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En marzo de 2011, en medio
de un levantamiento contra el gobernante libio Muammar Kadafi como parte de la primavera árabe, el Consejo de Seguridad de la
ONU adoptó la resolución 1973, que llamaba a detener el fuego y poner fin a la
violencia y a todos los ataques y abusos contra civiles. El
triunvirato imperial –Francia, Inglaterra y Estados Unidos– decidió al instante
violar la resolución, convertirse en la fuerza aérea de los rebeldes e
intensificar la violencia. Su campaña
culminó en el asalto al refugio de Kadafi en Sirte, el cual dejaron devastado
por completo, reminiscente de las escenas más sombrías de Grozny, hacia el final de la sangrienta
guerra de Rusia en Chechenia, según
reportes de testigos en la prensa británica. A un costo sangriento, el triunvirato
logró su objetivo de cambio de régimen, en
violación de sus piadosos pronunciamientos en contrario.
El resultado es que hoy
Libia es despedazada por milicias en conflicto, en tanto se ha desatado el
terror yihadista en gran parte de África, junto con un
flujo de armas que llega hasta Siria. Existen muchas pruebas de
las consecuencias de esta política del mazo. Veamos la República Democrática del Congo, antes Congo Belga, un
enorme país rico en recursos… y una de las peores historias de horror contemporáneas.
Tuvo la oportunidad de desarrollarse con éxito luego de alcanzar la
independencia en 1960, bajo el gobierno
del primer ministro Patricio Lumumba. Pero Occidente no quería nada de eso.
Allen Dulles, director de la CIA,
determinó que la remoción de Lumumba
debía ser un objetivo urgente y primordial de una acción encubierta, sobre todo
porque las inversiones estadunidenses en el país peligraban a causa de lo que documentos
internos llamaban nacionalistas radicales.
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EEUU, líder
mundial en "crímenes internacionales"
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Noam Chomsky.
La Jornada.- lunes 21 de
julio del 2014.
La primera plana del New
York Times del 26 de junio muestra la foto de una mujer que llora a un
iraquí asesinado, una de las innumerables víctimas de la campaña del llamado
Estado Islámico en la que el ejército iraquí, armado y entrenado durante años
por Estados Unidos, se disolvió con rapidez, abandonando gran parte de Irak a
unos cuantos militantes, experiencia nada novedosa en la historia imperial.
Arriba de la fotografía está el famoso lema del periódico: Todas las noticias
que es apropiado imprimir.
Hay una omisión crucial. La
primera plana debería desplegar las palabras del juicio de prominentes nazis en
Nüremberg, las cuales deberían repetirse hasta que penetren la conciencia
general: la agresión es el supremo crimen internacional, sólo diferente de
otros crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulado de todos.
Y junto a esas palabras debe
estar la admonición de Robert Jackson, fiscal principal de Estados Unidos en
ese juicio: El fundamento sobre el cual juzguemos a estos acusados será el
fundamento sobre el cual la historia nos juzgará mañana. Dar un cáliz
envenenado a estos acusados es ponerlo también en nuestros labios.
La invasión de Irak por
Estados Unidos y Gran Bretaña fue un ejemplo de libro de texto de lo que es
agresión. Los apologistas invocan nobles intenciones, que serían irrelevantes
aun si sus alegatos se sostuvieran.
A los tribunales de la
Segunda Guerra Mundial no les importó un bledo que los imperialistas japoneses
intentaran llevar un paraíso en la Tierra a los chinos que masacraron, ni que
Hitler enviara tropas a Polonia para defender a Alemania del terrorismo salvaje
de los polacos. Lo mismo se aplica cuando bebemos del cáliz envenenado.
Los que están del lado
donde golpea la cachiporra tienen pocas ilusiones. Abdel Bari Atwan, editor de
un sitio web panárabe, observa que el principal factor causante del caos actual
(en Irak) es la ocupación de Estados Unidos y Occidente y el apoyo árabe a
ella. Cualquier otra afirmación es engañosa y apunta a distraer la atención de
esta verdad.
