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El imperio de los monopolios transnacionales entroniza en el mundo
subdesarrollado un círculo vicioso de apertura
irrestricta a la importación de mercancías y capitales, quiebra de la industria
nacional, dolarización o sobre valuación monetaria -que garantiza máxima
utilidad en la remesa al exterior de las ganancias-, aumento del desempleo y la
informalización del trabajo, descenso del nivel de vida de la población y, por
consiguiente, reducción de la capacidad de solvencia del mercado nacional del
que se han apropiado. El equilibrio de
la balanza de pagos se mantiene, de manera temporal y precaria, mediante el
incremento de las tasas de interés destinado a atraer los flujos de capitales
especulativos, que constituyen el principal instrumento de expropiación del
imperialismo. Como lo demuestra -entre otras- la crisis argentina, una vez
succionada toda la sangre, una vez agotadas todas las posibilidades de
captación de ingresos y reducción de egresos del Estado nacional dependiente
-para poder mantener la espiral del endeudamiento externo-, el cadáver del
mercado nacional, que tan diligentemente fue "reestructurado" y "reformado" de acuerdo con
las recetas neoliberales, es abandonado por los vampiros, a menos que el temor
de un efecto en cadena de la crisis económica y financiera aconseje una
operación de "salvataje", que
comprometa aún más el futuro nacional.
La globalización es la
expresión del capitalismo en su fase más totalitaria “. José Saramago.
La
vocación internacional del capital – ya señalada por Marx en el siglo pasado – se hace hoy cada vez más evidente.
“ No a la mercantilización
de la vida social .”
La lucha contra la
globalización neoliberal es la causa común de todos los pueblos de la humanidad.
Si la globalización globaliza la solidaridad, y no “trueques” entre amigos y
elites económicas, hablaríamos de una globalización justa y no de una
globalización selectiva o financiera . Definir la globalización realmente
existente como globalización neoliberal, porque lo que ha determinado hasta
ahora su ritmo y su rumbo son las relaciones capitalistas bajo su forma
hegemónica actual: el neoliberalismo; y por otra, imaginar que puede existir
una globalización que no sea capitalista, que aprovechando los avances
tecnológicos los ponga al servicio de la humanidad y no de unas cuantas
empresas transnacionales. Marta Harnecker.
“Definir la globalización realmente existente como
globalización neoliberal, porque lo que ha determinado hasta ahora su ritmo y
su rumbo son las relaciones capitalistas bajo su forma hegemónica actual: el
neoliberalismo; y por otra, imaginar que puede existir una globalización que no
sea capitalista, que aprovechando los avances tecnológicos los ponga al
servicio de la humanidad y no de unas cuantas empresas transnacionales”. Marta Harnecker.
***
“ La
Globalización no es una política, es un fenómeno.
Las políticas proteccionistas pueden amortiguar el impacto temporalmente, pero
no lo pueden cancelar “. “ Hemos repetido hasta la saciedad que la
globalización que existe es, sobre todo, la globalización financiera. La
globalización de los movimientos de dinero por todo el mundo, apoyados en la
revolución tecnológica que los potencia y los hace inmensamente volátiles; es
el más completo de todos los internacionalismos. En relación con otras épocas
globalizadoras, ésta se distingue de las anteriores por la libertad absoluta
que el dinero tiene para circular por el mundo. Sin fronteras. Sin límites…. “ Joaquín
Estefanía .
“¿ Porqué la
globalización significa politización ?.
Se pregunta claramente el Académico y Sociólogo alemán Ulrich Beck ?.
Porque la puesta en escena de la globalización permite a los empresarios y sus
asociados, reconquistar y volver a disponer del poder negociador política y
socialmente domesticado del capitalismo democráticamente organizado. La globalización posibilita eso que sin
duda estuvo siempre presente en el capitalismo, pero que se mantuvo en
estado larvado, durante la fase de su domesticación por la sociedad estatal y
democrática: que los empresarios, sobre todo los que se mueven a nivel
planetario puedan desempeñar un papel clave en la configuración no sólo de la economía
sino también de la sociedad en su conjunto, aún cuando “sólo” fuera por el
poder que tienen para privar a la sociedad de sus recursos materiales ( capital, impuestos, puestos de trabajo,
etc ) “.
