"De
ganar la candidatura de Bolsonaro,
las apetencias de tutela militar y la emergencia
de personajes fascistas podrían proliferar en toda la región. El campo para
ello ha sido sembrado con la supuesta “lucha
contra la corrupción”, con la que estrategas estadounidenses apuntan a
estigmatizar a los gobiernos populares – y al Estado y la política en general -
para desterrar toda posible resistencia orgánica y pública al avance de sus
multinacionales.
Dicha estrategia fue sellada en la
última Cumbre de las Américas en Lima
y gana popularidad en pueblos asediados por situaciones políticas de altísimo
desprestigio como, por ejemplo, las que atraviesan Perú o Guatemala.
Por lo demás, en el marco de un
empeoramiento de los indicadores sociales y la exacerbación de la exclusión, la delincuencia crece y con el delito,
aumenta la sensación de inseguridad y el clamor represivo. De no haber
transformaciones de fondo, el fenómeno delictivo tenderá a ser creciente y
permanente por la dirección financiarista, no productiva del capital, el crecimiento del trabajo precario y
la disminución salarial aunados a la
cruel presión publicitaria hacia los prestigios del consumo suntuario".
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BRASIL. Candidatos HADDAD por la Izquierda Progresista, y BOLSONARO, fascista y ultra-conservador. A medida que se profundiza y se extiende por varios años la Crisis económico- financiera, Política y en general la CORRUPCIÓN, ha copado toda la estructura del sistema actual, y NO tiene alternativa `para salir del hoyo profundo de su descomposición generalizada, hoy se "descubre" que el veneno de la Corrupción, ha logrado copar toda la estructura del modelo actual - neoliberal -. Pero, la crisis, está destruyendo la Institucionalidad, la Democracia, y paralelo crece un peligro mayor. EL FASCISMO, está avanzando peligrosamente, como expresión "política" de los sectores sociales de la ultra- derecha neo-conservadora. Un grave peligro se cierne sobre América latina. Es urgente la crítica y auto-crítica en la Izquierda para forjar la UNIDAD y emprender la lucha frontal contra el el Fascismo, y sus "políticas" xenofóbicas, homofóbicas, racistas, supre-macistas blancas, misoginia y otras formas terroríficas contra al Democracia y la Humanidad.
***
ALERTA, ALERTA QUE CAMINA EL FASCISMO POR AMÉRICA
LATINA.
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Javier Tolcacher.
ALAI. América latina en Movimiento.
Martes 25 de setiembre del 2018.
La
inminente elección en Brasil es clave para el futuro de América Latina y el
Caribe. El próximo 7 de octubre
se dirimirán posiciones de poder político en las cámaras legislativas, las
gobernaciones y se definirá – ante la improbabilidad que alguien consiga
mayoría absoluta - quienes serán los candidatos que pasarán a segunda vuelta (28/10) para consagrar presidente y vice.
¿Por qué es tan importante esta elección para Brasil?
El poder establecido logró desplazar
en 2016 con un golpe parlamentario a
la presidenta Dilma Rousseff,
cortando un segundo mandato constitucional obtenido en la elección de 2014 con
más de 54 millones de votos. Se consumaba así la ruptura de trece años de
gobierno encabezado por el Partido dos
Trabalhadores (PT). Su líder, Luiz
Inácio Lula da Silva sería paralelamente objeto de persecución judicial y
condena sin pruebas con el objeto de inhibir su candidatura presidencial en 2018.
Un importante sector de la elite
brasilera junto al monopolio mediático apoyó la ofensiva de jueces y fiscales
con asesoría norteamericana para liquidar el proceso progresista. A ello siguió
un programa de ajuste en la inversión social, privatizaciones y regresión de
derechos adquiridos.
Sin embargo, asentado en el
golpismo, la traición a su alianza electoral y un programa severamente
antipopular, el gobierno Temer no
logró concitar el apoyo de la población, colocando al proyecto neoliberal en
una zona de riesgo.
