BRASIL: HADDAD SE DISPARA Y ALCANZA EL SEGUNDO LUGAR EN PREFERENCIA
DE VOTO.- Fernando
Haddad, candidato
del Partido de los Trabajadores en sustitución del encarcelado ex presidente Luiz Inácio Lula da
Silva, figura detrás del ultraderechista
Jair Bolsonaro. Río de Janeiro. El ultraderechista Jair Bolsonaro y el candidato del
Partido de los Trabajadores (PT,
izquierda), Fernando Haddad, se afirman como favoritos para
disputar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de octubre en Brasil, según una nueva encuesta
divulgada este lunes. Bolsonaro,
que convalece en una unidad de cuidados intermedios en Sao Paulo por una
puñalada recibida en un mitin, tiene
28,2% de intenciones de voto en la primera vuelta del 7 de octubre, señala el sondeo realizado del 12 al 15 de
septiembre por el instituto MDA para
la Confederación Nacional de Transportes
(CNT). Río de Janeiro. En segundo lugar, con 17,6%, se sitúa Haddad, designado la semana pasada como candidato en sustitución del encarcelado ex presidente Luiz Inácio
Lula da Silva, indica el estudio, llevado a cabo con un
universo de 2.002 entrevistados.
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BRASIL:
HADDAD CRECE A PESAR DE TODOS LOS MICROGOLPES.
A
dos semanas del voto en Brasil, el candidato de Lula y el ultraderechista
Bolsonaro copan la escena política
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El ex intendente petista de San Pablo necesita tornarse más conocido entre
los 147 millones de ciudadanos habilitados para sufragar en la primera vuelta
que se realizará dentro de 14 días, o en el posible ballottage del 28 de
octubre.
Darío Pignotti.
Página/12
domingo 23 de setiembre del 2018.
Desde Brasilia
Fernando
Haddad ante el fantasma de los microgolpes. Proclamado hace sólo doce días con la bendición de Luiz Inácio Lula da Silva, el
candidato del Partido de los Trabajadores (PT) tuvo un crecimiento
pronunciado en las encuestas. Tanto en lo que respecta a los números inmediatos
como en la proyección de votos. Haddad
avanzó en todos los sondeos ubicándose detrás del militar retirado (ma non
troppo) Jair Bolsonaro, primero con
entre el 26 y 28 por ciento de respaldo
La
agencia Ibope
mostró que el petista saltó del 9 al 19 por ciento en los primeros días como
candidato mientras Datafolha indicó
un avance del 9 al 16 por ciento en el mismo lapso. Esta última empresa de
medición de opinión pública detectó un dato cualitativo preocupante para el
cuartel general bolsonarista: el 33 por ciento respondió que votará sin
dudarlo a quien sea patrocinado por Lula y 16 por ciento dijo que
posiblemente opte por el heredero del político preso en Curitiba.
En otras palabras: Haddad tiene alrededor del 19 por
ciento de apoyo actual y puede trepar al 49. Claro que para alcanzar ese
guarismo tendrá que recorrer el país contra reloj. Ocurre que el ex
intendente petista de San Pablo necesita tornarse más conocido entre los 147
millones de ciudadanos habilitados para sufragar en la primera vuelta que se
realizará dentro de 14 días, o en el posible balotaje del 28 de octubre. Es una
tarea que requiere de una campaña redoblada pero es una meta factible dado que Lula ya le transfirió millones de votos
a Dilma Rousseff en las
presidenciales de 2010 y 2014, y al propio Haddad
en los comicios paulistas de 2012.
El ex mandatario fue
impugnado por el Tribunal Superior Electoral a principios de septiembre, cuando
su popularidad rozaba el 40 por ciento duplicando la de Bolsonaro. En esos días el comandante del Ejército, general
Eduardo Villas Boas, concedió una larga entrevista de corte político al
diario Estado de Sao Paulo para poner en conocimiento de la opinión
pública, y también de los jueces, que los militares no aceptarían una victoria
de Lula. Ese pronunciamiento fue
el segundo microgolpe del jefe
castrense, después de que en abril
hubiera recomendado al Supremo Tribunal Federal rechazar un hábeas corpus al
jefe petista que pocos días más tarde sería encerrado en la Superintendencia de
la Policía Federal curitibana. Estas
conjuras en baja escala ocurrieron antes y después del derrocamiento de Rousseff en agosto de 2016. Son
movimientos colaterales más o menos visibles para el gran público.