“ La economía que actúa a
nivel mundial socava los cimientos de las economías nacionales y de los Estados
nacionales, lo cual desencadena a su
vez una subpolitización de alcance completamente nuevo y de consecuencias
imprevisibles. Se trata de que en este nuevo “asalto” el viejo enemigo
“trabajo” se está viendo relegado a la vía muerta de la Historia, pero también
fundamentalmente, de “que se está dando
la jubilación”, por así decir,, al
“capitalismo general ideal” como llamara Marx al Estado, se trata en definitiva, de la liberación respecto de los corsés del
trabajo y el Estado tal y como han existido en los siglos XIX y XX “.
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CAPITALISMO,
GLOBALIZACIÓN Y DESIGUALDAD SOCIAL.
*****
Olmedo Beluche (especial
para ARGENPRESS.info)
Jueves 10 de julio del
2014.
Ponencia para el VIII
Congreso Nacional de Estudiantes de Sociología (CONAESO 2014), Cajamarca, Perú
8 al 12 de septiembre de 2014.
El economista más famoso
del momento es el francés Thomas
Piketty, que publicó recientemente su libro El Capital en el siglo XXI(1). Sus críticos le acusan de no
entender qué es el capital realmente; él confiesa que no ha leído la obra
homónima de Carlos Marx; otros le señalan como moderado keynesiano. Sin
embargo, el francés y su libro han causado furor porque, siendo un defensor del
sistema capitalista, sus datos (al margen de las críticas metodológicas)
demuestran que el capitalismo fomenta la desigualdad social creciente.
El Sr. Piketty estudia la distribución del ingreso a partir de los registros fiscales en los principales países “desarrollados” (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania y otros). Con esta metodología llega a la conclusión de que el ingreso de la élite de esas sociedades, que había caído relativamente a mitad del siglo XX, volvió a crecer y equipararse, a partir de los años 70, al que tenía durante el siglo XIX.
El Sr. Piketty estudia la distribución del ingreso a partir de los registros fiscales en los principales países “desarrollados” (Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania y otros). Con esta metodología llega a la conclusión de que el ingreso de la élite de esas sociedades, que había caído relativamente a mitad del siglo XX, volvió a crecer y equipararse, a partir de los años 70, al que tenía durante el siglo XIX.
También afirma que en este
momento Estados Unidos es uno de los países con mayor desigualdad de ingreso en
su población, superando a muchos países “en vías de desarrollo” en inequidad
social. Hablando en general, Piketty
señala:
“Con independencia de lo
justificadas que puedan estar inicialmente las desigualdades de riqueza, las
fortunas pueden crecer y perpetuarse más allá de todo límite razonable y más
allá de cualquier justificación razonable en términos de utilidad social. Los
empresarios tienden entonces a convertirse en rentistas, no con el paso de la
generaciones, sino en el curso de una sola vida...”(2).
Al margen de que Piketty crea que existe alguna
desigualdad de riqueza que produce una “utilidad
social”, lo importante de la cita es que reconoce la irracionalidad del
sistema capitalista y su tendencia a la concentración de la riqueza social “más
allá de todo límite razonable y más allá de cualquier justificación razonable”.
Como ciudadanos, y como cientistas sociales, nos vemos obligados a preguntarnos: ¿Cómo se resuelve esa
contradicción reconocida por Piketty
antes que el sistema capitalista conduzca a la humanidad entera a la barbarie,
como advertía Rosa Luxemburgo hace un siglo? ¿Basta con las tímidas propuestas
del economista francés que sugiere aumentar los impuestos a los capitalistas?
Para dar una respuesta adecuada hay que ir a lo básico, empezando por entender
qué es el capital y el sistema capitalista.
El capital es
“una relación social” (Carlos Marx).
Una de las críticas
metodológicas centrales que se hace a Piketty
es que define “el capital” en el sentido del volumen de bienes materiales o
riqueza acumulada (patrimonio) expresada como dinero. De esta manera Piketty elude el problema de que la
creciente desigualdad social se debe a la explotación de clase que el sistema
capitalista hace a los trabajadores. De allí que su propuesta de solución al
problema planteado no pase de sugerencias “técnicas” que no cuestionan el fondo
del asunto.
En eso consiste la gran
diferencia con la perspectiva marxista, para la cual “EL CAPITAL” no es un acumulado de cosas (objetos), bienes,
patrimonio o como se les quiera llamar, sino una relación social de explotación
de una clase sobre otra.
