LA DERECHA LATINOAMERICANA
DIJO A QUÉ VINO.- Emir Sader. Alainet.
Rebelión martes 29 de mayo del 2018.
Después de años duros, en que parecía que el
neoliberalismo había venido para quedarse en Latinoamérica, fuerzas populares
lograron construir programas de gobierno antineoliberales, ganar elecciones y
protagonizar los años más virtuosos de nuestra historia, en algunos de nuestros
países.
Pero la derecha, aun derrotada, no ha dejado de
maniobrar para intentar frenar a esos procesos, que representan el
desenmascaramiento de todo lo que la derecha había dicho que era nuestro
destino inevitable. Planteaba distintas cosas, pero su política económica
siempre era el viejo modelo centrado en los ajustes fiscales, como medicamento
en contra la enfermedad de los gastos estatales.
Después del período de gobiernos posneoliberales, la
derecha ha vuelto a la carga, conquistando el gobierno en Argentina mediante
elecciones, retornó a Brasil mediante un golpe. Y tuvo la posibilidad de decir
a qué vino, porque peleó tanto, con todas sus fuerzas, legales e ilegales, para
retornar al gobierno. ¿Qué es lo que tiene que proponer y realizar en América
Latina?
En verdad, no fue necesario aguardar ese retorno.
Porque podemos saber lo que la derecha latinoamericana tiene que proponer para
la situación de países como México, por ejemplo, gobernado desde hace tantas
décadas por la derecha, con su modelo neoliberal ya hace por lo menos dos
décadas y media. El favoritismo de López Obrador para convertirse en el próximo
presidente de México es el resultado directo del fracaso de los gobiernos del
PRI y del PAN, que se han alternado en el gobierno, sin cambiar la política
económica neoliberal, y llevando México a una situación catastrófica, desde
todos los puntos de vista.
El país que iba a marcar la senda para los otros
países del continente, habiendo sido el primero en firmar un tratado de libre
comercio con EEUU (y también con Canadá, en este caso) representa, al contrario
de lo propuesto, la falencia de esos tratados y de esas políticas. Los dos
partidos de derecha sumados no tienen las preferencias de López Obrador, que
aparece como la ruptura con la corrupta oligarquía tradicional en México.
ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR.
AMLO, EL MORENA su Movimiento Político. La Izquierda Democrática tiene una significativa
ventaja Política como Electoral con relación a toda la Derecha y el propio
gobierno del PRI, que llega totalmente destrozado, por ser cómplice directo, de
presentar hoy un escenario de violencia, corrupción institucionalizada, la
Democracia en estado Fallido y el propio estado, como inviable, producto de la
narco política. Andrés Manuel a cuidar políticamente el proceso electoral.
Cuidado una vez más con el Fraude Electoral.
***
Pero el retorno de la derecha al gobierno en Argentina
y en Brasil podría significar una actualización de las propuestas de la
derecha. Sin embargo, en los dos países se ha aplicado el mismísimo modelo que
ya había fracasado en los años 1990. El mismo diagnóstico de que los problemas
de nuestras economías son los gastos excesivos del Estado tuvieron el mismo
tipo de respuesta: la centralidad del ajuste fiscal. Con las desastrosas
consecuencias aparejadas: profunda y prolongada recesión, desempleo récord,
desindustrialización de la economía, fuga de capitales, alza del déficit
público.
¿A eso vinieron las derechas en Argentina y en Brasil?
¿Es eso lo que prometen? Por ello han luchado tanto en contra de los gobiernos
populares, valiéndose de acusaciones falsas, de campañas de mentiras, de cerco
a los gobiernos desde los medios y desde los capitales especulativos.
Esta es la demostración, para México, Colombia,
Bolivia, y para otros países que están o van a entrar en procesos electorales,
lo que pueden esperar de los partidos y candidatos de la derecha en
Latinoamérica, cualesquiera que sean sus promesas. En Venezuela, se llegó a
prometer la dolarización de la economía del país. En Brasil se privatiza los mejores
patrimonios nacionales, los de Petrobras. En Argentina, se vuelve a la entrega
a los brazos del FMI, volviendo a comprometer el futuro del país.
