martes, 22 de julio de 2014

DEL MODELO AUSCHWITZ AL MODELO GAZA. NO ES UNA GUERRA, ES UN GENOCIDIO.

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“PALESTINA.- Aprovechando como pretexto un doloroso suceso aún sin aclarar -el secuestro de tres jóvenes colonos judíos y su posterior asesinato- las autoridades sionistas de Israel llevan a cabo una operación militar de amplia escala que lejos de castigar a los supuestos autores del secuestro convierte a toda la población de Gaza en objetivo militar con los resultados que ya son habituales: cientos de personas asesinadas (entre los que se cuenta principalmente población civil, muchos de ellos niños y niñas), miles de personas heridas, casas y edificios arrasados y cientos de miles de familias, candidatas a engrosar el éxodo al que Israel somete al pueblo palestino desde hace décadas. El secuestro nunca se logrará aclarar y resulta sintomático que antes de cualquier investigación creíble las autoridades de Tel Aviv ya culparan a la resistencia palestina y lanzaran una operación que repite los esquemas ya utilizados en anteriores ocasiones. Con la misma lógica ¿Habría entonces que culpar al gobierno de Israel y a todo su pueblo del asesinato de un niño palestino que luego de ser torturado por sus agresores (jóvenes israelíes) fue incinerado vivo?. La nueva agresión ha despertado la repulsa universal y acrecienta la imagen de Israel como un estado racista que hace con la población palestina lo mismo que los nazis practicaron antes con los judíos. Al menos los argumentos esgrimidos resultan en el fondo muy similares: el mito de la supuesta superioridad de un pueblo sobre otro que está en la base del sionismo y su derecho a ocupar tierras ajenas justificándose en un “derecho divino”. Todo esto suena mucho a la propaganda nazi de la “raza superior” y del “espacio vital”.

En un contexto similar recuerda no poco a las justificaciones imperialistas del “destino manifiesto” que le permiten a los Estados Unidos proclamarse autoridad mundial. Es la misma ideología del colonialismo y su misión “histórica” de “extender la civilización” sobre los pueblos “bárbaros” del planeta. La indignación universal contrasta con la efectiva complicidad de los gobiernos de las grandes potencias que arma y protege a Israel hasta de la más mínima crítica, denunciada de forma inmediata como expresión de antisemitismo. En un ejercicio de cinismo sin parangón dirigentes como Obama y Hollande apoyan las operaciones sobre Gaza y denuncian las “agresiones” de los palestinos contra Israel. La prensa internacional, fiel vocero de los intereses de las grandes potencias de Occidente se hace eco de la propaganda que generan las autoridades sionistas e intenta minimizar el horror que producen los cuadros de destrucción masiva y genocidio y hasta pasan de largo sobre escenas tan vergonzosas como la que muestran a un grupo de israelíes celebrando desde una colina el impacto de las bombas sobre civiles inocentes o a colegiales judíos despidiendo alborozados los misiles que serán lanzados sobre niños palestinos, tan pequeños como ellos. Regodearse con la muerte es ya una manifestación patológicas de esas que son tan comunes en el fascismo y que degradan la condición humana. Por contraste, una periodista estadounidense que informa sobre este acontecimiento y no ahorra palabras de condena para los “espectadores “ (que llegaron a amenazarla) es cesada de forma fulminante por la cadena de televisión para la que trabajaba. De forma sistemática se ocultan o minimizan informaciones no convenientes para la estrategia del sionismo. Apenas se sabe algo sobre los destacados intelectuales judíos que condenan la agresión a Gaza y se distancian radicalmente de las decisiones de su propio gobierno; menos aún se menciona a los cada vez más numerosos jóvenes (hombres y mujeres) que se declaran objetores de conciencia y se niegan a vestir el uniforme de un ejército que ocupa tierras ajenas y asesina inocente, destruye viviendas, arrasa mezquitas, ataca hospitales y escuelas, envenena las fuentes de agua, expulsa a miles de personas de sus hogares y amenaza con la anexión de Gaza (¿Es éste el verdadero objetivo de la presente agresión?). 


