domingo, 24 de marzo de 2013

CHIPRE: Un cisne negro. “Chipre busca salir del corralito bancario”. “Otra vez la Troika”.

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Lo que desata el alerta roja en el sistema bancario mundial, es la decisión del FMI y del Banco Central Europeo de financiar el rescate de los bancos con un impuesto a los depósitos, incluidos aquellos inferiores a cien mil euros, que se encuentran asegurados por ley en los países de la zona euro. El monto necesario para el rescate fue evaluado en 17 mil millones de euros, de los cuales los depositantes deberían poner siete mil millones. La carga establecida inicialmente fue de 9,70% sobre los depósitos no asegurados y un 6,5% sobre los que sí lo están. Para casi la totalidad de los analistas financieros la medida rompe un compromiso legal en toda Europa y amenaza con producir una corrida bancaria, como la que ya ocurre en Chipre, en las naciones más golpeadas de la zona monetaria del euro. El primer ministro de Rusia, Medvedev, anticipó que tomaría represalias por los perjuicios que debería ocasionar a los ciudadanos de su país -sin la menor mención a que serían evasores impositivos de su propio Estado. La población chipriota ha vaciado las cajas automáticas de los bancos hasta lo posible, y ha empezado a salir a la calle. Es que nadie asegura tampoco que la cifra estimada del rescate sea la final, lo cual proyecta nuevas confiscaciones. El banco Laiki, por ejemplo, segundo en tamaño, está quebrado sin remedio. En estas condiciones, el corralito bancario deberá convertirse en definitivo y Chipre deberá arreglarse con ‘patacones’. Sería una salida indecorosa y anárquica del euro, sin que medie una decisión soberana ni un plan alternativo.
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Una vez más, es la juventud, la que lidera las protestas contra las políticas salvajes, nefastas y fascistas que impone la troika europea a los países de la euro-zona.
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CHIPRE: Un cisne negro.
“Chipre busca salir del corralito bancario”. “Otra vez la Troika”.
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Viernes 22 de marzo del 2013.

Jorge Altamira (especial para ARGENPRESS.info)

Es cierto que la isla de Chipre no fue nunca, en el último siglo y medio, un lugar especialmente pacífico, cruzada por dos guerras mundiales, el desmembramiento del imperio turco, las crisis de Medio Oriente y las revoluciones y guerras civiles en los Balcanes. ¿Podría ahora añadir a sus laureles el desencadenamiento de una corrida bancaria en Europa y un poco más allá? Es lo que creen muchos que no tienen el hábito de dejarse llevar por el pánico. Por de pronto, las autoridades chipriotas han decidido no correr más riesgos, por lo que establecieron un corralito bancario, que ha sido prorrogado en forma sucesiva hasta el próximo martes.

¿Pero cuál es el ‘tamaño’ del problema? En principio no debería ser inquietante, pues el PBI de la isla es de apenas 20 mil millones de euros, un 4% del de Argentina -y, como sabemos, la humanidad sobrevivió al ‘defol’ criollo de 2001. Ocurre, sin embargo, que Chipre no solamente es un paraíso de la naturaleza sino también un “paraíso fiscal”. Por eso, los depósitos en sus bancos son superiores a los 80 mil millones de euros, un 350% del PBI-¡un monto superior al del sistema bancario de Argentina, en 2001! Así que en materia de magnitudes, el sistema bancario de la isla equivale al de toda la Argentina en la época de la convertibilidad. En Chipre se lava dinero ilegal de todo el mundo: unos 25 mil millones de euros provienen del extranjero- sin incluir a Rusia, que suma otros 30 mil millones. Es plata de la evasión fiscal y del narcotráfico. Una buena parte de los fondos restantes responden a ciudadanos griegos, que cruzaron el mar para curarse en salud. Precisamente porque opera más como un ‘paraíso fiscal’ que como una nación, ese dinero se encuentra invertido en cualquier lado menos en Chipre, incluida la deuda pública de Grecia. Parte del ‘defol’ bancario obedece a esto, ya que la deuda pública de Grecia fue ‘defolteada’ varias veces. El capital financiero es un sistema de vasos comunicantes, no solamente cuando se empina sino especialmente cuando se desploma. A toda esta hipoteca, hay que añadir la deuda pública de la propia Chipre, apenas inferior a los 20 mil millones de euros de su PBI- lo cual excluye la posibilidad de que las finanzas chipriotas puedan ir al rescate de los bancos. En tanto la deuda bancaria en títulos privados es reducida -menos de dos! mil millones de euros- con la deuda pública ocurre lo contrario. No es casual entonces que la Comisión Europea se haya lanzado, para enjugar la bancarrota, sobre los depósitos bancarios, dejando a los bonistas fuera de la tormenta.

