BOLIVIA y el reclamo por el
acceso al mar. Declaran línea azul del teleférico “emblema de la reivindicación
marítima”.
/ Ejército y policía comienzan mes
de actividades en apoyo a la demanda/.
Resumen Latinoamericano *, 1 de
marzo de 2018
La Paz, 1 mar (ABI).- La
Línea Azul del teleférico fue nombrada el jueves como “Línea Emblemática de la Reivindicación Marítima”, como parte de
las actividades que encara el Gobierno nacional para acompañar la etapa de los
alegatos orales de la demanda marítima en la Corte Internacional de Justicia
(CIJ) de La Haya, que comenzará el 19 de marzo. El nombramiento se realizó en
un acto especial que contó con la participación del canciller, Fernando
Huanacuni, los ministros de Defensa, Javier Zabaleta, y de Obras Públicas,
Milton Claros, además del gerente de la empresa estatal “Mi Teleférico”, César
Dockweiler.
“Quienes
viajen en el teleférico van a poderse imbuir directamente de la historia de
Bolivia con referencia al mar. Estamos a 19 días de la fase oral de los
alegatos”, dijo el Canciller en el acto.
Destacó que el azul del cielo “se va a unir al
azul de nuestro mar”.
Por
su parte, el Ministro de Obras Públicas
señaló que la demanda marítima debe generar un sentimiento de unidad entre los
bolivianos, a pesar de las diferencias ideológicas y políticas.
“Hoy
estamos en el teleférico, en la Línea Azul, que será la línea de la
reivindicación marítima, un evento muy importante que ha todos los bolivianos
nos debe generar un sentimiento de unidad”, mencionó.
Entre
tanto, el Gerente de Mi Teleférico
resaltó que el nombramiento de la Línea Azul como emblema de la reivindicación
marítima busca transportar la ilusión y la fuerza de millones de bolivianos que
sueñan con retornar a las costas del Pacífico con soberanía.
“Con
este acto, con la declaración de la Línea Azul como la Línea Emblemática de la
Reivindicación Marítima, queremos transportar
la ilusión y la fuerza de los millones de bolivianos, a quienes nos estarán
representando en La Haya”, indicó.
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MAR PARA BOLIVIA Y PATRIOTISMO
LATINOAMERICANO.
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Manuel Cabieses Donoso.
Rebelión martes 4 de setiembre del 2018.
El inminente fallo de la Corte Internacional de
Justicia acogerá al parecer la demanda boliviana de una salida soberana al
océano Pacífico. La justicia y la razón están de su parte. Sin embargo, eso no
obligará a Chile a ceder “ni un solo centímetro cuadrado” de territorio -como
afirma el bizarro canciller Roberto Ampuero, novel teórico mapochino del
“espacio vital”-.
Lo que hará la CIJ solo será reconocer la justicia de
la demanda boliviana y llamar a ambos países a un diálogo de hermanos -que lo
somos- para terminar con el enclaustramiento geográfico de Bolivia.
Ese país necesita algo más que un centímetro cuadrado
de territorio chileno para acceder al mar. Requiere un corredor al norte de
Arica que comunique el Pacífico con territorio boliviano. Son varios
kilómetros, como ofreció la dictadura militar en 1975. El “abrazo de Charaña”
de los generales Augusto Pinochet y Hugo Banzer, y sus implicaciones
territoriales, diplomáticas y económicas, no implicaba traicionar la soberanía
como estiman quienes hoy se niegan a ceder ni un centímetro cuadrado.
Curiosamente han sido dictaduras militares y gobiernos reaccionarios de Chile
los más proclives a satisfacer la demanda de Bolivia. Desde 1895 (dictadura del
vicealmirante Jorge Montt) existe el compromiso de proveer a Bolivia de “un
acceso soberano alternativo al Pacífico”. El gesto de las FF.AA. en 1975
constituye el intento más serio de llegar a un acuerdo con Bolivia. La
dictadura militar estuvo dispuesta a ceder un territorio más grande que el
“corredor boliviano” que en los años 50 ofrecía el canciller Horacio Walker
Larraín -padre de la Democracia Cristiana chilena- en el gobierno anticomunista
de Gabriel González Videla.
En ambas oportunidades el veto de Perú -tercero en
juego según el tratado de paz y amistad de 1904-, impidió cerrar una llaga
purulenta a más de un siglo de la guerra del salitre.
Chile no tiene nada que perder y en cambio mucho que
ganar si llega a un acuerdo con Bolivia. Esto, claro, desde una perspectiva de
complementación económica y de unidad latinoamericana. Agua y gas natural del
Altiplano, por ejemplo, podrían fomentar el desarrollo del norte gracias a una
negociación amistosa y honorable.
