NOTA IMPORTANTE-a Raúl Zibechi,
por el contenido de las respuestas a las preguntas formuladas por el Entrevistador, parece que “no
son de su agrado los Movimientos
Sociales, que tienen origen en la inversión minera y todo lo relacionado
con los conflictos Sociales en los sectores de los Recursos Naturales. El caso peruano, es estratégico en la lucha
social y política de los Movimiento Sociales en América Latina. - ocasión que nos permite mencionar dos
acontecimientos - el primero, TÍA MARÍA, histórica y políticamente comprende desde el gobierno
del sr. Alan García - 2006-2011 -y del sr. Humala - 2011-2016- y aún no resuelto
- es el Movimiento Social del Pueblo del Valle de
Tambo y TIA MARIA- años de lucha, con varios pobladores asesinados y
la presencia de la Southern Perú - empresa minera con antecedentes
negativos en la explotación minera y la destrucción del medio ambiente, la cultura
y la Vida de varios pueblos del sur del Perú. Colega Zibechi, Movimiento Social - que consiguió en defensa del pueblo
del Valle de Tambo - frente a dos gobiernos - militarizado los
Distritos, la Solidaridad del Pueblo Peruano a nivel nacional fue efectiva en
apoyo a la Lucha Social en defensa de la VIDA… Este mismo Movimiento
Social, en los tiempos del sr, Humala, por la agresividad del gobierno, la
traición del sr., Humala - en persona en campaña en el mismo Valle de Tambo
ante el Pueblo “gritó ante el mundo junto al pueblo del Valle “AGUA SI, ORO NO”. Este
movimiento social logró en especial al año 2014 - que la represión contra el Pueblo
fue por muchos meses, consiguió reconocimiento mundial, - Colectivos
Sociales - en Europa fueron muy activos en defensa de la VIDA del Pueblo del
Valle de Tambo. El Conflicto Social - movimiento social del Valle de Tambo -TIA MARIA - logró MUNDIALlZAR, no solo por la energía, fuerza y
dignidad en la lucha por defensa de la VIDA
de los agricultores del Valle de Tambo. Similar defensa representó en las
luchas sociales del pueblo peruano, la defensa del Pueblo de Cajamarca, CONGA y en defensa del Derecho a la VIDA.
“Tu último libro revisa un
texto publicado en 2003, “Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias
y desafíos” (Observatorio Social de América Latina, CLACSO). Sostienes que,
tras la victoria electoral de Hugo Chávez (1998) seguida por otras como la de Evo
Morales (2005), “la estabilización progresista permitió que los estados
pusieran en pie políticas sociales que desintegraron, debilitaron o cooptaron a
no pocos colectivos”. ¿Nos hallamos ante una etapa nueva en la batalla de los
movimientos sociales?
“Me gustaría que se tratara de un nuevo ciclo de luchas; creo que lo
es, aunque tal vez dentro de una década afirme
que me equivoqué; la
primera característica del ciclo es que nace
bajo el modelo
“extractivista”, con una enorme especulación inmobiliaria,
una terrible acumulación
por despojo, la presencia de los monocultivos de soja y la minería
a cielo abierto. Después el modelo se estancó
con la caída de los precios de las materias primas. Es además la etapa de los gobiernos
“progresistas”, en gran medida porque estos mejoraron la situación de los
pobres, pero no realizaron cambios estructurales. Un segundo rasgo es
la gran participación
de jóvenes de los sectores populares y de las mujeres. Por
ejemplo, en Brasil
es el Movimiento Pase Libre, por el transporte público gratuito, el que en
junio de 2013
desencadena las luchas. En tercer lugar, comienzan a terciar sujetos colectivos
que habían estado en una actitud más tranquila, como los negros y los
sectores más sumergidos en el mundo del trabajo, las favelas, palenques y
quilombos; sobre todo en Brasil, Colombia y el Caribe. En Brasil hubo, en
marzo de 2014,
una huelga de los
recogedores de basura –negros, pobres y
jóvenes- durante el carnaval de Río de
Janeiro. Una cuarta característica es la
profundización en la idea de autonomía”.
/////
MOVIMIENTOS SOCIALES EN AMÉRICA LATINA, UN
NUEVO CICLO DE LUCHAS.
Entrevista al periodista y escritor Raúl
Zibechi, autor de “Movimientos sociales en América Latina” (Zambra-Baladre).
*****
Enric Llopis.