Impuesto a los depósitos

Lo que desata el alerta roja en el sistema bancario mundial, es la decisión del FMI y del Banco Central Europeo de financiar el rescate de los bancos con un impuesto a los depósitos, incluidos aquellos inferiores a cien mil euros, que se encuentran asegurados por ley en los países de la zona euro. El monto necesario para el rescate fue evaluado en 17 mil millones de euros, de los cuales los depositantes deberían poner siete mil millones. La carga establecida inicialmente fue de 9,70% sobre los depósitos no asegurados y un 6,5% sobre los que sí lo están. Para casi la totalidad de los analistas financieros la medida rompe un compromiso legal en toda Europa y amenaza con producir una corrida bancaria, como la que ya ocurre en Chipre, en las naciones más golpeadas de la zona monetaria del euro. El primer ministro de Rusia, Medvedev, anticipó que tomaría represalias por los perjuicios que debería ocasionar a los ciudadanos de su país -sin la menor mención a que serían evasores impositivos de su propio Estado. La población chipriota ha vaciado las cajas automáticas de los bancos hasta lo posible, y ha empezado a salir a la calle. Es que nadie asegura tampoco que la cifra estimada del rescate sea la final, lo cual proyecta nuevas confiscaciones. El banco Laiki, por ejemplo, segundo en tamaño, está quebrado sin remedio. En estas condiciones, el corralito bancario deberá convertirse en definitivo y Chipre deberá arreglarse con ‘patacones’. Sería una salida indecorosa y anárquica del euro, sin que medie una decisión soberana ni un plan alternativo.

La crisis chipriota deja en evidencia que los depósitos bancarios han quedado a merced de la crisis y que el Estado tampoco puede cumplir con su promesa de rescate con los depósitos inferiores a los cien mil euros. “El rescate de Chipre ha demostrado -dice un columnista del Financial Times (18/3)- que las naciones acreedoras insistirán para que de ahora en más cualquier rescate bancario deba ser co-financiado por los depositantes”. Esta conclusión es una invitación al retiro en masa de los depósitos en los bancos. Los casos de España e Italia son contundentes, pues no tienen la menor posibilidad de salir a un rescate de sus propios bancos; a falta de dinero público, el rescate del Bankia en España, por ejemplo, se realizó mediante garantías ofrecidas por el Estado español al BCE - que una correcta contabilidad debería incorporar al monto de la deuda pública española. Desde el lanzamiento del rescate, sin embargo, el Bankia no hace sino perder dinero. Existe, por otro lado, una relación simbiótica entre bancos y Estados, pues los primeros tienen en sus tesoros las deudas públicas de los gobiernos que deberían encargarse de rescatarlos. Una corrida bancaria dejaría a los bancos y al Estado colgados de un pincel. La deuda pública española, bien contada, supera el ciento por ciento del PBI, mientras que la privada es de arriba del 250% del mismo. Los depósitos asegurados en toda Europa alcanzan la friolera de siete billones de euros (siete millones de millones). “Desde la crisis de 2007, el endeudamiento de los gobiernos, las empresas no financieras y las familias aumentó en treinta billones de dólares -informa el diario paulista Valor (18/3)- (lo cual) representa un 40% del PBI mundial”. Como ocurre con el cuento del kirchnerismo, el pregonado desendeudamiento mundial (‘deleveraging’) resultó en un aumento fenomenal de la deuda pública y privada.

“Unión bancaria”

La confiscación chipriota tampoco es un rayo en cielo sereno. La ‘troika’ constituida por la Comisión Europea, el FMI y el BCE, ya venía advirtiendo que el dinero público y la emisión de moneda no podían seguir asumiendo las operaciones de rescate. En España, por ejemplo, fueron confiscadas unas llamadas acciones preferentes del Bankia, que no eran otra cosa que dinero de depositantes que fueron ‘persuadidos’ de convertirlas en acciones. En Holanda, el gobierno no pagó los bonos no asegurados cuando procedió en febrero a la nacionalización de uno de sus bancos. El rescate del Anglo Irish, en Irlanda, se financió en parte con el dinero de bonistas ‘senior’- o sea asegurados. Es cierto que, en algunos casos, la quita a los bonistas es ficticia, porque sus bonos ya se cotizaban a nivel basura como consecuencia de la crisis. Lo de Chipre es, sin embargo, un gran salto hacia adelante, y por eso no es casual que se experimente con una economía menor.

