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“LA DESACELERACIÓN DE LA ECONOMÍA PERUANA. El INEI acaba de entregar las cifras del crecimiento mensual de la
economía peruana y estas sólo demuestran que vamos de mal en peor. Si pensábamos que estábamos
perdiendo el paso con el crecimiento registrado en abril de sólo 2,01%, en mayo, el crecimiento de 1,84% (menor al ya de por sí
mezquino 2,9% que se proyectaba) nos aclaró las cosas: el modelo económico
basado en la extracción de materias primas está fracasando. La minería y el
sector hidrocarburos han presentado una de las principales caídas al registrar un
descenso de -4,49%. Son
justamente estos sectores los que el paquete reactivador del ministro Castilla quiere atender descuidando al resto.
No obstante, los efectos de este paquete serán casi nulos pues las decisiones
de inversión privadas no sólo se basan en los costos sino también en la
rentabilidad esperada y en esta última influyen mucho los precios
internacionales. Según
estudios del FMI y el Banco Mundial, los precios de nuestros principales
productos de exportación tradicionales, cobre
y oro, seguirán en una tendencia a la baja hasta el 2018. Por ello, es muy
probable que el paquete actual y aquellos que han de venir no incentivarán ninguna inversión adicional en estos
sectores en el corto plazo. En tanto, el sector
construcción creció en 4,75% en mayo mientras que la manufactura cayó en 2,53%.
La pesca es la que más se ha visto afectada con una caída de -9,32% (tal vez,
como indicio de que se avecina el Fenómeno del Niño). Con estos datos, la Cámara de
Comercio de Lima reduce su
proyección de crecimiento en el 2014 a entre 3,8% y 4,3% aunque bien podría
seguir reduciéndose ante los evidentes errores
en política macroeconómica que
surgen desde el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). El gobierno espera que
recién a partir del segundo semestre la economía vuelva a crecer por efecto del
paquete y las medidas de urgencia como la liberación
de las CTS y el aumento de los aguinaldos en el sector público. Lamentablemente, estas medidas podrían
no tener el efecto deseado en el corto plazo y, dado que son efectivas sólo
para este año, no son la real solución al problema pues aún seguiríamos
dependiendo del extractivismo económico y, con ello, de los vaivenes de la economía
internacional que no tiene visos de recuperarse en el mediano plazo.
El Banco Central de Reserva (BCR) realizó la semana pasada una reducción
de la tasa de interés de referencia de 4% a 3,75% con el objetivo de incentivar
las inversiones y el consumo. Sin embargo, el presidente del BCR, Julio Velarde,
anunció que esto no se trataba de un ciclo de reducciones. Por lo tanto, esta
medida no sólo sería tardía sino también un saludo a la bandera al no tener un
efecto consistente ni en la economía ni en las expectativas del sector privado. El premier, René Cornejo, - ya fue, renuncio - anunció que el presidente Ollanta Humala tiene
pensado presentar en su mensaje a la Nación de este 28 de julio el Plan
Nacional de Diversificación Productiva. Este plan será entonces la solución del
presente gobierno para dejar de depender de los commodities. Dependiendo de
cómo esté planteado, este plan podría ser una alternativa viable en ese
sentido. La desaceleración económica sigue su curso y mientras tanto, el
gobierno sigue y seguirá mandando paquetes tardíos, equivocados e influenciados
por dos razones principales: el lobbysmo de algunos sectores que dicen ser
capaces de revertir la crisis con estas medidas que favorecen limitadamente su
estructura de costos, y la incompetencia de nuestras autoridades económicas
tanto en el MEF como en el BCR. Otra Mirada.- viernes 18 de julio del 2014.
El pueblo peruano tiene derecho a conocer la verdad
sobre la crisis económica mundial y sus efectos colaterales en nuestro país,
como una eventual desaceleración de la economía nacional, “Al menos, no he
faltado a la verdad. He dicho la verdad (sobre la posibilidad de una
desaceleración económica), y es bueno que la sepan porque creo que es un
derecho del pueblo, el saber la verdad. Como también es un derecho del pueblo
tener esperanza”. afirmó el presidente Ollanta Humala.