De allí que las derechas del país,
ante la debilidad de las figuras de los partidos tradicionalmente cercanos al
capital (PSDB y PMDB) y en un
reflejo similar al que produjo el golpe
de 1964, acuden al ejército y a candidatos de sus filas para neutralizar la
reacción popular, ya sea a través de la represión o intentando canalizar un
sentir agredido por la sistémica corrupción empresarial del aparato político.
A esta arremetida frontal del poder
económico se suman fuerzas retrógradas, que irracionalmente pretenden que el
mundo gire al revés y la historia vuelva atrás. De este modo, el neofascismo se
personifica vociferando contra el avance de los derechos humanos de las
mayorías. La discriminación de los
negros y de las mujeres, el ataque a las diversidades sexuales, el revanchismo
y el odio, la represión, el orden sin progreso social son la bandera que
levanta el ex capitán del ejército y diputado federal durante siete mandatos
consecutivos Jair Bolsonaro.
El para muchos innombrable, cosecha
apoyo también en algunos sectores medios resentidos ante el escalón de ascenso
social que lograron los gobiernos de Lula
y Dilma. La real igualdad de oportunidades, ésa que predican falsamente sin
cesar desde el púlpito del liberal-capitalismo, en realidad los horroriza. Se
agrega a ello, el ciertamente alto índice de delito que padecen las urbes
brasileras con una fuerte concentración de población pauperizada. Población que
debió migrar de la desertización nordestina producto de la hiperexplotación del suelo por la industria cauchera y atraída por
la emergente esperanza industrial de la mitad del siglo XX, hoy también en
franco deterioro.
Frente
a este proyecto neoconservador y represivo, la
izquierda -
si bien concurre a la primera vuelta con más de una candidatura - se apoya fundamentalmente
en el enorme peso electoral del candidato proscripto Lula, para llevar a Fernando Haddad
a la presidencia del país.
El
candidato de Lula,
ministro de educación entre 2005 y 2012
y posteriormente alcalde de São Paulo,
es acompañado en la fórmula por Manuela
D'Ávila, periodista de 37 años.
El contraste es más que evidente frente al candidato a vicepresidente de la
extrema derecha, el general retirado Hamilton
Mourão, de 65. Ambos son sin
embargo “gaúchos” – los dos oriundos
de Porto Alegre – probablemente lo
único que comparten.
El lema de la candidatura lulista es
“Hacer
al Pueblo feliz de nuevo”, en evidente alusión a retornar a la
recomposición de la situación social de las mayorías postergadas. A los
habituales lineamientos del progresismo de generar crecimiento económico por
redistribución y ampliación del mercado interno, dar impulso a las obras de
infraestructura, combatir el hambre con apoyo directo, la ampliación educativa
y la gestión pública de recursos estratégicos, el programa de gobierno de Haddad
agrega un fuerte compromiso con el mundo social, con los derechos de las
mujeres, los negros, el campesinado, las colectividades de la diversidad sexual
y los pueblos indígenas.
Dos visiones de mundo y de país
absolutamente contrapuestas polarizarán a un electorado que elegirá entre dos
emociones existentes en su interior: el odio y el amor.
Una elección legislativa fundamental pero poco auspiciosa.
Al mismo tiempo, será muy importante
el resultado de la elección parlamentaria, ya que ésta facilitará o dificultará
la tarea ejecutiva.
Dominada
por clanes nepotistas, aliados al latifundio y una fuerte bancada evangélica, con una mayoría masculina, blanca, rica y muchos parlamentarios con más de
50 años, la cámara de diputados no es en nada representativa de la demografía
brasilera.
Cuatrocientos
ocho de sus 513
integrantes optan por competir por la reelección y es probable que muchos de
ellos lo logren. Por otro lado, las candidatas mujeres constituyen poco más del
30%. Con ello, la imprescindible
renovación de género y generación, la necesaria desconexión parlamentaria de la
influencia directa del mundo ruralista y empresarial, resultará muy difícil.