Lo que está en juego en todo esto es el diseño del sistema bancario europeo en el curso de la presente crisis. Los países de la zona euro están discutiendo una “unión bancaria”, que por un lado es predicada como el establecimiento de un seguro continental de los depósitos de los bancos, pero por el otro apunta a establecer una ley de quiebras para el conjunto bancario de la zona euro. Chipre es un conejillo de Indias de la “unión bancaria”; por eso el Financial Times (18/3) asegura que “el destino de la Isla fue sellado en Alemania”. Lo que se busca es concentrar el negocio bancario, o sea liquidar a la entidades que no puedan financiar el seguro contra quiebras, y a partir de aquí proceder a una “unión fiscal”, que colocaría la deuda pública bajo la supervisión de los grandes bancos. Una corrida bancaria, en las circunstancias actuales, podría dar por tierra con estos planes, pero al mismo tiempo sería la vía ‘rápida’ para concretarlos. La época de las concentraciones bancarias graduales está superada. El capital no tiene otra alternativa que jugar con fuego. Un editorial del Financial Times advierte que la confiscación de depósitos en Chipre, “no va a llevar a los bancos a una reestructuración inmediata”.

Es cierto que los diarios traducen optimismo cuando se trata de Estados Unidos y China, pero se trata de una operación de ‘lobby’. Un ex funcionario de finanzas de Clinton y de Obama observa que “en el recuerdo, las crisis son un concatenamiento de desastres. Pero en los hechos se desenvuelven como momentos de pánico separados por espacios de tiempo largos separados por una calma aparente” (FT, 18/3). Alude a la supuesta calma que se adjudica al momento actual, y aprovecha para advertir sobre el peligro inminente que representa Francia. El Banco de Basilea, que supervisa al sistema bancario internacional, es menos condescendiente, pues advierte que sus “datos están señalando una continua debilidad macroeconómica en las economías más avanzadas” (Financial Times).

Vasos comunicantes

Las crisis de la envergadura de la que se inició en 2007 tienen una lógica interna que no es reconocida por la mayoría de los observadores. Desde el momento en que plantean una reestructuración en profundidad de las relaciones entre las clases (o sea, un sometimiento en mayor escala de la fuerza de trabajo), los períodos de ‘calma’ o incluso de ‘recuperación’, además de inevitables, entran en contradicción con la necesidad íntima de la crisis. Es que al debilitar la ofensiva de ajuste, austeridad y reestructuración, las llamadas ‘calmas’ o ‘recuperaciones’ ofrecen una posibilidad de recuperación al movimiento obrero, allí donde este no haya podido enfrentar con suceso, hasta ese momento, la ofensiva capitalista. También otorga algún respiro a la pequeña burguesía, mientras prepara, por esos medios, los nuevos estallidos. Lejos de ser un anticipo de la salida a la crisis, anuncian por el contrario su agudización. Los vasos comunicantes también valen para las masas: después de haberse convertido en refugio para el dinero que escapaba de Grecia, la bancarrota de Chipre, cuya población es en su mayoría griega, ha reanimado la crisis política en Grecia. En el plano político ocurre otro tanto: los regímenes políticos acentúan su corrosión en los periodos de aparente tregua.

Como diría un cuervo convertido en Papa de los cuervos: la procesión va por dentro.
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Manifestación con pancartas de protesta frente al Parlamento de Chipre por el corralito financiero.
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Chipre busca salir del corralito bancario.
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Debaten un nuevo plan para recibir un rescate de la Troika basado en un gravamen a los depósitos.
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En las negociaciones entre el gobierno y la troika se pactó gravar al 20 por ciento los depósitos superiores a 100 mil euros en el Banco de Chipre, y al cuatro por ciento los depósitos de la misma cantidad en otras entidades.

Página /12 domingo 24 de marzo del 2013.