Para Carlos Marx, la tierra sólo se convierte en capital cuando es parte del sistema capitalista en que los empresarios al poseerla (propiedad privada) la utilizan como fuente de acumulación de ganancias explotando la fuerza de trabajo de la clase obrera (desposeída de propiedad) y obligada a venderse por un salario para poder sobrevivir.
Para Carlos Marx, la tierra sólo se convierte en capital cuando es parte del sistema capitalista en que los empresarios al poseerla (propiedad privada) la utilizan como fuente de acumulación de ganancias explotando la fuerza de trabajo de la clase obrera (desposeída de propiedad) y obligada a venderse por un salario para poder sobrevivir.
En el tomo III de El Capital Marx dice: “¡Capital, suelo, trabajo! Pero el capital no es una cosa, sino
determinada relación social de producción perteneciente a determinada formación
histórico-social y que se representa en una cosa y le confiere a ésta un carácter
específicamente social”(3).
Por si no quedara claro, agrega:
“El capital no es la suma
de los medios de producción materiales y producidos. El capital son los medios
de producción transformados en capital, medios que en sí distan tanto de ser
capital como el oro o la plata, en sí, de ser dinero. Son los medios de
producción monopolizados por determinada parte de la sociedad, los productos y
las condiciones de actividad de la fuerza de trabajo viva automatizados
precisamente frente a dicha fuerza de trabajo, que personifican en el capital
por obra de ese antagonismo...”.
De lo que se trata es
señalar que, hoy como en el siglo XIX, la
creciente desigualdad social, la pobreza, el subdesarrollo, la crisis
económica, los déficits, la deuda, el mercado son todos conceptos abstractos
que esconden la relación concreta de explotación económica de los empresarios a
la clase trabajadora, tanto a lo interno de un país como a nivel planetario.
La economía burguesa busca ocultar ese hecho que desnuda la esencia de los problemas sociales del mundo, dando la apariencia de que las categorías económicas son una especie de espíritus con voluntad propia que los seres humanos no podemos controlar. ¿Por qué hay que priorizar el pago de la deuda a los bancos sacrificando puestos de trabajo y salarios, condenando a la miseria a miles de familias? Que el mercado, que las primas de riesgo, y por ahí van las “justificaciones”.
La economía burguesa busca ocultar ese hecho que desnuda la esencia de los problemas sociales del mundo, dando la apariencia de que las categorías económicas son una especie de espíritus con voluntad propia que los seres humanos no podemos controlar. ¿Por qué hay que priorizar el pago de la deuda a los bancos sacrificando puestos de trabajo y salarios, condenando a la miseria a miles de familias? Que el mercado, que las primas de riesgo, y por ahí van las “justificaciones”.
“... hemos puesto de
relieve ya el carácter mistificador que transforma las relaciones sociales a
las que sirven en la producción, como portadores, los elementos materiales de
la riqueza, en atributos de esas mismas cosas (mercancía) y que llega aun más
lejos al convertir la relación misma de producción en una cosa (dinero)... Pero
en el modo capitalista de producción y en el caso del capital, que forma su
categoría dominante, su relación de producción determinante, ese mundo
encantado y distorsionado se desarrolla mucho más aún...”(Marx, Ibidem).
Es nuestro deber como
sociólogos comprometidos con nuestros pueblos señalar que la creciente
desigualdad social es un mal que tiene solución, la cual pasa por cambiar la
relaciones sociales de explotación capitalista, las cuales ni han sido, ni
serán eternas e inmutables: “...Como el capital, el trabajo asalariado y
la propiedad de la tierra son formas sociales históricamente determinadas...”
(Marx, Ibid.)
Globalización, crisis del capitalismo, desempleo, desigualdad económico social, mundialización de la economía criminal, globalización de la indiferencia, la sociedad en riesgo global, crisis de valores y de las instituciones, han generalizado el colapso de occidente y la crisis de la presente civilización humana.
***
Globalización y
Capitalismo.
Immamuel Wallerstein se pregunta y responde:
“¿…habría algo hoy fundamentalmente diferente de lo que sucedía hace cincuenta
años?, …Para mí, la respuesta es no: económicamente no sucede nada diferente de
lo que actualmente denominamos “globalización””.(4)
Agrega: “La globalización,…, es la esencia del modo de
funcionamiento de la economía-mundo capitalista, y lo ha sido toda la vida. Los
capitalistas no se concentran en un solo país,no los grandes, no los
importantes. Y es totalmente falsa la idea de que solamente hoy existe mercado
mundial…”.
