ARGENTINA: LA TORMENTA PERFECTA- LA ECONOMIA
MACRISTA. Un mal plan, mal aplicado y fuera de época.-
MACRI Y VIDAL van a ser recordados como los protagonistas de la más
escandalosa estafa electoral de la que se tenga memoria. En un texto especial
para Cash, el ex ministro de Economía AXEL
KICILLOF explica que la actual inestabilidad financiera es el resultado
inexorable del programa económico que se viene aplicando desde la primera
semana del gobierno de MACRI. Dice
que las políticas neoliberales conducen fatalmente a la desindustrialización, a
la exclusión social y al sobreendeudamiento. Para concluir que la
tormenta económica está íntegramente generada por las políticas que adoptó MACRI.
A ESTA ALTURA DE LOS ACONTECIMIENTOS, a nadie se
le escapa que la profunda crisis que atraviesa el país no es el resultado de los accidentes de la lira turca, ni del estancamiento de ni de la sequía, ni de la tasa de
interés internacional, ni de la herencia
recibida, ni del último tuit de
Donald Trump. Tanto la grave situación que atraviesa la ECONOMÍA REAL
–empleo,
producción y salarios en caída libre– como la enorme inestabilidad financiera, son el resultado inexorable del programa económico
que Macri viene aplicando desde la primera semana de su gobierno. Esto
tiene gravedad desde el punto de vista económico
y social. Pero no hay que perder de vista que el plan que ejecuta el
gobierno se encuentra en abierta
contradicción con todo lo que prometió en la campaña electoral para acceder al
poder. MACRI Y VIDAL van a ser recordados como los protagonistas de la más
escandalosa estafa electoral de la que se tenga memoria.
¿CÓMO
LLEGAMOS HASTA AQUÍ?. El primer
anuncio económico del gobierno, a una semana de asumir, exhibía ya,
tempranamente, la orientación de la
política económica, y mostraba también el estilo que iba a adoptar la gestión:
tomar una medida, disfrazarla de otra distinta y luego esconder por el mayor
tiempo posible sus resultados negativos o bien echarle la culpa a otro factor o
circunstancia. Este método es la continuación
del marketing electoral, pero ejercido ahora desde la comunicación del
gobierno y de los medios oficialistas. El 16 de diciembre de 2015, mientras se anunciaba con bombos y platillos “el fin del cepo”,
se producía en realidad la PRIMERA DEVALUACIÓN DEL PESO (de un 40 por ciento) y, al mismo tiempo, sin siquiera anunciarlo,
se modificaba la normativa del Banco Central para desregular por completo
la entrada y salida de capitales especulativos.
¿CÓMO CARACTERIZAR EL PLAN ECONÓMICO DE
MACRI? Pese al bombardeo de los medios, a las maniobras de distracción y a las
opiniones de los “expertos”, es
imposible no advertir que se trata, en
realidad, de un programa de neto corte neoliberal, inspirado en el llamado “Consenso de Washington”.
En resumen, las medidas son las de siempre: 1.
reducción salarial; 2. apertura
importadora; 3. desregulación financiera; 4.
dolarización de las tarifas; 5. tasa de
interés elevada; 6. ajuste fiscal; 7. rebajas impositivas para los
sectores concentrados; y 8. endeudamiento externo.
PERO 2017 ERA UN AÑO DE ELECCIONES Y MACRI
NECESITABA A TODA COSTA GANARLAS. Con esos resultados desastrosos, las promesas de un “segundo semestre”, los “brotes verdes”, la
“luz al final del túnel” y la “lluvia de inversiones” seguían sin aparecer.
Por eso, el gobierno resolvió utilizar “anabólicos”
para reanimar la economía. Se aplicaron cuatro medidas, encaminadas a impulsar
transitoriamente la demanda: 1. se
suspendió el cronograma de los tarifazos (incluidas las naftas y hasta el
Fútbol para Todos); 2. se pusieron en marchas numerosas obras superficiales; 3. se repartieron cinco millones de
créditos a jubilados y beneficiarios de AUH; y 4. Se instrumentó la
cláusula gatillo en las paritarias. De esta manera la demanda se reavivó
levemente, impulsando la actividad económica y produciendo un alivio durante
algunos meses.
