NEOLIBERALISMO DE MACRI Y DE TEMER FRACASA AUN MÁS.
Emir Sader. ALAI. Miércoles 9 de setiembre del 2018.
Gobiernos gemelos, los de Argentina y
de Brasil, siguieron los mismos guiones. Superar a
gobiernos populistas, que habían hecho gastar a sus países más de lo que
podían - “Vivir encima de sus posibilidades”, como les gusta repetir -, restablecer el
equilibrio en las cuentas públicas, controlar la inflación. Y listo, las
economías retomarían sus cauces normales, orientadas por los equilibrios
mágicos del mercado.
Para crear las condiciones para que
la gente aceptara los inconvenientes que las medidas de ajuste traerían, estaba
el arsenal de acusaciones en contra de
los gobiernos populistas, tanto en los gastos excesivos en políticas sociales, como en los casos de corrupción, lo cual daría
tiempo para que la transición entre las herencias recibidas y el porvenir
glorioso de las economías liberadas de las trabas estatales pudiera darse.
Bastaría retomar los ajustes fiscales como eje de las políticas
económicas, para que las inversiones de adentro y de afuera de los países
llegaran ansiosas por obtener pingues
ganancias en los procesos de privatización y con la recuperación de la
expansión económica. Asimismo, los éxitos permitirían sepultar
definitivamente los liderazgos populistas nefastos, responsables de todos los
males de los países.
Pero, de repente, factores extra
campo incluso desde adentro del campo, hacen con que el flamante gobierno de Mauricio Macri tenga que hacer una
intervención televisiva patética, depresiva,
desesperanzada, para anunciar que lo peor estaba todavía por venir
para los argentinos, que la situación de los pobres empeoraría aún más.
Su
gobierno gemelo,
que ni siquiera ganó la elección para llegar a la presidencia de Brasil,
llega a su final reducido a su mínima expresión. Ningún resultado económico
positivo, su ministro de economía, candidato
a la presidencia de Brasil, tiene el 1% de apoyo.
Naufragan juntas las dos esperanzas
del gobierno de los EEUU, abrazados
al modelo neoliberal. Llevando a la debacle a los dos países, que se habían
recuperado de los efectos de la primera
experiencia neoliberal y volvieron a sufrir sus consecuencias desastrosas. Las esperanzas
blancas del imperio caen estrepitosamente. Pasarán a la historia
como breves intentos desesperados de recuperar un modelo fracasado.
Intentaron borrar de la historia de los dos países todo lo que
habían vivido en los anteriores de este siglo y de la memoria de las personas
lo que había mejorado sus vidas. Se han valido de todo: acusaciones, llamados
al olvido, recuentos falsos, pero la realidad no se deja llevar por esas
trampas.
Un fracaso más que importa, pero una estafa política más si importa porque traicionan a los pueblos que alguna vez creyeron en ellos. Brindan un acopa por su derrota política.
***
Macri y Temer están
derrotados. Sus políticas han fracasado. Sus
gobiernos están en pedazos. La gente de los dos países está indignada y
rebelada en contra de ellos. Fue un breve intervalo de tiempo, borrarle
de nuestras historias. Personajes
grotescos, ridículos, mediáticos, cuyo discurso se ha agotado rápidamente.
Uno elegido por un operador de marketing, que mal sabe explicar porque
su hechizo se ha agotado tan rápidamente. El otro, triste figura de un golpe,
nunca ha dejado de ser un mediocre personaje que será contundentemente
derrotado en las elecciones de octubre en Brasil.
Han
fracasado, como fracasan todos los gobiernos neoliberales, porque ese modelo no tiene capacidad de generar amplios apoyos sociales, menos
todavía los de carácter
popular. Porque promueven los intereses
del capital especulativo, que no genera expansión económica sino, al
contrario, viven del endeudamiento de gobiernos, de empresas y de personas,
reproduciendo los mecanismos de la recesión económica.
Es una circunstancia histórica única
para la izquierda recomponer la capacidad
hegemónica de un programa antineoliberal. Todas las diferencias deben estar
subordinadas a la recomposición del bloque popular, democrático y nacional. En Brasil ese proceso ha avanzado
mucho. En Argentina puede perfectamente avanzar. Llegaríamos al final de 2019
con gobiernos hermanos de nuevo, aliados, ejes de los procesos de integración
regional, de rearticulación de los organismos regionales.
Habremos pasado por inmensos
sufrimientos, pero estaremos a la altura de aprender de los errores del pasado
reciente y de volver a protagonizar la historia latinoamericana como países
aliados y solidarios, camino que Néstor
y Lula encausaron.