Rebelión viernes 31 de agosto del 2018.
El Movimiento
de Trabajadores Sin Techo (MTST) de Brasil impulsó en Septiembre de 2017 la
ocupación de Povo Sem Medo, en Sao Bernardo do Campo (Sao Paulo), que
reivindicaba el derecho a la vivienda para familias con escasos recursos. El
campamento se organizó con tiendas y barracas de plástico en los terrenos
-60.000 metros cuadrados, abandonados desde hace cuatro décadas- de una
constructora. Diversas fuentes calcularon la presencia de más de 30.000
personas en el asentamiento.
El periodista e
investigador Raúl Zibechi (Montevideo, 1952) resalta esta
ocupación como ejemplo del empuje popular en América Latina. Autor de una
veintena de libros –“Descolonizar la
rebeldía”, “Latiendo resistencia” o “Cambiar
el mundo desde arriba”, entre otros- acaba de publicar en la editorial Zambra-Baladre “Movimientos sociales en América Latina. El
‘mundo otro” en movimiento”. “He optado por editoriales pequeñas,
con el fin de tejer una red de amigos y compañeros; escribo además para la
gente común, no para las grandes editoriales”, afirma. Zibechi colabora actualmente en los periódicos La Jornada de México, Brecha de Uruguay, Gara y la agencia de
noticias Sputnik. En el prólogo de
su último libro recuerda las 400
fábricas recuperadas en Argentina, los 12.000
acueductos comunitarios que funcionan en Colombia o los más de 2.000
“emprendimientos” sostenibles promovidos por colectivos populares en México, el doble que hace una década.
-Tu último libro revisa un texto publicado en 2003,
“Los movimientos sociales latinoamericanos: tendencias y desafíos”
(Observatorio Social de América Latina, CLACSO). Sostienes que, tras la
victoria electoral de Hugo Chávez (1998) seguida
por otras como la de Evo Morales (2005), “la
estabilización progresista permitió que los estados pusieran en pie políticas
sociales que desintegraron, debilitaron o cooptaron a no pocos colectivos”.
¿Nos hallamos ante una etapa nueva en la batalla de los movimientos sociales?
Me gustaría que se tratara de un nuevo ciclo de
luchas; creo que lo es, aunque tal vez dentro de una década afirme que me
equivoqué; la
primera característica del ciclo es que nace bajo el modelo “extractivista”, con una enorme
especulación inmobiliaria, una
terrible acumulación por despojo, la
presencia de los monocultivos de soja y
la minería a cielo abierto. Después el modelo
se estancó con la caída de los precios de las materias primas. Es además la
etapa de los gobiernos “progresistas”,
en gran medida porque estos mejoraron la situación de los pobres, pero no
realizaron cambios estructurales. Un segundo rasgo es la gran participación de jóvenes de los sectores populares y de las mujeres. Por ejemplo, en Brasil es el Movimiento Pase Libre, por
el transporte público gratuito, el que en junio de 2013 desencadena las luchas. En tercer lugar, comienzan a terciar sujetos colectivos que habían estado en
una actitud más tranquila, como los negros
y los sectores más sumergidos en el mundo del trabajo, las favelas, palenques y quilombos; sobre todo en Brasil, Colombia y el Caribe. En Brasil hubo, en marzo de 2014, una huelga de los recogedores de basura –negros, pobres y jóvenes- durante
el carnaval de Río de Janeiro. Una cuarta
característica es la profundización en
la idea de autonomía.
-¿Podría fijarse una fecha para esta nueva fase de las
luchas sociales, por ejemplo en Perú, la
resistencia popular contra el proyecto minero Conga en el departamento de
Cajamarca, a partir de 2012?
En Brasil, a partir de
las jornadas de junio de 2013 en
plena Copa de Confederaciones de fútbol, se manifestaron 20 millones de personas en 353
ciudades; tras la represión, la
izquierda se paraliza, la derecha aprovecha para subirse al “carro” de las movilizaciones y tomar
la calle. Pero en Bolivia el punto de inicio se situaría en 2011, con la Marcha en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional
Isiboro-Secure (TIPNIS), donde el Gobierno Nacional proyectaba construir una
carretera que atravesara este espacio protegido. En Argentina el punto de partida es la ocupación del Parque
Iberoamericano de Buenos Aires, en 2010,
durante la presidencia de Cristina
Kirchner; sectores populares urbanos se movilizaron en este enorme parque
por el derecho a la vivienda y contra la insuficiencia de las políticas sociales.