Aún así, una multitud de candidatos
se dispone a alcanzar una banca parlamentaria. Para el Senado, que renueva dos tercios de su composición, 358 competirán por 54 sitiales. En lo referente a las diputaciones federales, 8595
aspiran a ocupar alguno de los 513
puestos. En las elecciones estaduales (Brasil
es un estado federativo) compiten 17951
por 1035 lugares.
Los partidos que más postulantes
inscribieron son el PSL de Bolsonaro,
el PSOL, que lleva como candidato a
presidente a Guilherme Boulos,
referente del Movimiento de Trabajadores
Sin Techo (MTST) y el PT.
Aunque el arrastre de votos de las
candidaturas mayoritarias y el impulso de candidatos de la base social puedan
lograr que algunas caras nuevas ingresen al parlamento, es de esperar que la composición actual de las cámaras
– que posibilitó el golpe y reformas constitucionales regresivas - no varíe
radicalmente.
¿Por qué es tan importante esta elección para América Latina?
Brasil
es el país más grande de América Latina por extensión, dimensión poblacional y económica. Por
su peso específico, lo que ocurre allí transforma por completo el panorama
regional.
Un
triunfo de Haddad representaría,
luego de la victoria arrasadora de López
Obrador en México, la posibilidad de reconstruir un nuevo eje progresista,
contrario al belicismo y favorable a la concertación diplomática de
diferencias, lo que echaría por tierra la estrategia agresiva actual de los Estados Unidos y la OEA con el claro
propósito de recomponer su área de influencia en América Latina y el Caribe.
Por otra parte, la victoria del
candidato de Lula constituiría un
renovado impulso al proyecto de integración regional, conduciendo al
fortalecimiento de la UNASUR y la CELAC,
mecanismos hoy virtualmente paralizados por el servilismo de gobiernos
conservadores. Si vence el fascismo,
incluso el MERCOSUR estaría en riesgo.
De
ganar la candidatura de Bolsonaro,
las apetencias de tutela militar y la emergencia
de personajes fascistas podrían proliferar en toda la región. El campo para
ello ha sido sembrado con la supuesta “lucha
contra la corrupción”, con la que estrategas estadounidenses apuntan a
estigmatizar a los gobiernos populares – y al Estado y la política en general -
para desterrar toda posible resistencia orgánica y pública al avance de sus
multinacionales.
Dicha estrategia fue sellada en la
última Cumbre de las Américas en Lima
y gana popularidad en pueblos asediados por situaciones políticas de altísimo
desprestigio como, por ejemplo, las que atraviesan Perú o Guatemala.
Por lo demás, en el marco de un
empeoramiento de los indicadores sociales y la exacerbación de la exclusión, la delincuencia crece y con el delito,
aumenta la sensación de inseguridad y el clamor represivo. De no haber
transformaciones de fondo, el fenómeno delictivo tenderá a ser creciente y
permanente por la dirección financiarista, no productiva del capital, el crecimiento del trabajo precario y
la disminución salarial aunados a la
cruel presión publicitaria hacia los prestigios del consumo suntuario.
En Brasil, precisó el economista Marcio Pochmann en
entrevista a Brasil de Fato, hay casi 28 millones
de personas buscando trabajo, un 27% de la
fuerza laboral total.
El desvencije institucional, la
asfixia social, la interesada mediatización del fracaso político y la falta de utopías colectivas revolucionarias
podrían abrir el camino a la aparición de personajes fascistas en toda la
región, al fatídico retorno de la tutela militar o a ambas a la vez, como se
muestra en el caso de Brasil.
Detener la emergencia fascista.
Exponentes de la misoginia y el racismo como Bolsonaro
pretenden emular la senda de Trump y
apelan a motivos cavernarios para enrolarse en el movimiento de extrema derecha
que hoy avanza con fuerza en el mundo.