Para Wallerstein la globalización es la
continuidad del capitalismo, como fenómeno económico y social, revestido de una
ideología (neoliberal) que la justifique:
“…lo que pasa hoy no es
algo nuevo; sin embargo, se manifiesta como una expresión ideológica de la
situación actual. El término globalización, que es utilizado desde hace más o
menos diez años, parte de la campaña neoliberal para imponerse sobre
resistencias varias, fomentando la creencia según la cual hacemos frente a una
situación inevitable, y es en ese sentido que los Estados no pueden hacer nada,
deben someterse”.
Wallerstein rebate dos tesis
fundamentales de los apologistas de la globalización, la primera de que los
Estados nacionales tienden a desaparecer (“Los capitalistas utilizan a los
Estados y son tan necesarios hoy como ayer”), y la de que hay un salto
tecnológico cualitativo como impronta de esta época (“Lo que es importante no
es la tecnología, no es la racionalidad, es el monopolio”).
Incluso, frente a quienes hablan de que una de las características de la globalización sería la muerte del “sujeto histórico”, la clase obrera, capaz de transformar el capitalismo mediante una revolución socialista, Wallerstein responde taxativamente: “Hoy, la clase obrera es el mundo”, señalando que cada vez están más integrados dentro de esta clase los llamados sectores populares: mujeres, movimientos étnicos, etc.
Incluso, frente a quienes hablan de que una de las características de la globalización sería la muerte del “sujeto histórico”, la clase obrera, capaz de transformar el capitalismo mediante una revolución socialista, Wallerstein responde taxativamente: “Hoy, la clase obrera es el mundo”, señalando que cada vez están más integrados dentro de esta clase los llamados sectores populares: mujeres, movimientos étnicos, etc.
Otro autor que podemos
ubicar en la perspectiva crítica a la globalización es Theotonio Dos Santos el cual señala que la expansión sin
precedentes del capital financiero no debe sobreestimarse, sino que debe verse
como un aspecto más de las características del capitalismo en este momento
histórico. Y advierte que se está gestando una crisis financiera global que
pone coto a este modo de expansión del sistema capitalista.
“Por otra parte -dice Dos
Santos, creo que la cuestión de la globalización tiene que ser vista desde un
punto mucho más amplio: desarrollo de las fuerzas productivas, reestructuración
de la economía como sistema productivo mundial con una división del trabajo que
entra en una etapa nueva, reestructuración del sector industrial y del lugar
del sector servicios, incluyendo el sector
financiero…”.(5)
Para Teotonio Dos Santos, la fase de la globalización, si bien posee
características particulares, se enmarca dentro del sistema capitalista
internacional. Él nos previene de caer en dos extremos: “…el de sumarnos a la
moda de augurar al advenimiento de una sociedad enteramente nueva, en los casos
extremos de una sociedad pos-capitalista, y al contrario de negarnos a
reconocer las transformaciones del capitalismo en curso”.
Continúa diciendo: “La mejor manera de identificar
estas especificidades será, entonces, comparando los rasgos del período que
vivimos desde la crisis mundial desencadenada a comienzos de la década del
setenta hasta nuestros días, con las características de períodos previos del
desarrollo capitalista…”.
Define la globalización como “una determinada combinación
de procesos económicos, sociales, políticos, ideológicos y culturales que puede
ser considerada como una nueva etapa de acelerada extensión e intensificación
de las relaciones sociales capitalistas. .. Es una combinación de procesos…
determinada por el único principio que puede considerarse articulador y
convertir en inteligibles este tipo de totalidades complejas y antagónicas: la
lucha de clases”.
Globalización y
neoliberalismo, instrumentos de la explotación capitalista.
En esta misma perspectiva encontramos la obra del español A. Van den Eynde(6), quien, a nuestro juicio desarrolla de manera más acabada el análisis de la globalización desde una perspectiva marxista. Como resume muy bien el problema, reproducimos extensamente parte de la introducción de su libro, en la que considera su precursor a Francois Chesnais (“La mundialización del capital”, 1994).