SIN EMBARGO, NI BIEN FINALIZÓ EL ESCRUTINIO,
MACRI retomó el camino del AJUSTE.
Esa misma noche se anunció el aumento de las naftas y se cancelaron todas las medidas expansivas. A los pocos
días, Macri reunió a gobernadores,
empresarios, “opositores” y sindicalistas y anunció un paquete de reformas (fiscal,
laboral, previsional) que, como acostumbra, nunca había mencionado en la
campaña. El gobierno y su prensa pretendían
interpretar el resultado de la elección como un cheque en blanco. Pero la
reacción de la sociedad no fue la esperada. LA REFORMA LABORAL debió suspenderse y la reforma previsional, que no era otra que
cosa que una reducción de las jubilaciones,
terminó en un masivo cacerolazo, que fue violentamente reprimido…..
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ARGENTINA:
LA TORMENTA PERFECTA
LA
ECONOMIA MACRISTA.
Un
mal plan, mal aplicado y fuera de época
*****
En un texto especial para Cash, el ex ministro de Economía Axel Kicillof explica que la actual inestabilidad financiera es el
resultado inexorable del programa económico que se viene aplicando desde la
primera semana del gobierno de Macri.
Dice que las políticas neoliberales conducen fatalmente a la
desindustrialización, a la exclusión social y al sobreendeudamiento. Para
concluir que la tormenta económica está íntegramente generada por las políticas
que adoptó Macri.
Por Axel
Kicillof.
Página/12
domingo 2 de setiembre del 2018.
A esta
altura de los acontecimientos, a nadie se le escapa que la profunda crisis que
atraviesa el país no es el resultado de los accidentes de la lira turca,
ni del estancamiento de ni de la sequía,
ni de la tasa de interés internacional,
ni de la herencia recibida, ni del último tuit de Donald Trump. Tanto
la grave situación que atraviesa la economía real –empleo, producción y salarios en
caída libre– como la enorme inestabilidad financiera, son
el resultado inexorable del programa económico que Macri viene aplicando desde la primera semana de su gobierno.
Esto tiene
gravedad desde el punto de vista
económico y social. Pero no hay que perder de vista que el plan que ejecuta
el gobierno se encuentra en abierta contradicción con todo lo que prometió en
la campaña electoral para acceder al poder. Macri y Vidal van a ser recordados
como los protagonistas de la más escandalosa estafa electoral de la que se
tenga memoria.
¿Cómo llegamos hasta aquí?.
El primer
anuncio económico del gobierno, a una semana de asumir, exhibía
ya, tempranamente, la orientación de la política económica, y mostraba también
el estilo que iba a adoptar la gestión: tomar una medida, disfrazarla de otra
distinta y luego esconder por el mayor tiempo posible sus resultados negativos
o bien echarle la culpa a otro factor o circunstancia. Este método es la
continuación del marketing electoral, pero ejercido ahora desde la comunicación
del gobierno y de los medios oficialistas.
El 16 de diciembre de 2015, mientras se
anunciaba con bombos y platillos “el fin
del cepo”, se producía en realidad la primera devaluación del peso (de un
40 por ciento) y, al mismo tiempo, sin siquiera anunciarlo, se modificaba la
normativa del Banco Central para
desregular por completo la entrada y salida de capitales especulativos.
¿Cómo
caracterizar el plan económico de Macri? Pese al bombardeo de los medios, a las
maniobras de distracción y a las opiniones de los “expertos”, es imposible no
advertir que se trata, en realidad, de un programa de neto corte neoliberal,
inspirado en el llamado “Consenso de
Washington”. En resumen, las medidas son las de siempre:
1. reducción salarial;
2. apertura importadora;
3. desregulación financiera;
4. dolarización de las tarifas;
5. tasa de interés elevada;
6. ajuste fiscal;
7. rebajas impositivas para los sectores concentrados; y
8. endeudamiento externo.
Tan
neoliberal es el plan que en noviembre de 2016, Roberto Lavagna sostuvo que “ya tuvimos este modelo económico con los
militares y en los 90”. Pero fue el propio Domingo Cavallo que en octubre de 2017 confesó que “hay una gran coincidencia entre la economía
de Macri y la de los 90”, para agregar que “todos los que están en el
gobierno de Macri trabajaron en algún momento conmigo”. A esta altura,
los únicos que niegan la naturaleza neoliberal del programa son los apologistas
y encubridores del gobierno.