- Emir Sader,
sociólogo y científico político
brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la
Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
/////
LOS NEOLIBERALES EN AMÉRICA LATINA, PENSARON QUE ERA FÁCIL LA RESTAURACIÓN. Pero los PUEBLOS siguen de PIE DE LUCHA Y JAMAS CLAUDICARAN, SU DERECHO AL FUTURO. La burguesía político-empresarial neoliberal - en democracia ganó las elecciones por primera vez en Argentina - pero 3 años después es un completo fracaso, en Brasil, concertaron los poderes facticos internos - "cocinaron" un golpe de estado" con todos los corruptos de la política, en Ecuador, traicionaron al pueblo que los eligió - vestido de progresistas, al final resultaron "agentes" encubiertos del imperio, en México fracasaron políticamente, (el gobierno más corrupto de la historia) al igual que Colombia. Perú, los neoliberales y las oligarquías agro-exportadoras - no la ven fácil, metidos en corrupción - Y sin Programas de Gobierno distintos o superiores a los impuestos en los 90' con las Políticas del fracasado Consenso de Washington.
***
RESTAURACIÓN NEOLIBERAL EN AMÉRICA LATINA.
*****
Jesús González Pazos.
Viento Sur.
Rebelión lunes 17 de setiembre del 2018.
Distintas corrientes de
pensamiento político y los poderes mediáticos correspondientes nos hablan desde
hace tiempo de que América Latina, después de dos décadas de gobiernos de
izquierda y de su hipotético fracaso, asiste hoy a la restauración neoliberal como
única alternativa viable. Sin embargo, es muy posible que el inicio de este
proceso de restauración no sea resultado de estos últimos dos o tres años y
fruto principalmente del agotamiento del modelo progresista, tal y como nos
pretenden hacer creer.
La
restauración neoliberal tiene sus raíces evidentes, por lo menos hace ya casi
una década. Concretamente desde el golpe de estado en Honduras, en 2009. Aunque
si fuéramos muy rigurosos, los primeros asaltos se producen en Venezuela con el
fracasado golpe contra el presidente Hugo Chávez en 2002, el paro patronal
petrolero y el boicot económico continuado. Es decir, los intentos de
restauración neoliberal son casi paralelos a los primeros pasos de los
gobiernos progresistas mostrando así un irrespeto absoluto a los propios
procesos democráticos que estos sectores neoliberales y oligárquicos decían
defender. Nunca aceptaron sus derrotas precisamente en aquel campo, el de la
democracia representativa, que consideraban suyo. Las transiciones a la
democracia al estilo español se habían convertido en la forma de gobierno
idóneo para que todo quedara, en cierta forma, bajo el dominio de los mismos
sectores oligárquicos que habían dominado la escena dictatorial, aunque ahora
con una apariencia democrática; como se suele decir en el estado español, que
“todo quedara atado y bien atado”.
Pero,
tal y como explicitó uno de los principales defensores del neoliberalismo, S. Huntington, la democracia no es
necesariamente para todos y especialmente tiene sus límites para el caso de que
no opere en función de los intereses del sistema.
“La
democracia es sólo una de las maneras de constituir la autoridad, y no es
necesariamente aplicable universalmente. El funcionamiento efectivo de un
sistema democrático requiere cierto nivel de apatía y de no participación por
parte de algunos individuos y grupos (…) Hay también potencialmente límites
deseables a la extensión indefinida de la democracia política”. Por eso, cuando esa democracia no sirve a
los intereses económicos y políticos dominantes, cuando se ha perdido
incluso en el campo marcado de la democracia representativa, esos sectores
inician un decidido proceso de restauración a cualquier precio: golpes de estado “blandos o
institucionales”, impeachments, sabotajes y bloqueos económicos y cualquier
acción que sirva para desgastar a los gobiernos legítimos, incluida la
acusación de tiranías o dictaduras por muchos procesos electorales que se hayan
limpiamente ganado.
Así,
un recorrido rápido por la última década en América Latina nos permite identificar claramente golpes de estado
exitosos, además del ya citado en Honduras
(2009), el institucional en Paraguay
(2012) y el impeachment contra Dilma Rousseff en Brasil (2016). Intentos fracasados de golpes más duros como el
llamado cívico-prefectural de Bolivia
(2008) y el policial en Ecuador (2010).
Y a ese modo de accionar siempre ha estado complementariamente unido otro
camino que podríamos definir como el del golpe estado económico. El desgaste de
las capacidades de transformación de los diferentes gobiernos progresistas ha
tenido un eje central en los sabotajes y boicots económicos, generalmente
acompañados de presiones en este mismo campo por gobiernos extranjeros como es
el caso de Estados Unidos y Europa.
