"Pero la opacidad absoluta y el silenciamiento de la
información no es siempre la práctica elegida. En ocasiones es suficiente con
“seleccionar” qué asuntos se le ofrecen a la opinión pública como información
del día. A partir de los estudios de McCombs y Shaw en 1972, esto cristalizó en
la Teoría de la Comunicación de Masas como “Agenda Setting”. “La prensa, en la
mayoría de las ocasiones, no tiene éxito diciendo a la gente qué ha de pensar,
pero continuamente tiene éxito diciendo a sus lectores sobre qué han de
pensar”, afirmaba McCombs. Sin embargo, dado que en la aldea global es difícil
que queden cuestiones fuera de “agenda”, los medios aplican también la técnica
del “desenfoque”. Por ejemplo, los bombardeos impulsados por Arabia Saudí en
Yemen no se explican (en los medios convencionales) por los intereses de una
monarquía absoluta aliada de Estados Unidos, ni tampoco se hace hincapié en la
hecatombe humanitaria. Ningún líder de opinión se plantea que pudiera haber
crímenes de guerra. La información se “desenfoca” de la cuestión esencial".
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LA AGENDA MEDIÁTICA GLOBAL, CENSURA Y
DESENFOQUE.
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Enric
Llopis.
Rebelión
jueves 17 de marzo del 2016.
El primer conglomerado mediático mundial por
ingresos publicitarios es Google, según la ratio de 2015 de Zenith Optimedia,
seguido de Walt Disney Company, Comcast, 21th Century Fox y CBS Corporation. El
listado confirma algunas tendencias de fondo. Primero, la concentración cada
vez mayor de los emporios comunicativos: el volumen de Google supera en mucho
al de los dos siguientes competidores. Además, el “buscador” se beneficia del
uso cada vez mayor de “tablets” y “smarthpones”, lo que pone de manifiesto un
modelo de “consumo” de la información: fragmentada, parcial, vertiginosa,
irreflexiva, decontextualizada y de “impacto”. El informe permite entrever el
auge de los BRICS: dos de las empresas que más crecen son Baidu (el “google”
chino) y el grupo Globo (el mayor de Brasil). También de las redes sociales
(los ingresos de Facebook crecieron un 63% en 2014).
Suele argumentarse, con bastante razón, que los
grandes grupos comunicativos se han sofisticado a la hora de defender sus
intereses y los de las clases dominantes. De hecho, la “tijera” decimonónica es
una manera demasiado evidente de ejercer la censura. Se ha descubierto que
resulta más eficaz la sutileza, aparentar juegos de pluralidad (con programas y
tertulianos de diferentes colores) e incluso invertir en medios de distinta
línea editorial. Pero esto no excluye la censura directa.
El proyecto Censored 2015 destaca las 25 noticias
más censuradas por la prensa convencional estadounidense. Entre otras, el
incremento de la acidificación de los océanos por las emisiones de dióxido de
carbono, lo que pone en riesgo la vida marina. Otra noticia que no ha merecido
relevancia mediática es que en los diez países que reciben la parte mollar de
la ayuda exterior de Estados Unidos se practica la tortura. Tampoco se hicieron
eco los medios de las informaciones de WikiLeaks sobre la participación de la
industria petrolera, farmacéutica y del ocio en la redacción y negociación del
Tratado Transpacífico (TPP).
Pero la opacidad absoluta y el silenciamiento de la
información no es siempre la práctica elegida. En ocasiones es suficiente con
“seleccionar” qué asuntos se le ofrecen a la opinión pública como información
del día. A partir de los estudios de McCombs y Shaw en 1972, esto cristalizó en
la Teoría de la Comunicación de Masas como “Agenda Setting”. “La prensa, en la
mayoría de las ocasiones, no tiene éxito diciendo a la gente qué ha de pensar,
pero continuamente tiene éxito diciendo a sus lectores sobre qué han de
pensar”, afirmaba McCombs. Sin embargo, dado que en la aldea global es difícil
que queden cuestiones fuera de “agenda”, los medios aplican también la técnica
del “desenfoque”. Por ejemplo, los bombardeos impulsados por Arabia Saudí en
Yemen no se explican (en los medios convencionales) por los intereses de una
monarquía absoluta aliada de Estados Unidos, ni tampoco se hace hincapié en la
hecatombe humanitaria. Ningún líder de opinión se plantea que pudiera haber
crímenes de guerra. La información se “desenfoca” de la cuestión esencial.
No se ocultaron ni se eliminaron de la agenda los
ataques de Israel sobre la franja de Gaza en el verano de 2014. Pero a pesar de
los 2.100 palestinos muertos (entre ellos más de 500 menores de edad), Israel
continuaba siendo para los medios “la única democracia de la región” que, a lo
sumo, cometía “excesos” frente a las agresiones “terroristas” promovidas por un
gobierno “integrista”. En la técnica del “desenfoque”, en la que se privilegian
los aspectos que interesan a los grandes poderes económicos, políticos y
mediáticos, desempeña un rol capital el lenguaje. La cuestión es si se puede
hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes, decía Alicia, a lo
que respondía Humpty Dumpty: “No, no, lo importante es saber quién manda”.
Repetida hasta la saciedad esta escena de “A través del espejo”, los medios la
utilizan cotidianamente a la hora de informar.
Tal vez sea en los conflictos y guerras “globales”
cuando la maquinaria propagandística se emplee con toda su virulencia. Tanto en
Yugoslavia (1999) como después en Afganistán, Iraq, Libia y Siria la guerra (o
posibilidad de la misma, en el último caso) se “vende” como “humanitaria”,
recuerda la politóloga Ángeles Diez. Se plantea, además, un esquema
absolutamente maniqueo en el que un “tirano” –connotado con todas las maldades
del mundo, aunque fuera un antiguo aliado- se enfrenta al eje de la “libertad”
y la “democracia”.
En Ucrania se han repetido estos motivos
propagandísticos. Calificaciones como “régimen”, “terrorista” o “intervención
militar” tienen un significado muy claro, que responde al interés de quien
manda sobre las palabras. El análisis comparativo de discursos aclara muchas
dudas. Cuando Obama intervino en la 68 Asamblea General de la ONU, sus palabras
sobre Siria recordaban las de Bush durante la guerra de Iraq: “Lo que está
sucediendo en Siria es algo que no habíamos visto antes”; “Manifestaciones
pacíficas de la oposición han sido reprimidas por la dictadura”; “no
toleraremos el uso de armas de destrucción masiva”.
En América Latina es difícil encontrar ejemplos de
países no alineados con los intereses de Washington y cuyos gobiernos se libren
de la satanización. Con independencia de la opinión que se tenga del gobierno
de Cuba, las críticas mediáticas a la llamada “dictadura” no dejan espacio para
reconocer que Cuba ha sido el primer país del mundo en eliminar la transmisión
de madre a hijo del VIH/SIDA y la sífilis (en 2015). O que la esperanza de vida
en la isla se sitúa en los 78,4 años, y que entre 1963 y 2009 cerca de 135.000
profesionales de la sanidad cubana colaboraron en 109 países. Por último, ¿qué
rol se le reserva al ciudadano consumidor de medios? “Se busca la suma
pasividad del receptor hasta el punto de vista de que la pasividad sea una de
sus connotaciones definitorias, y cualquier elemento que la altere se convierta
en una molestia (…); la mayor eficacia (del modelo) consiste en que el receptor
deja de ser paulatinamente consciente de que es víctima de la corrupción”, afirmaba Vázquez
Montalbán en “Historia y Comunicación Social”.
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