En esta misma perspectiva encontramos la obra del español A. Van den Eynde(6), quien, a nuestro juicio desarrolla de manera más acabada el análisis de la globalización desde una perspectiva marxista. Como resume muy bien el problema, reproducimos extensamente parte de la introducción de su libro, en la que considera su precursor a Francois Chesnais (“La mundialización del capital”, 1994).
“La palabra globalización – nos dice- entró con fuerza en el lenguaje
económico y político a mediados de la década de los ochenta …Como todo concepto
nuevo, el de globalización llegó acompañado de una propuesta inicial de
contenido: había que entender por globalización o mundialización algo así como
la completa e imparable liberalización de los mercados en todo el mundo. El
mercado estaría a punto de ser uno y de ámbito mundial, pues iban a desaparecer
de la faz de la tierra las barreras y legislaciones que trababan la libre
circulación de toda clase de mercancías, desde el propio trabajo hasta el
capital, y en consecuencia, estaríamos asistiendo al nacimiento de una economía
“global” o mundialmente integrada.
“También se decía que las
teorías y las políticas partidarias de limitar la libertad de los mercados y el
libre juego de las fuerzas económicas elementales iban a ser arrojadas a la
hoguera, condenadas por obsoletas y contrarias al progreso; sin distinción y
comenzando por el socialismo… Y como entonces se produjo el hundimiento del Titanic soviético, la vida misma
parecía confirmar el triunfo universal de
un capitalismo “global”.
El término globalización tiene un origen social y
político entre quienes defiende la idea neoliberal de ampliación sin límites ni
restricciones las fuerzas del mercado, y el marxismo tanto política como sociológicamente
tardó hasta mediados de los años 90 en darle una respuesta crítica al concepto.
Van den Eynde resume las principales
características del desarrollo capitalista en esta fase denominada
globalización. Características que tienen su origen y son una manifestación de
una crisis crónica de la economía capitalista mundial iniciada a fines de los años
60 y comienzos de los 70:
1. Avance del comercio frente a la producción: desde 1984 a 1994 se produjo un hecho en
apariencia ilógico, mientras la producción mundial de bienes ha crecido una
tasa del 2.8%, la expansión del comercio lo ha hecho a 6.3%. Esta contradicción
se explica por un decaimiento de los mercados nacionales, que ha forzado a un
proceso de internacionalización no sólo de los bienes producidos, sino de la
misma producción. El proceso productivo mismo se ha segmentado de modo que se
desarrollan partes de cada mercancía entre varios países. Parte de este
comercio se da entre diversas factorías de empresas multinacionales.
2. Se exportan más capitales que mercancías. La llamada Inversión Extranjera Directa (IED) crece 3 veces más que la
exportación de mercancías. Entre 1983-1990, mientras el comercio mundial creció
9%, la IED lo hizo al 34%. Este movimiento masivo de capitales no va dirigido fundamentalmente
a grandes inversiones productivas, sino a un proceso de compra de empresas
estatales de los países subdesarrollados, al proceso de fusiones de grandes
consorcios y a relaciones entre transnacionales y sus filiales. Lo que
representa un avance de la concentración y centralización del capital, una de
las características del capitalismo monopolista.
3. Progresión geométrica de las operaciones financieras, el capitalismo se vuelve cada vez más especulativo que productivo.
Expresión de una crisis mundial de sobreproducción, que data de los 70, y una
desconfianza generalizada en los mercados, lo que obliga a los grandes
capitales a dedicarse a actividades especulativas (sin base material) como
inversiones en bolsas de valores, compra de bonos, manejos de deudas, etc. Por
ejemplo, para 1995, se movía especulativamente por día un volumen de capitales
equivalentes a la producción anual de un país como Francia. Se calcula que hoy
el monto de la especulación financiera en el mundo alcanza los 50 trillones de dólares anuales,
mientras el valor de la producción mundial sólo llega a los 30 trillones (7).
4. Reorientación de la producción hacia el mercado mundial, esta es otra respuesta a la crisis de sobreproducción, puesto que el
estancamiento de los mercados nacionales fuerza a las empresas a intentar ganar
mercados más amplios a nivel mundial.
