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“Por
otro lado, las élites que apoyan
a Donald Trump incluyen el sector de combustibles fósiles, con empresas como
ExxonMobil y Chevron, que se benefician
de las políticas de desregulación ambiental. El sector inmobiliario y de construcción, así como los medios de comunicación conservadores,
como Fox News y Breitbart, también
han sido aliados clave de Trump. “Las
élites perdedoras, como BlackRock, la banca
Rothschild y Emmanuel Macron,
representan a aquellos grupos que no
han logrado adaptarse a los cambios políticos y económicos. BlackRock, por ejemplo, ha visto disminuir su influencia en algunos
sectores, mientras que Macron y
las élites tecnocráticas de la Unión Europea enfrentan críticas por su
desconexión con los ciudadanos. El
complejo industrial militar sigue siendo
un actor clave en conflictos
como la guerra en Ucrania,
donde empresas occidentales proveen
armas y tecnología a las fuerzas ucranianas.
Empresas como Lockheed Martin, Raytheon Technologies y
Northrop Grumman dominan el
mercado estadounidense, mientras que, en Europa, Airbus, BAE
Systems, Leonardo y Rheinmetall son líderes en la producción de sistemas de defensa.
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DE
LA GUERRA A LA DIPLOMACIA A LOS NEGOCIOS.
“La
Rebelión de la Elites”
Ganadores
y Perdedores.
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Por Alejandro Marcó del Pont | 06/03/2025 | Economía
Fuente. Revista Rebelión jueves 7 de
marzo del 2025.
En el negocio bélico las élites determinarán el futuro de Europa (El Tábano
Economista)
Mientras
el Gobierno estadounidense
ha sido tradicionalmente dominado por las élites, Donald Trump ha rodeado su segundo mandato con una nueva cohorte de
corporaciones y funcionarios. Aunque una de sus promesas de campaña fue
derrocar a las “élites corruptas”
que, según él, han inundado la política estadounidense, su administración ha
creado una especie de “anti-élites”
para luchar contra las élites
tradicionales. Sin embargo, lo que está quedando claro es que no hay negociaciones estratégicas genuinas,
sino acuerdos entre corporaciones ganadoras y perdedoras que buscan beneficios
propios bajo la fachada de arreglos
multilaterales.
Esta
dinámica se hace
evidente en las negociaciones por la
paz en Ucrania.
Recientemente, Estados Unidos y Rusia
se reunieron en Arabia Saudita para
discutir posibles soluciones al
conflicto y reiniciar las relaciones bilaterales. Lo llamativo no fue
solo el contenido de las conversaciones, sino la composición de las delegaciones.
Por el lado ruso, la delegación incluyó al ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y al asesor de política exterior Yuri Ushakov. Sin embargo, la figura más intrigante fue Kirill Dmitriev, director ejecutivo del Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF). Graduado de Stanford y Harvard, nacido en Kiev, y con experiencia en Goldman Sachs y McKinsey, Dmitriev representaba los intereses económicos detrás de la diplomacia rusa.
Por
el lado estadounidense,
la delegación estuvo compuesta por el secretario de Estado Marco Rubio, el asesor de seguridad Mike Waltz y Steve Witkoff, un magnate inmobiliario y socio de golf de Trump. Witkoff, fundador
de una empresa de desarrollo
inmobiliario con propiedades en Manhattan, Los Ángeles y Miami, no es exactamente
el perfil típico de un enviado
diplomático. Su presencia en la reunión sugiere que los intereses comerciales jugaron un papel
central en las negociaciones.
Diez
días después de
la reunión, el Financial Times reveló lo que se conoció como el “plan de Warnig”, una iniciativa de Matthias Warnig, CEO
de la empresa matriz de Nord Stream 2, el gasoducto que conecta Rusia con Alemania. Con una
capacidad de 27.500 millones de metros cúbicos de gas, el gasoducto
nunca ha sido utilizado debido a las sanciones impuestas a Rusia. El plan propone
levantar estas sanciones a cambio de compensar a las empresas estadounidenses
que perderían su exclusividad en las exportaciones de gas natural licuado a la Unión Europea.