Cierto es que al agravamiento de estas actuaciones, no hay que soslayar la
crítica, han contribuido también los errores de previsión y planificación, o la
falta de decisión firme por el cambio de la matriz productiva (modelo económico
primario-exportador altamente dependiente de los mercados) en esos procesos de transformación de muchos de estos gobiernos
progresistas.
Llegaríamos,
ahora sí, al proceso de restauración
neoliberal de los años más recientes, donde los desgastes y agotamientos en algunos gobiernos se han visto
sobredimensionados por el ataque redoblado de esta ofensiva que podríamos
definir como abiertamente contrarreformista.
De esta forma, la tendencia hacia gobiernos progresistas de los primeros años
de este siglo XXI se ha visto hoy
radicalmente alterada por esa ofensiva de restauración neoliberal y parece que
ésta es la dominante hoy en el continente. Hacemos aquí un paréntesis para
resaltar que este proceso de restauración no es necesariamente una
característica exclusiva de Latinoamérica.
Por el contrarío la ola conservadora y
derechista se vive igualmente en el norte
de ese mismo continente y en la vieja
Europa, agravada por un claro ascenso o envalentonamiento de las tendencias
más ultras o directamente fascistas,
machistas y xenófobas.
Pero
América Latina está en estos
momentos aplicando elementos previsores cara al futuro para afianzar esa
restauración neoliberal. Interesa ahora y de forma complementaria a todo lo
hasta aquí señalado introducir un nuevo factor de ese proceso restaurador neoliberal: la difamación, desprestigio y desgaste de
los liderazgos populares para hacerlos extensibles, más allá de éstos, a la
propia opción política que representaron. Se pretende de esta forma el
desprestigio de las opciones progresistas, el famoso “todos son iguales”, y que la población no vuelva a ver en éstas
sino un “más de lo mismo”, atajando
cualquier veleidad por activar nuevamente verdaderos procesos de
transformación.
Y
esto explica el trasfondo de los múltiples procesos abiertos por corrupción o similar contra liderazgos
que fueron (y pudieran volver a serlo) clave en diferentes procesos populares
de las últimas dos décadas. Más allá de la verdad o mentira que pueda
acumularse en los procesos contra Rafael
Correa, Cristina Fernández de Kichner o Lula da Silva, lo que interesa
verdaderamente a la restauración es golpear a los sectores populares con el desencanto
y la despolitización. Se trata de conseguir así, algo sobre lo que
hablaba Huntington, como es elevar el nivel de apatía y de no
participación de determinados sectores. Solo
de esta forma se cerrará el paso a futuros posibles procesos antineoliberales,
porque precisamente es en estos sectores
donde residen las reales capacidades de transformación
social, política y económica, tal y como se demostró durante las décadas
del llamado ciclo progresista. Por lo que su
apatía y no participación garantizaría
que la democracia representativa y
el sistema volverá a ser controlado por quienes lo diseñaron para su exclusivo
beneficio personal y corporativo.
Y
si hasta ahora hablamos de la restauración
neoliberal en determinados países que fueron parte de ese ciclo de
progreso, no se puede olvidar que otra parte de esta restauración reside en el
reforzamiento de esa tendencia en aquellos otros países que nunca dejaron de
ser parte de ella. Hablamos de países como Perú,
Colombia o la práctica totalidad del espacio centroamericano con Guatemala posiblemente como máximo
representante de un modelo de país y sistema al servicio enteramente de sus clases oligárquicas y, como dicta el modelo neoliberal, de las transnacionales.
Y
todo ello, sin olvidar que ese sistema
neoliberal, permanente en unos casos y restaurado en otros, nuevamente
emerge desde su fracaso anterior a las últimas dos décadas, que arrastró a las
grandes mayorías a la más absoluta miseria en sus condiciones de vida y
derechos fundamentales. Emerge desde ese fracaso para volver a mostrar otro (Brasil corrupción y ultraderecha, Argentina al borde de la quiebra y con
brutales recortes) que lleve, una vez más, a esas mismas grandes mayorías a un nuevo sistema de pura supervivencia en el
empobrecimiento, mientras las élites
se seguirán enriqueciendo y controlando las esferas de poder.
Así,
todas estas actuaciones, encadenadas, coordinadas y complementarias si bien han
podido conseguir poner en cuestión y
riesgo a los modelos progresistas de las últimas décadas, tienen, sin duda,
otra conclusión evidente. La
restauración conservadora neoliberal no solo no es la alternativa a nada
pues ya demostró repetidamente su
fracaso, sino que se está construyendo sobre el carácter claramente
antidemocrático que subyace en las clases dominantes, mercados incluidos,
queriendo volver a repetir el viejo sistema de dominación. (NO FUNCIONA)
Jesus González Pazos .
Miembro de Mugarik Gabe.
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