Las alternativas de retomar el desarrollo económico
con distribución de renta suponen la ruptura con el modelo neoliberal, lo cual
solamente gobiernos de izquierda pueden hacer, como se ha demostrado en este
siglo. De la capacidad de la izquierda de volver a unificarse dónde está
dividida, de superar los obstáculos jurídicos donde la derecha se vale de ellos
en contra de líderes de izquierda, de reformular los proyectos que han dado
resultados, adecuándolos a las condiciones internas y externas actuales, de rescatar los
valores solidarios, cooperativos, humanistas, depende una solución positiva de
la crisis actual que afecta a todo el continente.
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Candidatos en las Elecciones de México 2018, LÓPEZ OBRADOR Izquierda, del MORENA, ANAYA del PAN. La derecha conservadora y el sr, MEADE del PRI, de un gobierno destruido por la
anti-política. Elecciones que se dan en un escenario de violencia y
destrucción de los Derechos Humanos. La narco política ha logrado niveles de
captura de Instituciones y la Corrupción hoy han generado escenarios de
violencia extrema y sin ninguna garantía de seguridad para candidatos,
Periodistas, Dirigentes Populares, Maestros, Universitarios y general para
todo Ciudadano de a pie que hoy sufre en directo las graves y terribles
consecuencias del terror y donde la Democracia y el propio Estado han
abdicado al poder mafioso de los cárteles y grupos de narcos que han destruido
la Vida Democrática de México.
***
MÉXICO: UN ESCENARIO DE GRAVES ANTAGONISMOS.
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Felipe Cuevas
Méndez.
Rebelión martes
29 de mayo del 2018.
La tragedia del
México actual trasciende a desproporciones nunca vistas en lo que va de su desarrollo capitalista, como se dice en
estos casos, nunca antes las desigualdades y asimetrías se habían acentuado
tanto y en tan significativas magnitudes.
Los conflictos
y antagonismos entretejen nuestra trama cotidiana, una
extrema acumulación de riquezas frente al despojo fratricida, la
consumación del sistema depredador frente a la desintegración social, un saqueo
contumaz de sus recursos frente a la penuria general de las condiciones de
vida, un sentido de injusticia general frente al anhelo social de otras perspectivas emancipatorias. Larga es
la trama de agravios sociales que se ciernen, como variada su consistencia, así
como amplias las repercusiones en lo profundo de la sociedad mexicana.
Pero poco de esto se refleja bajo la comunicación pretenciosa de la política
dominante y el estado actual de su proceso electoral, no obstante todo ello
está ahí debajo del entarimado. Extenso es el recuento, desde el ángulo de la marcha del capitalismo y la consolidación
del Estado de los monopolios y los poderosos en el manejo crítico de sus
prerrequisitos de opresión-explotación como si nada pasara. Este devenir
general nos condujo al trance de un neoliberalismo aplicado en condiciones de
sometimiento al imperialismo con especial acento en el mandato de las posturas
norteamericanas.
Del impulso
progresivo del capitalismo al neoliberalismo en México se ha recorrido todas
las etapas que indica el manual: a) desde
las políticas de austeridad, b)
pasando por las privatizaciones maniqueas, c)
las políticas de ajustes al capital financiero internacional, d) la aceleración inmoral e inmoderada
de la sobreacumulación de capitales, e)
contrarreformas que desintegran al propio Estado mexicano al grado de apéndice
de otros factores, f) un
envilecimiento profundo de la vida social para robustecer llanamente el poder
político-económico en sus nuevas condiciones, g) la vuelta de tuerca en la privatización de servicios y lo que
resta del patrimonio nacional, h) el
afianzamiento de las burocracias, grupos y linajes de poder que gobiernan al
país por sobre todas las cosas, al servicio y en maridaje de las clases
burguesas, i) fondos de legalidad a
modo de cadenas con las cuales mantener toda la dependencia de la sociedad con
respecto del poder, j) hasta el
control irrestricto del país en lo político, lo económico, militar, policiaco y
social por instrumentos, instancias y agentes imperiales a efecto del
predominio de la codicia por sobre todas las relaciones humanas.