PROMESAS ARCHIVADAS, BANDERAS RENOVADAS. El panorama hoy, a tres años del inicio del gobierno de Ollanta Humala, es de
abandono de las promesas de cambio que lo llevaron al poder, de pérdida de
una extraordinaria oportunidad para encaminar al Perú en un rumbo distinto y
por lo tanto de agudización de los problemas frente a los cuales emergió su
candidatura. El caso más grave es el de
la política. La falta de legitimidad de los que gobiernan, ante la ausencia
de cambios mínimos que acerquen a la población y las autoridades, ha dado paso
al cinismo y la corrupción. Los casos de
los alcaldes y presidentes regionales no habidos y detenidos, de los
ex presidentes acusados y de los continuos escándalos que rodean al Poder Ejecutivo son una muestra de
ello. La política se ha establecido así como un negocio deteriorando gravemente
la esperanza de millones de peruanos en un porvenir distinto. Pero el caso de la oportunidad perdida más clamoroso está en la
economía. Como lo dijo el
propio Humala en campaña el ciclo de los
altos precios de las materias primas iba a llegar a su fin y eso es
exactamente lo que está sucediendo. Por más que se exprima a los trabajadores y
se deprede al extremo el medio ambiente, no hay solución sino se cambia el modelo de crecimiento económico
impulsando la diversificación productiva y la industrialización del país.
Si se hubiera aplicado el programa de la gran transformación hoy no estaríamos
en este momento de desaceleración. Las
recetas económicas alternativas del 2011 vuelven a estar a la orden del día.
Esta forma de entender las cosas al revés, creyendo que los problemas
son los trámites y los derechos laborales y ambientales
y no el modelo,
es lo que lleva a modificar la política ambiental, asumiendo que así se bajan
costos y se va a incentivar la inversión. Cosa
parecida sucede con la descentralización. Se busca limitar sus alcances e
incluso ponerla en cuestión porque se la considera un experimento muy caro y
una molestia para las inversiones en el interior del país. No basta con la recentralización económica que lleva adelante el MEF desde
hace varios años, ahora pretenden reabsorber las competencias de los gobiernos
subnacionales para gestionar un gobierno más barato y supuestamente más
efectivo. Por último, la persistencia
neoliberal ha llevado a un supremo deterioro de los derechos sociales universales en trabajo,
educación, salud y pensiones. Paradójicamente el gobierno de Humala
se atreve a una expropiación de derechos, entendidos como bienes públicos, a la que no se atrevieron Fujimori, Toledo
ni García. El trabajo con derechos se convierte en la excepción, la salud y
la educación, al igual que las pensiones, se buscan convertir masivamente en
mercancías. El lema parece ser que cada
uno baile con su pañuelo. Dada la situación y el deterioro de la autoridad
gubernamental parece difícil esperar otra cosa de este humalismo en el tiempo
que le queda. Lo más viable es recoger y
ordenar las banderas que han sido abandonadas para lograr un gobierno
democrático el 2016
que nos saque del marasmo de la corrupción y devuelva a nuestro pueblo la
esperanza de un Perú en camino al bienestar. Otra Mirada
25-07-2014.
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Banco Mundial, China, La desaceleración del crecimiento de la economía china obligará al
Gobierno del país asiático a incrementar el gasto presupuestario para evitar
una rápida “paralización” de su economía. ¿Todo depende de la economía China, o
es el modelo, peruano primario exportador, extractivista, depredador ambiental,
el origen de la desaceleración “brutal” del crecimiento macro-económico?.
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LA CRISIS PERUANA NO ES COYUNTURAL.
*****
Jurgen Shuldt.
Fuente: Revista semanal
Hildebrandt en sus trece. Viernes 25 de Julio 2014. Año 5. Nº 212.
Cuando evaluamos las
perspectivas de la economía peruana, al margen de los aciagos factores
domésticos que vienen desacelerándola, nos limitamos a observar el desempeño
del PBI de las economías que más demandan los productos primarios en los que
nos hemos especializado. De donde extraemos conclusiones sobre la posible
evolución económica a partir de las tendencias del valor -y particularmente de
los precios- de nuestras exportaciones, sobre todo de las
minero-hidrocarburíferas. Esas consideraciones han llevado a la conclusión de
que la actual desaceleración -que se considera transitoria- es atribuible en
gran medida al ralo crecimiento de países o conglomerados como la Unión
Europea, China, Sudeste Asiático y EE.UU.
El error que se comete
cuando se realiza este tipo de pronósticos se debe al hecho de que no se
considera el lado de la producción global de los commodities en que destacamos
como exportadores. De hacer este tipo de análisis, nos encontraríamos con dos
sorpresas.