-¿Prefieres la idea de “movimiento social” o el de
“sociedades ‘otras’ en movimiento” para el caso específico de América Latina?
Mencionas en el libro, entre otras, la población de Cherán (Michoacán de
Ocampo, México), que volvió a sistemas de organización
p’urhépechas cuando se levantó en 2011 contra las mafias que arrasaban los
montes comunales.
El concepto de “movimiento social”, que es muy útil, surge en
Europa y Norteamérica para explicar la emergencia en los años 60 del siglo XX de movimientos como el de mujeres, la lucha en Estados Unidos por los derechos civiles, contra la OTAN, por el pacifismo y el ecologismo; todos exigen a los estados ciertos
derechos. Sin embargo, en América Latina los movimientos van arraigando en
territorios, y esta “territorialización”
es una seña de identidad muy
diferenciadora. En todos estos espacios, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)
de Brasil, el zapatismo o los mapuches van creando nuevas sociedades, que
incluyen producción, salud y en algunos
casos órganos de poder no estatales, como las Juntas de Buen Gobierno del zapatismo, que es el caso más conocido
y desarrollado; el ejemplo zapatista
destaca por las centenares de comunidades agrupadas en más de 30 municipios en cinco regiones, con escuelas, clínicas y hasta
cultivos sin agroquímicos; otro caso es el de los cabildos indígenas de la población nasa, en los resguardos del sur
de Colombia. A una escala distinta,
el MST ha recuperado cerca de 25 millones de hectáreas de los
hacendados; ha impulsado 5.000
asentamientos, donde viven dos
millones de personas, y donde hay 1.500 escuelas así como cooperativas de producción y distribución en ferias.
-¿Por qué subrayas que estas sociedades “otras”
necesitan movilizarse e incluso cambiarse a sí mismas?, Así ocurrió con los
pueblos de las tierras bajas de Bolivia, que
tras un proceso de unificación en asambleas y reconstitución de sus
territorios, iniciado en los años 80 del pasado siglo, acabaron participando
decisivamente en la Marcha en Defensa del TIPNIS (2011).
Porque de lo contrario estos territorios, que son como
islas, quedan cercados y terminan siendo ahogados y reprimidos por el Capital.
Necesitan luchar y vincularse con otros, expandirse para sobrevivir. Un ejemplo
es el levantamiento en junio de 2009
de los indígenas wampis y awajún en Baguá,
en la selva amazónica peruana; ocho años después de los enfrentamientos con la
policía armada, que terminaron con centenares de muertos, más de 80 comunidades wampis proclamaron su
autogobierno para defender 1,3 millones de hectáreas de bosque de las multinacionales. Otro caso es el de los nasa, que tenían durante mucho tiempo
un espacio consolidado en el departamento colombiano del Cauca; en octubre de 2008 unos 10.000
indígenas iniciaron la Minga Social
y Comunitaria, que pasó por ciudades como Cali y terminó en Bogotá.
Durante el recorrido se sumaron cortadores de caña, negros, estudiantes y otros colectivos urbanos; tras esta
gran marcha, en 2010, se fundó el Congreso de los Pueblos, que reúne a
numerosos movimientos populares.
-También te refieres a la Educación
Popular “en movimiento”, con dos grandes modelos: el desarrollado por el
EZLN zapatista y el del MST
brasileño
Maestros en lucha por la Defensa de la Educación Publica. México. Otro sector Social, principal hoy en América Latina. El Maestro, la Mujer y la Juventud, son nuevos Actores Sociales en defensa de los Derechos en América latina.
***
El MST parte de la
educación popular de Paulo Freire.
En los asentamientos de los “sin tierra”
la profundizan y desarrollan hasta llegar a la “pedagogía de la tierra”, que
básicamente podría definirse como “transformarse
transformando”; así, tanto el movimiento como los sujetos del movimiento se
transforman haciendo, y en las 1.500
escuelas aplican una pedagogía que busca enraizar al sujeto campesino en la
tierra. A su vez trabajan la relación entre el docente y los alumnos, de modo
que no sea tan vertical y sí más participativa. Esto se da sobre todo en la
educación de adultos, donde se busca un método pedagógico en el que el papel
del maestro sea más circular y todos se conviertan en sujetos evaluadores.