México se
constituyó en una sociedad encerrada entre muros de violencia, explotación rapaz,
transgresión masificada de derechos sociales, deshumanización y poder opresivo
ilimitado. Sus procesos políticos y la propaganda del sistema invocan burbujas
de amor que poco tienen que ver con la realidad lacerante que se desbocan por
obscurecer. La política dominante pinta las cosas de tal suerte que resta seguir
confiando en la corporatocracia, en la plutocracia, en sus operadores de oficio,
con especial acento en las promesas de quienes nos oprimen. Un mundo de
chocolate es lo que nos cuentan a diario, sin embargo, es pura administración
del conflicto social desde arriba y para los de arriba.
Para esa visión, la moda es asumir conductas retrógradas,
rechazar todo proceso de lucha, tergiversar la realidad haciendo cambalache con
ensueños rosa, perfilar criterios burgueses, anular el juicio, imponer las
reglas de la sicología del poder, establecer en los hechos el juego de cálculos
políticos, afirmar los intereses creados y ya establecidos en las entrañas del
régimen. Para finalmente asumir esa
conducta alienada que consiste en la vulgarización del proceso mexicano y
su impedimento a transitar nuevas condiciones de lucha social, clasista y popular.
Asemejándolo según la visión tecnócrata burguesa, a una cuestión obsoleta sin
sentido ni posibilidades dadas las circunstancias y los “deberes del país civilizado, de derecho, moderno y garante de la gran
propiedad”.
En fin, tales son los prodigios de la mentalidad
dominante, su reducción y modificación de las expectativas sociales, de sus
códigos de clase. Nos exigen moderación ante los poderosos, combaten al deseo
colectivo de cambio social, se asumen en la posición de élites correctoras de
los problemas, de censuradores de oficio, de su labor contra la formación de la
conciencia fundamental del pueblo.
Por otro lado,
no hace falta ser obradorista para percatarse de que se abren posibilidades de
mejores condiciones de batalla, a pesar de que los sectores de derecha en Morena, las elites socialdemócratas o
los grupos recientemente traspasados a este entorno no actúan con esta lógica y
sí hacen todo lo que está a su alcance para que el rio no desborde, ni su
estamento de clase política se vea
alterado. Puesto que de acuerdo con las evidencias de su accionar, a buena
parte le guía la intención de ascenso al poder político para seguir igual, ser
base de maniobra de la gran burguesía contra las clases oprimidas y reciclar el
modo de vida burgués en otras fundamentaciones de legitimidad.
Siendo esta situación un producto de la lucha de clases en sus condiciones, del hartazgo,
la necesidad, sus procesos organizativos y el empuje social; su posible arribo
al poder no cambia la naturaleza del Estado. Lo cierto es que de mantenerse en las premisas de su programa
nacionalista, además de algunas consignas inclinadas a retomar las
iniciativas de lucha popular, todo lo cual no queda exento de costuras, que no
es de una sola pieza pues; sino conflictivo a lo interno y externo; no obstante plantea retos políticos
insoslayables ante la situación, con diversos aspectos antineoliberales en el
marco de un respaldo popular indiscutible. Definitivamente sí conduce a un
potencial desequilibrio de las élites
gobernantes, de sus mecanismos de control, de sus políticas fundamentales y
de la problematización para mantener el orden riguroso con que hasta ahora
hemos vivido.
Por supuesto,
todo dependerá de la balanza de fuerzas, sus correlaciones, perspectivas y
acciones sociales. Aun saliendo derrotada esta tendencia, las presiones de la lucha de clases se
reúnen en torno a las reivindicaciones generales en medio de las dificultades
ya sabidas de un régimen cada vez más ensimismado en su dominación.