Después de la deposición
de la expresidenta estas operaciones
intentaron inviabilizar el retorno de Lula
y estuvieron a cargo principalmente de jueces y fiscales. Como la
prisión en Curitiba no logró sepultarlo políticamente ni acabarlo
electoralmente vinieron otras maniobras para impedirle hacer campaña. En la
fase actual de esa guerra de baja intensidad el blanco es Fernando Haddad.
En la entrevista citada
arriba el general en actividad Villas Boas también expresó, entrelíneas, su
veto al recién lanzado candidato petista. Posteriormente el general en retiro Hamilton Mourao, dueño de un estilo
algo brutal, ajeno al lenguaje elíptico, defendió un “autogolpe” y la
formación a dedo una comisión redactora de una nueva Constitución sin la
participación de la ciudadanía. Vale decir, amenazó con derrocar a las
autoridades civiles e instaurar un nuevo régimen post-democrático con otra Carta Magna.
Mourao, que también alentó el envío de tropas brasileñas a Venezuela,
es el candidato a vicepresidente de la fórmula encabezada por Bolsonaro que ayer cumplió su décimo
sexto día internado en el Hospital Albert Einstein de San Pablo, donde la
semana pasada fue operado por segunda vez de urgencia debido a las heridas
sufridas al ser apuñalado durante un acto de campaña
El
atacante es Adelio Bispo de Oliveira,
preso in fraganti, y alojado en una cárcel de máxima seguridad federal de Mato
Grosso do Sul.
Las primeras
averiguaciones policiales indicaron que
actuó en solitario, pero curiosamente la investigación fue prorrogada por
15 días junto con presiones del bolsonarismo, que defiende la hipótesis de que la agresión fue obra de una organización
política de izquierda. Nadie se sorprenderá si el preso acaba por confesar que
actuó siguiendo órdenes de alguien ligado al
PT o al propio Haddad. Si así fuera sería otro ejemplo de un supuesto
microgolpe.
En el hospital de San Pablo funciona el comando de
campaña de Bolsonaro frecuentado por
sus hijos, que también son candidatos, por dipu-policías y militares de alto
rango en retiro o actividad. El referente de la ultraderecha fue visitado recientemente por los generales Augusto Heleno y Santos Cruz. Si bien
el capitán dejó el Ejército hace décadas, mantiene vivos sus vínculos
informales con los militares. Así como la
defensa de las reivindicaciones corporativas de los uniformados (por
ejemplo jubilaciones privilegiadas) y la exaltación de banderas históricas
entre las que sobresalen la apología de la dictadura, a la que llaman
“Revolución”, y la reivindicación del terrorismo de Estado.
En
2016 Bolsonaro, el
diputado más votado de Río de Janeiro,
se pronunció por el derrocamiento de Dilma
haciendo un homenaje a uno de los responsables de la represión, el fallecido
coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, jefe de la policía política en San
Pablo en los años 70.
Por todo lo anterior el
aspirante presidencial puede ser considerado como exponente de una suerte de partido militar. Y al igual que algunos
generales el candidato dejó entrever su respaldo a una salida militar si Haddad fuera el vencedor, alegando que
está en marcha un “fraude” a través
de las urnas presuntamente controladas por petistas infiltrados. Por
cierto es una afirmación desvinculada de la realidad pero seguramente
considerada verdadera por los millones de seguidores del capitán-candidato de discurso
simplificador con resonancias evangélicas.
Estos arrebatos verbales
operan como advertencias para intimidar a los electores indecisos o microgolpes
para disciplinar a grupos de interés que en su hora celebraron la caída de Dilma y ahora se espantan ante el fenómeno político-militar-cultural
encarnado en el bolsonarismo. Incluso sectores del mercado tradicionalmente fóbicos del PT estarían asimilando la
posibilidad de una victoria de Haddad,
al que ven como un político de centroizquierda
permeable a ciertas exigencias del poder financiero.
Tal vez esta hipotética
admisión de una parte (no se sabe su tamaño) del mercado a la figura de Haddad ayude a explicar por
qué la semana pasada el dólar acumuló
una baja del 2,86 por ciento, la más pronunciada desde 2017. Este movimiento cambiario en ningún modo significa que la
banca le bajó el pulgar a Bolsonaro.
Todo indica que el candidato internado en San Pablo es el preferido del
capital
Sólo se trata de un dato
que merece registro, al que se puede sumar la portada de la revista británica The Economist que
catalogó a Bolsonaro como una “amenaza” para América Latina. Ese
semanario liberal, posiblemente el más influyente entre los ejecutivos de
multinacionales, en 2010 hizo una tapa dedicada al crecimiento económico del
Brasil del último año del gobierno lulista con el Cristo Redentor de Río de Janeiro despegando del cerro
Corcovado como si fuera un cohete.
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