Brasil Dilma y Lula. El Partido de los Trabajadores. Gobernaron una
década con el desarrollo de excelentes políticas sociales que sacaron de la pobreza y
extrema pobreza a más de 60 millones de familias brasileñas. Y las Políticas de
Estado, donde están Señores Presidentes?, el Poder no lo tocaron, el Estado,
menos, lo respetaron, tuvieron miedo, y hoy quien los respeta? Las políticas contra
la corrupción donde las dejaron. Políticas en favor de los derechos sociales de
la "nueva clase media" ascendente, la dejaron en el
"gabinete" durmiendo el "sueño de los justos, la CONFIANZA ese Don supremo, nacido y propiedad del pueblo, que
en un momento histórico les concedió, dónde está? La remataron, la hipotecaron,
la vendieron al enemigo de clase. Que grave y riesgoso es gobernar sin la Confianza de la Ciudadanía. Hoy la burguesía
política y empresarial (la derecha política) le exige Rendición de Cuentas, Transparencia, Accountability social y ha
tomado las calles y plazas públicas, además cuentan con el poderoso apoyo de
las corporaciones de los medios y del Poder Judicial: Hoy los están demoliendo
políticamente. Y lo peor es que la demolición política no es “sólo” al Presidente Lula y a la Presidenta Dilma, es a la “izquierda”,
pero no sólo de Brasil, es a toda la izquierda progresista de América latina,
porque Lula gobernó a nombre y representación de los trabajadores, de la
izquierda progresista y democrática del Brasil
y América latina. Los errores políticos se “pagan muy caro” y sobre todo la
derecha política y sus poderes fácticos, buscan “terminar, demoler” hacer
pedazos del enemigo de clase. Y que hizo Lula con la derecha
política-empresarial, los representó, los conectó hacia los mercados del mundo,
convivió políticamente con ellos – se dice
que Lula fue el padre de los pobres, pero también la madre de los empresarios
transnacionales”.
Ahora ellos, las clases dominantes no han saciado del todo su
codicia, todo su poder y exigen, piden y pelean por mucho más, pero eliminando al “enemigo
de clase”, al enemigo político, que nunca más debe volver al gobierno, y cómo
lo atacan?, con lo mismo que ellos le dieron, el veneno neoliberal de la
corrupción. Para ello la derecha
envilecida, y sus diversas ramificaciones de Poder, nos quitaron, nos
expropiaron nuestro recinto histórico, el lugar donde nacimos, como es, la
calle, la plaza pública (Ya con anterioridad habían destrozado los gremios, los
sindicatos, los partidos políticos, por medio de las políticas del Consenso de Washington) – el escenario
de escenario de las clases y la lucha de
clases - y desde ese nuevo escenario apuntan con todos sus poderes, para
destrozarlos, hasta terminarlos, pero no
con golpes de Estado, NO eso pasó a
la historia, sino con las mismas “armas
políticas” con las cuales la izquierda, históricamente ha combatido a la
derecha empresarial en calles y plazas, como es la corrupción – porque solo ellos piensan, quienes? , los “ideólogos
de la izquierda” y sus profesionales de los últimos tiempos, “opinólogos, líderes de opinión pública,
dirigentes de masas, gobernantes” que las clases y la lucha de clases han
desaparecido o incluso ganan la partida cuando opinan que es asunto sólo de
comunistas (reciclados y otros que añoran el pasado) los anti-sistema o los
radicales ambientalistas y defensores de los DD.HH. Los grandes errores
políticos – traición a una alternativa política de clase, traición a un
Proyecto Político e Histórico – hoy en las calles y plazas públicas, se paga muy caro y
públicamente son los “Corruptos” del siglo XXI.
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Brasil Dilma y Lula. El partido de los Trabajadores. Gobernaron una década con el desarrollo de excelentes políticas sociales que sacaron de la pobreza y extrema pobreza a más de 60 millones de familias brasileñas. Y la Políticas de Estado contra la corrupción donde las dejaron. En favor de los nuevos derechos sociales de la "nueva clase media" ascendente, la dejaron en el "gabinete" durmiendo el "sueño de los justos. Hoy la burguesía política y empresarial ( la derecha política) le exige Rendición de Cuentas, Transparencia, Accountability social y ha tomado las calles y plazas públicas, además cuentan con el poderoso apoyo de las corporaciones de los medios y del Poder Judicial: Hoy los están demoliendo políticamente.
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BRASIL: SIN
IZQUIERDA Y SIN RUMBO.
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Raúl Zibechi.
La Jornada 19 de marzo del
2016.
Una de las principales
características del caos sistémico es la opacidad y la imprevisibilidad de los
escenarios geopolíticos y políticos, globales y locales, fruto en gran medida
de las transiciones en curso y de la superposición de diversos actores que influyen/desvían
el curso de los acontecimientos. En suma, una realidad hipercompleja en la que
es posible visualizar las grandes tendencias, pero no es tan sencillo
comprender la coyuntura. En todo caso, una realidad resistente a las
simplificaciones.
Los recientes sucesos en
Brasil, la detención de Lula y su posterior nombramiento al frente del gabinete
ministerial, y las manifestaciones del pasado domingo, parecen precipitar los
acontecimientos. Sin embargo, no será sencilla la destitución de la presidenta
Dilma Roussseff para poner fin al gobierno del Partido de los Trabajadores
(PT), ya que la oposición también está afectada por la falta de credibilidad.
