miércoles, 30 de julio de 2014

LA CRISIS PERUANA NO ES COYUNTURAL. ( LA DESACELERACIÓN DE LA ECONOMÍA PERUANA.) PROMESAS ARCHIVADAS, BANDERAS RENOVADAS.-

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“LA DESACELERACIÓN DE LA ECONOMÍA PERUANA. El INEI acaba de entregar las cifras del crecimiento mensual de la economía peruana y estas sólo demuestran que vamos de mal en peor. Si pensábamos que estábamos perdiendo el paso con el crecimiento registrado en abril de sólo 2,01%, en mayo, el crecimiento de 1,84% (menor al ya de por sí mezquino 2,9% que se proyectaba) nos aclaró las cosas: el modelo económico basado en la extracción de materias primas está fracasando. La minería y el sector hidrocarburos han presentado una de las principales caídas al registrar un descenso de -4,49%. Son justamente estos sectores los que el paquete reactivador del ministro Castilla quiere atender descuidando al resto. No obstante, los efectos de este paquete serán casi nulos pues las decisiones de inversión privadas no sólo se basan en los costos sino también en la rentabilidad esperada y en esta última influyen mucho los precios internacionales. Según estudios del FMI y el Banco Mundial, los precios de nuestros principales productos de exportación tradicionales, cobre y oro, seguirán en una tendencia a la baja hasta el 2018. Por ello, es muy probable que el paquete actual y aquellos que han de venir no incentivarán ninguna inversión adicional en estos sectores en el corto plazo. En tanto, el sector construcción creció en 4,75% en mayo mientras que la manufactura cayó en 2,53%. La pesca es la que más se ha visto afectada con una caída de -9,32% (tal vez, como indicio de que se avecina el Fenómeno del Niño). Con estos datos, la Cámara de Comercio de Lima reduce su proyección de crecimiento en el 2014 a entre 3,8% y 4,3% aunque bien podría seguir reduciéndose ante los evidentes errores en política macroeconómica que surgen desde el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). El gobierno espera que recién a partir del segundo semestre la economía vuelva a crecer por efecto del paquete y las medidas de urgencia como la liberación de las CTS y el aumento de los aguinaldos en el sector público. Lamentablemente, estas medidas podrían no tener el efecto deseado en el corto plazo y, dado que son efectivas sólo para este año, no son la real solución al problema pues aún seguiríamos dependiendo del extractivismo económico y, con ello, de los vaivenes de la economía internacional que no tiene visos de recuperarse en el mediano plazo.

El Banco Central de Reserva (BCR) realizó la semana pasada una reducción de la tasa de interés de referencia de 4% a 3,75% con el objetivo de incentivar las inversiones y el consumo. Sin embargo, el presidente del BCR, Julio Velarde, anunció que esto no se trataba de un ciclo de reducciones. Por lo tanto, esta medida no sólo sería tardía sino también un saludo a la bandera al no tener un efecto consistente ni en la economía ni en las expectativas del sector privado. El premier, René Cornejo, - ya fue, renuncio - anunció que el presidente Ollanta Humala tiene pensado presentar en su mensaje a la Nación de este 28 de julio el Plan Nacional de Diversificación Productiva. Este plan será entonces la solución del presente gobierno para dejar de depender de los commodities. Dependiendo de cómo esté planteado, este plan podría ser una alternativa viable en ese sentido. La desaceleración económica sigue su curso y mientras tanto, el gobierno sigue y seguirá mandando paquetes tardíos, equivocados e influenciados por dos razones principales: el lobbysmo de algunos sectores que dicen ser capaces de revertir la crisis con estas medidas que favorecen limitadamente su estructura de costos, y la incompetencia de nuestras autoridades económicas tanto en el MEF como en el BCR. Otra Mirada.- viernes 18 de julio del 2014.


El pueblo peruano tiene derecho a conocer la verdad sobre la crisis económica mundial y sus efectos colaterales en nuestro país, como una eventual desaceleración de la economía nacional, “Al menos, no he faltado a la verdad. He dicho la verdad (sobre la posibilidad de una desaceleración económica), y es bueno que la sepan porque creo que es un derecho del pueblo, el saber la verdad. Como también es un derecho del pueblo tener esperanza”. afirmó el presidente Ollanta Humala.

