza 2020 como uno de los países más estables de la región, entregando
la vivienda número 3 millones a los sectores más humildes (con una meta de 5
millones de viviendas para 2025) y dedicando el 76% del PIB a inversión social,
algo inédito en el continente.
Este 2020 habrá elecciones legislativas, la número
26 desde 1998 (de las 25 anteriores el chavismo ganó 23) y si se logra reactivar la economía y la
oposición golpista se mantiene dividida, puede ser el año en que se consolide la
etapa post Chávez de la revolución bolivariana.
Rebeliones anti
neoliberales. Con
un capitalismo global en fase de descomposición, y un modelo neoliberal
que no puede garantizar condiciones de vida dignas para una mayoría de la
población, las movilizaciones populares, que adoptan diferentes ritmos,
intensidades y liderazgos según el país, irán en aumento durante 2020.
Si a eso le sumamos la ola feminista, que puede convertirse en tsunami allá donde
la izquierda no asuma el feminismo como parte de
su horizonte político, se dan las condiciones para que la derecha no pueda
imponer su programa gracias a las luchas de las y los de abajo.
Estados Unidos. Last but not least, la elección presidencial va a
impactar en América Latina, desde México a Argentina, pasando por Cuba y
por supuesto Venezuela, además de Bolivia o el Brasil de un cada
vez más cuestionado Bolsonaro y de un Lula que
en libertad puede demostrar un liderazgo no solo político, sino social.
El acto de inicio de la campaña trumpiana ejecutado
en Bagdad mediante el asesinato del general iraní
Soleimani es solo la confirmación de la necesidad que tiene Trump de una
guerra y varios enemigos externos para asegurarse la reelección.
Que el 2020 nos agarre sino confesados,
al menos sí informados.
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