Lo que se terminó en Brasil fue un periodo más o menos prolongado de
estabilidad política y económica, ya que no existe una coalición capaz de
estabilizar el país.
Veamos las que creo que son las tendencias principales, con sus
respectivas contratendencias.
La primera es que resulta evidente que
existe una potente ofensiva destituyente contra el gobierno y el PT, por parte
de las derechas: los grandes medios, el capital financiero brasileño e
internacional, Estados Unidos y, según parece, una parte del aparato judicial.
La operación Lava Jato (Lavado Rápido) sería parte de esta ofensiva que
se acentúa a medida que el escenario global se polariza.
Sin embargo, diversos
analistas cercanos a la izquierda opinan lo contrario y no miden la actuación
de la justicia por los impactos políticos. El sociólogo Luiz Werneck Vianna
sostiene que “la naturaleza de la operación Lava Jato es republicana y
su función es denunciar el contubernio entre la esfera pública y la esfera
privada” (http://goo.gl/XnMEDo).
Agrega que quienes denuncian al Lava Jato como maniobra de la derecha
defienden pequeños intereses y que la relación entre lo público y lo privado
había llegado a extremos que clamaban una intervención.
La segunda tendencia es la
disolución de las izquierdas. Hay personas que dicen cosas que parecen de
izquierda, pero no existe fuerza social y política con valores y actitudes de
izquierda. El más importante intelectual de izquierda brasileño, el sociólogo
Francisco de Oliveira, sostiene que no hay lucha de ideas y de posiciones
políticas, apenas desfiles callejeros, y que la izquierda no tiene capacidad de
convocatoria. “La izquierda está sin rumbo –dice–. Yo mismo soy de izquierda y
estoy sin rumbo” (http://goo.gl/67nxKq).
Un síntoma de la
inexistencia de izquierda es la incapacidad de autocrítica, no sólo por los
políticos y dirigentes, sino también por los llamados intelectuales que, en su
inmensa mayoría, culpan de todo a la derecha y a los medios y son incapaces de
tomar en cuenta los datos que contradicen su análisis. El pasado domingo los manifestantes,
que se supone son de derecha, abuchearon y echaron a los principales dirigentes
de la oposición, el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, y el senador
Aecio Neves, del Partido Social Demócrata Brasileño, al grito de ladrones y
oportunistas.
¿Cómo encajan estos hechos
en el análisis simplista de los intelectuales de izquierda? Las denuncias más
demoledoras contra Lula y Dilma (y buena parte de los políticos de derecha)
provienen de Delcidio Amaral, senador por el PT, elegido por Dilma para liderar
el Senado. Antes había sido ministro de Minas y Energía bajo Itamar Franco
(1994 y 1995) y director de Petrobras bajo Fernando Henrique Cardoso (2000 y
2001), y es considerado experto en negocios turbios (Página 12, 16/3/16).
Este es el tipo de personas que el PT recluta desde que ocupa el gobierno.
No hay izquierda porque el
PT se encargó de aniquilarla, política y éticamente. Lula fue durante años el
embajador de las multinacionales brasileñas. Entre 2011 y 2012 visitó 30
países, de los cuales 20 están en África y América Latina. Las constructoras
pagaron 13 de esos viajes, la casi totalidad Odebrecht, OAS y Camargo Correa
(Folha de Sao Paulo, 22/3/13). Es apenas una cara del consenso lulista. La otra
es la domesticación de los movimientos.
Es cierto que hay una
contratendencia desde abajo marcada por un nuevo activismo social, que se
manifestó en 2013 con el Movimento Passe Livre, luego con las ocupaciones de
los sin techo, el nuevo activismo feminista y más recientemente con la
ocupación de cientos de colegios secundarios. Pero estos movimientos ya no
obedecen a la vieja lógica (correa de trasmisión de los partidos), sino a
nuevas relaciones sociales, entre las que destaca la autonomía de los partidos
y los sindicatos, la horizontalidad y el consenso para tomar decisiones.
La tercera tendencia es el
fin de la hegemonía de los diversos actores políticos o sociales. Una sociedad
sin hegemonía quiere decir una sociedad caótica, desordenada, en la que ninguna
instancia tiene legitimidad ni capacidad para determinar los rumbos que se
toman. Para la izquierda institucional y electoral, y para los profesionales
del pensamiento, esto es un horror, un peligro del que se debe huir. Para
quienes apostamos al autogobierno de pueblos y comunidades, es una posibilidad
real de expropiar a los expropiadores, ya que es la antesala de un colapso
sistémico.
Con dos condiciones. Una,
que no se crea que el viejo mundo caerá sin afectarnos. Seremos parte del
naufragio, estaremos en peligro, tanto como los sectores populares. Esto no es
ni bueno ni malo, es el precio a pagar para tener la posibilidad de crear un
mundo nuevo.
La otra es que no existe la
menor certeza. Lo previsible es el Estado, las instituciones, las
multinacionales.
El colapso es una apuesta, pero no un juego, en el que ponemos el cuerpo y nos
arriesgamos a perderlo todo, para imprimirle un cambio de rumbo a la humanidad.
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