PROMESAS ARCHIVADAS, BANDERAS RENOVADAS. El panorama hoy, a tres años del inicio del gobierno de Ollanta Humala, es de abandono de las promesas de cambio que lo llevaron al poder, de pérdida de una extraordinaria oportunidad para encaminar al Perú en un rumbo distinto y por lo tanto de agudización de los problemas frente a los cuales emergió su candidatura. El caso más grave es el de la política. La falta de legitimidad de los que gobiernan, ante la ausencia de cambios mínimos que acerquen a la población y las autoridades, ha dado paso al cinismo y la corrupción. Los casos de los alcaldes y presidentes regionales no habidos  y detenidos, de los ex presidentes acusados y de los continuos escándalos que rodean al Poder Ejecutivo son una muestra de ello. La política se ha establecido así como un negocio deteriorando gravemente la esperanza de millones de peruanos en un porvenir distinto. Pero el caso de la oportunidad perdida más clamoroso está  en la economía. Como lo dijo el propio Humala en campaña el ciclo de los altos precios de las materias primas iba a llegar a su fin y eso es exactamente lo que está sucediendo. Por más que se exprima a los trabajadores y se deprede al extremo el medio ambiente, no hay solución sino se cambia el modelo de crecimiento económico impulsando la diversificación productiva y la industrialización del país. Si se hubiera aplicado el programa de la gran transformación hoy no estaríamos en este momento de desaceleración. Las recetas económicas alternativas del 2011 vuelven a estar a la orden del día.

Esta forma de entender las cosas al revés, creyendo que los problemas son los trámites y los derechos laborales y ambientales y no el modelo, es lo que lleva a modificar la política ambiental, asumiendo que así se bajan costos y se va a incentivar la inversión. Cosa parecida sucede con la descentralización. Se busca limitar sus alcances e incluso ponerla en cuestión porque se la considera un experimento muy caro y una molestia para las inversiones en el interior del país. No basta con la recentralización económica que lleva adelante el MEF desde hace varios años, ahora pretenden reabsorber las competencias de los gobiernos subnacionales para gestionar un gobierno más barato y supuestamente más efectivo. Por último, la persistencia neoliberal ha llevado a un supremo deterioro de los derechos sociales universales en trabajo, educación, salud y pensiones. Paradójicamente el gobierno de Humala se atreve a una expropiación de derechos, entendidos como bienes públicos, a la que no se atrevieron Fujimori, Toledo ni García. El trabajo con derechos se convierte en la excepción, la salud y la educación, al igual que las pensiones, se buscan convertir masivamente en mercancías. El lema parece ser que cada uno baile con su pañuelo. Dada la situación y el deterioro de la autoridad gubernamental parece difícil esperar otra cosa de este humalismo en el tiempo que le queda. Lo más viable es recoger y ordenar las banderas que han sido abandonadas para lograr un gobierno democrático el 2016 que nos saque del marasmo de la corrupción y devuelva a nuestro pueblo la esperanza de un Perú en camino al bienestar. Otra Mirada 25-07-2014.
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Banco Mundial, China, La desaceleración del crecimiento de la economía china obligará al Gobierno del país asiático a incrementar el gasto presupuestario para evitar una rápida “paralización” de su economía. ¿Todo depende de la economía China, o es el modelo, peruano primario exportador, extractivista, depredador ambiental, el origen de la desaceleración “brutal” del crecimiento macro-económico?.
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LA CRISIS PERUANA NO ES COYUNTURAL.
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Jurgen Shuldt.

Fuente: Revista semanal Hildebrandt en sus trece. Viernes 25 de Julio 2014. Año 5. Nº 212.

Cuando evaluamos las perspectivas de la economía peruana, al margen de los aciagos factores domésticos que vienen desacelerándola, nos limitamos a observar el desempeño del PBI de las economías que más demandan los productos primarios en los que nos hemos especializado. De donde extraemos conclusiones sobre la posible evolución económica a partir de las tendencias del valor -y particularmente de los precios- de nuestras exportaciones, sobre todo de las minero-hidrocarburíferas. Esas consideraciones han llevado a la conclusión de que la actual desaceleración -que se considera transitoria- es atribuible en gran medida al ralo crecimiento de países o conglomerados como la Unión Europea, China, Sudeste Asiático y EE.UU.

