La derecha es “otra” en el mundo
hoy, NO. Sin embargo, camina por otros senderos diferentes a los caminos
históricos de la derecha tradicional. Si en
Norteamérica desde hace más de tres
décadas gobierna la derecha más extrema, radical, violenta, “estúpida”,
excluyente, xenofóbica, del Partido Republicano. Hoy no es la misma en su
comportamiento político en América Latina. Pero sí podríamos encontrar
muchos nichos sociales de similitud en
varios países Europeos, especialmente la extrema derecha conservadora en Francia, Alemania e Inglaterra,
solo como ejemplos Hoy. En cambio como decíamos líneas arriba, en América Latina, la
derecha tradicional, conservadora – amante del golpismo político,
militarista – ha sido desplazada, salvo excepciones en algunos países (Brasil) (La derecha más conservadora,
extrema, sin duda se quedó postrada en Perú,
es el Poder dinosaurio. En cambio hoy en especial en los países donde los
gobiernos actuales son progresistas de izquierda democrática,
los mismos que se encuentran atravesando serios problemas políticos estructurales
: crisis económica – al haber
terminado la era del crecimiento macro-económico, basado en la exportación extractivo
tradicional de materias primas – crisis de
la política al haber perdido Confianza la clase política, sus organizaciones y
la propia representación política, perdida permanente de la legitimidad institucional, así como el
haber convivido con la corrupción
generalizada . Todos estos graves
errores, distorsiones y pérdida permanente de la legitimidad constitucional, hoy
ha originado que en el epicentro de esa turbulenta
crisis política, desde abajo – considerando, esas “minorías silenciosas” – en forma progresiva han ido ganando
posiciones y apoderándose de grandes paradigmas de la izquierda, que la fue
abandonando: la calle, la plaza pública,
la pelea por sus objetivos políticos en el centro del escenario de las clases y
la lucha de clases. Una nueva derecha
NO, es la misma derecha, sino que hoy
la pelea, la lucha política no
la hace desde los cuarteles, o exclusivamente imponiendo sus políticas en forma
vertical y autoritaria NO esos tiempos
terminaron?. Hoy es la derecha
político-empresarial que apuesta por su democracia, una
democracia puramente electoral. Desde las calles y plazas públicas – el escenario
histórico de la izquierda en el mundo – hoy lucha con sus propios medios,
medios colaterales y medios comprados, más el- el poder de los medios de
comunicación, hoy el poder más productivo, eficaz e influyente -Cuidado esa es la “nueva derecha” con todo su
poder, la suma total de los poderes fácticos tradicionales y modernos.
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Mamita, cuidado, que terror. Pero no asustan. La ultra-derecha política Francesa de la señora Marine Le Pen y su partido el Frente Nacional, y la derecha salvaje, fascista de Estados Unidos, el Partido Republicano y su candidato el sr. Donald Trump. Es parte hoy de la "ola conservadora" que sale de las cavernas e impone miedo y terror.
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LA NUEVA OLA CONSERVADORA EN EL MUNDO.
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Emir Sader.
Página /12 lunes 28 de marzo del 2016.
Todavía en los años
1960, Richard Nixon creó la expresión “mayoría silenciosa”. En contraposición a
los grandes sectores emergentes que participaban de la campaña por los derechos
civiles, en contra de la guerra de Vietnam en los Estados Unidos, esa mayoría
sería silenciosamente conservadora. Sería el “país profundo”, que ejercería en
las urnas su voto a favor de la derecha, en contra del bullicio de las calles,
restringido a una minoría de activistas. Como si se confirmara su hipótesis, el
mismo Nixon sería elegido presidente, finalmente, cortando la racha de
gobiernos demócratas y la agitada década de 1960.
Tiempo después, cuando
Ronald Reagan despuntaba para ser gobernador de California y después candidato
a presidente de EE.UU, mucha gente decía que sería imposible que un pésimo
actor de películas de cowboys se ganara la presidencia. Pero él se hizo elegir
y reelegir presidente del país más importante del mundo, consagrado por la
victoria norteamericana en la guerra fría y la desaparición de la Unión
Soviética.
Más recientemente,
frente a George W. Bush, Reagan parecería un intelectual, pero Bush fue
presidente de los Estados Unidos durante dos mandatos. Todo parecería confirmar
la tesis de Nixon.
Ahora, en pánico, mucha
gente se pregunta si Donald Trump puede llegar a ser elegido presidente de los
Estados Unidos en las elecciones de este año, a pesar de sus posiciones
ultraconservadoras que él, de forma temeraria, defiende en las primarias del
Partido Republicano, volviéndose favorito para ser el candidato del partido.
Desde 1980, con el
inicio de primer gobierno de Reagan, Estados Unidos fue gobernado 20 años por
los republicanos y 16 por los demócratas. Durante ese lapso los republicanos
han controlado el congreso por un período aún más largo. Y algunos demócratas,
como fue el caso con Clinton, ha dado un viraje conservador en las
orientaciones del Partido Demócrata. Así, el conjunto del sistema político se
ha vuelto más conservador en las últimas décadas.
El mismo Partido
Republicano pasó por el Tea Party, hasta llegar a la avalancha de Donald Trump,
que puede que no gane las elecciones de noviembre, pero seguramente va a
empujar el centro político más hacia la derecha.
Pero no es sólo un
fenómeno norteamericano. En Europa, a pesar de la profunda y prolongada crisis
neoliberal del capitalismo, las corrientes que más crecen y se fortalecen son
las de extrema derecha, que ya estaban enraizadas en Francia y ahora llegan a
Alemania. Pero se reproducen en toda Escandinavia, así como en casi todos los
países del este europeo.
Así como con el discurso
de Trump, el tema de los inmigrantes es central en todas esas corrientes, donde
exhalan todo su odio, su discriminación, su egoísmo. Porque el inmigrante es
“el otro”, “el extranjero”, “el bárbaro”, mientras que ellos se asumen como
“los civilizados”. Blancos, religiosos, violentos, van construyendo una nueva
derecha, todavía más conservadora, de más exclusión social, étnica y cultural.
Los fundamentalismos
islámicos surgen en el campo político contrapuestos a esas corrientes, pero
componen un movimiento similar de intolerancia, odio, violencia exacerbada.
Contribuyen a componer el cuadro de nuevas corrientes conservadoras emergentes
en el mundo.
En América latina, las
sucesivas derrotas de la derecha en los países con gobiernos antineoliberales,
ha conducido a procesos de radicalización de la derecha. Desconocimiento de los
resultados electorales, intentos de desestabilización política mediante
campañas mediáticas de reiteradas denuncias y a través del terrorismo
económico, busca de descalificación personal de los líderes populares, acciones
violentas de grupos terroristas, que han tenido, como una de sus consecuencias,
la radicalización de sectores más o menos amplios de la clase media. Se buscan
reinstaurar climas ideológicos de Guerra Fría, con la intolerancia, la
discriminación. Se valen del control monopólico de los medios de comunicación
para generar climas de desestabilización política, con perdida de legitimidad
de gobiernos, desprestigio de sus líderes, denuncias de corrupción generalizada
de los políticos y de los partidos.
Todo
produce procesos de despolitización, de desplazamiento de los grandes temas y
desafíos de fondo que tienen esas sociedades, hacia temas como los de la
corrupción, que es utilizado para criminalizar al Estado, que sería la fuente
de la corrupción, según esa versión, que absuelve a las grandes empresas privadas.
Es, a la vez, una operación de bajar la autoestima del pueblo de cada país. Porque sin un
pueblo desmoralizado, la derecha no puede imponerse.
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