También han desarrollado un concepto que para mí es muy importante: transformar el movimiento -en todos sus
tiempos y espacios- en tiempos y espacios pedagógicos. Todo lo que se haga ha
de tener un contenido y un resultado pedagógico; si participamos en una campaña
de lucha o acciones, tiene que haber servido también para discutir la realidad
y empoderar a la gente.
-En “Movimientos sociales en América Latina” citas
otras experiencias como la Red Cecosesola,
fundada hace 50 años en el estado venezolano de Lara.
“Nuestro proceso educativo está presente en todo lo que hacemos”, afirman. En
las cooperativas agrícolas, de salud, ahorro y préstamo o producción industrial
en pequeña escala de Cecosesola participan 20.000 socios y más de 50
organizaciones populares.
Quisiera destacar también los Bachilleratos Populares
de Argentina. Surgieron en la primera década de los años 2000 sobre los territorios
y espacios del movimiento piquetero, y funcionan en fábricas recuperadas por
los trabajadores, sindicatos y organizaciones territoriales de barrios
populares. La gente, ya adulta, que no ha terminado la enseñanza secundaria
acude a los bachilleratos y estudia el periodo que les falta; funcionan como
espacios “en movimiento”, y hay ya más de un centenar en Argentina, sobre todo
en las ciudades. Los bachilleratos organizan una gran asamblea inicial, donde
colectivamente se empieza a trabajar la currícula, que no es la del Estado,
sino la que definen los colectivos, docentes y estudiantes. A partir de esa
currícula, comienzan los tres años de formación, que terminan con avances en el
terreno pedagógico, la adquisición de conocimientos, logrando hablar en público
y con estudiantes que son militantes e incluso líderes de los movimientos. Esta
pedagogía tiene relación con la de Paulo Freire, echa raíces en la realidad
concreta y está dirigida a hombres y mujeres de los barrios muy pobres.
-Has estado en diferentes ocasiones en Chiapas y
conocido la “Escuelita” Zapatista. “Frente al modo occidental y académico,
abstracto y general, los zapatistas de las bases de apoyo tienen la virtud de
lo concreto y la sencillez de la exposición”, concluyes en el libro. Asimismo
el pensamiento crítico del EZLN, que surge de la praxis cotidiana en las bases
de apoyo, se reproduce en centenares de escuelas.
Los zapatistas tienen una particularidad. Es la
comunidad en asamblea la que elige quiénes van a ser los docentes, y no porque
alguien tenga mayor o menor capacidad, sino porque le toca. Además los
docentes, que no perciben un salario, tienen que dedicarse por tiempo completo
a sus alumnos y les sostiene la comunidad, que por ejemplo les cultiva la
milpa. Hay una diferencia clara entre las escuelas del estado y las zapatistas.
Es más, en algunas regiones, cuando el zapatismo empezó a instalar
“secundarias” o “primarias”, el Estado también las implantó –cuando antes no
las había- para contrarrestar las escuelas zapatistas. En éstas los padres
colaboran, los alumnos y docentes limpian la escuela, de hecho la gestionan
conjuntamente; mientras que en las escuelas estatales el docente es un mestizo
o blanco llegado de la ciudad en coche, en las zapatistas son gente de la misma
comunidad.
Nos olvidamos de los Pensionistas en Nuestra América, son millones olvidados, postergados por las políticas neoliberales de los Gobiernos de turno, incluso en varios países se ha rebajado la pensión de los Jubilados, con la finalidad de "reorganizar las políticas internas y dar pase a las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional, Argentina y Brasil, son ejemplos.
***
-Algunos de los pensadores recuperados son, entre
otros muchos, el filósofo y psiquiatra de la isla de Martinica, Frantz Fanon, y
el filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch. ¿Por qué propones una
ruptura epistemológica frente al eurocentrismo y defiendes los pensamientos
“propios” de los pueblos indios, negros y los sectores populares? ¿Hay en
América Latina una dependencia de los patrones –de hacer y pensar- europeos y
estadounidenses?