El error que se comete cuando se realiza este tipo de pronósticos se debe al hecho de que no se considera el lado de la producción global de los commodities en que destacamos como exportadores. De hacer este tipo de análisis, nos encontraríamos con dos sorpresas.

De un lado, que los propios países avanzados están incrementando la producción de esos productos vitales (como el cobre y el petróleo) para reducir su dependencia externa relativa y para animar sus economías, con lo que -aparte de su magro crecimiento doméstico- vienen demandando menores volúmenes de esas materias primas en el mercado internacional en general y en el peruano en particular. De oba parte, y más peligrosamente a mediano plazo, ignoramos que lo mismo viene sucediendo -y cada vez más generalizadamente- en las economías primario-exportadoras emergentes y atrasadas del África y Latinoamérica, con lo que viene aumentando la oferta mundial de los productos que nosotros exportamos. De ambos procesos, caída de la demanda de los países desarrollados y aumento de la oferta de los subdesarrollados, procede la caída de los precios de nuestras principales exportaciones, especialmente las mineras.

Adoptemos la producción mundial de cobre como ejemplo ilustrativo de esa evolución tan perjudicial para nosotros. Se observa que, en los cuatro años de lo que va de la presente década (2010-2013), esa producción aumentó en 11.2% (1’800,000 toneladas). La participación del Perú en ese total ha caído paulatinamente a un magro 7.3% del total, debido a que nuestra producción aumentó apenas en 50,000 toneladas. En cambio, en ese cuatrienio se dieron incrementos sustanciales en varios países avanzados y en muchos emergentes y subdesarrollados, parte de los cuales llevaron a una desaceleración de la demanda global, con el consiguiente desplome de los precios. Como tal, contra lo que afirma a diario, no se trata de un fenómeno coyuntural sino de uno que nos amenazará a lo largo de toda la década.

Considerando únicamente los más importante productores, tenemos lo siguiente: entre las economías “avanzadas” destacan los incrementos e la producción cuprífera de Rusia (32.3%), Canadá (20%), EE.UU. (9.9 %) y Australia (13.8%) en 500,000 toneladas (31.7% del total del cuatrienio), casi la mitad de las cuales corresponden a Rusia. Entre las "emergentes" y "subdesarrolladas" destacan Chile (4.2%, que aumentó su producción de 380,000 toneladas), China (38.7%), Perú (4%), Congo (162.4%), Zambia (20.3%), México (84.6%) y Kazajistán (15.8%), que aumentaron la producción para el mercado mundial en más de dos terceras partes del incremento total.


“La tasa de crecimiento del PBI registra una tendencia claramente descendente desde el segundo trimestre de 2010 (véase gráfico). Si el escenario internacional descrito empeora o si solo se prolonga el actual estancamiento de la economía mundial, no hay manera de reeditar las tasas de crecimiento del período previo a la crisis”.

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Es este ultimo proceso el que nos interesa resaltar aquí, porque se trata de una tendencia que ya nos viene afectando y que nos impactará para peor a mediano y largo plazo, a medida que más y más países emergentes o subdesarrollados de la ex-Unión Soviética Este Asiático, África y Latinoamérica se vayan plegando a esta forma primario-exportadora de insertarse o ampliar su participación en la Nueva División Internacional del Trabajo.

Es fácil observar que algo similar al cobre viene sucediendo con la producción de petróleo, gas oro y demás minerales que representan una parte sustancial de nuestra canasta de exportaciones. Por lo que todas las proyecciones de corto y mediano plazo de los precios de nuestras principales exportaciones mineras tenderán a seguir cayendo a lo largo de esta década. En esas condiciones, aparte de Toromocho, veamos que tanto avanzan durante el próximo bienio los proyectos cupríferos de Constancia, Tía María, las Bambas, y las ampliaciones de Toquepala y Cerro Verde, en los que tantas esperanzas abriga el gobierno.

Una vez más, por lo tanto la excesiva concentración de nuestro aparato productivo en la exportación primaria, a pesa de los auspiciosos primeros años de bonanza, se ha convertido en un callejón sin salida. Tratándose de materias primas estratégicas son cada vez más los proyectos que vienen surgiendo en otros países, lo que nos está conduciendo a lo que técnicamente se conoce como un proceso de "competencia de fondo de pozo". Las empresas transnacionales siguen invadiendo aceleradamente todos los espacios "fáciles" del mundo para asegurarles los recursos requeridos a las economías desarrolladas y las economías subdesarrolladas se ofrecen –sin imponer mayores condiciones- para albergar esas inversiones extranjeras extractivas (especialmente obre y petróleo).