Una semana después del inicio del corralito en Chipre, el gobierno de la isla volvió cerca del punto de partida: la propuesta de imponer una tasa a los depósitos como modo de financiar parte del rescate de su sector bancario. El plan acordado pasa por cobrar un impuesto sólo a los depósitos superiores a 100 mil euros. A partir de ahora, todos los ojos están puestos en Bruselas, donde la cúpula política chipriota se reunirá hoy con representantes del Eurogrupo y del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ante la situación económica, varios miles de personas salieron a manifestarse por las calles de Nicosia.
Rechazada el martes por el Parlamento local, la idea inicial era imponer un gravamen del 6,75 por ciento a los depósitos menores a 100 mil euros y un 9,9 por ciento a los superiores. Según filtraciones de una fuente cercana a la negociación entre la troika –el Banco Central Europeo (BCE), la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)– y el gobierno heleno, que se prolongó ayer hasta entrada la noche, se pactó gravar al 20 por ciento los depósitos superiores a 100 mil euros en el Banco de Chipre y al cuatro por ciento los depósitos de la misma cantidad en otras entidades. La mayor tasa al Banco de Chipre es un intento de evitar la reestructuración de la mayor entidad financiera del país, tal como ocurrió con el segundo, el Laiki Bank, que será dividido en un banco bueno y otro malo.
Aunque el viernes se aprobó en la Asamblea chipriota la legislación necesaria para esta reestructuración del sector bancario –ocho veces mayor que el Producto Bruto Interno (PBI) del país, de 17.500 millones de euros– aún quedan muchos interrogantes en torno de ello.
El vicepresidente de la Comisión Europea (CE) y titular de Asuntos Económicos y Financieros, Olli Rehn, consideró ayer que se hicieron progresos en la solución de la crisis chipriota, pero subrayó que es esencial que el Eurogrupo llegue a un acuerdo hoy por la noche. “El acuerdo tendrá que implementarse con rapidez por parte de Chipre y de sus socios en la Eurozona”, agregó. El comisario europeo reconoció que, dada la situación actual, no quedan soluciones óptimas. “Está claro que el futuro próximo para Chipre será difícil. Pero Chipre y los chipriotas son parte de la familia europea. La UE los apoya y los ayudará a reconstruir su economía”, aseguró.
Con esta serie de medidas, conocidas como Plan B, el gobierno que dirige el conservador Nikos Anastasiadis pretende recaudar unos cinco mil millones de euros, tal y como exige la troika a cambio del rescate de 10 mil millones de euros. La idea es que el martes puedan abrir las sucursales bancarias de nuevo, después de más de una semana del corralito que se inició el pasado sábado. Sin embargo, para evitar una fuga de capitales ese mismo día, se aprobó una ley que permitirá al Ministerio de Finanzas y al Banco Central decretar restricciones a los movimientos bancarios. De este modo se podrá establecer la prohibición de transferencias de dinero entre cuentas si no se dispone de la autorización pertinente, restringir a un determinado límite el máximo de retirada de efectivo de un cajero o limitar el uso de tarjetas de crédito y cheques, algo que algunos analistas consideran que viola la libertad de movimiento de capitales que es uno de los pilares fundamentales de la UE y la Eurozona.
Sin embargo, el gobierno se podría encontrar con un obstáculo el martes, ya que los trabajadores de las entidades bancarias amenazaron con declararse en huelga si no se garantiza la supervivencia de sus puestos de trabajo y de sus fondos de pensiones tras la reestructuración del Laiki Bank. El malestar por las medidas no es excluyente de ese sector y provocó que ayer varios miles de personas se manifestaran en las calles de Nicosia. La manifestación partió de la sede del sindicato de empleados de banca y se dirigió al Ministerio de Finanzas, para posteriormente dirigirse hacia el Parlamento. Los manifestantes gritaron consignas como “manos fuera de los fondos de pensiones” y “todos unidos, empleados y depositarios” y exigieron la dimisión del gobernador del Banco Central. Mientras los gobernantes negocian, la población de este país teme a la pobreza, el hambre y el desempleo que pueda generar la solución de la crisis financiera. “Hemos sobrevivido a los persas, a los árabes, a los cruzados, a los otomanos y a los británicos. También sobreviviremos a la histeria ahorradora de (la canciller alemana Angela) Merkel”, dijo un vendedor de lotería en la calle de compras Ledras, en el centro de Nicosia. En la ciudad portuaria de Larnaka, las personas que se quedaron sin dinero acudieron pidiendo ayuda a los denominados supermercados sociales de la Iglesia y el Estado, en los que se presta asistencia básica y de emergencia a ciudadanos que carecen absolutamente de recursos.
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