Nord Stream 2 AG, la empresa matriz del gasoducto, recibió en enero una suspensión excepcional de los procedimientos de quiebra por cuatro meses. Según documentos judiciales, la nueva administración Trump y las elecciones alemanas podrían tener un impacto significativo en el futuro del gasoducto. Aunque Gazprom es el propietario del 100% del gasoducto, cinco compañías energéticas europeas (Shell, Uniper, OMV, Engie y Wintershall) financiaron la mitad de su construcción. Estas empresas han cancelado sus deudas, pero la propiedad del gasoducto podría dar a los inversores estadounidenses una palanca para controlar los flujos de gas ruso a Europa, un mercado clave para las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado.
El
siglo XX fue la era de
la “rebelión de las masas”, pero el siglo XXI, según el antropólogo
Arjun Appadurai, se caracteriza por la Erebelión de las élites.l éxito del populismo trumpiano, que se presenta como una revuelta de los estadounidenses comunes
contra las élites, oculta el hecho de que una nueva élite ha expulsado del poder a la élite demócrata que gobernó durante
casi cuatro años. Esta “élite
alternativa” busca reemplazar a las élites
tradicionales y redefinir el poder en Estados Unidos.
El
apoyo de la Unión Europea
a la guerra en Ucrania es un claro
ejemplo de cómo las élites europeas y
las corporaciones perdedoras del globalismo, especialmente en el sector bancario y bélico, buscan mantener su influencia. Estas élites, compuestas por empresarios, líderes de la industria,
celebridades, académicos y medios de comunicación, han influido en las
elecciones y en la política en general.
Las
élites que apoyan a
los demócratas incluyen el sector tecnológico (Silicon
Valley), con empresas como Google,
Apple, Facebook (Meta) y Amazon, que han mostrado apoyo en temas como la innovación y el cambio climático.
Sin embargo, muchas de estas empresas
se han “reconvertido” en lo que se
ha denominado la “Musk oligarquía”,
alineándose con intereses más amplios.
Por
otro lado, las élites que apoyan a Donald
Trump incluyen el sector de combustibles
fósiles, con empresas como ExxonMobil
y Chevron, que se benefician de las políticas de
desregulación ambiental. El sector
inmobiliario y de construcción, así como los medios de comunicación conservadores, como Fox News y Breitbart, también han sido
aliados clave de Trump.
Las
élites perdedoras,
como BlackRock, la banca Rothschild y Emmanuel Macron, representan a aquellos grupos que no han logrado
adaptarse a los cambios políticos y económicos. BlackRock, por ejemplo, ha visto
disminuir su influencia en algunos sectores, mientras que Macron y las élites tecnocráticas de la Unión Europea enfrentan críticas por su
desconexión con los ciudadanos.
El
complejo industrial militar
sigue siendo un actor clave en
conflictos como la guerra en Ucrania, donde empresas occidentales proveen armas y tecnología a las fuerzas ucranianas. Empresas como Lockheed
Martin, Raytheon Technologies y Northrop Grumman dominan el mercado estadounidense,
mientras que, en Europa, Airbus, BAE Systems, Leonardo y
Rheinmetall son líderes en la
producción de sistemas de defensa.
Bruselas ya ha destinado 842.000 millones de euros
para fortalecer a Europa, de los cuales aproximadamente el 70% (584.000 millones) irá
a la industria bélica estadounidense. Este acuerdo no es un desaire a Europa,
sino una complicidad para generar
deuda y financiar el negocio
de la guerra. La silla que Europa
ha perdido en esta discusión es la de
los negocios de las élites,
que ahora incluyen a Rusia y, probablemente, también a China.
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