Que palabras podrían describir esta tragedia, la violencia genera violencia, pero eso es lo único que estas tierras han sembrado. Palestina está de rodillas, desolada e inconsolable, realmente existe una solución a un conflicto de tal magnitud?, no lo creo pues, los que pueden crear paz en el territorio tienen un corazón y alma lleno de odio y rencor que no solamente lo siembran, pero lo fomentan e inculcan.
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“Aún más significativa es la voz de antiguas víctimas de los nazis que hoy observan con horror cómo su pueblo se ha convertido de víctima en verdugo y no precisamente de los responsables del holocausto. Las Naciones Unidas “lamentan” los acontecimientos y hacen llamamientos a la calma poniendo de presente una vez más la absoluta inutilidad de ese organismo y la necesidad de refundarlo sobre principios diferentes para que sea un mecanismo eficaz y castigue crímenes como los que Israel está cometiendo en Palestina. Las potencias emergentes, en particular Rusia y China, apenas se pronuncian. A fin de cuentas, ese territorio es (aún) del dominio occidental y se respeta como tal en el juego mundial de los imperialismos. Una buena oportunidad para saber hasta dónde pueden llegar en defensa de la legalidad internacional las nuevas potencias del capitalismo. A nadie debe extrañar la reacción de los gobiernos árabes y en particular de las monarquías corruptas del Golfo, principales aliados de Occidente en la zona (luego de Israel, se entiende). Pero esto el pueblo palestino lo sabe desde siempre. Menos aún sorprende -aunque resulta más dolorosa- la reacción de la llamada Autoridad Nacional Palestina que gobierna en Cisjordania. Mientras las bombas llueven sobre la población de Gaza y se repiten escenas como aquellas de Sabra y Chatila, el presidente de la ANP se limita a una condena formal como si se tratara de otro pueblo y no del suyo. Y lo hace desde la seguridad y comodidad que le ofrecen las autoridades de Catar... ¡ese ejemplo destacado de democracia y solidaridad!. Israel por su parte no puede hacer un balance muy favorable de esta operación en curso. Aunque aún minoritaria, se afianza la convicción de muchos de sus ciudadanos sobre la inutilidad de estas operaciones y sobre la necesidad de la paz con Palestina. Crece en no pocos la convicción de que estas aventuras son irresponsables salidas de gobiernos débiles que así intentan superar sus dificultades internas al precio de aumentar el desprestigio de su país en el mundo y de alimentar sentimiento de odio y venganza por parte de los agredidos, todo lo cual en nada contribuye al futuro de la nación.

El sionismo registra preocupado como cada vez son más los ciudadanos que quieren la paz. Preocupa a los más suspicaces que su país se limite a jugar el papel de instrumento de agresión de las potencias occidentales en la zona, unos “amigos” que hoy apoyan pero mañana pueden no hacerlo. Ya sucedió en el pasado y no debe descartarse que ocurra en el futuro. Muchos de sus actuales amigos han sido tradicionalmente - esos sí - destacados antisemitas y en el fondo lo siguen siendo. Además, su mayor apoyo internacional es hoy una potencia en declive y los triunfos militares actuales no garantizan en modo alguno la paz en el futuro. Todo lo contrario. Pero lo que más sorprende y permite alimentar la confianza en un pueblo es precisamente la resistencia inquebrantable del pueblo palestino. Nada consigue doblegar la voluntad de lucha de las gentes palestinas en Gaza y Cisjordania, ni tampoco de los palestinos residentes en Israel, tratados aquí como personas sin derechos, como parias en su patria tierra. Israel no consigue ni conseguirá convertir a Palestina en una nueva versión del Gueto de Varsovia, con su trágico final de exterminio de una comunidad entera. Pero el solo intento cae ya como un baldón no solo sobre las autoridades sionistas sino sobre todo un pueblo que todavía y de forma mayoritaria comparte la política de su gobierno y aplaude las peores atrocidades. Aún son minoría (que no por pequeña resulta menos significativa) quienes conservan las mejores virtudes de un pueblo, el hebreo, al cual debemos grandes aportaciones en todos los órdenes. Las actuales circunstancias alejan aún más la solución de los dos estados y hasta la muestran como una salida imposible. Y aunque parezca aún lejana y hasta utópica la solución de una misma Palestina (como se llamó siempre) compartida por igual por judíos y árabes, es sin duda alguna la solución más democrática, en realidad la única solución democrática del conflicto".
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PALESTINA.- Las cosas en su lugar y por su nombre: lo que pasa hoy en Gaza, no es algo nuevo, simplemente es el resultado de una política de exterminio, que hace más de 66 años se lleva a cabo con diferentes matices y escenarios.
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DEL MODELO AUSCHWITZ AL MODELO GAZA.
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Raúl Zibechi (ALAI).