5. Unificación de grandes mercados regionales, cuyo mejor ejemplo es la Unión Europea, pero también el tratado de
Libre Comercio de Norteamérica (TLC). Es una consecuencia de la tendencia
analizada en el punto 4. Esta integración no disuelve la explotación
imperialista, de unas naciones sobre otras, sino que se da sobre el predominio
de los capitales de una o algunas de estas potencias sobre estos mercados
regionales, en detrimento de los medianos y pequeños capitales nacionales. Por
ejemplo, el eje de la integración europea lo es sin duda el capital alemán
seguido del francés, así como en el TLC
y el ALCA predomina EEUU.
6. Liberalización de los mercados, dice Van den Eynde que el cenit de la globalización fue la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1994 –OMC-.
En ella las grandes potencias pactaron la apertura de las fronteras
comerciales, reduciendo al mínimo los aranceles, para evitar las guerras
comerciales que en el pasado tuvieron consecuencias funestas para el
capitalismo.
7. El desarrollo de las comunicaciones, no sólo con avances tecnológicos en materia de transportes de
mercaderías y personas, sino también en una rama productiva nueva, la telemática.
La cual ha ayudado a una reducción de costos de producción, y acelerar todo el
proceso productivo. En Estados Unidos este sector representaba, en 1996, el 16% del PIB. Pese a lo
cual, el autor señala que no debe considerarse esto como una nueva revolución
industrial, porque su uso efectivo queda en manos de unas pocas grandes
empresas, rodeadas de un mar de medianas y pequeñas empresas incapaces de
aprovechar al máximo esta tecnología.
Globalización neoliberal, economía de casino, capitalismo salvaje o capitalismo del desastre, o la era de la transnacionalización de los monopolios imperialistas, con bandera propia.
***
Descritas estas siete
características de la globalización Van
den Eynde señala que el actor central de esta fase son 200 grandes
transnacionales que controlan cada vez más el mundo. Ellas internacionalizan la
producción, al segmentarla en diversos países, en busca de una reducción de
costos, trasladando algunas factorías a países en que la clase obrera gana
menores salarios que en los países desarrollados. Ellas también se aseguran el
control de los grandes mercados mundiales mediante fusiones entre sí.
Esta tendencia exacerba las
contradicciones del capitalismo en su fase monopólica mediante un proceso de
integración que es cada vez más desigual e imperialista. La diferencia con la
fase anterior, desde la posguerra a 1973, es que las transnacionales desplazan al Estado de su participación en la
economía.
La razón y génesis de esto se haya en la crisis mundial capitalista que llevó a un agotamiento del modelo de acumulación capitalista (keynesiano). En este sentido, Van den Eynde afirma que “la globalización surge orgánicamente del desarrollo precedente. No es un accidente. Tampoco es un invento político”.
La razón y génesis de esto se haya en la crisis mundial capitalista que llevó a un agotamiento del modelo de acumulación capitalista (keynesiano). En este sentido, Van den Eynde afirma que “la globalización surge orgánicamente del desarrollo precedente. No es un accidente. Tampoco es un invento político”.
El modelo de acumulación
precedente (keynesianismo), surgido
luego de la Segunda Guerra Mundial
se caracterizó por: a. tener como eje el endeudamiento estatal, para compensar
la decadencia del crecimiento de capitalista que venía de los años 20; b. un
“imperio del dólar” americano, que expresaba la nueva relación de fuerzas entre
las potencias: c. la implementación de un “estado benefactor”, con concesiones
sociales a los trabajadores, que pretendía enfrentar el reto de las
revoluciones obreras que se expandieron por el oriente de Europa y Asia.
Esta forma de proceder del capitalismo (keynesiano) va a entrar en
crisis a fines de los años sesenta, cuando el proceso de endeudamiento estatal
alcanzó límites enormes, lo que a su vez llevó a la crisis de la libre
convertibilidad del dólar-oro (Acuerdos
de Bretton Woods), a un crecimiento inflacionario galopante, y a un
estancamiento creciente de las fuerzas productivas, expresada en una caída del
crecimiento económico constante. El estallido final del modelo, vino con el
alza de los precios del petróleo de 1973.
La respuesta del sistema capitalista imperialista a esta crisis crónica siguió la lógica expuesta por Carlos Marx desde el siglo XIX,
compensar la caída tendencial de la tasa de ganancias con diversas medidas, que
genéricamente hemos llamado neoliberales:
Una ofensiva contra los
países dependientes, arrancándoles mayores cuotas de explotación por la vía del
endeudamiento externo y los ajustes estructurales, desarmando sus economías
haciéndolas más vulnerables a las imposiciones de los capitales imperialistas.