Eso sucedía mientras nosotros nos dormíamos en nuestros laureles de hojas cobrizas y doradas durante veinte años, ilusionándonos en que el auge de los precios internacionales de nuestras materias primas nunca acabaría El "piloto automático" –si bien equivocadamente direccionado- fue una clara muestra de esa expectativa. La que estaba aparentemente justificada por los borbotones (desaprovechados) de divisas e impuestos que venía generando a lo largo de estos últimos años de bonanza macroeconómica. Ahora que estamos cayendo en un pantano, queremos escapar pataleando desesperadamente, lo que no hará sino llevarnos al fondo del pozo por insistir en la gatoparda política de implementar “cambios para que nada cambie” y que, por tanto, no es sino un intento desesperado por asegurar el continuismo primario-exportador.

En esas circunstancias nuestros gobiernos (y más aún los de nuestros competidores) están implementando acrobacias cada vez más eventuales para atraer o incrementar la inversión extranjera directa (IED). Para ese efecto vienen reduciendo paulatina y desesperadamente las condiciones y exigencias para que ingrese o se mantenga en el país la IDE, a toda costa. Lo que nos llevará cada vez más al fondo del pantano, porque cuanto más pataleamos, más profundamente nos vamos hundiendo -acompañados por nuestros nuevos competidores- en el fondo del pozo. Resultado de medidas -"paquetes" los llaman ahora- que permitan aumentar nuestra "competitividad" espuria: liberalización del mercado de trabajo, reducción de las exigencias de las normas ambientales, burocracias cada vez más ágiles para otorgar concesiones, recortes selectivos de impuestos, ojos bizcos frente a la corrupción, contención de los aumentos del salario mínimo suavización de toda regulación para bajar costos, etc. Es decir, cancha libre para el capital foráneo, especialmente si explotan o vienen a ocupar zonas minero-hidro-carburíferas.

Parece un juego inteligente, pero sus actores no se percatan de la creciente competencia de otros países primario-exportadores. Esa política que baja las vallas para la IED o instaura medidas para atraerla se aplicaba entre las dos grandes guerras mundiales entre los países altamente industrializados para ganarles los mercados internacionales a sus vecinos. Entonces devaluaban el tipo de cambio y aumentaban los aranceles, uno tras otro... en un círculo vicioso en el que todos terminaron perdiendo. Se trataba, como hoy de otra manera, del célebre "dilema del prisionero" de la teoría de juegos.

De ahí que, por decirlo menos, resulta muy ingenuo creer y esperanzarse en que la minería pueda sacarnos del pantanoso atolladero. Ahora se promulgan medidas económicas y administrativas que no son más que placebos para evitar la desaceleración y que paradójicamente nos llevarán al despeñadero.

Finalmente, parecería una luz al final del túnel la “Diversificación Productiva” propuesta por el Ministro de la Producción. Desafortunadamente, con el reciente cambio de gabinete, no quedará sino en el papel por falta de tiempo y otros motivos, aún si recibe el respaldo político que requiere (y que no parece tener). Y es que el “modelo” está enraizado profundamente en el país. A saber: desde la Constitución de 1993, todas las organizaciones e instituciones (reglas de juego) del país han sido diseñadas durante 20 años como camisa de fuerza para sostener la primario exportación; la propia dinámica productiva endógena de nuestra economía extractivista posee mecanismos de retroalimentación que dificultan cualquier cambio de timón; la ruta está condicionada por los inamovibles intereses de los nuevos dueños del Perú y sus aliados internos y foráneos; y como es evidente, por la mentalidad cortoplacista (técnicamente: “descuento hiperbólico” ) de los políticos de todas las tiendas, lo que no abona a su favor a falta de una visión de largo plazo. Por ello, muy a nuestro pesar, creemos que son muy pocas las probabilidades para que se cambie de rumbo. Pero, optimistas como somos, creemos en la posibilidad de que aparezca un “cisne negro” de los de Nassim Taleb, que ojala no se convierta –indicios no faltan- en un gobierno altamente autoritario.

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