La razón histórica está de parte de Bolivia. En
febrero de 1879 las tropas de Chile -cuyo territorio llegaba solo hasta el río
Loa- desembarcaron en Antofagasta. La invasión del Departamento del Litoral
boliviano se hizo para proteger los intereses chileno-británicos de la Compañía
del Nitrato y Ferrocarril de Antofagasta, amagados por un impuesto de diez
centavos a la exportación del quintal de salitre. La guerra de rapiña se
prolongó hasta 1884 y costó miles de vidas de chilenos, bolivianos y peruanos.
Permitió a Chile apoderarse de 120 mil kilómetros cuadrados de territorio y 400
kilómetros de litoral. El conflicto hizo la fortuna de uno de sus financistas,
el inglés John Thomas North que consolidó un imperio salitrero en Tarapacá y
Antofagasta. Parlamentarios, abogados, periodistas y oficiales de la Armada,
financiados por North, desataron más adelante la sangrienta guerra civil en
Chile que culminó en 1891 con el suicidio del presidente José Manuel Balmaceda,
heroico defensor de los intereses del país.
Los descendientes castrenses y políticos de Pinochet,
Horacio Walker y González Videla, que estuvieron dispuestos a ceder parte del
territorio conquistado, no tienen los mismos propósitos de los gobiernos
chilenos de 1895, 1950 y 1975.
Los defensores de cada centímetro cuadrado de
territorio, están convencidos -y probablemente bien informados- que La Haya se
pronunciará a favor de Bolivia al reconocer la justicia de la demanda y llamar
a un diálogo de acuerdo al Tratado Americano de Soluciones Pacíficas de 1948,
conocido como Pacto de Bogotá. La CIJ no puede ir más allá de eso. Pero esto
sería una victoria para la diplomacia boliviana y una carta de triunfo para el
presidente Evo Morales que aspira a la reelección.
Al dar por perdida la causa en la CIJ, los trogloditas
de las relaciones internacionales plantean que Chile se retire sin demora del
Pacto de Bogotá para no verse obligado a negociar con Bolivia (1).
El ex comandante de jefe del ejército, Oscar Izurieta
Ferrer, ha llamado a seguir el ejemplo de Colombia (sic) que se retiró del
Pacto de Bogotá el 2012. De paso sugiere sumarse al desmantelamiento de UNASUR,
asunto en que están empeñados los gobiernos más reaccionarios de América
Latina. (2)
En forma simultánea el ex embajador Gabriel Gaspar
hizo un fervoroso llamado a “colocar en tensión nuestra voluntad nacional y
soberana” ad portas del fallo de la CIJ (3).
Izurieta y Gaspar han ocupado cargos importantes en
los gobiernos de Bachelet y Piñera. Ambos desempeñaron la subsecretaría de
Defensa. Izurieta fue jefe del ejército. Es posible sospechar que ellos
interpretan no solo a la derecha y a la centroizquierda, sino también a altos
mandos de las FF.AA.
Resulta evidente que se prepara un escenario adecuado
para enconar todavía más las deterioradas relaciones chileno-bolivianas e
impedir que se cumpla el fallo de La Haya.
Esta amenaza plantea un desafío para las diezmadas
fuerzas de la Izquierda chilena. Es nuestro deber sacar fuerzas de flaqueza y
defender el derecho de Bolivia.
En esta materia Chile se encuentra aislado. Desde hace
años la mayoría de las naciones del mundo apoya explícita o implícitamente la
demanda boliviana.
En el mundo globalizado no caben nacionalismos
provincianos ni sedicentes patriotismos que encubren intereses ajenos a la
América Latina. Esas posturas ocultan resabios del fascismo que intenta
reaparecer a través de consignas chovinistas y racistas.
La realidad política, económica y social, así como el
destino de nuestro continente, exigen un patriotismo de dimensión
latinoamericana capaz de asegurar la paz y felicidad de nuestros pueblos.
La unidad latinoamericana y caribeña por la que
lucharon Simón Bolívar, Alexandre Pétion, Bernardo O’Higgins, Salvador Allende,
Fidel Castro y Hugo Chávez es otra vez objeto de ataques a mansalva del Gran
Buitre del norte que nos quiere separados.
Nuestro
deber es responder esa amenaza construyendo la Patria Grande que necesitamos
para crecer independientes y en solidaridad.
(1) Ver
declaraciones de José Rodríguez Elizondo (ex comunista), Gabriel Gaspar
(socialista, ex Mapu), Eduardo Rodríguez (DC) y Oscar Izurieta (ex comandante
en jefe del ejército). El Mostrador, 14/7/2018, y El
Mercurio, 1/9/2018.
(2) El
Mercurio, 17/8/2018.
(3) El
Mostrador, 17/8/2018.
puntofinalblog.cl
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