En una entrevista reciente
en el programa de televisión de Bill Moyers, Moyers & Company, el
especialista iraquí Raed Jarrar delineó lo que nosotros en Occidente deberíamos
saber. Como muchos iraquíes, Jarrar es mitad chiíta y mitad sunita, y antes de
la invasión apenas si conocía las identidades religiosas de sus parientes
porque la secta no formaba parte de la conciencia nacional.
Jarrar nos recuerda que la
pugna sectaria que destruye nuestro país... comenzó sin duda con la invasión y
ocupación estadunidense. Los agresores destruyeron la identidad nacional iraquí
y la remplazaron con identidades sectarias y étnicas, que comenzaron cuando
Washington impuso un consejo de gobierno basado en identidad sectaria, algo
nuevo en Irak.
Hoy día chiítas y sunitas
son enemigos acérrimos, gracias al mazo que blandieron Donald Rumsfeld y Dick
Cheney (secretario de Defensa y vicepresidente en el gobierno de George W.
Bush, respectivamente), junto con otros como ellos que nada entendían más allá
de la violencia y el terror, y que ayudaron a crear conflictos que ahora hacen
pedazos la región.
Otros encabezados informan
del resurgimiento del talibán en Afganistán. El periodista Anand Gopal explica
las razones en su notable libro No Good Men Among the Living: America, the
Taliban, and the War through Afghan Eyes (No hay buenos entre los vivos:
Estados Unidos, el talibán y la guerra vista con ojos afganos).
En 2001-02, cuando el mazo
estadunidense golpeó Afganistán, los extranjeros de Al Qaeda que se ocultaban
allí desaparecieron y el talibán se disolvió. Muchos escogieron, en el estilo
tradicional, acomodarse entre los nuevos conquistadores.
Pero Washington estaba
desesperado de encontrar terroristas que aplastar.
Los hombres fuertes que impusieron como gobernantes pronto descubrieron que podían explotar la ciega ignorancia de los estadunidenses y atacar a sus enemigos, incluso a quienes colaboraban gustosamente con los invasores. En poco tiempo el país fue gobernado por esos crueles señores de la guerra, mientras muchos antiguos talibanes que buscaban unirse al nuevo orden recrearon la insurgencia.
Los hombres fuertes que impusieron como gobernantes pronto descubrieron que podían explotar la ciega ignorancia de los estadunidenses y atacar a sus enemigos, incluso a quienes colaboraban gustosamente con los invasores. En poco tiempo el país fue gobernado por esos crueles señores de la guerra, mientras muchos antiguos talibanes que buscaban unirse al nuevo orden recrearon la insurgencia.
Más tarde el mazo fue
recogido por el presidente Obama, al encabezar desde atrás el aplastamiento de
Libia.
En marzo de 2011, en medio
de un levantamiento contra el gobernante libio Muammar Kadafi como parte de la
primavera árabe, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1973,
que llamaba a detener el fuego y poner fin a la violencia y a todos los ataques
y abusos contra civiles.
El triunvirato imperial
–Francia, Inglaterra y Estados Unidos– decidió al instante violar la
resolución, convertirse en la fuerza aérea de los rebeldes e intensificar la
violencia. Su campaña culminó en el asalto al refugio de Kadafi en Sirte, el
cual dejaron devastado por completo, reminiscente de las escenas más sombrías
de Grozny, hacia el final de la sangrienta guerra de Rusia en Chechenia, según
reportes de testigos en la prensa británica. A un costo sangriento, el
triunvirato logró su objetivo de cambio de régimen, en violación de sus
piadosos pronunciamientos en contrario.
