martes, 1 de julio de 2014

GLOBALIZACIÓN Y DESIGUALDADES.- LA GLOBALIZACIÓN COMO GOLPE DE ESTADO FINANCIERO.

&&&&&
La globalización y el neoliberalismo parecen ser lo mismo. Sin embargo, un análisis más cuidadoso permite reconocerlos como fenómenos esencialmente distintos: en su caso, la globalización resulta ser un fenómeno histórico consustancial al capitalismo; mientras que, el neoliberal, es un proyecto político impulsado por agentes sociales, ideólogos, intelectuales y dirigentes políticos con identidad precisa, pertenecientes, o al servicio, de las clases sociales propietarias del capital en sus diversas formas. La convergencia de ambos procesos, forma la modalidad bajo la que se desarrolla el capitalismo en la época actual. A partir de esta propuesta teórica, las siguientes líneas tienen varios objetivos: uno que no el primero, es ofrecer algunas reflexiones sobre los aspectos que permiten diferenciar a la globalización del neoliberalismo; otro, es realizar el análisis de los rasgos que caracterizan la convergencia de ambos procesos, que actualmente forman una modalidad histórica concreta del capitalismo; y, finalmente, se pone de manifiesto la desigualdad mediante la que transcurre el proceso de imposición del neoliberalismo a la globalización.

Globalización y neoliberalismo

La globalización concepto que hace referencia aún proceso económico, social, político y cultural, como concepto abstracto expresa la nueva modalidad de la expansión del capitalismo a partir del último cuarto del siglo XX. La globalización es el concepto que define las transformaciones económicas, políticas y sociales ocurridas en todo el mundo a partir el éxito de la desregulación a mitad de los años setenta, que posteriormente se intensificaron después del colapso del socialismo real a finales de los años ochenta. Por supuesto, la globalización es un proceso histórico incompleto, permanente y totalizador, aunque geográfica, económica y socialmente desigual como lo es el propio desarrollo del capitalismo, de otra manera dicha, la globalización no opera de la misma manera en todos los ámbitos de la sociedad ni en todos los países del mundo.  La globalización, sin duda, es resultado de un proceso determinado por la concurrencia de diversos factores vinculados entre sí por una relación múltiple, compleja y contradictoria, donde alguno, o algunos de ellos, en distintos y determinados momentos pueden tener un mayor significado que los demás pero sin llegar a ser ninguno el determinante de las características del proceso, en tanto el todo no puede ser definido por las partes, ni éstas por aquel.  Entre otros, los factores que caracterizan a la globalización, son: la expansión del sistema económico capitalista; la nueva forma de organización territorial y política del sistema mundial como proceso permanente (donde el Estado–nación es desplazado de las tareas que, tradicionalmente, venía desempeñando); el proceso de expansión de las empresas multinacionales y su peso específico en la producción mundial; el desarrollo de las comunicaciones y la rapidez con que transcurre la innovación tecnológica.

Ahora bien, tal como advierte Eric Hobsbawm: “

Si bien el proceso de globalización es irreversible y, en algunos aspectos, independiente de lo que hagan los gobiernos, otra cosa es la ideología basada en la globalización, la ideología del free market, el neoliberalismo, eso que se ha llamado también ‘fundamentalismo del libre mercado.’ El carácter neoliberal de la globalización, es decir, el sometimiento del proceso de producción, distribución circulación y consumo al “fundamentalismo del libre mercado”, así como de la vida social a los valores del individualismo, se impone mediante un proceso político dirigido por la clase dominante, o su fracción hegemónica.

/////



GLOBALIZACIÓN Y DESIGUALDADES.
*****

Jaime Rodríguez Arana.

Nuevo Diario lunes 30 de junio del 2014.

La globalización, lo que hoy denominamos pomposamente con este nombre, ni es algo propio exclusivamente de este tiempo, ni constituye, sin más, la panacea que arregla todos los problemas como si de una varita mágica se tratara.

La existencia de desigualdades en lo que se refiere a la prosperidad económica de naciones y habitantes es obvia y no necesita de mayores comentarios. Algunos, los representantes del pensamiento único anti-globalización señalarán a este fenómeno como el gran causante de esas lacerantes diferencias entre países pobres y países ricos, entre personas pobres y personas ricas. Otros, los fundamentalistas pro-globalización, afirman que este movimiento, que consideran señal de identidad de los tiempos que nos ha tocado vivir, terminará por eliminar esa tremenda brecha entre los fuertes y los débiles, entre los de más y los de menos renta disponible.

Pues bien, precisamente estos días se ha publicado un nuevo informe de la OCDE en el que se recuerda que la pobreza ha aumentado en muchos países desde 2007, eliminado la mayor parte de las mejoras en los niveles de vida alcanzados por los hogares de bajos ingresos en los 20 años previos a la crisis. Los datos manejados por la OCDE constatan algo terrible: los jóvenes y los niños están sustituyendo a los ancianos como el grupo de mayor riesgo de pobreza. Y, para nosotros los españoles, este informe nos dice que somos uno de los países del mundo en los que más crece la desigualdad.