Particularmente aquí el problema del programa nacionalista no es tanto por su
defensa de un nivel de reivindicaciones necesarias e ineludibles, como por las
inconsistencias frente al sistema en su fase actual al no enfrentarlo
rotundamente, y en procura de humanizarlo.
Lo que el contexto nos dice es que se abren fisuras, que el rompimiento hacia un poder popular
es una perspectiva desde abajo, o no será, cuyo origen se sustenta en la
presión y protagonismo popular. Este es el mayor temor de todas las elites
gobernantes, de todos los colores, a lo que hay que aunar notas de resistencia de sectores democráticos y populares que
se posicionan en torno al proceso inmediato, con el suficiente peso como para
empujar posteriormente una lucha de mayor resistencia por cumplir algunas
cuestiones de prioridad que llevarán a renovadas acciones y reclamos. Se
requieren cambios más allá de la recomposición moral (por ejemplo, enfrentar la
corrupción no basta con atacar a los corruptos, cuando esta es un sistema y un
modo de construcción del poder político y económico firmemente asentado), es
necesario trazar líneas de combate pormenorizadas contra todo el entramado
capitalista.
Tampoco es necesario posicionarse en la ultraderecha para verle sus límites, su radio
está bastante remarcado, al grado que patentiza una forma de extender las
fisuras, de atizar la crisis social
por soluciones democráticas y revolucionarias bajo otro escenario, hacia otro
proceso de la lucha de clases más allá de las viejas resistencias defensivas.
Dadas las circunstancias de la más estricta necesidad,
instintivamente el pueblo se propone actuar, asimilar y contrastar esta realidad de la lucha de clases y sus
tensiones. Puesto que con ello entramos en condiciones de extensión para
las añejas tareas de conciencia, de posicionamiento
del criterio revolucionario, del sentido de las luchas y la fuerza que debe
impregnarse a sus procesos desde abajo contra el capitalismo, ante las
condiciones con que actualmente se cuenta.
Bajo esta gama de circunstancias históricas y
coyunturales al frente, estamos llamados a perfilar el planteamiento y acervo de la
teoría revolucionaria tan indispensable para nuestros días, con el
bagaje e instrumental del sentido y
esfuerzo popular de lucha para que en efecto se marche a situaciones en que
el despliegue de las clases explotadas y oprimidas no quede atado de manos
frente a los poderosos, que no se desvanezca en generalizaciones, ni se vea
subordinado al llamado juego de cálculos de la política. Hay que luchar por un escenario y espacios de combate para empujar
el cambio del régimen capitalista próximo a develarse en todas sus costuras y
causales de las calamidades sociales, así como posicionarse en torno a la
confirmación de que es posible romper el círculo vicioso de la política
burguesa dominante en aras de que las y los desposeídos se constituyan en fuerza protagónica y revolucionaria en el
proceso de su historia.
En un contexto en que el capitalismo, y en especial los imperialistas no nos permiten
funcionar como nación soberana, popular y plenamente independiente; no cabe
acalambrarse por empezar por lo básico en medio de un proceso “impuro”, pero que traerá consigo
perspectivas de lucha y cambio, se debe obrar según las posibilidades del
momento sin cerrarse a las perspectivas, el tiempo trabajará para los pueblos
en cualquier circunstancia que en adelante se presente.
Se trata de procesos
indispensables en la concreción de la lucha, ante los cuales la burguesía
seguirá en sus ataques, que las clases
populares deberán enfrentar en la posición central de convertirlo en un
nuevo punto de apoyo para las luchas venideras. Es bajo este contexto que las potencialidades democráticas y
revolucionarias, el desarrollo de
tareas claras, específicas, objetivas, veraces; resaltan para una dilatada
labor independiente, mandatada y revolucionaria de nuestros pueblos, sus clases y sectores en calidad de sujetos
de la historia, hacia el proceso democrático y un auténtico poder popular
contra el sistema.
Así entonces,
en esta vertiente de la lucha política
más compleja, dinámica y conectada con sus conflictos, necesitamos la
creación y
sustentación en el terreno de mejores condiciones de acción colectiva polémica,
concientizadora y emancipatoria.
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