De un lado, que los
propios países avanzados están incrementando la producción de esos productos
vitales (como el cobre y el petróleo) para reducir su dependencia externa
relativa y para animar sus economías, con lo que -aparte de su magro
crecimiento doméstico- vienen demandando menores volúmenes de esas materias
primas en el mercado internacional en general y en el peruano en particular. De
oba parte, y más peligrosamente a mediano plazo, ignoramos que lo mismo viene
sucediendo -y cada vez más generalizadamente- en las economías
primario-exportadoras emergentes y atrasadas del África y Latinoamérica, con lo
que viene aumentando la oferta mundial de los productos que nosotros
exportamos. De ambos procesos, caída de la demanda de los países desarrollados
y aumento de la oferta de los subdesarrollados, procede la caída de los precios
de nuestras principales exportaciones, especialmente las mineras.
Adoptemos la producción
mundial de cobre como ejemplo ilustrativo de esa evolución tan perjudicial para
nosotros. Se observa que, en los cuatro años de lo que va de la presente década
(2010-2013), esa producción aumentó en 11.2% (1’800,000 toneladas). La participación
del Perú en ese total ha caído paulatinamente a un magro 7.3% del total, debido
a que nuestra producción aumentó apenas en 50,000 toneladas. En cambio, en ese
cuatrienio se dieron incrementos sustanciales en varios países avanzados y en
muchos emergentes y subdesarrollados, parte de los cuales llevaron a una
desaceleración de la demanda global, con el consiguiente desplome de los
precios. Como tal, contra lo que afirma a diario, no se trata de un fenómeno
coyuntural sino de uno que nos amenazará a lo largo de toda la década.
Considerando únicamente
los más importante productores, tenemos lo siguiente: entre las economías
“avanzadas” destacan los incrementos e la producción cuprífera de Rusia
(32.3%), Canadá (20%), EE.UU. (9.9 %) y Australia (13.8%) en 500,000 toneladas
(31.7% del total del cuatrienio), casi la mitad de las cuales corresponden a
Rusia. Entre las "emergentes" y "subdesarrolladas" destacan
Chile (4.2%, que aumentó su producción de 380,000 toneladas), China (38.7%), Perú
(4%), Congo (162.4%), Zambia (20.3%), México (84.6%) y Kazajistán (15.8%), que
aumentaron la producción para el mercado mundial en más de dos terceras partes
del incremento total.
“La tasa de crecimiento
del PBI registra una tendencia claramente descendente desde el segundo
trimestre de 2010 (véase gráfico). Si el escenario internacional descrito
empeora o si solo se prolonga el actual estancamiento de la economía mundial,
no hay manera de reeditar las tasas de crecimiento del período previo a la
crisis”.
***
Es este ultimo proceso el que nos interesa resaltar aquí, porque se trata de una tendencia que ya nos viene afectando y que nos impactará para peor a mediano y largo plazo, a medida que más y más países emergentes o subdesarrollados de la ex-Unión Soviética Este Asiático, África y Latinoamérica se vayan plegando a esta forma primario-exportadora de insertarse o ampliar su participación en la Nueva División Internacional del Trabajo.
Es fácil observar que
algo similar al cobre viene sucediendo con la producción de petróleo, gas oro y
demás minerales que representan una parte sustancial de nuestra canasta de
exportaciones. Por lo que todas las proyecciones de corto y mediano plazo de
los precios de nuestras principales exportaciones mineras tenderán a seguir
cayendo a lo largo de esta década. En esas condiciones, aparte de Toromocho,
veamos que tanto avanzan durante el próximo bienio los proyectos cupríferos de
Constancia, Tía María, las Bambas, y las ampliaciones de Toquepala y Cerro
Verde, en los que tantas esperanzas abriga el gobierno.
Una vez más, por lo
tanto la excesiva concentración de nuestro aparato productivo en la exportación
primaria, a pesa de los auspiciosos primeros años de bonanza, se ha convertido
en un callejón sin salida. Tratándose de materias primas estratégicas son cada
vez más los proyectos que vienen surgiendo en otros países, lo que nos está
conduciendo a lo que técnicamente se conoce como un proceso de
"competencia de fondo de pozo". Las empresas transnacionales siguen
invadiendo aceleradamente todos los espacios "fáciles" del mundo para
asegurarles los recursos requeridos a las economías desarrolladas y las
economías subdesarrolladas se ofrecen –sin imponer mayores condiciones- para
albergar esas inversiones extranjeras extractivas (especialmente obre y
petróleo).