Las
políticas neoliberales conducen fatalmente a la desindustrialización, a la
exclusión social y al sobreendeudamiento. Para la producción nacional el cóctel
es fatal. La política de represión
salarial y el ajuste fiscal reducen la demanda interna y, por tanto, la
facturación y las ventas. Los tarifazos,
por su parte, elevan los costos, y la elevada tasa de interés encarece el
crédito hasta hacerlo inaccesible. De este modo, los ingresos bajan y los
costos aumentan, comprimiendo las ganancias. Pero, además, el aluvión de
importaciones le quita mercado a la producción nacional.
Para la
industria es, en efecto, una tormenta perfecta, pero no se trata de un fenómeno
desafortunado y fortuito de la naturaleza, sino que la tormenta está íntegramente
generada por las políticas que Macri adoptó. Nada de esto tiene que ver tampoco
con una supuesta “pesada herencia”, porque nada de lo que pasaba en 2015 obligaba al gobierno de Macri a
abrir indiscriminadamente las importaciones o a habilitar una puerta giratoria
con enorme rentabilidad para los capitales especulativos.
Es un mal
plan porque se trata del paquete neoliberal que tantas veces se impuso en el
país, en la región y en el mundo y que invariablemente fracasó. Pero, además, Macri lo está desplegando en un muy mal
momento, a destiempo. En los noventa, el mercado mundial experimentaba una
etapa de auge del libre comercio. Además, al menos durante un tiempo, abundaron
los capitales dispuestos a colocarse en países “emergentes”. No por eso el neoliberalismo
fue exitoso o adecuado para el país pero, al menos durante un tiempo, se
sostuvo esa apariencia.
En las
actuales circunstancias de la economía mundial, en cambio, las decisiones de
Macri están indiscutiblemente fuera de época. Se intenta con desesperación
alcanzar acuerdos de libre comercio cuando los países centrales adoptan
políticas claramente proteccionistas. Y se buscan inversiones financieras
cuando el flujo de capitales se dirige hacia los países centrales y no a la
periferia.
Marketing económico.
Durante 2016, los primeros efectos de las políticas neoliberales se
hicieron sentir con crudeza. La economía se contrajo un 2,3 por ciento, la
inflación alcanzó el 41 por ciento, el salario real cayó 7,2 por ciento y las
jubilaciones 6,6 por ciento. Pero 2017 era un año de elecciones y Macri
necesitaba a toda costa ganarlas. Con esos resultados desastrosos, las promesas
de un “segundo semestre”, los “brotes
verdes”, la “luz al final del túnel” y la “lluvia de inversiones” seguían
sin aparecer. Por eso, el gobierno resolvió utilizar “anabólicos” para reanimar la economía. Se aplicaron cuatro medidas, encaminadas a impulsar transitoriamente la
demanda:
1. se suspendió el cronograma de los tarifazos
(incluidas las naftas y hasta el Fútbol para Todos);
2. se pusieron en marchas numerosas obras superficiales;
3. se repartieron cinco millones de créditos a jubilados
y beneficiarios de AUH; y
4. se instrumentó la cláusula gatillo en las paritarias.
De esta manera, la demanda se reavivó levemente, impulsando la actividad
económica y produciendo un alivio durante algunos meses.
Sin embargo,
ni bien finalizó el escrutinio, Macri retomó
el camino del ajuste. Esa misma noche se anunció el aumento de las naftas y se
cancelaron todas las medidas expansivas. A los pocos días, Macri reunió a gobernadores, empresarios, “opositores” y sindicalistas y anunció un paquete de reformas
(fiscal, laboral, previsional) que, como acostumbra, nunca había mencionado en
la campaña.
El gobierno
y su prensa pretendían interpretar el resultado de la elección como un cheque
en blanco. Pero la reacción de la sociedad no fue la esperada. La reforma laboral debió suspenderse y
la reforma previsional, que no era otra que cosa que una reducción de las
jubilaciones, terminó en un masivo cacerolazo, que fue violentamente reprimido.
Fragilidad financiera.