Lunes 21 de julio del 2014.

En poco menos de una semana Israel desencadenó sobre la Franja de Gaza una lluvia de bombas que han matado ya a más de 200 personas, 80 por ciento de ellas civiles y una quinta parte niños.

La excusa para los ataques son los misilazos que del otro lado lanzan los milicianos de Hamas sobre Israel, que acaban de causar la primera víctima mortal en Israel. Pero la disparidad no es sólo en cuanto a víctimas: Gaza es un menguado territorio de poco más de 350 quilómetros cuadrados que vive bajo el acoso sistemático de la potencia militar de la zona. Cada tanto, sobre su millón y medio de habitantes caen las bombas, según una repetida lógica de larga data, ante la indiferencia de las potencias occidentales, que por menos de eso ya estarían preparando una “intervención militar humanitaria” para frenar al agresor. Al final de la Segunda Guerra Mundial, señala el filósofo español Santiago Alba Rico, se produjeron en Europa varios acontecimientos que marcaron la historia posterior. El primero, dice, es que durante los procesos de Nuremberg se registra el rechazo del abominable “modelo Auschwitz”, signado por “la deshumanización y exterminio horizontal del otro”; pero antes la principal potencia vencedora, Estados Unidos, había impuesto “la legalización de facto de los bombardeos aéreos” sobre población civil.

El “modelo Hiroshima” se vuelve entonces aceptable y “la deshumanización y exterminio vertical del otro se asume como rutinaria o como no penalizable” (1). El bombardeo a Dresde, semanas antes de la rendición de Alemania, en marzo de 1945, en el que las fuerzas aéreas estadounidense y británica provocaron la muerte de entre 25 y 35 mil personas, es considerado por Donald Bloxham, editor del Journal of Holocaust Education, como un “crimen de guerra”. Apenas derrotados los nazis, Francia bombardeaba Argelia y Siria, provocando masacres sin que los capitostes del nuevo orden mundial emitieran la menor protesta.

Los bombardeos aéreos desde entonces han sido cosa común, incluyendo el horror de Vietnam. “Ahora mismo los drones estadounidenses bombardean Pakistán o Yemen, los aviones de Bashar al Assad a su propio pueblo y los F-16 de Israel a los palestinos de Gaza. Todos esos bombardeos nos impresionan tanto como una tormenta de verano y, desde luego, mucho menos que una cuchillada en el metro”, remata Alba Rico.

Si de Gaza se trata, los ataques aéreos contra ese territorio palestino tienen una larga historia, con su secuela de miles de muertos, entre ellos cientos de niños, que representan entre el 25 y el 30 por ciento de las víctimas.

El periodista y analista británico Robert Fisk, especialista en los conflictos de Oriente Medio, reproduce en una columna que publicó esta semana en el diario The Independent de Londres un diálogo a propósito de los bombardeos de 2008 que mataron a más de 1.400 palestinos: “‘¿Y si Dublín fuera atacada con cohetes?’, preguntó entonces el embajador israelí. Pero en la década de 1970 la ciudad británica de Crossmaglen, en Irlanda del Norte, fue atacada con cohetes por la república de Irlanda, y sin embargo la Real Fuerza Aérea no bombardeó Dublín en venganza ni mató mujeres y niños irlandeses”.

El periodista israelí Gideon Levy insiste en que para Israel no se trata de combatir el terrorismo sino de matar árabes: “Desde la primera guerra del Líbano, hace más de 30 años, matar a los árabes se convirtió en el principal medio de la estrategia israelí. El ejército israelí ya no pelea contra otros ejércitos, el objetivo principal es la población civil” (Haaretz, domingo 13). Prueba de ello es la utilización de armas prohibidas en los bombardeos. “Doctores y personal médico han encontrado en los cuerpos de fallecidos o heridos restos de armas de destrucción masiva ilegales para el derecho internacional”, aseguran médicos desde el hospital Shifa, de Gaza. El cardiólogo noruego Erik Fosse, que lleva años trabajando en la Franja, dijo a la prensa que Israel estaría empleando armas que provocan cáncer. “Los médicos apuntan que podría tratarse de los denominados explosivos de metal inerte denso (dime, por su sigla en inglés), un arma de tipo experimental cuyo radio de acción es relativamente pequeño, pero cuya explosión resulta extremadamente potente” (Russia Today, lunes 13).