Eso sucedía mientras
nosotros nos dormíamos en nuestros laureles de hojas cobrizas y doradas durante
veinte años, ilusionándonos en que el auge de los precios internacionales de
nuestras materias primas nunca acabaría El "piloto automático" –si
bien equivocadamente direccionado- fue una clara muestra de esa expectativa. La
que estaba aparentemente justificada por los borbotones (desaprovechados) de
divisas e impuestos que venía generando a lo largo de estos últimos años de
bonanza macroeconómica. Ahora que estamos cayendo en un pantano, queremos
escapar pataleando desesperadamente, lo que no hará sino llevarnos al fondo del
pozo por insistir en la gatoparda
política de implementar “cambios
para que nada cambie” y que, por tanto, no es sino un intento desesperado
por asegurar el continuismo
primario-exportador.
En esas circunstancias
nuestros gobiernos (y más aún los de nuestros competidores) están implementando
acrobacias cada vez más eventuales para atraer o incrementar la inversión extranjera directa (IED).
Para ese efecto vienen reduciendo paulatina y desesperadamente las condiciones
y exigencias para que ingrese o se mantenga en el país la IDE, a toda costa. Lo que nos llevará cada vez más al fondo del
pantano, porque cuanto más pataleamos, más profundamente nos vamos hundiendo
-acompañados por nuestros nuevos competidores- en el fondo del pozo. Resultado
de medidas -"paquetes" los llaman ahora- que permitan aumentar
nuestra "competitividad"
espuria: liberalización del mercado de
trabajo, reducción de las exigencias de las normas ambientales, burocracias
cada vez más ágiles para otorgar concesiones, recortes selectivos de impuestos,
ojos bizcos frente a la corrupción, contención de los aumentos del salario
mínimo suavización de toda regulación para bajar costos, etc. Es decir, cancha libre para el capital foráneo,
especialmente si explotan o vienen a ocupar zonas minero-hidro-carburíferas.
Parece un juego
inteligente, pero sus actores no se percatan de la creciente competencia de otros países primario-exportadores. Esa
política que baja las vallas para la IED
o instaura medidas para atraerla se aplicaba entre las dos grandes guerras
mundiales entre los países altamente industrializados para ganarles los
mercados internacionales a sus vecinos. Entonces devaluaban el tipo de cambio y
aumentaban los aranceles, uno tras otro... en un círculo vicioso en el que
todos terminaron perdiendo. Se trataba, como hoy de otra manera, del célebre "dilema del prisionero" de la
teoría de juegos.
De ahí que, por decirlo menos, resulta muy ingenuo creer y esperanzarse en que la minería pueda sacarnos del pantanoso atolladero. Ahora se promulgan medidas económicas y administrativas que no son más que placebos para evitar la desaceleración y que paradójicamente nos llevarán al despeñadero.
Finalmente, parecería
una luz al final del túnel la “Diversificación
Productiva” propuesta por el Ministro de la Producción. Desafortunadamente,
con el reciente cambio de gabinete, no quedará sino en el papel por falta de
tiempo y otros motivos, aún si recibe el respaldo político que requiere (y que
no parece tener). Y es que el “modelo”
está enraizado profundamente en el país. A saber: desde la Constitución de 1993, todas las organizaciones e instituciones
(reglas de juego) del país han sido diseñadas durante 20 años como camisa de
fuerza para sostener la primario
exportación; la propia dinámica productiva endógena de nuestra economía extractivista posee mecanismos de
retroalimentación que dificultan cualquier cambio de timón; la ruta está
condicionada por los inamovibles intereses de
los nuevos dueños del Perú y sus aliados internos y foráneos; y como es
evidente, por la mentalidad cortoplacista (técnicamente: “descuento hiperbólico” ) de los políticos de todas las tiendas, lo
que no abona a su favor a falta de una visión de largo plazo. Por ello, muy a
nuestro pesar, creemos que son muy pocas las probabilidades para que se cambie
de rumbo. Pero, optimistas como somos, creemos en la posibilidad de que
aparezca un “cisne negro” de los de Nassim
Taleb, que ojala no se convierta –indicios no faltan- en un gobierno altamente
autoritario.
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