El
fascismo global
surge como etapa del hiper-capitalismo radical que exige orden en un mundo en vertiginosa
degradación social y ambiental, producida por su voracidad ilimitada.
Ante la justa reivindicación popular de derecho a la subsistencia digna, la
represión y los ejércitos aparecen como el último recurso, como la policía de
las multinacionales.
Los
nacionalismos
aparecen también como reacción a un globalismo
cruel, a un imperialismo feroz, que ha pretendido socavar todo sostén de
identidad propia para vender las baratijas de una industria cultural
uniformante.
Al mismo tiempo, las grandes transformaciones sufridas en
las últimas décadas en el paisaje social,
los acelerados cambios en la tecnología,
en los hábitos, el declive de instituciones perimidas, pero sobre todo, la
incertidumbre hacia el futuro, ha puesto a las personas en situación de alta
inestabilidad.
Azotada
por el vértigo y la exclusión,
tal como ha sucedido en otras ocasiones de la historia, el alma humana busca
desesperadamente sosiego en un pretérito idealizado, en un regreso imposible, en un
grito desgarrador por no perder o haber ya perdido el tren. Con ello se
abre la puerta a las falsas proclamas de quienes sustentan valores ya superados
por la dinámica histórica, pero que proporcionan consuelo a la conciencia
arrasada por los acontecimientos.
En el mismo sentido, la
disolución del tejido social, el imperio del individualismo, la soledad y
la vacuidad de sentido extreman la necesidad de contención colectiva, terreno
fértil para que opciones involutivas pretendan compensarla.
Por otro lado, la mundialización en curso, la inédita interconexión entre las culturas del mundo abona la extrañeza y
el anhelo por un paisaje monocromático que ya no existe. Sensación que es
aprovechada por los pregoneros de la
xenofobia, interesados en desviar las raíces del problema social
descargándola sobre los migrantes.
Se configura así un cuadro pre fascista de alta
peligrosidad, que nos lleva a alertar y a actuar sin dilaciones. Una fuerte
utopía alternativa debe abrirse paso y dar respuesta.
¿Qué puede pasar en la elección en Brasil?.
En lo concerniente a la carrera
presidencial, Fernando
Haddad, señalado por todos los pronósticos como un candidato en
ascenso, crecerá hasta absorber un buen porcentaje del voto Lula, en la medida en que su figura y su misión sucesora se
haga más conocida. Esto alcanzará para situarlo en la segunda vuelta electoral.
Por
su parte, Bolsonaro
también pasará a la etapa definitoria concentrando un voto duro, probablemente
impermeable a toda razón o alternativa.
Los
militares y los publicistas
de la extrema derecha intentarán extorsionar a la sociedad presentando la
opción falaz de su candidato “o el caos” – algo similar a la campaña sucia
contra López Obrador en la elección de
2006, a quien tildaron como “un peligro para México”.
En las tres semanas entre primera y segunda vuelta, cundirá una
vez más la basura en las redes y la manipulación en los medios. El mundo
empresarial y sus candidatos neoliberales estarán divididos, como sucede hoy en
la interna capitalista estadounidense. Son hay duda alguna que, el capital
colocará sus exigencias “irrenunciables”
a uno y otro contendiente, barnizando sus intereses con una supuesta “gobernabilidad económica”. Aunque
algunos declaren públicamente su “prescindencia” formal, querrán co-gobernar en
ambos casos presionando al parlamento.
Pero
la verdadera decisión la tendrá el pueblo brasilero.
Por eso, la movilización y la
conciencia popular serán los factores determinantes para impedir la tragedia
fascista primero, y para lograr verdaderas transformaciones en beneficio de las
mayorías después. Y no solamente en el Brasil.
JAVIER TOLCACHIER es investigador del Centro de
Estudios Humanistas de Córdoba, Argentina y comunicador en agencia
internacional de noticias Pressenza.
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