Política de desregulación
del trabajo, o sea, aumentar la explotación de la fuerza de trabajo en todo el
mundo precarizando el empleo, apoyándose en el fomento de un desempleo masivo,
aumentando los ritmos de trabajo, etc.
Cortando los beneficios
sociales que de los trabajadores habían alcanzado bajo el estado de beneficio,
y con mayor fuerza luego de la desaparición de la Unión Soviética en los años 90.
Privatización de empresas
públicas que le permitieran al capital privado depredar en sectores enteros sin
realizar mayor inversión productiva.
Recolonización de la Unión Soviética, China y otros estados obreros cuando la burocracia dirigente decidió pasarse al capitalismo con la perestroika y el “socialismo de mercado” de Deng Xiao Ping. Esto le ha permitido ampliar el mercado mundial y la mano de obra explotada.
Recolonización de la Unión Soviética, China y otros estados obreros cuando la burocracia dirigente decidió pasarse al capitalismo con la perestroika y el “socialismo de mercado” de Deng Xiao Ping. Esto le ha permitido ampliar el mercado mundial y la mano de obra explotada.
La globalización de la democracia (burguesa), como apoyo político del proceso económico, que le garantiza no sólo una
ideología para enfrentar a los movimientos sociales y mecanismos de control
imperialistas para la recolonización política de los países dependientes.
Pobreza absoluta, desempleo permanente, crisis estructural sistémica, liquidación de los derechos sociales y políticos, como parte de la desigualdad económico-social, hoy mundializada en tiempos de la globalización neoliberal, hoy la característica principal, fundamental en América Latina, el continente más desigual del mundo.
***
En resumidas
cuentas:
“La globalización no es una
política casual, sino un desarrollo económico orgánico del imperialismo. Además
la globalización tiene una política, que expresa el dominio y los intereses de
su fracción dirigente: esa política es el neoliberalismo, que es un capitalismo
sin artificios, reaccionario cien por cien: que es explotación sin las “cadenas
doradas” del Estado “de bienestar”; que es recolonización de los países
dependientes y restauración del capitalismo allí donde se había comenzado a
construir el socialismo”.
Este análisis lleva a Van den Eynde a una
conclusión, la globalización está agudizando las contradicciones que
caracterizan al capitalismo: entre una mayor socialización de los procesos de
trabajo y una acumulación en menos manos de la riqueza social; entre la
necesidad creciente de una planificación económica y la anarquía del mercado;
entre un mercado mundial en crecimiento y el mantenimiento de las fronteras
nacionales: entre la necesidad de aumentar la tasa de beneficios y la crisis de
sobre producción; en fin, entre las fuerzas productivas (desarrollo tecnológico)
y la cada vez más extendida miseria humana.
Por ello, finalmente, Van den Eynde define la globalización
como “la etapa del capitalismo en que comienzan a desplegarse todas las
contradicciones explosivas del régimen burgués en su etapa imperialista o
monopolista, y de esta manera surgen paso a paso las condiciones –que antes,
durante medio siglo, no habían existido- para que se produzca un nuevo auge
socialista”.
La creciente desigualdad social es producto de la globalización capitalista.
La creciente desigualdad social es producto de la globalización capitalista.
Con los criterios
expuestos, revisamos algunos de los abundantes datos aportados por Thomas Piketty sobre la desigualdad
social en el capitalismo del siglo XXI.
Piketty afirma que medida
patrimonialmente la riqueza (conjunto de bienes muebles e inmuebles privados
netos), ésta se haya concentrada de la siguiente manera: en Francia, el 1% más rico de la población posee el 22% del patrimonio;
en el Reino Unido el 30%; y e Estados Unidos el 32%(8).
Si en vez del 1% se toma el décil más rico de la población tenemos que éste posee en Francia el 60% del patrimonio; en el Reino Unido el 70%; en Estados Unidos el 70%. Por contra, el 50% más pobre de la población de esos países sólo posee el 5%.
Si en vez del 1% se toma el décil más rico de la población tenemos que éste posee en Francia el 60% del patrimonio; en el Reino Unido el 70%; en Estados Unidos el 70%. Por contra, el 50% más pobre de la población de esos países sólo posee el 5%.