En mi opinión, la posición de Amartya Sen en esta discusión es prudente, ponderada y anclada en el sentido común. Para este economista, que ha pasado a los libros por sus conocidas investigaciones sobre la dimensión humana del desarrollo, la cuestión es bien sencilla: la globalización en sí misma podría acarrear una fuente de mejoras importantes en las condiciones de vida de los habitantes, y a veces lo hace. El problema está en que las circunstancias en que la globalización podría comportar mayores beneficios para los más pobres, no se dan estos momentos. Por eso, no es válido oponerse por sistema a la globalización como si fuera la causa de todos los males.

Lo que sí hemos de intentar, porque precedentes hay y son muy positivos, es, en palabras de Sen, trabajar a favor de una mejor división de los beneficios derivados de la integración económica a nivel mundial. Es decir, buscar unas condiciones en las que la globalización pueda también beneficiar a los países más pobres.

En este punto, el propio Sen descalifica por errónea la retórica que señala que la globalización hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Esta afirmación, en mi opinión, representa una perspectiva ideologizada que parte de prejuicios y a prioris bien conocidos por todos. La cuestión clave se podría formular en estos términos: ¿Podrían los países ricos haberse enriquecido a través del mismo proceso de globalización si las circunstancias que los gobiernan fueran distintas? O en otros términos, ¿Podrían buscarse otros contextos, otras condiciones en las que fuera posible que la globalización beneficie a los países ricos y a los países pobres?

Sen opina que es posible siempre que se introduzcan nuevas políticas estatales y locales orientadas a promover programas educativos de calidad, a establecer asistencia médica básica, a promover la igualdad entre hombres y mujeres, a mejorar la agricultura…Estas medidas deberían verse acompañadas por un ambiente en el comercio internacional más favorable al acceso de los productos de los países pobres a los mercados de los ricos, lo que ayudaría a las naciones más pobres a obtener mayores beneficios económicos a escala mundial. Con estos cambios, sentencia Amartya Sen, la globalización puede convertirse en un fenómeno equitativo y justo.
*****

LA GLOBALIZACIÓN COMO GOLPE DE ESTADO FINANCIERO.
*****
Jorge Alemán *

Página /12 viernes 28 de junio del 2014.

La globalización ha sido el argumento histórico que ha encubierto la verdadera situación del capitalismo financiero: el estado de excepción sin el clásico golpe de Estado. La teoría que intentaba mostrar a la globalización como una red que se expandía sin límite y sin centro fue tan sólo un recurso ideológico para obturar el siempre difícil pensamiento emancipatorio. Para dificultar una vez más la inteligibilidad de su lógica.

La deuda es el instrumento político de este terrorismo de Estado de nuevo cuño. En otros términos, el golpe financiero en el siglo XXI es un golpe que se ha realizado con la complicidad de los Estados dominantes y sus aparatos jurídicos, todos ellos pertenecientes a lo que llamamos la “racionalidad” neoliberal. El “estar endeudado” es el dispositivo con el que se extorsiona a la población para hacerla renunciar a su responsabilidad política. Una población excluida de la responsabilidad política es una población reducida a los protocolos de evaluación y contabilidad, instrumentos que reducen al sujeto a su pura vida desnuda.

En la Argentina, el Megacanje, el Blindaje y ahora el fallo del tribunal americano a favor de los fondos buitre son un clarísimo ejemplo de este mecanismo que obliga a las generaciones a la exclusión generalizada. Sin embargo, esa exclusión, paradójicamente, continúa siendo productora de plusvalía, incluso en el desempleo y en la desocupación permanente, en la medida en que el consumo de publicidad es incesante. Es la nueva realidad del individuo de masa que, aun estando desposeído, sigue siendo un potencial consumidor de todos los artefactos técnicos que promueven las estructuras mediáticas.

Los esfuerzos del gobierno kirchnerista en su intento por mantener la soberanía quedarán para la historia como un testimonio singular del esfuerzo de un gobierno democrático por no perder el rumbo de su legado histórico de emancipación frente a los dispositivos de endeudamiento neoliberal. Algún día, la historia y sus sujetos hablarán de los intelectuales en los medios hegemónicos, advirtiendo siempre sobre el “espectro” populista mientras preparaban el camino de los centuriones y los lobos. A pesar del escepticismo que este panorama infunde, todavía se puede pensar que el presente es injusto, pero la historia es el lugar donde la verdad retorna. Por ello, aquellos sermoneadores de la ética en medios hegemónicos salpicados de sangre, aquellos expertos en economía cómplices de lo peor, que recuerdan siempre las “reformas estructurales inevitables”, aquellos custodios de la “racionalidad” que advierten día tras día sobre el demonio populista, aquellas izquierdas pseudo republicanas, pseudo socialistas de las “bellas almas” reunidas que gustan denunciar el carácter prosaico del mundo, que no piensen que la cosa va a ser tan fácil para ellos, porque son muchos los que han tejido una memoria común, que los recordarán en su traición.

*****
* Psicoanalista y escritor. Consejero cultural en la Embajada de Argentina en España.


*****

No hay comentarios: