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En
diferentes regiones del mundo, los procesos de ocupación de
espacios-territorios son resultado de relaciones de tensión y conflicto permanente
entre múltiples grupos humanos y
sociedades ante diversos factores: crecimiento
demográfico de los países, incremento de la presión de uso sobre los recursos
naturales y capacidad de carga de los ecosistemas, expansión de la economía de
libre mercado, políticas centralistas y excluyentes de desarrollo,
transferencia y dependencia tecnológica norte-sur, expansión de las
corporaciones transnacionales a costo de los recursos naturales de los países
del sur, etc. De hecho la realidad
territorial y ambiental involucra siempre un principio de interacción y
contradicción constante que es necesario objetivar y analizar en todas sus
dimensiones posibles (técnicas y políticas). Siendo importante esclarecer
algunas interrogantes claves: ¿Cómo
percibe la población local el problema territorial-ambiental? ¿Quiénes lo definen, reconocen y miden? ¿Cómo
entendemos los roles de los distintos actores, sus juicios e intereses en la
caracterización del problema-potencialidad y luego en su manejo operativo? Así pues, las dinámicas
territoriales son inestables, irregulares e incluso arbitrarias y no siempre
siguen una línea evolutiva ascendente.
Si
bien la problemática territorial involucra -en el tiempo- ajustes y desajustes
en la interacción de sus distintos componentes espaciales, como parte
de su dialéctica territorial, nos
interesa al respecto enfatizar que la planificación
del desarrollo en base al instrumento de ordenamiento territorial, debe intentar responder a problemas
territoriales específicos, con particular vinculación y expresión sobre la variable ambiental. En ese sentido los
criterios e indicadores de sostenibilidad ambiental son fundamentales en los
procesos de diagnóstico y planeamiento con enfoque de desarrollo territorial. El ordenamiento territorial debe ser parte de una política de Estado,
porque no es un elemento independiente de los objetivos de la
política económica del país en materia de crecimiento,
redistribución, inclusión social, competitividad, empleo, equidad,
sostenibilidad ni de las políticas sociales y ambientales. Se requiere del marco de una ley específica que
supedite las consideraciones de orden externo a las de orden interno y que haga prevalecer
el interés general sobre el particular, así como la integralidad y la equidad.
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Encrucijadas
ambientales en América Latina. Entre el manejo y la transformación de conflictos,
por recursos naturales.
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DIALÉCTICA TERRITORIAL Y CONFLICTOS
SOCIO-AMBIENTALES EN LATINO-AMÉRICA:
Su compleja objetivación.
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Walter Chamochumbi.
Revista, rcci/net-globalización, junio del 2014.
Para las comunidades locales y pueblos originarios
de Latinoamérica, los problemas sobre territorio y ambiente son una expresión
histórica de antiguas reivindicaciones y demandas insatisfechas en torno a la
defensa de sus culturas y hábitats, a contracorriente de las prácticas de
explotación de recursos naturales y de las externalidades ambientales negativas
producidas por operadores externos. De hecho las dinámicas territoriales de hoy
en día son controversiales y condicionadas por grupos económicos dominantes, al
amparo de las políticas desreguladoras de los gobiernos, la expansión del
capitalismo global y sus implicaciones con la crisis ambiental y el cambio
climático, generando una nueva dialéctica territorial y un alto impacto y
conflictividad socio ambiental.
Las políticas de orden internacional, nacional y
sectorial ensayadas en Latinoamérica, en particular en territorios de los
pueblos originarios, vienen determinando escenarios sociales muy complejos y
disímiles que están en conflicto continuo con los operadores externos de las
industrias extractivas de recursos naturales. De allí que la desarticulación y
reordenamiento de los componentes de su espacio-territorio tradicional, ocurren
al amparo de las contradicciones y tensiones propias del modelo económico
hegemónico; y por ende condicionando, marginando o invisibilizando otras
consideraciones básicas sobre cultura e identidad territorial de los pueblos,
conocimientos locales y biodiversidad, consulta previa e informada y derechos
fundamentales.
Ensayar en tal contexto un proceso de ordenamiento
del territorio, implicará reconocer la compleja dialéctica territorial inmersa
en el escenario físico social y geopolítico de intervención, donde problemas de
deterioro ambiental y pobreza de las poblaciones más vulnerables por efecto de
sobrepastoreo, erosión, deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación,
etc., se explican por la injerencia de operadores externos y de otros factores
exógenos que también influyen o incluso pueden ser determinantes de su
problemática territorial: por ejemplo, el calentamiento global y la
variabilidad climática extrema.
Minería canadiense
en América Latina: sus resultados son contaminación, explotación laboral,
saqueo –desposesión de nuestros recursos naturales – epidemias, conflictos
sociales son los saldos de las extracciones de mineras canadienses en Nuestra
América.
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Espacio-territorio:
realidad concreta y percepción local.
Existen varias definiciones sobre los términos
espacio y territorio, que suelen usarse indistintamente como sinónimos sin
serlos en realidad. La noción de espacio implica límites establecidos
principalmente por la propia estructura y composición biofísica de la
naturaleza: por ejemplo un borde litoral marino, un bosque amazónico primario o
una cuenca hidrográfica. Esta última presenta límites físicos definidos por la
divisoria de las aguas que conforman la cadena de cerros en su nivel más alto
-divortium aquarium- delimitando en forma natural el curso de las aguas caídas
por precipitación entre un río y sus afluentes conformantes de la cuenca, y
otro río vecino que conforma otra cuenca. La noción de espacio se relaciona con
una materialidad dada de hecho en el paisaje y que se percibe como parte de una
realidad concreta a la que se añade el componente social, sin que los agentes
sociales establezcan otros límites más allá de los propios establecidos por
cada espacio natural. Al respecto la realidad espacial y social involucrará
siempre un principio de interacción y contradicción permanente.
La noción de territorio, en cambio, alude al
sentido de pertenencia ejercido por distintos grupos humanos establecidos en un
espacio dado, y, por tanto, que consienten en establecer límites específicos a
dicho espacio en función de determinados fines (intereses) geopolíticos,
administrativos, económicos, sociales, culturales, etc. La noción de territorio
se percibe con claridad a partir de los límites de índole político,
administrativo o jurisdiccional preestablecidos por distintos grupos humanos o
agentes sociales-culturales sobre el espacio ocupado, atribuyéndose un sentido
de pertenencia y propiedad sobre el mismo. Así, en el ejemplo anterior de la
cuenca hidrográfica, la noción de territorio implicará adicionar (o superponer)
límites no naturales (políticos-administrativos) establecidos en función a
determinados fines de ordenamiento y manejo del espacio de la cuenca.
En recientes conflictos suscitados en la Amazonía peruana, por los impactos de la actividad hidro-carburífera, aparece citada a Pluspetrol. ¿ Cuál es su relevancia en la Región?. Pluspetrol es una empresa, que si bien no es una transnacional, en el Perú tiene una relevancia muy importante. Opera en el Lote 1AB, en la frontera con el Ecuador, que es el más antiguo de la Amazonía peruana. Los resultados de la empresa argentina son desastrosos en relación al medio ambiente, la protección y conservación de la naturaleza.
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La
problemática territorial y ambiental: su compleja objetivación.
El estudio de las interacciones al interior y
exterior del espacio-territorio de una comunidad o población local configura
problemáticas específicas que no siempre se analizan de forma lineal o
unicausal, a partir de una variable predominante, porque la realidad concreta
es compleja y heterogénea, involucrando más bien un escenario multidimensional.
No siempre la percepción común y aparente en la objetivación del problema
analizado desde la subjetividad de los agentes externos (tecnócratas) resultará
suficiente para lograr un diagnóstico territorial adecuado. Lo más probable es
que existan otros elementos subsumidos en la configuración de la problemática
territorial: los relativos a identidad o sentido de pertenencia, culturalidad,
espiritualidad, tradiciones o incluso rasgos sicológicos que no siempre serán
explícitos en el análisis, pudiendo por omisión sesgar el diagnóstico y las
posibles
soluciones.
Es importante referir los problemas ambientales a los
límites de un determinado correlato territorial, según el cual será posible: 1) Establecer un tipo de racionalidad
en la relación recursos locales-potencialidad-necesidades; 2) Definir un marco de referencia según el enfoque de desarrollo
territorial, para establecer los términos y pautas de las posibles soluciones; y 3) Estimar los límites de los
subsidios al territorio en cuestión, tanto de lo que ofrezca o de lo que
reciba, en función de los servicios ambientales, la sostenibilidad de su stock
natural y las posibles interacciones con las dinámicas sociales y político
administrativas.
En diferentes regiones del mundo, los procesos de
ocupación de espacios-territorios son resultado de relaciones de tensión y
conflicto permanente entre múltiples grupos humanos y sociedades ante diversos
factores: crecimiento demográfico de los países, incremento de la presión de
uso sobre los recursos naturales y capacidad de carga de los ecosistemas,
expansión de la economía de libre mercado, políticas centralistas y excluyentes
de desarrollo, transferencia y dependencia tecnológica norte-sur, expansión de
las corporaciones transnacionales a costo de los recursos naturales de los
países del sur, etc. De hecho la realidad territorial y ambiental involucra
siempre un principio de interacción y contradicción constante que es necesario
objetivar y analizar en todas sus dimensiones posibles (técnicas y políticas).
Siendo importante esclarecer algunas interrogantes claves: ¿Cómo percibe la
población local el problema territorial-ambiental? ¿Quiénes lo definen,
reconocen y miden? ¿Cómo entendemos los roles de los distintos actores, sus
juicios e intereses en la caracterización del problema-potencialidad y luego en
su manejo operativo? Así pues, las dinámicas territoriales son inestables,
irregulares e incluso arbitrarias y no siempre siguen una línea evolutiva
ascendente (son inciertos).
Los Movimientos Sociales –conflictos socio-ambientales
-. El primer puesto en Latino-américa es ocupado por Colombia, seguido de
Brasil, Ecuador, Argentina y nuestro país. Las
diferentes protestas locales – conflictos socio-ambientales – que se dan en el país
por la minería, posicionaron al Perú en la lista de los diez países con más
conflictos ambientales, según el Atlas Global de Justicia Ambiental del Mundo,
realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la
Universidad Autónoma de Barcelona. (UAB).
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Ordenamiento
Territorial Participativo: ¿una alternativa posible?.
Si bien la problemática territorial involucra -en
el tiempo- ajustes y desajustes en la interacción de sus distintos componentes
espaciales, como parte de su dialéctica territorial, nos interesa al respecto
enfatizar que la planificación del desarrollo en base al instrumento de
ordenamiento territorial, debe intentar responder a problemas territoriales
específicos, con particular vinculación y expresión sobre la variable
ambiental. En ese sentido los criterios e indicadores de sostenibilidad
ambiental son fundamentales en los procesos de diagnóstico y planeamiento con
enfoque de desarrollo territorial.
El ordenamiento territorial debe ser parte de una
política de Estado, porque no es un elemento independiente de los objetivos de
la política económica del país en materia de crecimiento, redistribución,
inclusión social, competitividad, empleo, equidad, sostenibilidad ni de las
políticas sociales y ambientales. Se requiere del marco de una ley específica
que supedite las consideraciones de orden externo a las de orden interno y que
haga prevalecer el interés general sobre el particular, así como la
integralidad y la equidad.
El ordenamiento territorial debiera concebirse como
un instrumento metodológico participativo, inclusivo y flexible, que si bien
parte de supuestos de análisis de la realidad concreta. El planteamiento
de los fines, objetivos y estrategias deben ser resultado de un proceso
participativo interactivo continuo que involucre a las partes en el diagnóstico
de la problemática. Siendo factible que este proceso se diseñe a distinta
escala y temporalidad, según los recursos disponibles y del marco institucional
existente. Lo importante es concordar y explicitar los fines, objetivos,
principios, criterios y estrategias a seguir entre quienes participan y
conducen el proceso de diagnóstico y de quiénes planifican y toman las
decisiones para desarrollar acciones concertadas por el cambio social,
alcanzando metas de desarrollo en forma gradual y ascendente.
De los innumerables casos registrados de problemas
y conflictos territoriales y ambientales en Latinoamérica, se sabe que estos
responden a una serie de factores e intereses de orden político, económico,
social, institucional relacionados mayormente con actividades extractivas como
la minera, petrolera, gasífera, maderera, etc. Por ende en la región tenemos
escenarios muy complejos y variables donde se vienen recreando
principios, criterios y metodologías disímiles de ordenamiento
territorial por cuestión de escala, temporalidad, recursos disponibles
(instrumental, técnico, etc.), marco institucional-legal, participación y
articulación de los actores, dimensión cultural, étnica, etc. En ese sentido
resulta inconveniente pensar en la aplicación de una metodología estándar o
rígida de este instrumento, máxime si no se incorpora el componente de
participación que es fundamental.
No obstante la evolución del marco teórico del
ordenamiento territorial, todavía existen criticidades referidas a su nivel
aplicativo, porque en muchos casos mantienen esquemas más bien muy técnicos,
burocráticos, rígidos y poco funcionales a los escenarios altamente complejos y
dinámicos donde se aplican o pretenden aplicar. En la caracterización del
problema, por ejemplo, no siempre todos los actores involucrados tienen la
misma condición y posición de participación. Por lo que hay que desarrollar de
forma creativa mecanismos y metodologías que aminoren (o compensen) estas
diferencias y faciliten espacios plurales, equilibrados y plenos de diálogo y
participación de todas las partes, incluso en aquellos territorios altamente
heterogéneos y conflictivos. Esto de hecho es una condición sine qua non para
una región tan desigual como Latinoamérica.
Los cambios ocurridos a través de la historia
latinoamericana, primero con la desestructuración del espacio-territorio de las
culturas originarias por el eurocentrismo, luego durante la independencia y la
república y hoy con el proceso de globalización, nos muestra que la imposición
de modelos de ordenamiento territorial exógenos han acontecido y acontecen
muchas veces en función de episodios violentos y de alta mortandad y violación
de derechos humanos, de degradación ambiental y de mayor pobreza e inseguridad
alimentaria de las poblaciones locales. En estos y otros casos, como
lamentablemente ocurre en los países de la región, la falta de políticas
alternativas e inclusivas de desarrollo, la carencia de políticas específicas
sobre gestión territorial y ambiental, y la ausencia de gobiernos comprometidos
con mecanismos de concertación plural y de diálogo institucional continuo, han
devenido en ensayos fallidos de modelos de desarrollo mal impuestos que siguen
afectando principalmente las condiciones y medios de vida de las poblaciones
locales de menores recursos. Mientras tanto el auge de las exportaciones mineras sigue
limitando las posibilidades de los diferentes gobiernos de visionar un nuevo
rumbo y transición hacia escenarios post-extractivistas.
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- Walter Chamochumbi es Consultor
en Gestión Ambiental y Desarrollo.
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