“En los últimos 30
años, la historia de la izquierda está relacionada con la frustración, el
tremendo desastre, y la desmoralización que,
técnicamente, provocó el colapso de la Unión Soviética”, sostiene Kagarlitsky.
Sin embargo, precisa que la izquierda en Occidente ya tenía problemas: “Falló en entender los cambios que estaban
sucediendo; cambios que no necesariamente eran negativos para la izquierda,
como el crecimiento de las nuevas clases
medias, el debilitamiento de la clase obrera, el advenimiento de nuevas
tecnologías, y nuevas burguesías. No estaba preparada para un ataque a gran
escala por parte del neoliberalismo. El
problema es que la izquierda se volvió conservadora, su estrategia se basó
en la defensa del Estado de Bienestar, en vez de pensar en nuevos proyectos”. –Pero
en forma paralela que sucedió en América
latina, sí se combatió el poder, pero como un elemento de los populismos. La izquierda fue el componente intelectual,
y funcionó en un primer momento pero les faltó profundidad o encontraron
resistencia, como sucedió en Venezuela,
donde hubo una gran resistencia de la burocracia del Estado y otros sectores.
Quizás ahora el chavismo haga una
segunda lectura por haber dejado ir a los consejeros de izquierda y a los
sindicatos. Se perdió completamente el
momento de transformar el movimiento. Hubo un progreso real pero en vez de transformar la sociedad,
redistribuyeron los recursos de forma muy paternalista”.
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“En
los últimos años, la historia de la izquierda está relacionada con la
frustración.”
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“LA POLÍTICA
SE LATINOAMERICANIZÓ”.
Kagarlitsky,
Director del Instituto de Globalización y Movimientos Sociales de Moscú.
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Para el reconocido analista
ruso, la izquierda falló en entender los cambios de los últimos 30 años, cambios
que no necesariamente eran negativos, como el surgir de las nuevas clases
medias y el debilitamiento de la clase obrera.
Agustín Fontenla.
Desde Moscú Página /12 domingo 6 de marzo del 2016.
Boris
Kagarlitsky recibe a Página/12 en un edificio de pequeños apartamentos de
paredes descascaradas y puertas desvencijadas, el rostro más usual de los
edificios construidos en la época soviética, en la capital rusa. Allí se
encuentra el Instituto de Globalización y Movimientos Sociales, que él dirige.
Además realiza actividades en el Instituto Transnacional; es cofundador del
Partido del Trabajo, y fue investigador en el Instituto de Estudios Políticos
Comparativos de la Academia Rusa de Ciencias, además de ser autor de numerosos
libros.
En
los últimos dos años, participó en diferentes foros de debates: en Atenas,
cuando el gobierno izquierdista de Syriza realizó un referéndum sobre su deuda
externa; en Nueva York, en donde dio una clase en el mismo sitio y día que el
líder de Podemos, Pablo Iglesias, daba una conferencia; en Yalta, donde la
izquierda ucraniana debatía cómo salir del embrollo en la región del Donbás, y
en la ciudad rusa de Ufá, adonde el actual líder del partido laborista
británico, Jeremy Corbyn, a quien conoció hace algunos años, le prometió
asistir si no ocurría nada importante, sin embargo sucedió que resultó elegido
para liderar su formación.
“En
los últimos 30 años, la historia de la izquierda está relacionada con la
frustración, el tremendo desastre, y la desmoralización que, técnicamente,
provocó el colapso de la Unión Soviética”, sostiene Kagarlitsky. Sin embargo,
precisa que la izquierda en Occidente ya tenía problemas: “Falló en entender
los cambios que estaban sucediendo; cambios que no necesariamente eran
negativos para la izquierda, como el crecimiento de las nuevas clases medias,
el debilitamiento de la clase obrera, el advenimiento de nuevas tecnologías, y
nuevas burguesías. No estaba preparada para un ataque a gran escala por parte
del neoliberalismo. El problema es que la izquierda se volvió conservadora, su
estrategia se basó en la defensa del Estado de Bienestar, en vez de pensar en
nuevos proyectos”.
–¿Y
más cerca a nuestros días?
–En
los años 2000, comenzó a recuperarse con nuevos movimientos de izquierda, y
nuevas generaciones de activistas, pero no había conceptos políticos
alternativos. Irónicamente, se presentaban como un paso adelante tras el
marxismo clásico, y describían como un logro el hecho de contar con distintas
minorías, el feminismo, nuevas utopías y visiones, pero en realidad estaban
regresando al premarxismo, que refleja la declinación de la izquierda, la
declinación de las bases sociales. La fragmentación es un tremendo desastre. La
izquierda no combatía el poder. Se perdió el gusto por el poder. Estuvimos tan
preocupados con la idea de no ser estalinistas que todos se movieron en dos
extremos opuestos: eran estalinistas, en el sentido de querer centralizar y
controlar todo, e imponerte sobre los demás, y esto es malo, o bien se movieron
al extremo, y se dejó de hablar de cómo usar el poder del Estado para lograr
ciertos objetivos.