Sí, sobre todo en las academias y universidades. Los
autores, la forma de trabajo y estudio, el papel de los estudiantes y
universidades es muy eurocéntrico. Así, para el estudio de los movimientos
sociales se apela a autores a los que aprecio mucho, como Marx, Foucault, Alain
Touraine o Sidney Tarrow; ahí está, por tanto, la necesidad que tienen los
movimientos de buscar en sus tradiciones otra pedagogía; ahí es donde hablo de
una ruptura epistemológica. En el libro explico la experiencia de la Comunidad
de Historia Mapuche. Nace en 2004 en Temuco, al sur de Chile. La mayoría de los
23 integrantes de la Comunidad provienen de La Universidad de La Frontera, en
la ciudad de Temuco. Se trata de profesores universitarios y “secundarios”,
trabajadores sociales, periodistas, artistas y escritores; algunos viven en comunidades
y muchos se definen como activistas de las organizaciones mapuches. También
acompañan procesos judiciales contra detenidos políticos, procesos de defensa
territorial contra el extractivismo y forman parte de la lucha por la
revitalización del mapudungun (lengua mapuche). Han sacado a la luz episodios
que estaban en la oscuridad, como la muestra en 1883 de un grupo de 14 mapuches
en un zoológico humano –el jardín de Aclimatación de París-, donde eran
estudiados por su “rareza”; o las derrotas que las comunidades infligieron a
los conquistadores españoles en el siglo XVI.
-Otra idea central es la “descolonización” de los
métodos de investigación y oponerse a la hegemonía de los especialistas. En
este punto destacan iniciativas como el Taller de Historia Oral Andina (THOA).
¿En qué consiste?
Es una experiencia dirigida por la antropóloga
boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, quien destaca la necesidad de “un ejercicio
colectivo de desalienación” y, para ello, resulta determinante el papel de la
Historia Oral y el de las comunidades. El taller fue creado en 1983, cuando
Silvia Rivera era profesora de Sociología en la Universidad Mayor de San
Andrés, en La Paz. La condición para formar parte del grupo era saber hablar
aymara o quechua. El primer trabajo de los estudiantes consistía en contar la
historia de su vida. Entonces se dieron cuenta de que sufrían, además de la
represión externa, una autorrepresión muy fuerte respecto a su lengua, cultura
y tradiciones, aunque en el proceso de introspección empezaron a liberarse. Se
trata de estudiantes de las comunidades aymaras o urbanos –que provienen de las
comunidades- ya alfabetizados y que van a la universidad.
Invitados por los ayllus (comunidades), los
integrantes del THOA desarrollaron talleres y en las investigaciones se crearon
equipos mixtos conducidos por los comuneros de base, con quienes se definieron
las metas, tareas y formatos de investigación. La Historia Oral es lo que les
permite descubrir, y que las personas subordinadas se conviertan en sujetos. Además
son las comunidades en asambleas las que deciden cómo ha de ser la “devolución”
de los estudios, en este caso en forma de teleteatros o radionovelas, que
fueron escuchados por cientos de miles de personas en las radios del Altiplano.
Esta metodología ha permitido difundir la historia de Túpac Katari, que lideró
la rebelión aymara de 1781 simultánea a la de Túpac Amaru en lo que hoy es
Perú; o la reconstrucción de la biografía de Santos Marka T’ula, cacique que
luchó por la recuperación de las tierras comunales. Los talleres han influido
en la formación del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu
(CONAMAQ), una de las organizaciones indias más relevantes de Bolivia.
-Desde 1986 has recorrido América Latina, sobre todo
la región andina, como periodista e investigador “militante”. ¿En qué
prejuicios y vicios de perspectiva consideras que incurre el investigador del
Norte cuando se acerca a las comunidades indígenas?
Creo que hay un error básico, que consiste en pensar
que el investigador sabe y la comunidad no. El segundo es lo que denominamos el
“extractivismo” académico, que consiste en ir a las comunidades, “chupar”
conocimientos y utilizarlos para la propia carrera institucional o académica,
sin devolver nada a la comunidad. La tercera, y me parece fundamental, es que
hay que estar en la comunidad, tener vínculos y establecer afectos. No vale con
ir de visita media hora con el grabador para sacar información: si no hay
relaciones de confianza, nadie te va a contar las cuestiones de fondo, por lo
que la información será siempre parcial e incompleta; ahí me parece que existe
una reproducción del modelo colonial, que implanta una relación entre los que
tienen poder y los que no lo tienen, y muy a menudo entre varones blancos y
mujeres, niños y niñas indias, negras y mestizas. Además, te diría que las
academias tradicionales tienden a reproducir el modelo colonial sujeto-objeto y
a cosificar a los indígenas, los negros y los sectores populares.
-Sin embargo, las escuelas y facultades de periodismo
hacen hincapié en la neutralidad, la separación entre información y opinión y
la importancia del rigor. ¿Es esto compatible con la militancia?