En contra de lo que asegura la propaganda israelí, los bombardeos no son una respuesta a los ataques de Hamas sino un cálculo político para bloquear cambios en la región, una obsesión del establishment de ese país: impedir la reconciliación entre Hamas y Fatah y evitar la toma de distancia de la Unión Europea respecto de Estados Unidos. Para cumplir sus objetivos políticos, los dirigentes israelíes no dudan en perpetrar masacres cada vez que lo consideran oportuno. Al hacerlo revelan un estilo “claramente fascista”, apunta el israelí Uri Avnery. Avnery es una de las personalidades israelíes más destacadas. A sus 90 años no pronuncia la palabra “fascista” a la ligera, menos aun tratándose de un judío. Repasando una realidad que le duele, llega al fondo del problema: al revés de lo que debería ser, su país es “un ejército dotado de Estado”, dice.

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Nota:
1) Alba Rico no lo menciona, pero antes de la Segunda Guerra Mundial –probablemente como ensayo para el futuro–, durante la guerra civil española, la aviación nazi había lanzado operaciones de “exterminio vertical” de población civil en zonas resistentes del País Vasco, como en Guernica.

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El objetivo político nazi-judío son los niños, un genocidio generalizado, que ninguna Autoridad Mundial pone un Alto al Fuego y termine la masacre colectiva de niños y mujeres inocentes.
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NO ES UNA GUERRA, ES UN GENOCIDIO.
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Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info).

Lunes 21 de julio del 2014.

Prácticamente desde su fundación como Estado auspiciado por las potencias occidentales luego de la Segunda Guerra Mundial, Israel se fijó como meta la expansión de su territorio y el exterminio de Palestina. Para lograr tal cometido nunca ha necesitado más razones o justificaciones que aquellas que le brinden la seguridad de no ser cuestionado o detenido en su actuación genocida por derecho internacional alguno, así se invoque la condena de la Organización de las Naciones Unidas en bloque, contando siempre con el apoyo irrestricto de Estados Unidos.

Al respecto, muchísimas personas en el mundo entero ignoran las raíces históricas del conflicto y lo simplifican como producto del fanatismo religioso, atribuyéndoles la peor parte a los palestinos quienes han cargado con el estigma de terroristas gracias al poder mediático y a la cinematografía maniquea de Hollywood. La agresión militar desproporcionada de la cual es víctima el pueblo de Palestina responde a la línea trazada desde siempre por el sionismo de despojar de sus tierras a quienes -históricamente- han vivido por generaciones en ellas y no como lo expresan las autoridades políticas y militares israelíes de acabar con “el terrorismo de Hamas”.

Como lo comenta Juan Francisco Coloane en reciente artículo publicado en ARGENPRESS.info, “el verdadero objetivo va más allá de Hamas y es donde el Sionismo comparte objetivos con la industria terrorista en la estrategia de dividir al mundo árabe e islámico y desestabilizar estados como Irak Siria e Irán que puedan significar una amenaza a dos aliados por conveniencia temporal, Arabia Saudí e Israel. Todo manejado con maestría por Estados Unidos que no cesa en su campaña de cambio de régimen en esos tres países que incomodan tanto a la industria petrolera como a Israel. Las corporaciones transnacionales de la industria del petróleo e Israel son aliados y en esa alianza, Arabia Saudí juega un papel central por su capacidad de aportar con recursos. Sus múltiples vínculos con la industria terrorista se han visto especialmente reflejados en el plan de derrocar al gobierno en Siria”. Tal situación ha sido ampliamente reseñada, sin embargo, no ha sido posible frenarla de un modo definitivo, aun con todas las garantías que se le pudiera ofrecer al Estado sionista de Israel para que exista lo mismo que un Estado palestino.

A pesar de la condena casi unánime del planeta, Israel prosigue su labor de limpieza étnica sin rubor alguno. Su propaganda y su poderoso lobby han neutralizado prácticamente toda acción humanitaria a favor del pueblo palestino. No obstante, aún debemos creer que el holocausto de Palestina tendrá que cesar algún día y se le permitirá a las familias árabes vivir en paz finalmente.


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