–¿También
en América latina?
–En
América latina, sí se combatió el poder, pero como un elemento de los
populismos. La izquierda fue el componente intelectual, y funcionó en un primer
momento pero les faltó profundidad o encontraron resistencia, como sucedió en
Venezuela, donde hubo una gran resistencia de la burocracia del Estado y otros
sectores. Quizás ahora el chavismo haga una segunda lectura por haber dejado ir
a los consejeros de izquierda y a los sindicatos. Se perdió completamente el
momento de transformar el movimiento. Hubo un progreso real pero en vez de
transformar la sociedad, redistribuyeron los recursos de forma muy
paternalista.
–¿Y
en Europa?
–Lo
que está sucediendo en Europa ahora es la latinoamericanización de la política.
Debido a las nuevas reformas liberales y a la descomposición social, están
surgiendo movimientos populistas sin una estrategia clara, y que mezclan
elementos de izquierda y de derecha. El Frente Nacional de Marine Le Pen es un
animal muy extraño. Está generalmente identificado desde la izquierda como un
partido de derecha. Pero eso es un gran error. Nunca han leído sus textos. Yo
los leí y lo primero que encontrarás es que “representan el estilo de
propaganda de la izquierda. Si miras a los resultados de las recientes
elecciones, árabes y negros están votando masivamente a Le Front National, porque
la propaganda que utilizan es: si quieren mejorar su vida (los inmigrantes de
primera y segunda generación), entonces debemos impedir que sigan llegando
inmigrantes. Marine Le Pen logró presentarse como la defensora de los
desprotegidos... En América latina lo entenderán bien porque allí hubo
movimientos que integraron elementos de izquierda y de derecha, tal como
sucedió con el peronismo”.
–¿Cómo
explica que el gobierno griego de Syriza haya llegado al Estado y con un fuerte
apoyo popular pero no logre imponer sus políticas?
–No
quisieron hacer nada. En un punto, tienes que hacer una decisión política, lo
que significa romper ciertas reglas. No se trata de cuan radicales son tus
objetivos o tu lengua, sino si puedes hacer un quiebre con las reglas actualmente
fijadas y las obligaciones que tienes, y el riesgo que tomas para hacerlo. Su
comportamiento estuvo basado en la lógica de minimizar los riesgos. Tsipras
podrá decir que mantiene el control del Estado, pero para la izquierda europea,
Syriza falló.
–¿Cómo
describiría la situación política en Rusia, en el contexto de la crisis
económica?
–Hace
poco estuve en Voronezh (capital de una región en el centro de la parte europea
de Rusia), hablando con la burocracia local y ellos dicen suficiente es suficiente,
las regiones se están ahogando. Se está destruyendo todo el potencial para
desarrollarlas por culpa de las políticas de austeridad, por la reforma
educativa y por quitar los incentivos. Las primeras víctimas conscientes de la
austeridad no son la gente pobre sino los burócratas, y aquellos que controlan
las regiones y que tratan de que no se desmorone todo. Los primeros que
empezarán la rebelión no son los pobres del fondo, que sufren económicamente
pero no sabe bien que está sucediendo. Será más como en las revoluciones de la
edad media: el rey, Putin, está bien, pero queremos que todo lo demás cambie.
–¿Qué
se puede esperar de las elecciones presidenciales el año que viene?
–Hablan
del 2017 como si fuera a suceder lo mismo que en 1917, pero yo pensaría más en
el ejemplo la revolución francesa. La sociedad está muy fragmentada, con
movimientos populares, estructuras débiles, entonces lo que hay que hacer es
juntarlos, y aprender de la experiencia de las revoluciones previas y de la
experiencia de los momentos previos. Alguien tendrá el coraje y la
determinación suficientes para romper los límites, y cuando un país, un grupo o
una persona lo haga y obtenga algún tipo de éxito, entonces otros seguirán el
ejemplo.
–Siempre
se apunta a Rusia por la persecución a minorías sexuales. ¿Cuál es la situación
actual?
–Las generaciones educadas en el modernismo cultural de la Unión
Soviética son más progresista que las nuevas generaciones, educadas a través de
la Iglesia Ortodoxa y la propaganda rusa. Pero si nos fijamos en las acciones,
y no en las declaraciones, es muy diferente. Si preguntas a alguien si las
mujeres deben quedarse en casa cuidando a los niños, dirán que sí. Pero si
luego le preguntas, ¿tú te quedas en tu casa cuidando a los niños?. No, tengo que
trabajar. Es sólo hipocresía.
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