Medido el ingreso promedio
anual, según Piketty en la Unión Europea
el 50% de la población más pobre posee un patrimonio de 20 mil euros; la
mal llamada “clase media”, el 40% de
la población con ingresos medios, posee un patrimonio que oscila entre 100 mil
y 400 mil euros; el 9% que sigue posee sobre los 800 mil euros de patrimonio; y
el 1% más rico de la población recibe desde 5 millones de euros en adelante.
Con el mismo criterio
metodológico, la situación a nivel
mundial sería la siguiente: el 0,1%
de la población posee el 20% del patrimonio mundial; el 1% el 50% del patrimonio; el 10% más rico posee entre el 80 y el 90% del
patrimonio. Peor aún, tan sólo 225
personas en el mundo poseen un patrimonio medio de 15.000 millones de euros.
Piketty calcula el ritmo de
acumulación de riqueza por parte de esta minoría en un 6% anual, con lo cual
estima que hacia el año 2043 esas 225 personas poseerán el 60% del patrimonio
mundial.
En términos históricos, Piketty también demuestra que la
concentración de la riqueza en Europa, que era altamente desigual en el siglo
XIX, tendió a moderarse a lo largo del siglo XX, gracias a la Revolución Rusa, las dos guerras
mundiales y la crisis capitalista que derivó en la política keynesiana (estado benefactor) como una respuesta
económica frente a la revolución social que amenazaba al sistema capitalista
global.
Luego empieza el camino
inverso gracias al Consenso de Washingto
de 1980, que impuso el modelo de globalización neoliberal que hemos
descrito antes, el cual se vio reforzado en 1990 con la desaparición de la
Unión Soviética y su bloque.
En Europa, en 1810, el décil más rico de la población poseía el 80% del patrimonio; en 1910
este décil concentraba el 90% del patrimonio; para decrecer hasta 1975, cuando bajó a cerca del 60%. El signo empieza a cambiar en las
dos últimas décadas del siglo XX, y vuelve a crecer el proceso de acumulación
de la riqueza en manos del décil
superior hasta representar el 65%
del patrimonio en 2010.
Muchos otros datos, basados
en los criterios metodológicos señalados, se desprenden de la abundancia de
información aportada por los cuadros de Piketty,
y pueden ser consultados por internet (9).
Para los efectos nuestros, basta con lo citado hasta aquí.
Podrían complementarse esas
estimaciones con otras, de otros especialistas e incluso con las de organismos
internacionales, por ejemplo, los estudios sobre pobreza de CEPAL para nuestro continente. Al
margen de las precisiones metodológicas, todas las fuentes muestran un mundo
capitalista crecientemente desigual.
Desde nuestra perspectiva,
y en conclusión, la solución a la desigualdad
creciente del capitalismo no se encuentra en pequeñas medidas económicas o
sociológicas, sino
en grandes transformaciones políticas. Pero eso es harina de otro costal.
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Notas:
1) Piketty, Thomas. Capital in the Twenty-First Century. The belknap of Harvard University Press. Cambridge, Massachusetts. London, England. 2014.
1) Piketty, Thomas. Capital in the Twenty-First Century. The belknap of Harvard University Press. Cambridge, Massachusetts. London, England. 2014.
2) Piketty, T. Citado en: “Reflexiones
metodológicas y políticas sobre El capital en el siglo XXI y el concepto de
capital”, de James Galbraith.
3) EL CAPITAL, TOMO III. Sección séptima., Los
réditos y sus fuentes. Capítulo XLVIII: La fórmula trinitaria.
4) “Sobre la economía-mundo actual.
Entrevista a I. Wallerstein”.
Revista Herramienta No.8. Buenos Aires, 1998.
5) “La teoría de la dependencia y el sistema mundial”, Entrevista a T. Dos Santos. Revista Herramienta No.8. Buenos Aires,
1998
6) Van den Eynde, A. Globalitzación, La
dictadura Mundial de 200 empreses. Edicions de 1984. Barcelona, 1999.
7) “Foro Social Mundial analiza crisis del
capitalismo senil”. Voz Independiente No. 68. Panamá, mayo/junio de 2001
8) Toussaint, Eric. “Thomas Piketty “El capitalismo del siglo XXI”: la gran
desigualdad...”.
9) http:///piketty.pse.ens.fr/fr/capital21.
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