La Unión Africana (U.A): es la organización
supranacional del ámbito africano, dedicada a incrementar la integración
económica y política y a reforzar la cooperación entre sus Estados miembros. La
UA, nació en marzo del 2001, fecha en que se firmó el pacto de Sirte en la
Ciudad homónima de Libia, reemplazando a la Organización para la Unidad
Africana. La U.A. está inspirada en la Unión Europea.
***
La Unión Africana se opuso
con energía al asalto del triunvirato. Como informó el especialista en África
Alex de Waal en la revista británica International Affairs, la UA
propuso un mapa de ruta que instaba al cese del fuego, asistencia
humanitaria, protección de migrantes africanos (que en su mayoría eran asesinados
o expulsados) y otros nacionales extranjeros, y a adoptar reformas políticas
para eliminar las causa de la crisis actual, más otros pasos para instaurar un
gobierno interino incluyente y consensuado, que conduzca a elecciones
democráticas.
El esquema de la UA fue
aceptado en principio por Kadafi, pero desdeñado por el triunvirato, que no
estaba interesado en verdaderas negociaciones, observa De Waal.
El resultado es que hoy
Libia es despedazada por milicias en conflicto, en tanto se ha desatado el
terror yihadista en gran parte de África, junto con un flujo de armas que llega
hasta Siria.
Existen muchas pruebas de
las consecuencias de esta política del mazo. Veamos la República Democrática
del Congo, antes Congo Belga, un enorme país rico en recursos… y una de las
peores historias de horror contemporáneas. Tuvo la oportunidad de desarrollarse
con éxito luego de alcanzar la independencia en 1960, bajo el gobierno del
primer ministro Patricio Lumumba. Pero Occidente no quería nada de eso. Allen
Dulles, director de la CIA, determinó que la remoción de Lumumba debía ser un
objetivo urgente y primordial de una acción encubierta, sobre todo porque las
inversiones estadunidenses en el país peligraban a causa de lo que documentos
internos llamaban nacionalistas radicales.
Bajo la supervisión de
oficiales belgas, Lumumba fue asesinado, cumpliendo el deseo de Eisenhower de
que cayera en un río lleno de cocodrilos. Congo fue entregado al favorito de
Washington, el asesino y corrupto dictador Mobutu Sese Seko, y de allí el
actual naufragio de las esperanzas africanas.
En lugares más cercanos es
más difícil cerrar los ojos a las consecuencias del terrorismo de Estado de
Washington. Hoy reina la preocupación sobre el éxodo de niños que huyen a
Estados Unidos desde Centroamérica. El Washington Post informa que el
incremento de estos migrantes procede en su mayor parte de Guatemala, El
Salvador y Honduras, pero no de Nicaragua. ¿Por qué? ¿Podría ser que cuando el
mazo de Washington aporreaba la región, en la década de 1980, Nicaragua era el
único país que contaba con un ejército para defender a la población de los
terroristas dirigidos por Estados Unidos, mientras en los otros tres países los
terroristas que devastaban a la población eran los ejércitos entrenados y
equipados por Washington?
El presidente Obama ha
propuesto una respuesta humanitaria a la trágica migración: una deportación más
eficiente. ¿A alguien se le ocurren alternativas?
Es injusto omitir los
ejercicios de poder blando y el papel del sector privado. Un buen ejemplo es la
decisión de Chevron de abandonar sus tan publicitados programas de energía
renovable, porque los combustibles fósiles son mucho más redituables.
Exxon Mobil a su vez
anunció que “su enfoque tipo láser en combustibles fósiles es una estrategia
sólida, sin considerar el cambio climático –reporta Bloomberg Businessweek–,
porque el mundo tiene gran necesidad de energía y resulta ‘sumamente
improbable’ que ocurran reducciones significativas de carbono”.
Por tanto, es un error
recordar día tras día el juicio de Nüremberg a los lectores. La agresión ya no
es el supremo crimen internacional. No puede compararse con la destrucción de las vidas de
generaciones futuras para obtener mayores ganancias hoy.
Traducción: Jorge Anaya.
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