Creo que hay que ser riguroso, contrastar y ser
crítico con las fuentes. Tenemos ejemplos maravillosos de periodistas muy
comprometidos que están del lado de los oprimidos, como Eliane Brum, una
periodista y escritora brasileña que escribe notas largas en la edición
brasileña de El País; o Marcela Turati, reportera de Proceso, en México,
también absolutamente comprometida con los sectores populares sin por ello
perder la rigurosidad.
-Por otra parte, en el artículo de 2003 afirmabas que
comuneros, cocaleros, campesinos Sin Tierra y, cada vez más, desocupados
urbanos y piqueteros argentinos trabajan en la construcción de la autonomía.
¿Cómo ha evolucionado, después de 15 años, la idea de “autonomía” en las
organizaciones populares?
Creo que en una primera fase de los movimientos, que
incluye a los piqueteros argentinos, lo que interpretábamos del zapatismo
-aunque ellos no lo planteaban así- y otros, la autonomía se formulaba como un
discurso defensivo frente al Estado, los partidos políticos, las iglesias y los
sindicatos. Actualmente se camina hacia una autonomía más integral, que implica
contar con un territorio, una producción propia en lo posible sin utilización
de agroquímicos y, en definitiva, una autonomía que abarque todos los aspectos
de la vida. Mientras campesinos e indígenas tienen una amplia experiencia en
autonomía alimentaria y prácticas en salud, los sectores populares urbanos han
sido despojados de estos saberes. De ahí la importancia de experiencias como,
entre otras muchas, la de algunas comunas de Medellín, que consiguieron cierta
autonomía en el suministro del agua, la Comunidad Habitacional Acapatzingo, en
el Distrito Federal de México; o la experiencia en cultivos de quinua de los
vecinos de Potosí, en Ciudad Bolívar (Bogotá). Una autonomía que disponga
también de espacios para la resolución de conflictos –eso que llamamos poder o
justicia- propios, para no tener que recurrir a la justicia del Estado.
-¿Qué ejemplos resaltarías?
Se tiende a ello en el caso mapuche, con los grupos de
autodefensa no formales; y en Colombia, en el movimiento de los pueblos nasa y
misak organizados en torno a la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del
Cauca (ACIN) y el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC); además de sus
instancias de justicia y escuelas de formación, los nasa-misak cuentan con una
guardia indígena elegida por las comunidades. Cada comunidad nasa elige a diez
guardias indígenas durante un año, de modo que son más de 3.000 guardias
coordinados por cada resguardo, con mandos propios rotativos y armadas de
bastones. Se trata de gente autoorganizada y bajo la vigilancia de los
cabildos. Hacen pesar la masa –cantidad de personas- en sus acciones. Han
conseguido detener a los paramilitares, al ejército, a las compañías mineras y
a las FARC cuando secuestraban
indígenas. Y esto porque consideraron que en su territorio no querían la
guerra.
-¿Qué lecturas de medios independientes recomendarías
a los ciudadanos europeos para informarse, de
manera crítica, sobre la realidad latinoamericana?
Por salirnos de los grandes medios como Brecha o La Jornada, destacaría la
página web Desinformémonos de México,
que está muy vinculada a los movimientos y que dirige la periodista Gloria Muñoz Ramírez; se trata de un periodismo militante y que dispone de
muy pocos recursos. Otro ejemplo es Mapuexpress,
en relación con el pueblo mapuche.
Pero el caso más increíble es el de Argentina.
La Asociación de Revistas Culturales e
Independientes de Argentina (AReCIA)
tiene censadas cerca de 200 revistas
culturales, independientes y autogestionadas, en formato papel o digital; estas
publicaciones vinculadas al campo popular -por ejemplo Lavaca.org, Barcelona (Periodismo por otros
medios), La Tinta (Periodismo hasta
mancharse) o Campo Grupal- suman
entre cinco y siete millones de visitas mensuales. En estas revistas, en su mayoría cooperativas,
trabajan o colaboran a tiempo completo más de 1.500 personas. La comunicación en América Latina se ha multiplicado de manera notable. Muestra de
ello son la Red de Educación Radiofónica
de Bolivia (ERBOL), fundada en 1967, la tradición de las radios
comunitarias en Ecuador o las 10-15
publicaciones del mundo mapuche. El proceso es muy
rico, hay infinidad de experiencias que uno no sabía ni que existieran.
*****
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