Mientras
tanto, detrás de escena, la situación financiera del país se iba volviendo cada
vez más precaria e inestable. Como siempre ocurrió, la política neoliberal de tasas de interés elevadas y libre entrada y
salida de capitales, tiene como resultado la conocida “bicicleta financiera”. Los capitales especulativos ingresan al país
para lucrar con esa rentabilidad extraordinaria, y luego recogen sus ganancias
y se retiran. Una vez que comienza el proceso, el Estado se convierte en rehén
del mecanismo. Debe contraer cada vez más deuda para sostener la salida de
capitales y debe mantener la tasa elevada para evitar la fuga masiva. El endeudamiento externo no es provocado
por el déficit fiscal –como sostiene el gobierno–, sino por la necesidad
creciente de dólares, lo que, a su vez obliga al Estado a endeudarse cada vez
más, a mantener la tasa alta y a ajustar el presupuesto para poder cubrir los
intereses crecientes de la deuda que contrae. Para ocultar este proceso el
gobierno no paró nunca de mentir: sostiene que se endeuda para no hacer el
ajuste cuando es justamente al revés. Debe ajustar cada vez más por haberse
endeudado tanto.
Con el
sobreendeudamiento y la apertura, la economía queda expuesta a una descomunal
fragilidad externa. Cualquier situación de estrés internacional, cualquier
muestra de debilidad interna, o cualquier modificación súbita en el cambiante
humor de los especuladores puede producir un colapso. Ya sea porque deciden no
prestarle más dinero al país o porque simplemente prefieren mudar sus carteras
a otros mercados, retiran el capital y se produce la escasez de dólares
provocando una crisis cambiaria. La inestabilidad financiera es otro
resultado inexorable de la política neoliberal de Macri. Y cualquier
chispa puede encender el polvorín.
Maratón cambiaria.
A partir de
diciembre de 2017, todo fue de mal en peor. La agenda de “reformas” estaba atascada. La actividad económica
comenzaba a resentirse nuevamente, ya sin el impulso de las medidas
electorales. El ministro de Finanzas viajó entonces a Nueva York para conseguir
el financiamiento necesario para el año –30.000
mil millones de dólares– y se enteró allí de que el crédito para Argentina
estaba agotado, antes de lo previsto. En sus primeros años de gobierno había
contraído una deuda récord por casi 100.000 millones de dólares y había
duplicado la deuda en moneda extranjera. La mitad se había escurrido ya como
fuga de capitales. Al mismo tiempo, el déficit comercial había alcanzado en
2017 el récord de 8500 millones de dólares. Bajo las reglas que impuso Macri,
la necesidad de divisas es imparable.
Finalmente, en abril, se desencadenó la corrida
cambiaria. En los siguientes dos meses el dólar
pasó de 20 a 28 pesos. Ante la presión cambiaria el gobierno puede
reaccionar de tres maneras: puede convalidar la devaluación, puede subir la
tasa de interés o bien puede sacrificar reservas para sostener el tipo de
cambio. Todas las alternativas tienen
costos elevados. Tal fue la impericia del gobierno que hizo las tres cosas
a la vez: perdió casi 20.000 millones de
dólares, subió la tasa al 47 por ciento y permitió una inmensa
devaluación.
Sin fuentes
privadas de financiamiento y luego de la fuerte pérdida de reservas, el 8 de
mayo Macri anunció el acuerdo más
grande de la historia con el FMI, por
50.000 millones de dólares. Ese acuerdo implicaba un durísimo ajuste fiscal
para 2019, cercano a los 300.000 millones de pesos. Durante los
primeros días, Macri intentó que los
ganadores del modelo neoliberal contribuyeran con el ajuste. Pasó la gorra.
Pero recibió la negativas de sus socios (complejo
agroexportador, financistas y petroleras). Entonces, en estos últimos días,
el gobierno ha intentado instalar, con poco éxito, que el ajuste lo van a tener
que hacer las Provincias, los Municipios, los trabajadores, los jubilados y los
sectores más postergados. Probablemente, la corrida que se desató con mayor
violencia estos últimos días tenga como uno de sus factores explicativos el
hecho de que las víctimas que nuevamente eligió Macri no están dispuestas a
aceptar tan dócilmente ese destino. La solución no es ajustar y endeudar para desindustrializar y
fugar. La solución es abandonar el desastroso programa neoliberal .
* Ex ministro de Economía.
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